jueves, 4 de octubre de 2012

Cumpleaños de muerte


No se como disculparme por haber tardado tanto en colgar esté capítulo. Sinceramente la inspiración se fue al traste a la vez que me quedé sin tiempo porqué volví a empezar el curso. Aun así siento haber tardado tanto y espero que os guste el capítulo. Un beso.
 
 
 
 
— ¿Usted que cree?- preguntó James antes de coger el libro para leer-El cumpleaños de muerte

 

Llegó octubre y un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo.

 

La señora Pomfrey suspiró resignada sabiendo el trabajo que eso le supondría.

 

La señora Pomfrey, la enfermera, estaba atareadísima debido a una repentina epidemia de catarro entre profesores y alumnos.

 

El suspiro anterior se repitió amplificado.

 

Su poción Pepperup tenía efectos instantáneos,

 

— E muy divertidos.- siguió Fred.

 

— Realmente, es un ingrediente importante en varios de nuestros productos.- comentó George.

 

aunque dejaba al que la tomaba echando humo por las orejas durante varias horas.

 

Varios rieron recordando a sus compañeros.

 

Como Ginny Weasley tenía mal aspecto, Percy le insistió hasta que la probó.

 

— Plasta.- rugió Ginny aunque su mirada era agradecida.

 

— Es mi trabajo.- le contestó el muchacho despeinándola cariñosamente.

 

Molly miró con orgullo a su hijo mayor.

 

El vapor que le salía de debajo del pelo producía la impresión de que toda su cabeza estaba ardiendo.

 

James miró con cariño a su esposa mientras Harry se sonrojaba y Scorp sonreía con ternura. Ginny en cambio, estaba completamente ruborizada de vergüenza y miraba mal el libro intentando ignorar las risas de los demás.

 

Gotas de lluvia del tamaño de balas repicaron contra las ventanas del castillo durante días y días; el nivel del lago subió, los arriates de flores se transformaron en arroyos de agua sucia

 

Alice y Allie compusieron un puchero.

 

y las calabazas de Hagrid adquirieron el tamaño de cobertizos.

 

— Guau- la exclamación se escapó de los labios de Dudley.

 

El entusiasmo de Oliver Wood,

 

— Más bien obsesión.- rugió Alicia.

 

sin embargo, no se enfrió,

 

— Nosotros probamos tirándole al lago- comentó George.

 

— Eso tampoco funcionó.- explicó Fred.

 

y por este motivo Harry, a última hora de una tormentosa tarde de sábado, cuando faltaban pocos días para Halloween, se encontraba volviendo a la torre de Gryffindor, calado hasta los huesos y salpicado de barro.

 

— Yo trataría de evitar a Filch.- aconsejó Remus.

 

— Por eso debes llevar siempre tu capa.- le medio regañó su padre un poco molesto por el poco uso dado a su legado familiar.

 

Aunque no hubiera habido ni lluvia ni viento, aquella sesión de entrenamiento tampoco habría sido agradable. Fred y George, que espiaban al equipo de Slytherin,

 

— Nosotros no espiábamos.- se indignó Fred.

 

— Solo pasábamos por allí en el momento oportuno.- explicó George cruzando los brazos sobre el pecho.

 

habían comprobado por sí mismos la velocidad de las nuevas Nimbus 2.001. Dijeron que lo único que podían describir del juego del equipo de Slytherin era que los jugadores cruzaban el aire como centellas y no se les veía de tan rápido como volaban.

 

— Pues mejor no les enseñamos lo que pueden hacer estas preciosidades.- comentó Gwen acariciando su saeta 100.

 

Harry caminaba por el corredor desierto con los pies mojados, cuando se encontró a alguien que parecía tan preocupado como él. Nick Casi Decapitado,

 

— ¿Por qué estaba preocupado?- preguntó muy triste un león de primero.

 

— ¿Por culpa de quién?- rugió Neville.

 

— Le ayudaste ¿verdad?- le preguntó Ginny mirándolo como diciera “y si no…”

 

Todo Gryffindor estaba indignado y preocupado por su fantasma.

 

 el fantasma de la torre de Gryffindor, miraba por una ventana, murmurando para sí: «No cumplo con las características... Un centímetro... Si eso...»

 

— Suerte que es un fantasma porqué sino pensaría muy mal.- comentó Sus.

 

—Hola, Nick —dijo Harry.

 

— Anímale por favor.- suplicó Demelza.

 

— Tranquila Dem- le consoló Colin- Lo hará- y miró a Harry advirtiéndole que lo pasaría muy mal si no acertaba.

 

—Hola, hola — respondió Nick Casi Decapitado, dando un respingo y mirando  alrededor. Llevaba un sombrero de plumas muy elegante sobre su largo pelo ondulado, y una túnica con gorguera, que disimulaba el hecho de que su cuello estaba casi completamente seccionado. Tenía la piel pálida como el humo, y a través de él Harry podía ver el cielo oscuro y la lluvia torrencial del exterior.

—Parecéis preocupado, joven Potter —dijo Nick, plegando una carta transparente mientras hablaba, y metiéndosela bajo el jubón.

—Igual que usted —dijo Harry.

 

— Buena salida.- rió Sirius.

 

— ¡Bah! —Nick Casi Decapitado hizo un elegante gesto con la mano—, un asunto sin importancia...

 

Embustero- le acusó cariñosamente Denis.

 

No es que realmente tuviera interés en pertenecer...

 

— Ahhhh…- soltó McGonagall que, igual que sus alumnos, había estado preocupada por el fantasma- Es por eso.

 

— ¿Porqué es?- preguntaron los leones.

 

— Por algo que intenta cada diez años.- contestó la profesora sonriendo enigmáticamente.

 

aunque lo solicitara, pero por lo visto «no cumplo con las características». —A pesar de su tono displicente, tenía amargura en el rostro

 

—Sea quién sea el idiota que le ha rechazado lo va apagar.- prometió Sirius dando un puñetazo contra la mesa.

 

—. Pero cualquiera pensaría, cualquiera —estalló de repente, volviendo a sacar la carta del bolsillo—, que cuarenta y cinco hachazos

 

— ¿Cuarenta y cinco?- dijo Lia llevándose las manos a los labios completamente horrorizada.

 

en el cuello dados con un hacha mal afilada serían suficientes para permitirle a uno pertenecer al Club de Cazadores Sin Cabeza.

 

— Por supuesto.- contestaron los Gryffindor.

 

— Esto…- empezó Hannah- ¿Qué es eso del Club de Cazadores Sin Cabeza?

 

— No lo sé- contestó Neville- Pero Nick merecía entrar allí.

 

— Aunque sinceramente no sé porqué quiere entrar en un grupo con ese nombre tan ridículo.- le apoyó Seamus.

 

—Desde luego —dijo Harry, que se dio cuenta de que el otro esperaba que le diera la razón.

 

— ¡Tenía razón!- aseguraron todos los leones indignados en nombre de su fantasma.

 

—Por supuesto, nadie tenía más interés que yo en que todo resultase limpio y rápido,

 

— Sí, si te han de decapitar mejor con una guillotina.- dijo completamente serio Lee Jordan.

 

y habría preferido que mi cabeza se hubiera desprendido adecuadamente, quiero decir que eso me habría ahorrado mucho dolor y ridículo.

 

— Y diversión.- agregó Fred.

 

— Aunque lo niegue le encanta asustar e impresionar a los nuevos Gryffindors con su chapucera muerte.- añadió George.

 

Sin embargo... —Nick Casi Decapitado abrió la carta y leyó indignado:

 

Sólo nos es posible admitir cazadores cuya cabeza esté separada del correspondiente cuerpo. Comprenderá que, en caso contrario, a los miembros del club les resultaría imposible participar en actividades tales como los  Juegos malabares de cabeza sobre el caballo o el Cabeza Polo.

 

— Vale. ¿Juegos malabares de cabeza sobre caballo y Cabeza Polo?- preguntó Terry levantando una ceja.

 

— La situación está desvariando de forma rápida y peligrosa.- añadió su amigo Michael.

 

Lamentándolo profundamente,

 

— Si ya.- gruñó Minerva algo enfurruñada.

 

por tanto, es mi deber informarle de que usted no cumple con las características requeridas para pertenecer al club. Con mis mejores deseos,

Sir Patrick Delaney-Podmore

 

— ¿Un fantasma puede sufrir dolor físico?- le preguntó inocentemente Sirius a Remus.

 

— Lo averiguaré, Canuto, no te preocupes.- contestó el licántropo.

 

Indignado, Nick Casi Decapitado volvió a guardar la carta.

— ¡Un centímetro de piel y tendón sostiene la cabeza, Harry! La mayoría de la  gente pensaría que estoy bastante decapitado,

 

— ¿Bastante decapitado?- preguntó Padma incrédula- O se está decapitado o no. Y Nick, siento decirlo, no está técnicamente decapitado.

 

— Déjate de tecnicismos, hermanita.- le rugió Pavarti cosa que hizo que Blaise la mirara mal.

 

— Reconócelo Patil- gruñó- Vuestro fantasma no está calificado para ese grupo.

 

— Nadie ha pedido tu opinión, Zabinni.- gritaron Seamus y Dean a la vez.

 

pero no, eso no es suficiente para sir Bien Decapitado-Podmore.

 

Eso logró sacar algunas risas aunque el ambiente seguía tenso.

 

Nick Casi Decapitado respiró varias veces y dijo después, en un tono más tranquilo:

—Bueno, ¿y a vos qué os pasa? ¿Puedo ayudaros en algo?

—No —dijo Harry—. A menos que sepa dónde puedo conseguir siete escobas

Nimbus 2.001 gratuitas para nuestro partido contra Sly..

 

— Como si necesitáramos esas escobas para ganar.- dijo Oliver sulfurado por la falta de fe de su jugador.

 

El resto de la frase de Harry no se pudo oír porque la ahogó un maullido estridente

 

— Ay no- gimieron todos los alumnos.

 

que llegó de algún lugar cercano a sus tobillos. Bajó la vista y se encontró un par de ojos amarillos que brillaban como luces.

 

Los petrificados temblaron terriblemente mientras los de su alrededor les intentaban reconfortar sin entender que les pasaba.

 

Era la Señora Norris, la gata gris y esquelética que el conserje,

 

— Más esquelético y gris que su gata.- agregó Zacharias Smith en voz baja.

 

Argus Filch, utilizaba como una especie de segundo de a bordo en su guerra sin cuartel contra los estudiantes.

 

— Amargado.- murmuró Cormac.

 

—Será mejor que os vayáis, Harry —dijo Nick apresuradamente—. Filch no está de buen humor.

 

— ¡Qué sorpresa!- ironizó Lee.

 

Tiene gripe y unos de tercero, por accidente, pusieron perdido de cerebro de rana el techo de la mazmorra 5;

 

— ¿Por accidente?- los gemelos Weasley levantaron la ceja al unísono con incredulidad- Nick no debería dedicarse a arruinar nuestra reputación.- continuaron enfadados.

 

se ha pasado la mañana limpiando, y si os ve manchando el suelo de barro...

 

— Te colgará de los pulgares.- terminaron con aburrimiento los gemelos Prewett.

 

—Bien —dijo Harry, alejándose de la mirada acusadora de la Señora Norris. Pero no se dio la prisa necesaria. Argus Filch penetró repentinamente por un tapiz que había a la derecha de Harry, llamado por la misteriosa conexión que parecía tener con su repugnante gata,

 

El conserje fulminó a Harry con la mirada mientras la señora Norris soltaba un maullido agudo y perturbador. Como respuesta “Blackie” se apartó de Al para gruñirle a la gata.

 

a buscar como un loco y sin descanso a cualquier infractor de las normas. Llevaba al cuello una gruesa bufanda de tela escocesa, y su nariz estaba de un color rojo que no era el habitual.

— ¡Suciedad! —gritó,

 

— Por el amor de Merlín.- dijo Draco girando los ojos con desprecio.

 

con la mandíbula temblando y los ojos salidos de las órbitas, al tiempo que señalaba el charco de agua sucia que había goteado de la túnica de quidditch de Harry—. ¡Suciedad y mugre por todas partes! ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Sígueme, Potter!

Así que Harry hizo un gesto de despedida a Nick Casi Decapitado y siguió a Filch escaleras abajo, duplicando el número de huellas de barro.

 

Algunos alumnos rieron con rencor, otros solo con malicia.

 

Harry no había entrado nunca en la conserjería de Filch.

 

— ¿Crees que si lo desheredo Lily se enojará mucho?- le preguntó James a Sirius.

 

— Probablemente, pero no dejes que eso te influya.-le contestó el prófugo.

 

Era un lugar que evitaban la mayoría de los estudiantes, una habitación lóbrega y desprovista de ventanas, iluminada por una solitaria lámpara de aceite que colgaba del techo, y en la cual persistía un vago olor a pescado frito. En las paredes había archivadores de madera.

 

— Hogar, dulce hogar.- suspiraron los gemelos Weasley, los Prewett y los merodeadores.

 

— Pensé que su hogar era mi oficina.- comentó el director tratando de sonar ofendido.

 

— Que va, esa es nuestra sala común.- contestaron todos sonriendo divertido.

 

Por las etiquetas, Harry imaginó que contenían detalles de cada uno de los alumnos que Filch había castigado en alguna ocasión. Fred y George Weasley tenían para ellos solos un cajón entero.

 

— ¿Uno?- preguntaron los Prewett algo decepcionados.

 

— Ahora ya son tres.- les tranquilizaron ellos.

 

Detrás de la mesa de Filch, en la pared, colgaba una colección de cadenas y esposas relucientes.

 

— Las limpio a diario, nunca se sabe cuando entraran en razón los profesores.- se deleitó el conserje haciendo temblar a los de primero.

 

Todos sabían que él siempre pedía a Dumbledore que le dejara colgar del techo por los tobillos a los alumnos.

 

— Y yo jamás voy a decir que sí.- comentó el director clavando su mirada penetrante en el conserje.

 

Filch cogió una pluma de un bote que había en la mesa y empezó a revolver por allí buscando pergamino.

—Cuánta porquería —se quejaba, furioso—: mocos secos de lagarto silbador gigante..., cerebros de rana..., intestinos de ratón...

 

— No se que es lo que da más asco de los que ha dicho.- comentó Parvati con una mueca.

 

Estoy harto... Hay que dar un escarmiento... ¿Dónde está el formulario?

 

— Segundo cajón de la mesa.- contestaron solícitos los gemelos Weasley.

 

Ajá...

Encontró un pergamino en el cajón de la mesa y lo extendió ante sí, y a continuación mojó en el tintero su larga pluma negra.

 

— De su primo más querido.- murmuró Fabian.

 

— ¿Ese era el cuervo o el buitre?- preguntó Guideon.

 

— El cuervo, el buitre era su hermano.- les contestó Sus.

 

—Nombre: Harry Potter. Delito: ...

 

— Tener como capitán a un loco que vive por el Quidditch.- Contestó Angelina.

 

— ¡Sólo fue un poco de barro! —dijo Harry.

— Sólo es un poco de barro para ti, muchacho, ¡pero para mí es una hora extra  fregando! —gritó Filch.

 

— Allí algo de razón tiene.- le concedió Luna.

 

Una gota temblaba en la punta de su protuberante nariz—. Delito: ensuciar el castillo. Castigo propuesto: ...

 

— Colgarle de la mazmorra por los tobillos.- contestaron todos los alumnos con aburrimiento.

 

Secándose la nariz, Filch miró con desagrado a Harry, entornando los ojos. El muchacho aguardaba su sentencia conteniendo la respiración. Pero cuando Filch bajó la pluma, se oyó un golpe tremendo en el techo de la conserjería, que hizo temblar la lámpara de aceite.  

 

— Peeves- en los labios de James se formó una sonrisa.

 

  Que gran casualidad.- comentó Sirius encantado.

 

— Conociendo a Nick, dudo que sea casualidad.- contestó Remus con una tierna sonrisa

 

— ¡PEEVES! —bramó Filch, tirando la pluma en un acceso de ira—. ¡Esta vez te voy a pillar, esta vez te pillo!

 

— ¿Y si lo consigues que harás?- preguntó Lee con verdadera curiosidad.

 

— Echarlo del castillo.- contestó rápidamente el conserje.

 

— Por favor, la historia nos dice que, estadísticamente, ya es casi imposible echar un poltergeist de su casa, teniendo en cuenta que Peeves es peor que cualquier de ellos no creo que puedas encontrar ningún modo de echarlo.- comentó Braddock, un joven Slytherin de segundo.- Me gusta la historia.- se explicó al ver como todos le miraban.

 

Y, olvidándose de Harry, salió de la oficina corriendo con sus pies planos y con la Señora Norris galopando a su lado. Peeves era el poltergeist del colegio, burlón y volador, que sólo vivía para causar problemas y embrollos.

 

—O sea, como vosotros.- comentó gruñona la señora Weasley señalando a sus hijos gemelos que ponían cara de angelitos.

 

A Harry, Peeves no le gustaba en absoluto,

 

— Ni a ti ni a nadie.- comentó Neville.

 

— A mi sí me gusta.- salieron en su defensa los merodeadores.

 

pero en aquella ocasión no pudo evitar sentirse agradecido. Era de esperar que lo que Peeves hubiera hecho (y, a juzgar por el ruido, esta vez debía de haberse cargado algo realmente grande) sería suficiente para que Filch se olvidase de Harry.

 

— Sí, Filch prefiera a Peeves antes que a nosotros.- lloriquearon los gemelos Weasley.

 

Pensando que tendría que aguardar a que Filch regresara,

 

— Por el amor de Merlín, Harry, era el momento perfecto de huir.- exclamó Sirius exasperado- Filch no se acordará de ti si está ocupado con Peeves.

 

Harry se sentó en una silla apolillada que había junto a la mesa.

 

— Pero registra el despacho por lo menos.- exclamaron los Prewett.

 

Aparte del formulario a medio rellenar, sólo había otra cosa en la mesa: un sobre grande, rojo y brillante con unas palabras escritas con tinta plateada.

 

— Dime que, como mínimo leíste el sobre.- le pidió James, Harry asintió tímidamente con la cabeza.

 

Tras echar a la puerta una fugaz mirada para comprobar que Filch no volvía en aquel momento, Harry cogió el sobre y leyó:

 

«EMBRUJORRÁPID»

 

Los sangre pura, es decir, los que sabían que era eso, soltaron una sonora carcajada que hizo sonrojar a Filch.

 

Curso de magia por correspondencia para principiantes

 

— Te he dicho mil veces que esos cursos son una estafa.- suspiró Dumbledore mirando al conserje.

 

Intrigado, Harry abrió el sobre y sacó el fajo de pergaminos que contenía. En la primera página, la misma escritura color de plata con florituras decía:

¿Se siente perdido en el mundo de la magia moderna? ¿Busca usted excusas para no llevar a cabo sencillos conjuros? ¿Ha provocado alguna vez la hilaridad de sus amistades por su torpeza con la varita mágica?  ¡Aquí tiene la solución!

 

— Sí, ahora se reirán de ti por haberte dejado estafar y no por no saber hacer magia.- comentó con lógica Blaise.

 

«Embrujorrápid» es un curso completamente nuevo, infalible,

 

— Claro que sí- se burlaron los alumnos.

 

de rápidos resultados y fácil de estudiar. ¡Cientos de brujas y magos se han beneficiado ya del método «Embrujorrápid»!

 

— Me como la mesa si es cierto.- comentó Sirius.

 

— Pues ya puedes empezar, -dijo Remus- Al fin y al cabo, cientos de brujas y magos trabajan en Embrujorrápid para desplumar a los pobres squip ergo se han beneficiado de ese método. Bon appétit.- Sirius le fulminó con la mirada mientras todos reían.

 

La señora Z. Nettles, de Topsham, nos ha escrito lo siguiente:

«¡Me había olvidado de todos los conjuros, y mi familia se reía de mis pociones! ¡Ahora, gracias al curso “Embrujorrápid”, soy el centro de atención en las reuniones, y mis amigos me ruegan que les dé la receta de mi Solución Chispeante!»

 

— Para enviarla a san Mungo.- murmuró Louis burlón.

 

El brujo D.J Prod, de Didsbury escribe

«Mi mujer decía que mis encantamientos eran una chapuza, pero después de seguir durante un mes su fabuloso curso Embrujorrápid, ¡la he convertido  en una    vaca!,

 

— Hombre, yo no niego que debe haber sido divertido.- comentó James pero al ver la mirada de su esposa prosiguió- Aunque si eres capaz de hacer algo así mejor que te divorcies.

 

Gracias Embrujorrápid,»

 

Extrañado, Harry hojeó el resto del contenido del sobre. ¿Para qué demonios quería Filch un curso de Embrujorrápid? ¿Quería esto decir que no era un mago de verdad? Harry leía «Lección primera: Cómo sostener la varita. Consejos útiles»,

 

Todos los alumnos rompieron a reír, incluso Molls, que reprobaba que se rieran del conserje, tuvo que morderse los labios.

 

cuando un ruido de pasos arrastrados le indicó que Filch regresaba. Metiendo los pergaminos en el sobre, lo volvió a dejar en la mesa y en aquel preciso momento se abrió la puerta.  

 

— ¡Bien!- exclamaron los merodeadores.

 

— Por los pelos.- fue el suspiro de los gemelos.

 

Filch parecía triunfante.

 

En ese momento, su aspecto era más bien alicaído.

 

— ¡Ese armario evanescente era muy valioso!

 

Scorp se tensó de golpe pero en cuando sintió como Al le pasaba la mano por los hombros, Allie le cogía la mano y Rose le susurraba un “tranquilo, amigo” sonrió.

 

—decía con satisfacción a la Señora Norris—.

 

— Por si nos hacía falta una prueba más de que está loco.- comentó Sirius.

 

— Amigo… Tú hablas con los perros.- le recordó James burlón.

 

Esta vez Peeves es nuestro, querida.

Sus ojos tropezaron con Harry y luego se dirigieron como una bala al sobre de Embrujorrápid que, como Harry comprendió demasiado tarde, estaba a medio metro de distancia de donde se encontraba antes.

 

—Fallo de principiante.- dijeron los gemelos Prewett negando con la cabeza.

 

La cara pálida de Filch se puso de un rojo subido. Harry se preparó para acometer un maremoto de furia. Filch se acercó a la mesa cojeando, cogió el sobre y lo metió en un cajón.

— ¿Has... lo has leído? —farfulló.

 

— Qué va.- ironizaron todos los alumnos.

 

—No —se apresuró a mentir.

Filch se retorcía las manos nudosas.

—Si has leído mi correspondencia privada..., bueno, no es mía..., es para un amigo...,

 

— ¡¿Filch?! ¡¿Un amigo?!- la voz de Blaise sonó demasiado alta a causa de la sorpresa genuina que experimentó en ese momento.

 

— Cien puntos menos para Slytherin.- rugió el conserje más rojo que el estandarte de Gryffindor.

 

— Según “Hogwarts, la historia” el director Dexter Fortescue quitó a los conserjes el poder de otorgar o quitar puntos puesto a que el conserje de esa época aceptaba sobornos de los alumnos y hacía ganar la casa que más pagaba.- explicó Padma rápidamente consiguiendo que Filch se pusiera morado.

 

 — ¿Veis porqué me trae loco?- les susurró Blaise a sus amigo deleitándose con la expresión de gallina ahogada del conserje.

 

— Veinte puntos más para Ravenclaw.- anunció Snape con una sonrisa satisfecha.

 

— Buen trabajo, Pad.- le felicitó Terry contento por los puntos y cometió el error de darle unas palmaditas amistosas en la espalda ganándose tal mirada de un Slytherin que retrocedió con miedo.- Tu admirador/admirado da miedo.

 

— Cállate Terry.- susurró sonrojada Padma.

 

— Ey Theo.- susurró Blaise- Tú te sueles juntar con los Ravenclaw’s en la biblioteca los fines de semana ¿verdad?- preguntó.

 

— Sí, somos los únicos que hay allí y la señora Pince nos pidió que nos sentáramos juntos. Son listos, no tienen prejuicios, los entiendo y lo que es más raro, ellos….- contestó

 

— Si me dices que te comprenden los llevaré a San Mungo, a la sección de enfermos mentales crónicos.- comentó divertido Draco.

 

— No, pero ni los asusta ni los intimida ni les extraña como soy.- contestó Theo.

 

— ¿Y entonces porqué no te sientas con ellos durante la semana?- preguntó curioso Draco.

 

— Digamos que hay cierta persona que me viene a fastidiar la tranquilidad cuando estudio en la biblioteca durante la semana.- contestó Theo desviando su mirada hacia Daphne que en ese momento reía alguna gracia de Astoria.- ¿Que era lo que querías Blaise?- preguntó sonrojado al ver como le miraban sus amigos.

 

— Saber que hay exactamente entre ese y Padma.- la agresividad con la que dijo “ese” casi asustó a sus amigos.

 

— Solo es su mejor amigo.- se apresuró a asegurar Theo temiendo por la vida de su amigo águila.

 

— Lo vigilaré de cerca por si acaso.- murmuró mirando al chico de forma casi depredadora.- Y que no se atreva a volver a hacerla sonrojar.- terminó inconciente de que él era la causa del color rojizo de las mejillas de la Ravenclaw.

 

es que claro..., bueno pues...

Harry lo miraba alarmado; nunca había visto a Filch tan alterado. Los ojos se le salían de las órbitas y en una de sus hinchadas mejillas había aparecido un tic que la bufanda de tejido escocés no lograba ocultar.

—Muy bien, vete... y no digas una palabra... No es que..., sin embargo, si no lo has leído... Vete, tengo que escribir el informe sobre Peeves... Vete…

 

— Para librarse de un castigo de Filch este tiene que sospechar que has descubierto que es squip.- comentó Lee- Nota archivada.

 

Asombrado de su buena suerte,

 

— Sobretodo teniendo en cuenta los antecedentes.- comentó Ron.

 

Harry salió de la conserjería a toda prisa, subió por el corredor y volvió a las escaleras. Salir de la conserjería de Filch sin haber recibido ningún castigo era seguramente un récord.

 

— Nop.- dijeron indignados los gemelos Weasley- Aunque tal vez lo sea para vosotros, simples mortales.

 

— ¡Harry! ¡Harry! ¿Funcionó?

 

— Sabía que fue Nick.- exclamó Remus satisfecho.

 

— Creía que a estas alturas ya te habrías dado cuenta de que eres omnipotente Lunático.- bromeó Sirius.

 

Nick Casi Decapitado salió de un aula deslizándose. Tras él, Harry podía ver los  restos de un armario grande, de color negro y dorado, que parecía haber caído de una gran altura.

—Convencí a Peeves para que lo estrellara justo encima de la conserjería de Filch —dijo Nick emocionado

 

— No debió costarle mucho trabajo.- comentó Sus.

 

— Peeves saldría volando tan pronto como lo mencionó.- concordó Lee.

 

—; pensé que eso le podría distraer.

— ¿Ha sido usted? —dijo Harry, agradecido—. Claro que funcionó, ni siquiera me van a castigar. ¡Gracias, Nick!

Se fueron andando juntos por el corredor. Nick Casi Decapitado, según notó Harry, sostenía aún la carta con la negativa de sir Patrick.

 

— Olvídate de ese fantoche y su tonto grupo.- murmuraron los Gryffindors.

 

—Me gustaría poder hacer algo para ayudarle en el asunto del club —dijo Harry.

Nick Casi Decapitado se detuvo sobre sus huellas, y Harry pasó a través de él.

 

— Mala idea.- dijo Seamus con un escalofrío.

 

Lamentó haberlo hecho; fue como pasar por debajo de una ducha de agua fría.

 

Todos los del gran comedor tuvieron un escalofrío.

 

—Pero hay algo que podríais hacer por mí —dijo Nick emocionado—. Harry, ¿sería mucho pedir...? No, no vais a querer...

 

— Claro que sí.- dijeron todos los leones mirando amenazantemente a Harry.

 

— ¿Qué es? —preguntó Harry.

—Bueno, el próximo día de Todos los Santos se cumplen quinientos años de mi muerte —dijo Nick

 

— Y de allí el título- dedujo Sirius.

 

— Gran deducción Sherlock.- contestó burlón Remus.

 

— Como siempre Watson.- le devolvió Sirius dejando a Remus de una pieza.

 

— ¿Des de cuanto te interesa la literatura muggle?- preguntó el licántropo.

 

— Desde que tengo que estar escondido a una mugrosa casa donde no se puede hacer nada.- contestó Sirius.

 

Casi Decapitado, irguiéndose y poniendo aspecto de importancia.

— ¡Ah! —exclamó Harry, no muy seguro de si tenía que alegrarse o entristecerse—.

 

— Gran pregunta la verdad.- comentó Rose.

 

— Si lo celebran será para alegrarse ¿no?- comentó Al.

 

— O para conmemorarlo, hay veces que se recuerda una ocasión triste.- le rebatió Scorp.

 

— Si queréis lo estudiaremos pero ahora prosigamos con la lectura.- les pidió con paciencia Allie.

 

¡Bueno!

—Voy a dar una fiesta en una de las mazmorras mas amplias. Vendrán amigos míos de todas partes del país. Para mí sería un gran honor que vos pudierais asistir. Naturalmente, el señor Weasley y la señorita Granger también están invitados.

 

— ¿Y a nosotros porqué nos mete?- preguntó Ron sulfurado.

 

— ¿Me hubieses hecho ir solo?- preguntó horrorizado Harry.

 

— Te acompañaría a mi muerte pero hay límites incluso para nuestra amistad, Harry.- le respondió Ron.

 

Pero me imagino que preferiréis ir a la fiesta del colegio. —Miró a Harry con inquietud.

 

— Sí- murmuraron los tres.

 

—No —dijo Harry enseguida—, iré...

 

— Bien dicho.- le felicitó su padrino.

 

— ¡Mi estimado muchacho! ¡Harry Potter en mi cumpleaños de muerte! Y…—dudó, emocionado—. ¿Tal vez podríais mencionarle a sir Patrick lo horrible y espantoso que os resulto?

 

— Eso es difícil teniendo en cuenta que es amable y encantador.- comentó Demelza.

 

— Bueno, uno siempre puede inspirarse en el barón sanguinario.- le contestó Collin.

 

—Por supuesto —contestó Harry.

Nick Casi Decapitado le dirigió una sonrisa.

 

     

 

— ¿Un cumpleaños de muerte? —dijo Hermione entusiasmada,

 

— Mala señal- murmuraron los gemelos Weasley.

 

cuando Harry se hubo cambiado de ropa y reunido con ella y Ron en la sala común—. Estoy segura de que hay muy poca gente que pueda presumir de haber estado en una fiesta como ésta. ¡Será fascinante!

 

— Hermione lo considera fascinante…- empezó Fred.

 

— Mala señal.- le apoyó George.

 

— ¿Para qué quiere uno celebrar el día en que ha muerto? —dijo Ron,

 

— No celebrar, conmemorar.- le recordó Bill.

 

que iba por la mitad de su deberes de Pociones y estaba de mal humor—. Me suena a aburrimiento mortal.

 

— Deberíais hacerme más caso.- comentó el muchacho.

 

La lluvia seguía azotando las ventanas, que se veían oscuras, aunque dentro todo parecía brillante y alegre. La luz de la chimenea iluminaba las mullidas butacas en que los estudiantes se sentaban a leer, a hablar, a hacer los deberes o, en el caso de Fred y George Weasley, a intentar averiguar qué es lo que sucede si se le da de comer a una salamandra una bengala del doctor Filibuster.

 

— ¿CÓMO SE OS OCURRIÓ UNA BARBÁRIE ASÍ?- para sorpresa de muchos el que gritó fue Al que estaba completamente horrorizado.

 

— Era una broma.- se disculpó George.

 

— Deberías empezar a diferenciar entre broma y crueldad.- comentó duramente Hagrid quién también estaba indignado.

 

— No exageres.- murmuró Fred.

 

— El pobre animal no podía defenderse y le hicieron comer una bengala. ¿Tú sabes cuanto le debió doler?- comentó Al.- Que alguien te queme por dentro no es gracioso.

 

Fred había «rescatado» aquel lagarto de color naranja, espíritu del fuego, de una clase de Cuidado de Criaturas Mágicas y ahora ardía lentamente sobre una mesa, rodeado de un corro de curiosos.

 

Ahora, los gemelos y los curiosos miraban hacia la mesa avergonzados.

 

Harry estaba a punto de comentar a Ron y Hermione el caso de Filch y el curso Embrujorrápid, cuando de pronto la salamandra pasó por el aire zumbando, arrojando chispas y produciendo estallidos mientras daba vueltas por la sala.

 

— No puedo creer que no salvarais a ese pobre animal.- les comentó Rose al trío enfadada.

 

La imagen de Percy riñendo a Fred y George hasta enronquecer,

 

— Al menos hay alguien con un poco de empatía y conciencia en Gryffindor.- murmuró Minerva con aprobación.

 

la espectacular exhibición de chispas de color naranja que salían de la boca de la salamandra, y su caída en el fuego, con acompañamiento de explosiones,

 

Allie entrecerró los ojos triste por el pobre animal.

 

hicieron que Harry olvidara por completo a Filch y el curso Embrujorrápid. Cuando llegó Halloween, Harry ya estaba arrepentido de haberse comprometido a ir a la fiesta de cumpleaños de muerte. El resto del colegio estaba preparando la fiesta de Halloween; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro,

 

La boca de Dudley formó una perfecta O.

 

y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo.

 

— Eran increíbles.- murmuró Blaise con nostalgia. Ron, Harry y Hermione suspiraron con pesar.

 

—Lo prometido es deuda —recordó Hermione a Harry en tono autoritario—. Y tú le prometiste ir a su fiesta de cumpleaños de muerte.

 

— Pero yo no así que no sé porqué me obligaste a ir.- murmuró Ron.

 

Así que a las siete en punto, Harry, Ron y Hermione atravesaron el Gran Comedor, que estaba lleno a rebosar y donde brillaban tentadoramente los platos dorados y las velas, y dirigieron sus pasos hacia las mazmorras.

 

Los tres suspiraron al unísono.

 

También estaba iluminado con hileras de velas el pasadizo que conducía a la fiesta de Nick Casi Decapitado, aunque el efecto que producían no era alegre en absoluto, porque eran velas largas y delgadas, de color negro azabache, con una llama azul brillante que arrojaba una luz oscura y fantasmal incluso al iluminar las caras de los vivos.

 

— Es una fiesta de muerteaños hecha por y para fantasmas.- comentó con lógica Terry.

 

La temperatura descendía a cada paso que daban. Al tiempo que se ajustaba la túnica, Harry oyó un sonido como si mil uñas arañasen una pizarra.

 

— Música supongo.- comentó Luna.

 

— ¿A esto le llaman música? —se quejó Ron. Al doblar una esquina del pasadizo, encontraron a Nick Casi Decapitado ante una puerta con colgaduras negras.

—Queridos amigos —dijo con profunda tristeza—, bienvenidos, bienvenidos... Os agradezco que hayáis venido...

 

— Que salutación más cordial.- comentó Sus con sorna.

 

Hizo una floritura con su sombrero de plumas y una reverencia señalando hacia el interior.  Lo que vieron les pareció increíble. La mazmorra estaba llena de cientos de personas transparentes, de color blanco perla. La mayoría se movían sin ánimo por una sala de baile abarrotada, bailando el vals al horrible y trémulo son de las treinta sierras de una orquesta instalada sobre un escenario vestido de tela negra. Del techo colgaba una lámpara que daba una luz azul medianoche. Al respirar les salía humo de la boca; aquello era como estar en un frigorífico.

 

— Debió ser impresionante.- comentó Neville- Aunque por la descripción agradezco no haber sido invitado.

 

— ¿Damos una vuelta? —propuso Harry, con la intención de calentarse los pies.

— Cuidado no vayas a atravesar a nadie —advirtió Ron,

 

— Eso seria de los más descortés.- murmuró Molly.

 

— Y desagradable.- añadió Arthur.

 

algo nervioso, mientras empezaban a bordear la sala de baile. Pasaron por delante de un grupo de monjas fúnebres, de una figura harapienta que arrastraba cadenas y del Fraile Gordo, un alegre fantasma de Hufflepuff que hablaba con un caballero que tenía clavada una flecha en la frente.

 

— ¿El hijo de Guillermo Tell?- preguntaron con sorna los gemelos Prewett.

 

Harry no se sorprendió de que los demás fantasmas evitaran al Barón Sanguinario, un fantasma de Slytherin, adusto, de mirada impertinente y que exhibía manchas de sangre plateadas.

 

— Era él el que los evitaba.- contestaron los Slytherin intentando proteger a su fantasma.

 

—Oh, no —dijo Hermione, parándose de repente—. Volvamos, volvamos, no quiero hablar con Myrtle la Llorona.

 

  Corred,- suplicaron todas las chicas- Tenemos suficiente de ella en la vida real como para tener que leer sus llantos.

 

— ¿Con quién? —le preguntó Harry, retrocediendo rápidamente.

— Ronda siempre los lavabos de chicas del segundo piso —dijo Hermione.

— ¿Los lavabos?

—Sí. No los hemos podido utilizar en todo el curso porque siempre le dan tales llantinas que lo deja todo inundado. De todas maneras, nunca entro en ellos si puedo evitarlo, es horroroso ir al servicio mientras la oyes llorar.

 

— Realmente horrible.- comentó Cho.

 

— Mira quién fue ha hablar de llantos.- comentó cruelmente Romilda.

 

— Cho tiene motivos por los que llorar, Myrtle no.- la defendió, para sorpresa de muchos Hermione.

 

— Gracias Granger.- murmuró Cho tan sorprendida como el resto.

 

— ¡Mira, comida! —dijo Ron.

 

— Eso sí que me sorprende.- comentó Sirius.

 

Al otro lado de la mazmorra había una mesa larga, cubierta también con terciopelo negro. Se acercaron con entusiasmo, pero ante la mesa se quedaron inmóviles, horrorizados.

 

Varios miraron el libro con interés.

 

El olor era muy desagradable. En unas preciosas fuentes de plata habíaunos pescados grandes y podridos; los pasteles, completamente quemados, se amontonaban en las bandejas; había un pastel de vísceras con gusanos, un queso cubierto de un esponjoso moho verde y, como plato estrella de la fiesta, un gran pastel gris en forma de lápida funeraria, decorado con unas letras que parecían de alquitrán

 

En el comedor los alumnos estaban de un tono verde muy poco saludable y nadie se atrevía a hablar por miedo a vomitar aunque si miraban al trío con absoluta compasión.

 

y que componían las palabras:

 

Sir Nicholas de Mimsy-Porpington,

fallecido el 31 de octubre de 1492.

 

— Murió el mismo día que ellos.- reparó en un susurro Harry mirando de reojo a sus padres con tristeza absoluta.

 

Harry contempló, asombrado, que un fantasma corpulento se acercaba y, avanzando en cuclillas para ponerse a la altura de la comida, atravesaba la mesa con la boca abierta para ensartar por ella un salmón hediondo.

— ¿Le encuentras el sabor de esa manera? —le preguntó Harry.

—Casi —contestó con tristeza el fantasma, y se alejó sin rumbo.

 

— Pobrecillo.- se compadeció Lavander.

 

— Debe de ser horrible no poder comer nunca.- le apoyaron todos los Weasley.

 

—Supongo que lo habrán dejado pudrirse para que tenga más sabor —dijo Hermione con aire de entendida, tapándose la nariz e inclinándose para ver más de cerca el pastel de vísceras podrido.

 

— Puaj, ¿Hermione, eso era necesario?- pidió Ginny.

 

— Se pueden querer ver de cerca muchas cosas pero un pastel de vísceras podrido y con gusanos es una rara elección.- comentó Seamus.

 

—Vámonos, me dan náuseas —dijo Ron.

Pero apenas se habían dado la vuelta cuando un hombrecito surgió de repente de  debajo de la mesa y se detuvo frente a ellos, suspendido en el aire.

—Hola, Peeves —dijo Harry, con precaución.

 

— Siempre necesaria cuando se trata con Peeves.- completó el muchacho.

 

A diferencia de los fantasmas que había alrededor, Peeves el poltergeist no era ni  gris ni transparente. Llevaba sombrero de fiesta de color naranja brillante, pajarita giratoria y exhibía una gran sonrisa en su cara ancha y malvada.  

— ¿Picáis? —invitó amablemente, ofreciéndoles un cuenco de cacahuetes recubiertos de moho.

 

— Sí, y si se pueden acompañar de salsa agriada por el tiempo mejor.- ironizaron los Prewett.

 

—No, gracias —dijo Hermione.

—Os he oído hablar de la pobre Myrtle —dijo Peeves,

 

— Ay Merlín- suspiraron todos.

 

moviendo los ojos—. No has sido muy amable con la pobre Myrtle. —Tomó aliento y gritó—: ¡EH! ¡MYRTLE!

—No, Peeves, no le digas lo que he dicho, le afectará mucho —susurró Hermione,

 

— Decir que le afectará mucho es un eufemismo.- comentó Ginny.

 

desesperada—. No quise decir eso, no me importa que ella...

 

Todas las chicas  alzaron una ceja en dirección a Hermione.

 

Eh, hola, Myrtle.

Hasta ellos se había deslizado el fantasma de una chica rechoncha.

 

— No lo digas delante de ella.- pidió Luna.

 

Tenía la cara más triste que Harry hubiera visto nunca, medio oculta por un pelo lacio y basto y unas gruesas gafas de concha.

 

— Que deberías abstenerte de comentar en su presencia.- aseguró Hannah.

 

— ¿Qué? —preguntó enfurruñada.

— ¿Cómo estás, Myrtle? —dijo Hermione, fingiendo un tono animado—. Me alegro de verte fuera de los lavabos.

 

— ¿Le estás preguntando a Myrtle la Llorona por su estado de ánimo?- preguntó Astoria con incredulidad.

 

Myrtle sollozó.

 

— Buena respuesta.- comentó Daphne.

 

—Ahora mismo la señorita Granger estaba hablando de ti —dijo Peeves a Myrtle al  oído, maliciosamente.

—Sólo comentábamos..., comentábamos...

 

— No te esfuerces- le dijo Tracey- Digas lo que digas conseguirá tener una excusa para romper a llorar.

 

lo guapa que estás esta noche —dijo Hermione, mirando a Peeves.

Myrtle dirigió a Hermione una mirada recelosa.

—Te estás burlando de mí —dijo, y unas lágrimas plateadas asomaron inmediatamente a sus ojos pequeños, detrás de las gafas.

 

— ¿Los fantasmas pueden llorar?- preguntó con curiosidad Dudley.

 

— Te aseguró yo que sí.- suspiró Padma con  pesar.

 

—No, lo digo en serio... ¿Verdad que estaba comentando lo guapa que está Myrtle esta noche? —dijo Hermione, dándoles fuertemente a Harry y Ron con los codos en las costillas.

—Sí, sí.

—Claro.

—No me mintáis —dijo Myrtle entre sollozos, con las lágrimas cayéndole por la cara, mientras Peeves, que estaba encima de su hombro, se reía entre dientes—. ¿Creéis que no sé cómo me llama la gente a mis espaldas? ¡Myrtle la gorda! ¡Myrtle la fea! ¡Myrtle la desgraciada, la llorona, la triste!

 

— Solo la llorona.- aseguraron todas las chicas a la vez.

 

—Se te ha olvidado «la granos» —dijo Peeves al oído.

Myrtle la Llorona estalló en sollozos angustiados y salió de la mazmorra corriendo. Peeves corrió detrás de ella, tirándole cacahuetes mohosos y gritándole: «¡La granos! ¡La granos!»

 

— Al menos le encontró un uso a esos cacahuetes.- comentó James.

 

— ¿No es muy cruel?- preguntó Petunia.

 

— Sí- le respondió su hermana- Pero Myrtle siempre está buscando excusas para llorar, una vez pasó dos días llorando porqué alguien la atravesó sin querer.

 

— ¡Dios mío! —dijo Hermione con tristeza.

Nick Casi Decapitado iba hacia ellos entre la multitud.

— ¿Os lo estáis pasando bien?

— ¡Sí! —mintieron.

 

— Era de educación.- se disculpó Ron ante la mirada de su madre.

 

—Ha venido bastante gente —dijo con orgullo Nick Casi Decapitado—. Mi Desconsolada Viuda ha venido de Kent.

 

— ¿Si está tan desconsolada porqué no vive con él?- preguntó con tristeza Denis.

 

— Porqué hay una maldición sobre ellos que les impide vivir juntos.- le contestó Braddock- Se lo puso el que mandó que decapitaran a Nick, un mago muy poderoso, ya que la Viuda era su prometida según, el acuerdo con el que llegó con sus padres, pero ella decidió fugarse con Nick.

 

— ¿Te sabes la historia de todos los fantasmas de Hogwarts?- le preguntó Theo con curiosidad.

 

— No, el Barón Sanguinario y la Dama Gris se me resisten.- contestó el chico con auténtica frustración.

 

Bueno, ya es casi la hora de mi discurso, así que voy a avisar a la orquesta.

La orquesta, sin embargo, dejó de tocar en aquel mismo instante. Se había oído un cuerno de caza y todos los que estaban en la mazmorra quedaron en silencio, a la expectativa.

—Ya estamos —dijo Nick Casi Decapitado con cierta amargura.

A través de uno de los muros de la mazmorra penetraron una docena de caballos fantasma, montados por sendos jinetes sin cabeza.

 

Todos los Gryffindor fruncieron el ceño a la vez.

 

Los asistentes aplaudieron con fuerza; Harry también empezó a aplaudir, pero se detuvo al ver la cara fúnebre de Nick.  Los caballos galoparon hasta el centro de la sala de baile y se detuvieron encabritándose; un fantasma grande que iba delante, y que llevaba bajo el brazo su cabeza barbada y soplaba el cuerno, descabalgó de un brinco, levantó la cabeza en el aire para poder mirar por encima de la multitud,

 

— Fantoche.- murmuró Lily con odio.

 

con lo que todos se rieron,

 

— Ineptos sin personalidad.- gruñó Sus enfadada.

 

y se acercó con paso decidido a Nick Casi Decapitado, ajustándose la cabeza en el cuello.

— ¡Nick! —dijo con voz ronca—, ¿cómo estás? ¿Todavía te cuelga la cabeza?

 

— ¡Maleducado!- graznó McGonagall.

 

Rompió en una sonora carcajada y dio a Nick Casi Decapitado unas palmadas en el hombro.

—Bienvenido, Patrick —dijo Nick con frialdad.

— ¡Vivos! —dijo sir Patrick, al ver a Harry, Ron y Hermione. Dio un salto tremendo pero fingido de sorpresa y la cabeza volvió a caérsele.

 

— Torpe.- le acusó Tonks con el pelo rojo.

 

— Ejem- le susurró Remus- Nos estás quitando el diálogo a los Gryffindors.

 

— Nick me cae bien- contestó la peli-rosa- Y ese tío es imbécil.

 

La gente se rió otra vez.

—Muy divertido —dijo Nick Casi Decapitado con voz apagada.

 

— Espero que eso sea sarcasmo.- murmuró Sirius.

 

— ¡No os preocupéis por Nick! —gritó desde el suelo la cabeza de sir Patrick—.

¡Aunque se enfade, no le dejaremos entrar en el club!

 

— Es demasiado bueno para tu tonto club.- gruñó Demelza.

 

Pero quiero decir..., mirad el amigo...

—Creo —dijo Harry a toda prisa, en respuesta a una mirada elocuente de Nick— que Nick es terrorífico y esto..., mmm...

 

— Se agradece el esfuerzo.- comentó Neville.

 

— ¡Ja! —gritó la cabeza de sir Patrick—, apuesto a que Nick te pidió que dijeras eso.

— ¡Si me conceden su atención, ha llegado el momento de mi discurso! —dijo en

voz alta Nick Casi Decapitado, caminando hacia el estrado con paso decidido y colocándose bajo un foco de luz de un azul glacial.

»Mis difuntos y afligidos señores y señoras, es para mí una gran tristeza...

Pero nadie le prestaba atención.

 

— Que gente más descortés.- se exclamó la señora Weasley.

 

Sir Patrick y el resto del Club de Cazadores Sin Cabeza acababan de comenzar un juego de Cabeza Hockey y la gente se agolpaba para mirar.

 

— Es horrible que le hagan eso en su propia fiesta de cumpleaños.- murmuró Lia muy triste.

 

Nick Casi Decapitado trató en vano de recuperar la atención, pero desistió cuando la cabeza de sir Patrick le pasó al lado entre vítores.

 

— Lameculos sin cerebro.- insultó Sirius a los invitados del fantasma.

 

Harry sentía mucho frío, y no digamos hambre.

—No aguanto más —dijo Ron, con los dientes castañeteando, cuando la orquesta  volvió a tocar y los fantasmas volvieron al baile.

—Vámonos —dijo Harry.

 

— Tenéis que quedaros a animar a Nick.- se exclamaron todos lo Gryffindor.

 

Fueron hacia la puerta, sonriendo e inclinando la cabeza a todo el que los miraba, y  un minuto más tarde subían a toda prisa por el pasadizo lleno de velas negras.

— Quizás aún quede pudín —dijo Ron con esperanza, abriendo el camino hacia la  escalera del vestíbulo.

 

— Yo no contaría con ello.- murmuraron los gemelos Weasley.

 

Y entonces Harry lo oyó.

... Desgarrar... Despedazar... Matar…

 

— Otra vez esa agradable voz.- ironizó Lee.

 

Fue la misma voz, la misma voz fría, asesina, que había oído en el despacho de

Lockhart. Trastabilló al detenerse, y tuvo que sujetarse al muro de piedra. Escuchó lo más atentamente que pudo, al tiempo que miraba con los ojos entornados a ambos lados del pasadizo pobremente iluminado.

—Harry, ¿qué...?

—Es de nuevo esa voz... Callad un momento...

... deseado... durante tanto tiempo...

 

— ¿El qué?- preguntó Luna.

 

— Probablemente el hecho de matar.- le contestó Remus.

 

— ¡Escuchad! —dijo Harry, y Ron y Hermione se quedaron inmóviles, mirándole.

... matar... Es la hora de matar...

 

—Pero que manía- murmuró Sirius- Si casi es tan psicópata como mi prima.

 

La voz se fue apagando. Harry estaba seguro de que se alejaba... hacia arriba. Al  mirar al oscuro techo, se apoderó de él una mezcla de miedo y emoción. ¿Cómo podía irse hacia arriba? ¿Se trataba de un fantasma, para quien no era obstáculo un techo de piedra?

 

— Claro, porqué para los fantasmas es muy fácil matar a alguien.- ironizó Draco.

 

— Por no hablar de desgarrarlo y despedazarlo, eso se les da muy bien, sus no matericas manos son perfecta para esta función- afirmó con sarcasmo Astoria.

 

— ¡Por aquí! —gritó, y se puso a correr escaleras arriba hasta el vestíbulo. Allí era imposible oír nada, debido al ruido de la fiesta de Halloween que tenía lugar en el Gran Comedor. Harry apretó el paso para alcanzar rápidamente el primer piso. Ron y Hermione lo seguían.

—Harry, ¿qué estamos...?

 

— Estáis siguiendo una voz sin cuerpo que anuncia que quiere matar de forma dolorosa a cualquiera que se acerque.-le facilitó la información Molly con una sonrisa encantadora que no engañaba a nadie.

 

— ¡Chssst!

Harry aguzó el oído. En la distancia, proveniente del piso superior, y cada vez más débil, oyó de nuevo la voz:... huelo sangre... ¡HUELO SANGRE!

 

— Te has cortado… ¡Te has cortado!- la imitaron los gemelos Prewett.

 

— Más bien debía haberse mordido la lengua.- murmuró Harry causando sorpresa a los de su alrededor.

 

El corazón le dio un vuelco.

 

— Claro, llevas escuchando a una voz misteriosa anunciando que quiere cometer asesinatos atroces y solo la sigues pero si dice que huele sangre, eso es otra cosa.- comentó Scorp asintiendo con la cabeza.

 

— ¡Va a matar a alguien! —gritó,

 

— ¿Cómo lo has descubierto?- preguntaron sorprendidos los gemelos Weasley- No es como si lo hubiese estando anunciando desde hace un buen rato.

 

y sin hacer caso de las caras desconcertadas de Ron y Hermione, subió el siguiente tramo saltando los escalones de tres en tres, intentando oír a pesar del ruido de sus propios pasos.  Harry recorrió a toda velocidad el segundo piso, y Ron y Hermione lo seguían jadeando. No pararon hasta que doblaron la esquina del último corredor, también desierto.

—Harry, ¿qué pasaba? —le preguntó Ron, secándose el sudor de la cara. Yo no oí nada...

 

— O tal vez lo hice pero no lo entendí- dejó caer el pelirrojo extrañando a los autores.

 

Pero Hermione dio de repente un grito ahogado, y señaló al corredor.

— ¡Mirad!

Delante de ellos, algo brillaba en el muro. Se aproximaron, despacio, intentando ver en la oscuridad con los ojos entornados. En el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura.

 

LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA.

TEMED, ENEMIGOS DEL HEREDERO.

 

— No podían tener un año tranquilo, claro que no.- renegó Lily por lo bajo.

 

— ¿Qué es lo que cuelga ahí debajo? —preguntó Ron, con un leve temblor en la voz.

Al acercarse más, Harry casi resbala por un gran charco de agua que había en el suelo. Ron y Hermione lo sostuvieron, y juntos se acercaron despacio a la inscripción, con los ojos fijos en la sombra negra que se veía debajo. Los tres comprendieron a la vez lo que era, y dieron un brinco hacia atrás.

 

— ¿El qué?- exigieron saber los dos Potter mayores.

 

La Señora Norris,

 

Filch soltó un gemido ahogado que logró incluso que los alumnos sintieran algo de lástima por él.

 

la gata del conserje, estaba colgada por la cola en una argolla de las que se usaban para sujetar antorchas. Estaba rígida como una tabla, con los ojos abiertos y fijos.

 

Ginny tembló por lo que Harry se giró hacia ella, estaba pálida y se mordía los labios intentando reprimir las lágrimas. Harry solo pudo pasar el brazo por su hombro, discretamente, y hacerle una señal a Ron para que animase a su hermana.

 

— Ey- comentó el pelirrojo acariciando el pelo de Ginny- No temas pequeña, eso ya pasó y nadie te va acusar de nada.- para sorpresa del chico, Ginny se le tiró a los brazos sollozando y atrayendo la atención de todos los del gran comedor.

 

— ¿Qué sucede Ginny?- preguntó Bill con preocupación.

 

— Na… na…ada.- contestó la chica todavía abrazada a su hermano más cercano.

 

— Tú no lloras por nada.- contestaron los gemelos Weasley.- Eres la más fuerte de nosotros.

 

— ¿Es por lo del…- preguntó Percy compartiendo una mirada con Ron.

 

— Más o menos- contestó Ron- Presionarla ahora no pasará nada.

 

— ¿Qué le ocurre?- exigió Charlie ignorando lo dicho por Ron.

 

— Algo que sabréis al final del libro- contestó Arthur con firmesa- Estoy de acuerdo con Ron que lo mejor es no forzarla a contestar ninguna pregunta.

 

— No puedes pretender que deje a mi hermanita llorar sin averiguar la razón.- gruñó Bill.

 

— Prefieres hacerle recordar una experiencia traumática que, de todas formas, ya saldrá en el libro.- le contestó Percy.

 

— Estoy bien, en serio.- contestó Ginny apartándose de Ron y limpiándose las lágrimas con rudeza- Siento la escena.- añadió con una sonrisa.

 

— No lo hagas.- pidió Luna.

 

— ¿El qué?- pidió Ginny.

 

— Sonreír sin estar feliz, no me agrada que la gente haga eso, les duele más que si lloran.- comentó Luna con tristeza.

 

— No lo haré más.- contestó Ginny dándole un beso en la mejilla.

 

Durante unos segundos, no se movieron. Luego dijo Ron:

—Vámonos de aquí.

 

— Buena idea.- comentó Alastor satisfecho.

 

—No deberíamos intentar... —comenzó a decir Harry, sin encontrar las palabras.

—Hacedme caso —dijo Ron—; mejor que no nos encuentren aquí.

 

— Al fin hay alguien cuerdo en este grupo.- suspiró el ex-auror.

 

Pero era demasiado tarde.

 

Un suspiro de exasperación se escapó de los labios de todos horrorizados por la mala suerte del trío.

 

Un ruido, como un trueno distante, indicó que la fiesta acababa de terminar. De cada extremo del corredor en que se encontraban, llegaba el sonido de cientos de pies que subían las escaleras y la charla sonora y alegre de gente que había comido bien. Un momento después, los estudiantes irrumpían en el corredor por ambos lados. La charla, el bullicio y el ruido se apagaron de repente cuando vieron la gata colgada. Harry, Ron y Hermione estaban solos, en medio del corredor, cuando se hizo el silencio entre la masa de estudiantes, que presionaban hacia delante para ver el truculento espectáculo.

Luego, alguien gritó en medio del silencio:

— ¡Temed, enemigos del heredero! ¡Los próximos seréis los sangre sucia!

 

— Que persona más agradable.- murmuró Justin.

 

Era Draco Malfoy,

 

— ¡Qué raro!- ironizó Ernie.

 

que había avanzado hasta la primera fila. Tenía una expresión alegre en los ojos, y la cara, habitualmente pálida, se le enrojeció al sonreír ante el espectáculo de la gata que colgaba inmóvil.

 

— ¿En serio?- preguntó Scorp algo molesto.

 

— Odio que me mire así.- murmuró Draco.

 

— Bien chicos.- dijo el director- A dormir, mañana seguiremos con más.

 

A regañadientes los alumnos se dirigieron a las habitaciones a través de las  recién aparecidas puertas. Scorp se apresuró a sumarse a sus padres hacía la reservada para las serpientes no sin antes desear buenas noches a sus amigos. Al se fue, discutiendo sobre Quidditch con los Wood hacía las de los leones mientras que Hannah, Allie, Molls y Louis se iban con los tejones a sus salas. Rose se quedó mirando como sus iban a dormir.

 

— Ven conmigo- le dijo Luna tomándola de la mano- No tienes porqué sentirte perdida, al fin y al cabo eres una de las nuestras.- le sonrió.

 

— Gracias Tía Luna.- contestó la chica devolviéndole la sonrisa.

 

Llegaron a la sala, con cómodos sillones y las paredes ellas de libros, estaba bastante abarrotada. Luna dirigió su mirada hacia todos los de allí evaluándoles.

 

— Vas a quinto, ¿verdad?- le preguntó a lo que Rose asintió tímidamente con la cabeza. Luna se dirigió entonces hacía Padma, Terry y Michael que estaban hablando en un rincón.

 

— Hola Luna- la saludó Padma con simpatía.- Era Rose, ¿verdad?

 

— Sí, Padma.- le respondió la chica contenta.

 

— ¿La conoces?- preguntó Luna sorprendida.

 

— La conoceré.- contestó Rose- A los tres, de hecho. Aunque no muy bien.- añadió.

 

— Supongo que porqué Scorp es sobrino de Theo- intervino Terry.

 

— ¿Sois amigos de Theodore Nott?- preguntó Luna sorprendida.

 

— Supongo- le contestó Michael- Solemos reunirnos todos los fines de semana para estudiar e investigar.

 

— Realmente no sé que hace en Slytherin, es mucho más Ravenclaw que la mayoría de águilas.- comentó Padma. Rose apretó los labios fuertemente.

 

— ¿Os sentáis con nosotros?- les preguntó Terry a las dos chicas. Rose miró a Luna y como está ya se estaba sentando la imitó.

 

— Gracias.- dijo con algo de rubor. Aun así, la vergüenza se pasó a los dos minutos cuando empezó a debatir con Michael sobre las capacidades mágicas y el mal ojo del nombre 13.

 

Scorp entró a las salas de Slytherin sin que se le notaran los nervios aún así, su decoración, tan familiar para él, le ayudaron a calmar los nervios. Vio a sus padres sentados junto con Theo, Blaise y Daphne en un mullido sillón del medio de la sala y se dirigió hacia ellos. O lo intentó porqué Crabbe le paró el paso.

 

— ¡Quiero que vuelva!- siseó intentando que Draco no le oyera- ¡Haz que vuelva!

 

— Cuando aprendas a construir frases con un complemento directo que facilite al oyente entenderte hablaremos.- contestó Scorp. Para su enojo Crabbe, que no había entendido la frase, no le dejó pasar.

 

— ¡Hazle volver!- le volvió a exigir.

 

— Si te refieres a tu novia invisible, se ha fugado con un trol de las montañas,- le dijo el chico con fingida comprensión- lo siento pero no le superabas ni en apariencia ni en inteligencia.

 

— ¡Goyle!- murmuró el muchacho.

 

— No, él no es un trol,- dijo Scorp supuestamente horrorizado- es bastante peor.

 

— Quiero que vuelva Goyle- le suplicó.

 

— Y yo que Lils vuelva a dirigirme la palabra pero ni tu ni yo conseguiremos lo que queremos.- le contestó el rubio.

 

— Hazlo volver o si no…- amenazó alzando los puños.

 

— ¿Qué? Me darás un motivo para humillarte públicamente antes de enviarte a la enfermería a base de maldiciones transfiguradotas?- le preguntó, Crabbe bajó los puños y dio un paso hacia atrás con miedo.- Eso me parecía a mi.

 

— ¿No vienes Scorp?- la voz de Astoria sobresaltó a Crabbe.

 

— Claro mamá- dijo Scorp y se fue con ellos, ignorando completamente al otro chico que permaneció inmóvil unos segundos antes de fulminar a Scorp con la mirada y marcharse a dormir dando un portazo.