sábado, 1 de octubre de 2011

El sombrero seleccionador

Dudley tenía los ojos desorbitados su madre también, aunque no tanto. Los hermanos Weasley y Sirius se lanzaron a comer como si les fuera la vida en ello ante la mirada exasperada de Molly, Lily y Hermione y la mirada divertida de James, Remus, Sus y Tonks. Vernon Dursley estaba en el suelo comiendo col de un plato sucio que le había traido Lobby, causando algunos gritos asustados de Petunia, después de que Dumblendore le explicara quién era exactamente ese hombre. Neville charlaba animadamente con sus familiares cuando de pronto alguien le tocó la espalda. Sorprendido se giró para encontrarse con su amiga, Hannah Aboot de Huppelpuff. Ella estaba algo sonrojada. Le sonrió abiertamente.

-        Hannah- dijo contento- Estos son mi papá y mi mamá, ahh y mi abuela y mi madrina- dijo señalando a los que iba nombrando- Ella es Hannah Aboot, nos sentamos juntos a Herbología.

-        Encantada- dijo Alice afablemente- Un placer conocerte.- Y no mentía la chica le resultaba encantadora aunque todavía le gustaba más la forma en que esta miraba a su hijo y como el le sonreía.

-        Frank Longbotton.- -se presentó Frank dándole la mano que Hannah aceptó sonrojada.

-        Así que tú eres Hannah- dijo la abuela con una sonrisa,- Neville me ha hablado mucho de ti.

-        ¿En serio?- preguntaron Hannah y su madrina a la vez con el mismo tono anhelante. Augusta solo asintió.

-        Es muy mona, tienes muy buen gusto ahijado.- Soltó Sus toda tranquila haciendo sonrojar a los dos adolescentes. Aunque ella también se sonrojó cuando sintió la mano de Sirius sobre la suya. Se giró bruscamente con la intención de enviarlo al diablo pero no estaba preparada por la resplandeciente sonrisa con la que la recibió.

-        ¿Qué quieres?- le preguntó intentando sonar brusca.

-        Sólo recordarte algo- dijo y le susurro al oído- Ego amo te- El corazón de Sus se aceleró y sus ojos se abrieron al máximo. Él lo recordaba.

Abrió la boca para decir algo pero las palabras se negaban a abandonar sus labios, parpadeaba, intentando evitar derramar las lágrimas aunque falló. Una lágrima se escapó y corrió por su mejilla. Sirius cogió la lágrima y le acarició tiernamente el rostro.

-        Creíste que lo había olvidado- le dijo en tono de reproche justo antes de unir sus labios en un tierno beso. Sus amigos les miraban riendo disimuladamente.

Cuando el beso acabo Sus enteró su cara en el pecho de Sirius y desde ahí murmuró:

-        También yo te amo Sirius.- Este sonrió como un niño en la mañana de Navidad y la estrechó aún más sobre su pecho.

La comida continuó con besos, abrazos y caricias clandestinas de la recién reconciliada pareja (que no paraban de mirarse todo el rato y, cuando coincidían sus miradas, se sonreían como tontos) y muchas burlas de los amigos de ellos. Cuando todos hubieron terminado, el director se levantó.

-        Después de esta provechosa comida- sus ojos y labios sonreían cuando fijó su vista en Sirius y Sus.- Vamos a proseguir.- ¿Señor ministro?- él asintió y cogió el libro.

El sombrero seleccionador

A Harry le costaba respirar. ¿Que dirían sus amigos cuando se enterasen que estuvo a punto de ser una serpiente? ¿Y sus padre, padrino y tío? ¿Y los demás?

La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí.

-        Minie- saltaron los bromistas encantados por la aparición de su profesora favorita.

Tenía un rostro muy severo, y el primer pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.

La mayoría asintieron pero no Sirius que dijo:

-        Que va. Pero si es muy divertido.- Minerva le envió una mirada severa pero James le secundó.

-        Es cierto, es casi tan peligroso como hacer enfadar a mi madre- le costó decir eso, no hacia mucho que los mortífagos la habían asesinado junto con su padre.

-        Sí- terció Remus- Además tiene su misma habilidad por oler las travesuras así que es todo un reto crear las bromas- Al decir eso varios percibieron un destello en sus ojos.

-        Ustedes tres- gruñó la profesora- Son insoportables.

-        Así nos quiere- le respondieron los tres con una sonrisa angelical que hizo suspirar a sus novias, Remus aún no sale con Tonks pero ya se entiende.

-        Bueno- reconoció la profesora bajo el asombro del gran comedor- Tengo que reconocer que la vida sería muy aburrida si no tuviese que reñir a algunos alumnos traviesos.- Sus ojos se dirigieron a los gemelos P y W y al trío dorado.- Pero apreció mas a alumnos como Frank, Lily, Lia y Alice.

-        Así que a mí no me quiere- dijo dramáticamente Sus causando la risa de todos.- A mí, que me he desvivido para alegrarle la vida con bromas, yo que ayudé a ganar la copa de Quiddich para usted yo…

-        Usted está en el mismo grupo que los merodeadores señorita March- la cortó.

—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él.

La boca de ellos se abrió, su casa no era especialmente pequeña, y causaron la risa de los otros.

Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Harry podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí) , pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.

-        Yo creo que lo hacen expresamente- dijo James- Para ponernos más nerviosos.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.

-        También es allí donde encontraréis a lustra verdadera familia- siguió Remus seriamente y mirando a sus amigos.

-        Además de que decidirá, en parte, vuestro futuro- terminó Lia.

»Las cuatro casas se llaman Gryffindor,

-        La casa de los valientes y nobles de corazón.- Exclamaron los gemelos Prewet y el resto de la casa de Gryffindor asintió mientras aplaudían.

Hufflepuff,

-        Donde habitan los leales y trabajadores.- Completó Ernie y su casa aplaudió.

Ravenclaw,

-        Cuya principal virtud es la inteligencia- Dijo Padma, también en ese caso su mesa aplaudió.

y Slytherin.

-        La casa de los astutos que quieren llegar alto- Dijo Draco. Todos los de su mesa aplaudieron.

Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque. »La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible.  

-        Que manía por la pulcritud- se quejó Tonks.

-        Es que es muy importante, al igual que el orden- le respondió Petunia. Minerva, Percy y Hermione asintieron de acuerdo.

Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja izquierda,

Los merodeadores rieron antes de decir:

-        Esa debe ser la marca Lombottong.

Los dos se sonrojaron mientras todo el mundo reía.

y en la nariz manchada de Ron.

-        No puede hacer nada con eso profesora- aseguró Bill mirando a su hermano burlonamente. Acto seguido recibió un golpe de los gemelos que le susurraron:

-        No incrementes el complejo de inferioridad del pequeño Ronnie.- Bill y Ron, que fueron los únicos que los oyeron les sacaron la lengua infantilmente.

Con nerviosismo, Harry trató de aplastar su cabello.

-        No funcionará- cantaron James, Sirius, Remus, Frank y Lily. Varios miraron a Lily sorprendidos.

-        ¿Qué? Me he casado con un Potter y puedo asegurar que es imposible de peinar, aunque ya queda bien así- dijo sonriendo a su marido e hijo.

—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperad tranquilos.

-        Claggo- dijo Fleur- Segga tan facil estag tganquilos.

-        Punto para tu novia- le dijo Charlie a Bill al ver que Minerva se sonrojaba un poco.

Salió de la habitación. Harry tragó con dificultad.
 — ¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos? —preguntó a Ron.
—Creo que es una especie de prueba. Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.

-        Fred- gritaron su madre, su padre y sus tres hermanos mayores.

-        Gran broma- afirmaron George y Lee.

-        Cierto- afirmaron Sirius y Remus. Luego se giraron para ver a James.

-        La broma también repercutió en mi hijo y Ron es su mejor amigo así que…- dijo dejando la frase inconclusa.

El corazón de Harry dio un terrible salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el colegio? Pero él no sabía nada de magia todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así, justo en el momento en que acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio que los demás también parecían aterrorizados.

-        Novatos- murmuró Sirius despectivamente ganándose un cachete de su novia.

Nadie hablaba mucho, salvo Hermione Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se preguntaba cuál necesitaría.

Los de la generación de los padres de Harry, excepcionando Lily y Remus, rompieron a reír, Snape muy disimuladamente.

-        ¿Que pasa?- preguntó una Hermione avergonzada y enfadada.

-        Lily y Remus...- Empezó a decir Sus riendo-Lily y Remus...

-        Ellos- dijo Sirius también entre risas- Ellos también....

-        Hicieron eso- terminó Alice que ya se había calmado.

-        ¿Y que tiene de malo?- preguntó Lily roja.

-        Mas vale estar preparado- murmuró un Remus muy rojo levantando la vista. Vio que Tonks le estaba mirando y se perdió en sus ojos, todavía mas sonrojado. James se dio cuenta y “amablemente” le pegó un pisotón por debajo de la mesa haciéndole volver a la realidad. 

Harry intentó no escucharla. Nunca había estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando tuvo que llevar a los Dursley un informe del colegio que decía que él, de alguna manera, había vuelto azul la peluca de su maestro.

-        Estoy orgulloso de ti, hijo/ahijado/Harry- dijeron tres voces a la vez mientras Lily y Minerva compartían una mirada asustada y los demás reían.

Mantuvo los ojos fijos en la puerta. En cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría a su juicio final.

-        Es incluso más exagerado que James- dijo Sirius con los ojos como platos.

-        No, mi querido amigo Canuto,- dijo Remus- Son exactamente iguales de exagerados.- Muchos rieron, encantados por el cambio que había hecho su profesor, y los dos Potter se sonrojaron.

Entonces sucedió algo que le hizo dar un salto en el aire... Muchos de los que estaban atrás gritaron.

-        ¿Por que?- preguntaron Molly, Lily y Alice con las mismas expresiones horrorizadas. Harry y Ron compartieron una mirada, no querian ni imaginar como se tomarían sus “inocentes” aventuras.

—¿Qué es...?
Resopló. Lo mismo hicieron los que estaban alrededor. Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás.

Lily empezó a golpear a los tres merodeadores que se tapaban la cabeza con las manos:

-        Es culpa vuestra inútiles- les gritó remarcando cada palabra con un golpe.

-        Señorita Evans- dijo Minerva asombrada.

-        Es señora Potter- le corrigió Lily, Harry y James sonrieron mientras Snape hizo una mueca.- Y les estoy golpeando porque a esos tres se les ocurrió la gran idea de decirles a los fantasmas que fueran a recibir a los alumnos y ya ve, se ha convertido en tradición traumatizarlos. A Sus, ¿Puedo golpearle?

-        Por mi no hay problema Lily- le respondió sonriendo a su novio.

-        Aunque estoy de acuerdo con vosotras, ¿podrías golperlos después?- le preguntó la profesora ignorando las miradas de cachorrito que le mandaron los merodeadores. Lily asintió y la lectura prosiguió.

De un color blanco perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por lo visto, estaban discutiendo. El que parecía un monje gordo y pequeño,

Hufflepuff aplaudió como si el fraile estuviese con ellos.

decía:
—Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...

-        Diez sickets a que hablan de Peeves- dijo Remus.

-        Acepto- dijo Sirius encantado. James y Sus negaron con la cabeza.

—Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves

Sirius dio una patada al suelo y le paso las diez monedas de plata a Remus, quien parecía satisfecho. James sacó una varita y conjuro una pizarra y una tiza:

-        Haber Canuto, vamos a enseñarte. Tú,- dijo y dibujo cuatro palotes que simbolizaban una persona con el pelo largo y una montaña de dinero,- No puedes apostar contra Lunático- Dibujo otro “hombre” igual pero con el pelo más corto.- Porque tienes la costumbre de perder todas las apuesta y el de ganarlas todas así que- borró el montón de dinero que había dibujado al lado de Sirius- vas a quedarte arruinado- lo dibujo otra vez pero al lado de Remus.- Y hacer rico a Lunático.- Terminó- ¿Qué lo has entendido o tengo que hacerte otro dibujito Sirius?

El gran comedor entero rompió a reír excepto Remus y Sus, la última hacía esfuerzos brutales para no reír pero el primero dijo:

-        Cállate Cornamenta- este lo miró atónito mientras Sirius lo hacía agradecido- Vas a sacarme mi principal fuente de ingreso de ingresos.- A Sirius se le desencajo la cara y James se unió a la risa colectiva que en ese momento sumía a todo el comedor. Sin embargo, cuando terminaron de reír, James intercambió una mirada preocupada con Lily pensando que quizás había demasiada verdad en el comentario de Remus.

las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?
El fantasma, con gorguera y medias,

Fue el turno de Gryffindor para aplaudir, aunque sabían que su fantasma no les podría oír.

se había dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.
Nadie respondió.
— ¡Alumnos nuevos! —dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos—. Estáis esperando la selección, ¿no?
Algunos asintieron.
— ¡Espero veros en Hufflepuff—continuó el Fraile—. Mi antigua casa, ya sabéis.
—En marcha —dijo una voz aguda

-        Volvió Minie- dijo Lee riendo.

—. La Ceremonia de Selección va a comenzar.
La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la profesora a los de primer año— y seguidme.
Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con Ron tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor. Harry nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido.

-        Exactamente- dijeron todos, pero nadie más fuerte que Dudley.

Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts».

-        Pensábamos que solo la leían los Ravenclaw- dijo Terry.

-        Algunos Ravenclaw- Constató Padma.- Yo no la he leído.

-        Yo también la leí- dijo Lily. Por detrás Sus tosió pero se escucho claramente como decía: “No hace falta que lo jures”.

-        Y yo- afirmó Remus. Sus amigos rodaron los ojos y rompieron a reír.

Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos. Harry bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa.

Ella asintió de acuerdo con su sobrino mientras oía la descripción de dicho sombrero.

Tal vez tenían que intentar sacar un conejo del sombrero, pensó Harry

Los sangre-pura le miraron atónitos mientras que los hijos de muggles, media-sangre y los que habían tomado muggleología rompieron a reír escandalosamente. Harry se sonrojó y más cuando vio a su mejor amiga y a su madre limpiándose de los ojos lágrimas de risa.

Algo irreflexiblemente, eso era lo típico de... Al darse cuenta de que todos los del comedor contemplaban el sombrero, Harry también lo hizo. Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió.
-        ¿Se movió?- preguntó Dudley atónito.

-        Sí, y eso no es lo único que hace- le respondió su primo.

Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:

Los Dursley miraron al libro como si tuviese una enfermedad mental incurable mientras el resto reía.

Oh, podrás pensar que no soy bonito,

-        Exactamente- dijeron los Prewet.

pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.

-        Tenemos que buscar o fabricar uno- aseguró Remus, la profesora McGonagall todavía estaba atónita con el que ella pensaba que era un prefecto responsable.

-        Grandísima idea Lunático, sería muy curioso- dijo James.

-        Cierto- aprobó Sirius- nunca he visto a un sombrero comerse a si mismo.

Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.

Por desgracia. Pensó Harry

Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.

La mesa de Gryffindor al completo y la profesora McGonagalls empezaron a aplaudir, a vitorear y los bromistas a bailar y cantar. Los Hufflepuff les acompañaron divertidos, mientras que los Ravenclaw lo hacían exasperado. Slytherin no aplaudió.

Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.

Esta vez fue Hufflepuff quién, acompañados por la profesora Sprouth, vitorearon y aplaudieron. Gryffindor aplaudió con gran entusiasmo y Ravenclaw sonriendo. Su aplauso fue el que más costo de callar.

O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.

Ravenclaw no solo aplaudieron sino que lanzaron fuegos artificiales con la varita llevándose aplausos de la otras casa, incluyendo algún Slytherin despistado. Aunque el más espectacular fue un dragón del profesor de encantamientos.

O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.

Slytherin aplaudió esta vez contando con algún aplauso de Ravenclaw y uno que otro desganado de Hufflepuff. Snape subió la varita y el salón tuvo, durante diez segundos los colores plata y verde de la casa.

Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).

Algunos soltaron risitas.

Porque soy el Sombrero Pensante.

El comedor entero aplaudió aunque nadie más fuerte que Dudley.

Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez.
— ¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero! —susurró Ron a Harry—. Voy a matar a Fred.

A Molly le recorrió un escalofrío al imaginar a alguno de sus hijos muertos mientras Fred esbozaba una sonrisa maliciosa.

-        Así que el pequeño Ronnie quiere pelea- le dijo- Vamos pequeño.

-        Estáis los dos castigados- gruñó Molly- y el que vuelva a hablar de matar a alguno de sus hermanos…- la voz se le quebró y Arthur la abrazó contra él para reconfortarla.

-        Lo sentimos- dijeron los dos.

Harry sonrió débilmente. Sí, probarse el sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría deseado no tener que hacerlo en presencia de todos.

-        ¿Y donde estaría la gracia de la selección entonces?- preguntó Sirius sorprendido.

El sombrero parecía exigir mucho, y Harry no se sentía valiente ni ingenioso ni nada de eso, por el momento.

-        A todos nos paso igual le dijo Alice comprensiva.

Si el sombrero hubiera mencionado una casa para la gente que se sentía un poco indispuesta, ésa habría sido la suya.

-        Y la de todos durante la selección- dijo Seamos rodando los ojos. Varios asintieron mientras que otros (Slytherin, James, Sirius, Snape…) se quejaban.

La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino.
—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!

En ese momento, ella parecía encontrar su plato muy interesante porque no levanto la vista, además estaba roja como un tomate. Susan le paso el brazo por la espalda y ella le sonrió.

Una niña de rostro rosado y trenzas rubias

Neville sonrió inconcientemente.

salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
— ¡HUFFLEPUFF!—gritó el sombrero.

La mesa aplaudió con entusiasmo aumentando considerablemente su sonrojo, que se acentuó aún más cuando vio a Neville aplaudir desde Gryffindor.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Harry vio al fantasma del Fraile Gordo saludando con alegría a la niña.
— ¡Bones, Susan!

Esta vez fue Hannah quién reconfortó a una sonrojada Susan.

—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

Las dos chicas se sonrieron con complicidad mientras el resto de la mesa, en especial Ernie, aplaudían con gran entusiasmo.

— ¡Boot, Terry!

El aludido dio un salto en la mesa de Ravenclaw y al levantar la vista vio que todos sus compañeros le sonreían. Les devolvió la sonrisa.

— ¡RAVENCLAW!

Los aplausos de Ravenclaw no se hicieron esperar bajo la mirada agradecida del chico.

La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos.
Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw,

La mesa de Ravenclaw volvió a aplaudir mientras ella se sonrojaba.

pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor,

Allí quedo demostrado que nadie aplaudía con más fuerza y entusiasmo que ellos, Lavander escondió la cara bajo su pelo.

en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas. Harry pudo ver a los hermanos gemelos de Ron, silbando.

Ellos asintieron satisfechos de ellos, mientras los merodeadores y sus tíos reían.

Bulstrode, Millicent fue a Slytherin.

La mesa en cuestión también apludió muy fuerte bajo la mirada agradecida de la chica.

Tal vez era la imaginación de Harry; después de todo lo que había oído sobre Slytherin, pero le pareció que era un grupo desagradable.

-        No es tú imaginación- dijeron su padre, tío y muchos de sus amigos.

-        Siempre hay excepciones- afirmaron Sirius y Tonks.

-        ¿Como cuales?- preguntó incrédulo Dean.

-        Regulus Black- le dijo Sirius- Mi hermanito.- Dean tragó con dificultad por la mirada de Sirius, aunque no se la dirigió a él en especial.

-        Andrómeda Black, posteriormente Tonks- le dijo Tonks amablemente cosa que hizo que el chico se relajara un poco- mi madre.

Comenzaba a sentirse decididamente mal. Recordó lo que pasaba en las clases de gimnasia de su antiguo colegio, cuando se escogían a los jugadores para los equipos. Siempre había sido el último en ser elegido, no porque fuera malo, sino porque nadie deseaba que Dudley pensara que lo querían.

Muchos se giraron para mirar mal a Dudley pero él tenía la mirada en la mesa y murmuró: Lo lamento.

-        No te disculpes- dijo Tío Vernon, aunque sonó a orden.

-        Salvó mi vida- se defendió Dudley.

-        Concretamente alma- a Lily le recorrió un escalofrío-, ellos no te hubiese matado- especificó Harry.

-        Ya pueden dejar de mentir.- gritó Umbridge. Sirius sacó la varita pero Harry negó con la cabeza dándole a entender que era un caso perdido.

— ¡Finch-Fletchley, Justin!
—¡HUFFLEPUFF!

Este se sonrojo y su mesa aplaudió con las mismas ganas que al principio.

Harry notó que, algunas veces, el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero otras tardaba un poco en decidirse.
—Finnigan, Seamus. — El muchacho de cabello arenoso,

Seamus se llevo la mano al pelo inconscientemente, provocando algunas risitas y su sonrojo.

que estaba al lado de Harry en la fila, estuvo sentado un minuto entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.

Todos se pusieron a aplaudir y Seamus se les unió enseguida.

—Granger, Hermione.
Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero.

La mesa aplaudió incluso más fuerte o quizás lo pareció porque se les unieron los Ravenclaw que admiraban de verdad el talento de Hermione.

Ron gruñó.

Hermione bajo la cabeza muy triste pero Ron se la levantó.

-        Lo lamento,- le susurró- pero ya sabes, tengo la capacidad emocional de un ladrillo.- Harry y Hermione rompieron a reír y Ron se les unió muy pronto.

Un horrible pensamiento atacó a Harry, uno de aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy intranquilo. ¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba sentado con el sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora McGonagall se lo quitara de la cabeza para decirle que era evidente que se habían equivocado y que era mejor que volviera en el tren?

Muchos rieron pero una mirada de Lily bastó para que callaran. Luego ella le dijo:

-        Yo pensé lo mismo cielo- Harry le sonrió a su madre, contento.

Cuando Neville Longbottom, el chico que perdía su sapo

Neville rió junto con los demás mientras recordaba los intentos de su sapo para escaparse.

, fue llamado, se tropezó con el taburete.

-        Igual que Alice- rieron sus amigas.

El sombrero tardó un largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó:
¡GRYFFINDOR!,

Los aplausos fueron también muy fuertes, Neville se hacía querer por sus amigos con su actitud despistada y bonachona.

Neville salió corriendo, todavía con el sombrero puesto y tuvo que devolverlo,

-        Igual que Frank- fue el turno de los merodeadores para reír.

-        Dios mío,- exclamó Alice- Dime que no heredaste mi torpeza y la mente olvidadiza de Frank.

-        ES que creo que si lo hice mamá.- Frank rompió a reír junto con los del pasado, su hijo y su esposa.

entre las risas de todos a MacDougal, Morag.

Aunque no mencionaron su mesa ellos igual aplaudieron ganándose una mirada agradecida de la aludida.

Malfoy se adelantó al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!

La mesa de Gryffindor al completo hizo muecas de asco mientras los Slytherin aplaudían con entusiasmo.

Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción. Ya no quedaba mucha gente. Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne...

No importaba que no dijeran la mesa, ellos aplaudían igual para que los mencionados no se sintieran menos.

y, finalmente:
— ¡Potter; Harry!

Harry estaba completamente pálido y miró de reojo a su padre, que sonreía orgulloso.

Mientras Harry se adelantaba, los murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales.
 —¿Ha dicho Potter?
—¿Ese Harry Potter?

-        No, otro- ironizaron los Prewet. Harry bufó, no se atrevía a levantar la vista del plato.

Lo último que Harry vio, antes de que el sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de verlo bien. Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero. Esperó.
—Mm —dijo una vocecita en su oreja—. Difícil. Muy difícil.

El comedor entero quedó en estado de shock, cuando se recuperó todo el mundo se giró en dirección a Harry que estaba pálido y se cogía a la mesa con fuerza.

Lleno de valor, lo veo.

-        Exactamente- exclamaron los merodeadores, también pálidos y James prosiguió- Porque es un Gryffindor.

Tampoco la mente es mala.

Varios profesores asintieron, no hace falta decir que Snape no estaba en ese grupo. Harry los vió por el rabillo del ojo mientras su padre murmuraba ¿Ravenclaw?

Hay talento, oh vaya, sí, y una buena disposición para probarse a sí mismo, esto es muy interesante...

James cada vez estaba más confundido ¿hufflepuff?

Entonces, ¿dónde te pondré?

-        En Gryffindor- murmuró la mesa al completo, incluyendo a Minerva.

Harry se aferró a los bordes del taburete y pensó: «En Slytherin no, en Slytherin no».

-        Eso- dijo James ignorando las miradas indignadas de esos- Slytherin no.

—En Slytherin no, ¿eh? —dijo la vocecita—. ¿Estás seguro?

A Sirius le dio un ataque de tos mientras que Ron y Hermione fijaban sus intensas miradas sobre Harry.

Podrías ser muy grande, sabes, lo tienes todo en tu cabeza y Slytherin te ayudaría en el camino hacia la grandeza.

-        Pero mi hijo no quiere ser grande así que ponlo en Gryffindor- suplicaba James. El aludido asintió con vigor y, para su alivio vio como todos los de su alrededor se destensaban.

No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás seguro, mejor que seas
¡GRYFFINDOR!

La mesa de Gryffindor estalló en aplausos que le hicieron comprender que el peligro había pasado así que se atrevió a mirar a sus amigos a la cara.

-        ¿No me van a desheredar verdad?- les preguntó tímidamente a los merodeadores. Ellos negaron divertidos con la cabeza.

-        Harry, ¿Por qué no nos lo dijiste?- le preguntó Ron sorprendido.

-        Es que es Slytherin- dijo Harry.

-        Eres tan tonto como Ron- le dijo Hermione dándole un golpe en la cabeza.

-        Ey,- se quejaron los dos.

Harry oyó al sombrero gritar la última palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia la mesa de Gryffindor. Estaba tan aliviado de que lo hubiera elegido y no lo hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que recibía los saludos más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso de pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley gritaban: «¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!».

-        Niños- dijo la señora Weasley a Percy y los gemelos- no deben tratar diferente a Harry que si no no se integrará- les riñó.

-        Lo sentimos- se disculparon los tres bajo la mirada atónita del gran comedor.

Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que había visto antes. Éste le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.

-        Sí, pues espera a que uno te atraviese- le dijo Lia. Todo el mundo se estremeció al recordar la sensación.

Podía ver bien la Mesa Alta. En la punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró y levantó los pulgares. Harry le sonrió. Y allí, en el centro de la Mesa Alta, en una gran silla de oro, estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, por el cromo de las ranas de chocolate. El cabello plateado de Dumbledore era lo único que brillaba tanto como los fantasmas.

Todo el mundo rió pero nadie más que el propio Dumbledore.

Harry también vio al profesor Quirrell,

El trío cerró los puños fuertemente sobre sus varitas.

el nervioso joven del Caldero Chorreante. Estaba muy extravagante, con un gran turbante púrpura. Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw,

Esa era la mesa que ahora aplaudía entusiasmada.

y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez verdosa y Harry cruzó los dedos debajo de la mesa. Un segundo más tarde, el sombrero gritó:
¡GRYFFINDOR!

La mesa de Gryffindor aplaudió con mucha fuerza mientras los hermanos y tíos los felicitaban.

Harry aplaudió con fuerza, junto con los demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.
—Bien hecho, Ron, excelente —dijo pomposamente Percy Weasley,

Percy se sonrojó un poco pero sonrió tímidamente a Harry para que no se sintiera culpable.

por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin.

Esa mesa aplaudió con fuerza bajo la sonrisa petulante del aludido.

La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador. Harry miró su plato de oro vacío. Acababa de darse cuenta de lo hambriento que estaba. Los pasteles le parecían algo del pasado. Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
— Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!

-        Gran discurso- dijo solemnemente Remus.

-        ¿Si le pídeselos como favor personal que escribiera los aburridos discursos del Ministerio lo haría?- dijo Sirius poniendo ojitos.

-        Por favor Dumby- terminó James- Así no tendríamos que aguantar sus bobadas.

-        Me temo que eso no va a ser posible muchachos- les dijo causando una rabieta de parte de Sirius, una mala cara de James y una expresión traviesa de Remus- Señor Lupin le prohíbo que lleve a cabo lo que está pensando.

-        Pero si ni siquiera sabe que estoy pensando.- protesto este con cara de angelito.

-        ¿Transformar el discurso del Ministro para que haga el ridículo públicamente?- le preguntó el director sonriéndole.

-        Nos conoce demasiado- se quejó Remus.

-        Pues ahora que lo dices…-dijo Sirius.

-        Es una idea brillante- terminó James.

-        ¿Es una idea mía que esperaban?- les preguntó con soberbia Remus.

-        Ustedes- gritó Minerva- dejen de mal influenciar a Remus.- El gran comedor rió.

Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no.
—Está... un poquito loco, ¿no? —preguntó con aire inseguro a Percy.

-        Harry- le riñó su madre.

-        Pues la verdad es que bastante Harry- intervino Dumbledore

— ¿Loco? —dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí.
-        Gracias por el halago señor Weasley- dijo sonriendo Dumbledor

-        No hay de que murmuró él.

¿Patatas, Harry?

Harry se quedó con la boca abierta. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta.

-        La extraña razón Harry- le explicó James- es que ha Dumbledore le encantan.

-        Si por alguna razón te castigan a su despacho tienes que llevarle muchos- intervino Sirius.- Ah, y caramelos de limón.

-        Y todo quedará en una conversación casual sobre tus aventuras- terminó Remus- Y el invita a cerveza de mantequilla.- Minerva miraba a Dumbledore con ganas de estrangularlo mientras él asentía a lo que decían los tres hombres.

-        Y por cierto, ¿Cuándo comemos?- preguntaron los hermanos Weasley y Sirius. El resto los ignoró.

llenó su plato con un poco de todo, salvo los bombones de menta, y comenzó a comer. Todo estaba delicioso.
—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su filete.
— ¿No puede...?

La gente tuvo que morderse la lengua para no murmurar: estúpido.

—No he comido desde hace unos cuatrocientos años —dijo el fantasma—. No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio.

-        Que no lo intente,- dijo Frank- Seguirá siendo Nick casi decapitado hasta el fin de sus días.

Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.
— ¡Yo sé quién es usted! —dijo súbitamente Ron—. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.
—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?

-        No- dijeron todos los Gryffindor, el restó los veía curiosos.

Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. Teda su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no lo había hecho bien.

Todo el mundo reprimió una mueca de asco para que los Gryffindors no se lanzaran encima de ellos.

Pareció complacido ante las caras de asombro y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces seguidas!

-        Dime que rompisteis esa tradición.- suplicó James.

-        Sí lo hicimos- le sonrieron Harrry, Ron y Hermione.

El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de Slytherin. Harry miró hacia la mesa de Slytherin y vio un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. Estaba justo al lado de Malfoy que, como Harry vio con mucho gusto, no parecía muy contento con su presencia.

Varios rieron disimuladamente mientras Draco fulminaba a Harry con la mirada.

—¿Cómo es que está todo lleno de sangre? —preguntó Seamus con gran interés.

Las otras casas miraron inquisitoriamente a los Slytherin.

-        Nadie lo sabe- contestó Theo Nott- Y si le preguntas en lugar de responder te persigue durante una semana. No es agradable, creedme.

—Nunca se lo he preguntado —dijo con delicadeza Nick Casi Decapitado. Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...

Los Weasley y Sirius miraron el libro con expresión torturada que hizo reír a los demás. Molly sacó de su bolsillo ocho ranas de chocolate y se las dio a su familia, Charlie y Percy les dieron un trozo a sus padrinos. Sirius miró a Remus, come chocolate oficial de los merodeadores, pero el negó con la cabeza y se giró hacia su novia con expresión de cachorrito, ella le dio un beso y luego negó con la cabeza. Sirius volvió a besarla antes de asentir. 

Mientras Harry se servía una tarta, la conversación se centró en las familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—. Mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.

El chico se encogió de hombros al notar las miradas sobre él.

Los demás rieron.
— ¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí.

Frank temblaba de furia y tenia la varita en la mano mientras que la expresión de Alice daba miedo. Neville en cambio estaba más feliz que nunca por la preocupación de sus padres.

Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool,

-        ¿Y tú lo permitiste?- el gritó de Frank se oyó por todo el comedor.

-        No podía hacer nada- le respondió Augusta con la mirada en la mesa- ya sabes como son.

-        Eso no es una excusa aceptable- gruñó enojada Alice.

-        Yo vigilé escondida todos los intentos de ese tipo- les explicó- y Augusta siempre tenía la varita en la mano.

-        ¿Escondida?- preguntó Alice intentando calmarse.

-        Digamos que a Tío Algie no le gusta que le quiten la varita y le hagan salir la magia involuntaria- dijo sonriendo maniacamente calmando la furia de los Longbotton.

-        Ves- le dijo Sirius al oído causando un estremecimiento por parte de Sus- Por eso me enamoré de ti.- Ella se giró y le dio un beso en toda regla haciendo silbar a los gemelos.

pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que me compró mi sapo.

-        O eso lo compensa todo- dijo Alice irónicamente.

Al otro lado de Harry, Percy Weasley y Hermione estaban hablando de las clases. («Espero que empiecen en seguida, hay mucho que aprender; yo estoy particularmente interesada en Transformaciones, ya sabes, convertir algo en otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil. Hay que empezar con cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)

Minerva le sonrió cariñosamente y ella le devolvió la sonrisa contenta, todo el comedor estaba asombrado.

Harry, que comenzaba a sentirse reconfortado y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina.

-        Snape- James prácticamente escupió el nombre mientras Remus y Sirius rompieron a reír.

-        Black, Lupin- les riñó Minerva- No se rían.

-        Lo lamento – dijo Remus intentando contenerse- Pero es que…

-        Esa es exactamente la descripción que hacía James- terminó Sirius. Snape fulminó a James con la mirada, aunque este tampoco se quedó atrás.

Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.

Su madre levantó las cejas mirándole y Harry se encogió de hombros.

— ¡Ay! —Harry se llevó una mano a la cabeza.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
El dolor desapareció tan súbitamente como había aparecido.
Era difícil olvidar la sensación que tuvo Harry cuando el profesor lo miró, una sensación que no le gustó en absoluto.
— ¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell? —preguntó a Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.

-        ¿Por que no me sorprende lo más mínimo?- preguntó irónicamente James.

-        No quiere peleas James- dijo Lily en un tono que daba miedo.

Harry vigiló a Snape durante un rato, pero el profesor no volvió a mirarlo.
Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año. »Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.

-        Nos reemplazó- dijo Sirius tristemente.

-        Seguro que ahora los invita a ellos a pastas cuando le van a visitar a su despacho- dijo James también dramáticamente

-        Ah,- dijo Minerva sacando humo- Yo los castigo y usted los invita a merendar.- Le dijo a Dumby quién asintió antes de ponerse a reír.

—El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.

Los merodeadores y los otros bromistas bufaron, indignados.

»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
»Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

El trío y Neville intercambiaron una mirada. Harry, Neville y Ron miraron a sus madres con miedo.

Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo hizo.
— ¿Lo decía en serio? —murmuró a Percy.
—Eso creo —dijo Percy, mirando ceñudo a Dumbledore—. Es raro, porque dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los prefectos.

-        Señor Weasley- le dijo afablemente Dumbledore- Hay cosas de Hogwarts que no se ni yo. Y hay cosas que se pero que los alumnos no deberían saber.

-        Lamento mi comentario director- se disculpó Percy con las mejillas rojas.

—¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio! —exclamó Dumbledore. Harry notó que las sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas.

-        Y no entiendo por que- dijeron Dumblendore, los merodeadores y los cuatro gemelos. De muchos lugares del comedor se oyó un “Yo tampoco” pero también hubo algunos “Pues yo sí” 

Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.
— ¡Que cada uno elija su melodía favorita! —dijo Dumbledor—. ¡Y allá vamos!

Y todo el colegio vociferó:
Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber,
haz que recordemos lo que olvidamos,
hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.

La gran mayoría de personas cantaban con entusiasmo mientras los demás rodaban los ojos.

Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre.

También paso eso está vez pero no estuvieron solos, sus tíos los acompañaron. Los merodeadores, sin embargo fueron los primeros en terminar y cantaron tan rápido que la mayoría de palabras se confundieron.

Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.
—¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote!

-        A sus ordenes- exclamaron todos los alumnos y algún adulto

Los de primer año de Gryffindor siguieron a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol. Las piernas de Harry otra vez parecían de plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida. Estaba tan dormido que ni se sorprendió al ver que la gente de los retratos, a lo largo de los pasillos, susurraba y los señalaba al pasar; o cuando Percy en dos oportunidades los hizo pasar por puertas ocultas detrás de paneles corredizos y tapices que colgaban de las paredes. Subieron más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando Harry comenzaba a preguntarse cuánto tiempo más deberían seguir, se detuvieron súbitamente.

-        Peeves a la vista- canturrearon los gemelos y Lee.

Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.
—Peeves —susurró Percy a los de primer año—. Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. —Levantó la voz—: Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.
— ¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

-        Siempre sacan al barón- se quejó Sus.- Con lo divertido que es el viejo Pev.

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno cacareo—. ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy

-        Demuéstrale quién manda ahijado- dijo Guideón divertido.

Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville.

-        Chicos- dijo Sus- tendremos que tener una gran charla con él explicándole que alumnos puede atacar y cuales no- los merodeadores asintieron.

Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.
—Tenéis que tener cuidado con Peeves —dijo Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos.

-        A nosotros si nos hace caso- dijo riendo Fabian mientras los otros bromistas asentían.

-        Pero ¿Cómo?- preguntó Flich sorprendido.

-        Fácil,- respondió James sonriéndole- diciéndole que si no no podrá participar en nuestras bromas- los otros rieron.

Ya llegamos.
Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.

Los de las otras casas tenían la boca abierta e intentaban recordar donde quedaba esa sala.

Percy condujo a las niñas a través de una puerta, hacia sus dormitorios, y a los niños por otra puerta. Al final de una escalera de caracol (era evidente que estaban en una de las torres) encontraron, por fin, sus camas, cinco camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí. Demasiado cansados para conversar, se pusieron sus pijamas y se metieron en la cama.
—Una comida increíble, ¿no? —murmuró Ron a Harry, a través de las cortinas—. ¡Fuera, Scabbers! Te estás comiendo mis sábanas.

-        Ojalá se le atraganten y muera- murmuró un Ron lúgubre.

Harry estaba a punto de preguntar a Ron si le quedaba alguna tarta de melaza, pero se quedó dormido de inmediato. Tal vez Harry había comido demasiado, porque tuvo un sueño muy extraño.

Harry se tensó, sus sueños extraños no eran lo que más quería enseñarles a sus padres.

Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que le hablaba y le decía que debía pasarse a Slytherin de inmediato, porque ése era su destino.

-        Su destino es Gryffindor turbante idiota- murmuró Sirius.

Harry contestó al turbante que no quería estar en Slytherin y el turbante se volvi6 cada vez más pesado. Harry intentó quitárselo, pero le apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, que se burló de él mientras luchaba para quitarse el turbante. Luego Malfoy se convirtió en el profesor de nariz ganchuda, Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría...

Draco y Snape miraban a Harry confundidos.

Se produjo un estallido de luz verde

Harry se estremeció y su madre le agarró la mano.

y Harry se despertó, temblando y empapado en sudor.Se dio la vuelta y se volvió a dormir. Al día siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.

-        Gracias a dios- murmuró su madre.

-        ¿Profesor Snape querría leer?- preguntó Dumbledore.

-        Claro- dijo- El profesor de pociones.

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