sábado, 1 de octubre de 2011

El profesor de pociones.

-        Claro- dijo- El profesor de pociones.

Al oír el título James frunció el ceño y Snape tragó con dificultad, aunque no le importaba mucho lo que dijera James, miró a Lily de reojo.

—Allí, mira.
— ¿Dónde?
—Al lado del chico alto y pelirrojo.
— ¿El de gafas?
— ¿Has visto su cara?
— ¿Has visto su cicatriz?

Harry bufó exasperado.

Los murmullos siguieron a Harry desde el momento en que, al día siguiente, salió del dormitorio. Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención.

Algunos bajaron la cabeza avergonzados mientras que otros se hacían los despistados.

Harry deseaba que no lo hicieran.

Lily sonrió con ternura a su hijo mientras Snape releía para sí la última frase para comprender lo que quería decir y miraba a Harry asombrado.

porque intentaba concentrarse para encontrar el camino de su clase. En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar.

Neville y Alice palidecieron al recordar las malditas escaleras, que ellos no podían recordar por mucho que se esforzaran.

Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto,

Los merodeadores sonrieron al recordar la puerta que la cocina era una de esas.

y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas. También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y Harry estaba seguro de que las armaduras podían andar.

Los sangre-puras y los que se habían leído la historia de Hogwarts asintieron como si fuera evidente.

Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos Gryffindors,

-        Aunque se pone muy celoso cuando le pides ayuda a otro fantasma.- dijo Charlie riendo.

-        Igual que el fraile- dijo Susan mientras todos los de su casa asentían. La mayoría de los Ravenclaw y Slytherin los miraron celosos, sus fantasmas no eran, ni por asomo, tan amables.

pero Peeves el Duende se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!

-        No puedo creer que todavía lo haga- dijo James sonriendo.

-        Cierto,- afirmó Remus- ¿recordáis el día que se lo enseñamos?- Sirius suspiró.

-        Que tiempos aquellos.- dijo con nostalgia haciendo reír a los demás.

Pero aún peor que Peeves, si eso era posible, era el celador, Argus Filch.

El celador se limitó a enviar una mirada envenenada a Harry y a los alumnos que asintieron junto con el libro.

Harry y Ron se las arreglaron para chocar con él, en la primera mañana.

-        Así se hace- dijo James.

-        Esa es la actitud ahijado- exclamó Sirius.

-        Estamos orgullosos sobrinito- dijeron los gemelos Prewet.

Remus y Molly rodaron los ojos, exasperados mientras los demás reían.

Filch los encontró tratando de pasar por una puerta que, desgraciadamente, resultó ser la entrada al pasillo prohibido del tercer piso.

Los merodeadores, menos Remus, y los gemelos Prewet asintieron orgullosos.

No les creyó cuando dijeron que estaban perdidos, estaba convencido de que querían entrar a propósito y los amenazó con encerrarlos en los calabozos,

-        No se atreva- dijeron Lily y Molly con un tono que hizo retroceder al celador asustado.

hasta que el profesor Quirrell, que pasaba por allí, los rescató. Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch.

Los alumnos asintieron con odio.

-        ¿Aún está viva?- preguntó Fabian con repugnancia.

-        Que pena- murmuró Guideon. Los dos se ganaron una mala mirada de Filch pero ni siquiera se inmutaban.

Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley),

-        Eso ofende- dijo Sirius.

-        Que no nos llamaban los merodeadores por nada- dijo James.

-        Tantas horas de la noche invertidas…- murmuró Remus negando con la cabeza.

-        Ahora lo sabemos.- dijeron el trío.

-        ¿Cómo?- preguntó James sorprendido.

-        Travesura realizada- murmuró Harry. James palideció.

-        Eso saldrá en los libros.- dijo. Los demás también palidecieron y Harry subió tres dedos de la mano.

Y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris.

-        Recuérdame por que no lo hicimos cuando tuvimos la oportunidad- le dijo Ron a Harry.

-        Teníamos que salvar el mundo mágico- le respondió el otro en susurros causando la risa de Ron.

Y después, cuando por fin habían encontrado las aulas, estaban las clases. Había mucho más que magia, como Harry descubrió muy pronto, mucho más que agitar la varita y decir unas palabras graciosas.

-        ¿No?- preguntó Dudley sorprendido.

-        No, se tiene que estudiar un montón- respondió Harry exhalando un suspiro.

Tenían que estudiar los cielos nocturnos con sus telescopios, cada miércoles a medianoche, y aprender los nombres de las diferentes estrellas y los movimientos de los planetas. Tres veces por semana iban a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbología, con una bruja pequeña y regordeta llamada profesora Sprout,

Neville y los Hufflepuff sonrieron con ternura, al verlo, la profesora Sprout se sonrojó.

y aprendían a cuidar de todas las plantas extrañas y hongos y a descubrir para qué debían utilizarlas. 

-        Mi asignatura favorita.- les dijo Neville a sus padres sonriendo.

Pero la asignatura más aburrida era Historia de la Magia,

Todo el mundo, incluyendo Lily, Remus y Percy, asintieron con tal convicción que las mejillas del profesor Bins dejaron de ser transparentes durante un rato a causa de su “sonrojo”.

la única clase dictada por un fantasma. El profesor Binns ya era muy viejo cuando se quedó dormido frente a la chimenea del cuarto de profesores y se levantó a la mañana siguiente para dar clase, dejando atrás su cuerpo.

-        Eso es cierto- murmuró el profesor Binns.- Pero ustedes no deberían saberlo.

-        No hay secretos en Hogwarts- murmuró Frank divertido.

-        Excepto si eres parte del trío dorado- Puntualizo Neville.

-        Genial- murmuró Harry con ironía- Otro mote.

Binns hablaba monótonamente, mientras escribía nombres y fechas, y hacia que Elmerico el Malvado y Ulrico el Chiflado se confundieran.

Binns levantó una ceja, sorprendido, pero se calló al ver que todo el mundo asentía.

El profesor Flitwick, el de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio.

Lily y el profesor intercambiaron una sonrisa mientras el gran comedor reía por la descripción.

Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un chillido de excitación y desapareció de la vista.

Flitwick rió junto con el resto del comedor por su reacción.

La profesora McGonagall era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas.

Los merodeadores bufaron, indignados mientras Minerva sonreía a Harry.

Estricta e inteligente,

Todos los alumnos asintieron, igual que los profesores y la gente de la orden, haciendo que Minerva se sonrojara a más no poder y esbozara una gran sonrisa, nada común en ella. Umbridge la miraba celosa.

Les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.
—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts —dijo—. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.

Los Prewet rompieron a reír ganándose una mirada de Minerva y su hermana.

-        Nosotros si pudimos volver- le dijeron- Y eso fue lo mismo que nos dijiste a principio de curso.

-        Les dejé volver porque, aunque transfigurar a un pobre alumno en un cerdo no es un comportamiento aceptable- varios soltaron risitas mientras ellos hacían reverencias-, al menos demostraron haber estado atentos a la clase cuando expliqué como hacerlo.

Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original. Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales.

Esta vez fueron los merodeadores quien soltaron risitas que intentando disimular con tos, acompañados de Sus mientras los otros de su tiempo les miraban mal.

-        ¿Qué hicieron?- preguntó Harry curioso.

-        Transformaron todas las sillas de los Slytherin en caballos salvajes- le respondió su madre. Los merodeadores acabaron por estallar a carcajadas.

-        ¿Recordáis la cara de Malfoy?- preguntó Sirius secándose las lágrimas de la risa.- Estaba más pálido que de costumbre y creo que ni siquiera sabía en que estaba montando.- Frank y Lia también se pusieron a reír al recordar las caras de los Slytherin mientras que Alice sonrió divertida.

-        No fue gracioso- dijo Snape- en absoluto.

-        Claro que lo fue- dijo James- Y tú no te quejes, que te bajaste en un segundo no como Averey, Crabe y Goyle dios se apiade del caballo- murmuró causando una nueva tirada de carcajadas a la que incluso se unió su esposa aún con la mirada acusadora. Al cabo de un rato la lectura prosiguió.

Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, les dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo Hermione Granger había hecho algún cambio en la cerilla.

-        Que sorpresa- murmuraron todos asiendo que Hermione se sonrojara.

La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda, y dedicó a la niña una excepcional sonrisa.

-        Ey que nosotros la convertimos entera y ni siquiera nos dio una sonrisa normal.- se quejó James a su profesora favorita.

-        Es que tengo muy buenas primeras impresiones señor Potter.- le respondió causando la risa de los amigos del aludido.

La clase que todos esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma.

-        ¿Casi?- preguntaron a Harry todos los alumnos de quinto hacia arriba.

-        No,- respondió este- completamente.

Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo.

Muchos rieron, el trío dorado no.

Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi,

El trío evitó a tiempo un escalofrío al recordar lo que había debajo del turbante.

Pero ninguno creía demasiado en su historia. Por un lado, porque cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo,

-        Otro profesor que intenta llevarse méritos por algo que no ha hecho.- murmuró Ron cansado.

y por el otro, porque habían notado que el curioso olor salía del turbante, y los gemelos Weasley insistían en que estaba lleno de ajo, para proteger a Quirrell cuando el vampiro apareciera. Harry se sintió muy aliviado al descubrir que no estaba mucho más atrasado que los demás. Muchos procedían de familias muggle y, como él, no tenían ni idea de que eran brujas y magos. Había tantas cosas por aprender que ni siquiera un chico como Ron tenía mucha ventaja.

-        Ya te lo dije- le dijo Ron.

El viernes fue un día importante para Harry y Ron. Por fin encontraron el camino hacia el Gran Comedor a la hora del desayuno, sin perderse ni una vez.

Varios aplaudieron con sorna causando el sonrojo de esos dos.

— ¿Qué tenemos hoy? —preguntó Harry a Ron, mientras echaba azúcar en sus cereales.
—Pociones Dobles con los de Slytherin —respondió Ron—. Snape es el Jefe de la Casa Slytherin. Dicen que siempre los favorece a ellos... Ahora veremos si es verdad.

-        Eso seguro- murmuró James con desprecio.

—Ojalá McGonagall nos favoreciera a nosotros —dijo Harry

-        Oh, si ella lo hace- dijo Sus- solo que es demasiado lista para dejar que se note.- Minerva le miró con el seño fruncido pero sonriendo.

La profesora McGonagall era la jefa de la casa Gryffindor; pero eso no le había impedido darles una gran cantidad de deberes el día anterior.

-        Claro, como no trabajamos lo suficiente en clase- se quejó Semus. Todos los alumnos, incluso los Hufflepuff, asintieron mientras el profesorado los miraba divertidos.

Justo en aquel momento llegó el correo. Harry ya se había acostumbrado, pero la primera mañana se impresionó un poco cuando unas cien lechuzas entraron súbitamente en el Gran Comedor durante el desayuno, volando sobre las mesas hasta encontrar a sus dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes. Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día.

James, Sirius, Lily y Remus bajaron la cabeza tristes.

Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre en el plato de Harry. Este lo abrió de inmediato.

Querido Harry (decía con letra desigual), sé que tienes las tardes del viernes libres, así que ¿te gustaría venir a tomar una taza de té conmigo, a eso de las tres? Quiero que me cuentes todo lo de tu primera semana. Envíame la respuesta con Hedwig.
Hagrid

-        Muchísimas gracias Hagrid- le dijo James y Lily asintió. El semi-gigante se sonrojó.

Harry cogió prestada la pluma de Ron y contestó: «Sí, gracias, nos veremos más tarde», en la parte de atrás de la nota, y la envió con Hedwig. Fue una suerte que Hagrid hubiera invitado a Harry a tomar el té, porque la clase de Pociones resultó ser la peor cosa que le había ocurrido allí, hasta entonces.

James y Sirius le enviaron a Snape una mirada amenazante mientras que la de Lily fue más bien decepcionada.

Al comenzar el banquete de la primera noche, Harry había pensado que no le caía bien al profesor Snape. Pero al final de la primera clase de Pociones supo que no se había equivocado. No era sólo que a Snape no le gustara Harry: lo detestaba.

-        Más bien me detesta a mí Harry- afirmó James.

Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes. Snape, como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de Harry.

Lily se tensó y Sirius cogió la varita. James estaba mirando a Snape fijamente con una mezcla de culpa, odio, remordimientos, rabia…

—Ah, sí —murmuró—. Harry Potter. Nuestra nueva... celebridad.

-        Espero que no hagas lo que estoy pensando Snape- le dijo James furioso.

Draco Malfoy y sus amigos Crabbe y Goyle rieron tapándose la boca

Las mujeres adultas de la sala les enviaron una mirada que hizo que temblaran los tres y Minerva les descontó cinco puntos a cada uno antes de mirar mal a su colega.

Snape terminó de pasar lista y miró a la clase. Sus ojos eran tan negros como los de Hagrid, pero no tenían nada de su calidez.

Lily miró a Snape, pensando que no siempre eran tan fríos, cuando eran amigos había luz en ellos pero ya no era así. Se estremeció involuntariamente.

Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles oscuros.
—Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo.

-        Haber quién es el loco que le da para hablar en clase de Quejicus, quiero decir, Snape- dijo Sirius.

Como la profesora McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo

Todos los alumnos asintieron. Minerva se le escapó una sonrisa y Snape parecía satisfecho.

—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

-        Lástima de lo de alcornoques- comentó Lily- Era un gran discurso hasta ese momento.- las mejillas de Snape se volvieron de tono rosado por lo que subió el libro para seguir leyendo.

Más silencio siguió a aquel pequeño discurso. Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas levantadas. Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, y parecía desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque.

-        Como si alguien pudiese pensar que lo es- dijo Ron entre risas causando el sonrojo de Hermione mientras el gran comedor todavía soltaba risitas por el comentario.

—¡Potter! —dijo de pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

-        Tú- gritaron los tres merodeadores. James prosiguió- ¿Quién te has creído para tratar así a mi hijo?

-        Cómo… ¿Cómo te atreves?- Lily era en definitiva la más furiosa- ¡Voy a matarte!- Le chilló sacando la varita sin embargo su marido se la sacó.

-        Snape- dijo con una voz que destilaba odio puro- Creo que tenemos que aclarar un par de cosas en privado.- Al instante apareció una puerta en el otro lado de la habitación.

-        ¿Acaso tienes miedo de que todo el mundo sepa como eres Potter?- le preguntó Snape con burla a la voz.

-        En absoluto, más bien creí que sería violento para los dos que se supiera porque nos odiamos en realidad- le respondió James sin apartar la mirada de Snape.

Snape asintió, la pelea de miradas estaba en empate y Lily los miraba sin entender nada. Los dos se dirigieron a la sala con la cabeza bien alta y el rostro lleno de rabia. En el comedor todo el mundo les siguió con la mirada, nadie hablaba. Snape fue el último en entrar y pegó tal portazo que todo el gran comedor se estremeció.

La sala donde estaban era amplia, roja, no había nada en la pared y con dos sillones muy cómodos, sin embargo ninguno de los dos se sentó.

-        ¿Que quieres, Potter?- le preguntó Snape con seriedad.

-        Saber porque tratas así a Harry- le respondió James con voz calmada aunque con los puños apretados.

-        Porque es arrogante, egocéntrico…- Empezó a decir Snape pero James soltó una carcajada.

-        Que se parezca a mí físicamente no quiere decir que sea como yo en carácter.- le dijo con dureza- es más, tiene el carácter de Lily. A ti solía gustarte ese carácter.- le recordó.

-        ¿Por eso me has hecho venir, por recordarme que te eligió a ti?- le gruñó Snape completamente furioso y con amargura en la voz.

-        No, te he hecho venir para saber si tratas mal a Harry por su parecido físico conmigo o porque es la prueba de que la mujer que ambos amamos me eligió a mí- le resumió James con seriedad.

-        Yo no dejo que eso me influya…- empezó a decir Snape.

-        ¡¿Cómo quieres que Harry sea egocéntrico cuando se ha pasado la infancia durmiendo en una alacena?!- le preguntó James gritando- Ya lo has leído y le has oído, no soporta esa fama porque le recuerda nuestra muerte, la mía y la de Lily.- Le recordó con furia.

-        No se ni para que he venido a hablar contigo.- dijo Snape caminando hacia la puerta.

-        Creí que Lily te importaba un poco. Ya veo que no.- le dijo James. Snape giró sobre sus talones, tenía la cara desfigurada por la rabia y su archienemigo supo enseguida que había cruzado la línea.

-        ¿Qué has dicho?- le preguntó- Sabes la de veces que he salvado la vida de tu hijo por ella. No tienes ni idea de lo que... No tienes ningún derecho a…- le costaba estructurar una frase de la furia que sentía.- Estaría dispuesto a dar mi vida por ese niño aunque no lo soporte solo porque Lily murió para salvarle. Pero no esperes que me agrade ver el cuerpo de mi peor enemigo con los ojos de la única mujer que he amado.- parecía que las palabras salían solas y en contra de su voluntad, estaba furioso.- ¿Cómo reaccionarías tú?- le preguntó con amargura.- No vuelvas a cuestionar nunca más mi amor por Lily sin tener una mínima idea de lo que he llegado a hacer Potter.- le dijo y salió de la sala con la cabeza bien alta.

James le siguió justo después con la misma altivez de la que hacía gala su enemigo y ignoró las miradas interrogantes de su circulo de amistades. Se sentó justo cunado Snape empezó a leer de nuevo.

¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué? Harry miró de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado como él.

-        Obviamente- comentó Lily entre dientes- Es una poción que ni siquiera se aprende en primero.

La mano de Hermione se agitaba en el aire.

-        Cuando no- murmuró todo el mundo causando una sonrisa de satisfacción en el rostro de Hermione.

—No lo sé, señor —contestó Harry.
Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón.

-        Es la única sonrisa que te sabes ¿No Quejicus?- le preguntó Sirius iracundo, este no se molestó en contestar.

Harry miraba a su padre, igual que todo el gran comedor, este parecía hacer esfuerzos sobrehumanos para no maldecir o insultar a Snape mientras que este parecía estar sorprendido al notarlo.

—Bah, bah... es evidente que la fama no lo es todo.
No hizo caso de la mano de Hermione.

Y se ganó una mala mirada de Minerva y de Molly, de esas que asustan.

—Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?

-        Asqueroso…- empezó Sirius pero Remus lo cortó.

-        Canuto, Cornamenta ya lo está pasando suficientemente mal como para que tú se lo pongas más difícil.- le cortó.

-        No soporto que se desquite con Harry- dijo James contestando a la muda pregunta que había en los ojos de su hermano.- Pero lo que le hace no es ni la milésima parte de lo que le hacíamos nosotros- muchos le miraron asombrados- Y además cada vez que voy a hechizarlo me pasa por la cabeza una pregunta y una imagen.- dijo intercambiando una mirada con Snape, este comprendió al acto que la pregunta era la que él le había hecho antes y la imagen un chico como él cuando era pequeño pero con los ojos de Lily, casi sonrió con la imagen. Casi.- Pero si vuelve a hacerle algo a partir de ahora- le advirtió- lo mataré.

-        No te preocupes Potter.- le dijo Snape con desdén.- Dejaré a tu hijo en paz.- la gente miraba con los ojos abiertos el intercambio, sobretodo Lily.

Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la vieran,

Varios soltaron risitas mientras ella se sonrojaba, aún así Snape recibió varias miradas envenenadas de Minerva por lo que le hacía a su alumna favorita.

pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar. Trató de no mirar a Malfoy y a sus amigos, que se desternillaban de risa.
—No lo sé, señor.
—Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?

-        Que se parezca a Lily de carácter no significa  que también tenga por costumbre aprenderse los libros de memoria Snape- le gritó Sus enfadada. Snape ni siquiera se inmutó, trataba que la gente no notara que miraba a cierta pelirroja fuera de si que era calmada por su marido e hijo.  

Harry se obligó a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos. Sí había mirado sus libros en casa de los Dursley, pero ¿cómo esperaba Snape que se acordara de todo lo que había en Mil hierbas mágicas y hongos? Snape seguía haciendo caso omiso de la mano temblorosa de Hermione.
—¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?
Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.

James y Sirius se mordían, literalmente la lengua para no decir nada, Remus estaba fuertemente agarrado a la mesa pero Lily estalló.

-        ¿Se puede saber por que tratas así a Harry? Es solo un niño, por dios, y no tiene la culpa de que tú y James os fuerais maldiciendo por el castillo durante siete años.- le dijo, parecía más desesperada y decepcionada que furiosa y miró a Snape directamente a los ojos. Este no pudo soportar el contacto y bajo los ojos.

-        Lo lamento- masculló entre dientes ante la mirada atónita del gran comedor, exceptuando James. Antes de que nadie pudiese

—No lo sé —dijo Harry con calma—. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?

-        Bien dicho Harry,- le felicitó James- No te dejes pisar por las serpientes.

-        ¿No estabas en tregua con Snape?- le preguntó Sirius sorprendido.

-        Sip, pero eso no significa que no pueda felicitar a mi niño cuando se meta con él- afirmó causando un suspiro de exasperación de Lily y una mueca de Snape.

Unos pocos rieron. Harry captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba complacido.

-        ¿Alguna vez los está?- preguntó Lia.

-        Sí- respondió Lily cortante aunque todavía estaba mirando mal a Snape.

—Siéntate —gritó a Hermione—.

-        No le grites- chilló Molly, no le gustaba que se metieran con la que, en su cabeza, ya era su nuera. Snape contuvo una mueca y Hermione se lo agradeció con la mirada.

Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?
Se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos. Por encima del ruido, Snape dijo:
—Y se le restará un punto a la casa Gryffindor por tu descaro, Potter.

-        Bahh- dijo Sirius- un punto no es nada Harry, a nosotros nos sacaban mínimo veinte cada día.- Harry sonrió a su padrino.

Las cosas no mejoraron para los Gryffindors a medida que continuaba la clase de Pociones.

-        ¿En serio?- preguntó Fabian- Que extraño.

Snape los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, observando cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a Malfoy, que parecía gustarle.

-        Vaya,- dijo Guideon- Supongo que te hiciste amigo de Lucius en esas reuniones tan divertidas de mortífagos.- Snape le envió una mala mirada pero no podía negar que tenía razón.

En el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que Malfoy había cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos, multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra. De alguna forma, Neville se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos de los alumnos.

-        ¿Por que no me sorprende que el hijo de Frank haga desastres en pociones?- dijo Lia riendo entre dientes. Frank y Neville se sonrojaron y bajaron la cabeza mientras Alice les sonreía tiernamente.

En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville, que se había empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus brazos y piernas aparecían pústulas rojas.

-        Pobre mi niño- murmuró Alice preocupada.

-        Mamá soy muy propenso a los accidentes- le dijo Neville- Así que no te preocupes por eso.- Su madre le sonrió pensando que era una suerte tener a un hijo tan encantador.

—¡Chico idiota! —dijo Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?

Frank se levantó con la varita levantada y la cara completamente roja, a su lado su esposa y la madrina de su hijo hacían lo mismo.

-        No permitiré que molestes a mi niño Snape- dijo con odio- Mantente apartado de él y no le vuelvas a llamar idiota, todo el mundo puede ir mal en una asignatura.

-        Yo me limito a corregir a mis alumnos para evitar accidentes- le respondió fríamente Snape.

-        No nos vengas con tonterías Snape- esta vez quién gritó fue Alice.- Neville es un millón de veces mejor que tú así que si te vuelves a poner con él sufrirás y mucho.

-        No sería algo nuevo- le contestó todavía con voz helada antes de empezar a leer mientras dejaba a muchos descolocados por su afirmación y a Lily preocupada.

Neville lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.
—Llévelo a la enfermería —ordenó Snape a Seamus. Luego se acercó a Harry y Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville.
—Tu, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor.

-        Harry no podía saberlo Snape- le dijo Lily, él se limitó a seguir leyendo.

Aquello era tan injusto que Harry abrió la boca para discutir, pero Ron le dio una patada por debajo del caldero.
—No lo provoques —murmuró—. He oído decir que Snape puede ser muy desagradable.

Los Slytherin negaron con la cabeza mientras los de las otras casas asentían Snape sonrió a los de su casa y fulminó con la mirada a los otras.

Una hora más tarde, cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry era un torbellino y su ánimo estaba por los suelos. Había perdido dos puntos para Gryffindor en su primera semana... ¿Por qué Snape lo odiaba tanto?

-        Mi culpa- dijo James cabizbajo.

-        Y nuestra- dijeron Sirius y Remus deprimidos. A Snape le costaba cerrar la boca para continuas.

—Anímate —dijo Ron—. Snape siempre le quitaba puntos a Fred y a George. ¿Puedo ir a ver a Hagrid contigo?

-        Cuantos más mejor- dijeron Harry y Hagrid a la vez sonriendo a Ron.

Salieron del castillo cinco minutos antes de las tres y cruzaron los terrenos que lo rodeaban. Hagrid vivía en una pequeña casa de madera, en el borde del bosque prohibido. Una ballesta y un par de botas de goma estaban al lado de la puerta delantera. Cuando Harry llamó a la puerta, oyeron unos frenéticos rasguños y varios ladridos. Luego se oyó la voz de Hagrid, diciendo:
—Atrás, Fang, atrás.

-        ¿Aún lo tienes?- le preguntó Frank ilusionado.

-        Claro que sí, Frank- le contestó él sonriendo- Nunca podré agradecerte lo suficiente que me lo regalaras.

-        Ni yo que me salvaras la vida- le dijo Frank.

La gran cara peluda de Hagrid apareció al abrirse la puerta.
—Entrad —dijo— Atrás, Fang.
Los dejó entrar, tirando del collar de un imponente perro negro.
Había una sola estancia. Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el fuego y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.

Algunos arrugaron la nariz pero los que habían estado allí sonrieron con nostalgia.

—Estáis en vuestra casa —dijo Hagrid, soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a lamerle las orejas. Como Hagrid, Fang era evidentemente mucho menos feroz de lo que parecía.

-        Claro- dijo Sirius que había jugado con el en su forma animaga.

-        Es la regla Hagrid- dijo Guideon con falsa seriedad.

-        Cuando más peligroso suena el nombre más amigable será el animal- siguió su hermano.

-        Pero no os recomendamos encontraros con un animal que se llame Fuffly o Tommy- terminaron los dos causando la risa del comedor, sobretodo la del trío, y el sonrojo de Hagrid.

—Éste es Ron —dijo Harry a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y sirviendo pedazos de pastel.
—Otro Weasley, ¿verdad? —dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de Ron—. Me he pasado la mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.

-        ¡¿Cómo?!- gritó su madre.

-        Esto mamá…- dijo Fred balbuceando causando la risa de Alicia.

-        Bueno el caso es…- continuó George pálido mientras Angelina lo miraba sonriendo divertida.

-        Estáis castigados-  les dijo su madre enfadada.- Hasta el fin de vuestros días.

-        Sí mamá- dijeron bajaron la cabeza apenados mientras Minerva la miraba con satisfacción.

El pastel casi les rompió los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba,

-        Podéis decírmelo si no os gusta mi comida- dijo Hagrid algo triste pero afable.

-        No queríamos herirte- dijeron bajando la cabeza. Hagrid les sonrió mientras hacía nota mental de aprender a cocinar mejor.

mientras le contaban a Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica. Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».

Todos los del comedor aplaudieron a Hagrid mientras este intentaba disculparse a un Filch furioso.

—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang.

Todo el mundo asintió con los ojos brillantes mientras Filch abrazaba a su gata.

¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo.

Filch bajó la cabeza avergonzada.

Harry le contó a Hagrid lo de la clase de Snape. Hagrid, como Ron, le dijo a Harry que no se preocupara, que a Snape no le gustaba ninguno de sus alumnos.
—Pero realmente parece que me odie.
— ¡Tonterías! —dijo Hagrid—. ¿Por qué iba a hacerlo?

Snape miró a Hagrid sorprendido y agradecido mientras este se encogió de hombros.

Sin embargo, Harry no podía dejar de pensar en que Hagrid había mirado hacia otro lado cuando dijo aquello.
— ¿Y cómo está tu hermano Charlie? —preguntó Hagrid a Ron—. Me gustaba mucho, era muy bueno con los animales.

Charlie le dedicó una sonrisa brillante mientras Hagrid se la devolvía. Mientras Sus le susurraba a Sirius: Hábil cambio de tema, típico de Hagrid y este asentía sonriente a su novia.

Harry se preguntó si Hagrid no estaba cambiando de tema a propósito.

-        Obviamente- le dijo Terry sonriendo desde Ravenclaw.

Mientras Ron le hablaba a Hagrid del trabajo de Charles con los dragones, Harry miró el recorte del periódico que estaba sobre la mesa. Era de El Profeta.
RECIENTE ASALTO EN GRINGOTTS

Bill cerró los ojos horrorizado y exhaló un suspiro mientras su novia reía por lo bajo y sus hermanos negaban con la cabeza.

Continúan las investigaciones del asalto que tuvo lugar en Gringotts el 31 de julio. Se cree que se debe al trabajo de oscuros magos y brujas desconocidos. Los gnomos de Gringotts insisten en que no se han llevado nada. La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día. «Pero no vamos a decirles qué había allí, así que mantengan las narices fuera de esto, si saben lo que les conviene», declaró esta tarde un gnomo portavoz de Gringotts.
Harry recordó que Ron le había contado en el tren que alguien había tratado de robar en Gringotts, pero su amigo no había mencionado la fecha.
—¡Hagrid! —dijo Harry—. ¡Ese robo en Gringotts sucedió el día de mi cumpleaños! ¡Pudo haber sucedido mientras estábamos allí!

-        Justo después- murmuró Harry para que solo lo oyeran sus dos mejores amigos.

Remus iba procesando la información de la misma forma que lo hacía Ojoloco y Dumbledore observaba curioso como Harry iba desentrañando el misterio.

Aquella vez no tuvo dudas: Hagrid decididamente evitó su mirada. Gruñó y le ofreció más pastel. Harry volvió a leer la nota. «La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.» Hagrid había vaciado la cámara setecientos trece, si puede llamarse vaciarla a sacar un paquetito arrugado. ¿Sería eso lo que estaban buscando los ladrones?

-        Seguramente- murmuró Tonks pensativa.

-        Que suerte que lo sacaran a tiempo –dijo Remus en el mismo estado. Sirius y James intercambiaban una mirada al ver lo que se parecían een ese aspecto.

Mientras Harry y Ron regresaban al castillo para cenar, con los bolsillos llenos del pétreo pastel que fueron demasiado amables para rechazar; Harry pensaba que ninguna de las clases le había hecho reflexionar tanto como aquella merienda con Hagrid. ¿Hagrid habría sacado el paquete justo a tiempo? ¿Dónde podía estar? ¿Sabría algo sobre Snape que no quería decirle?

-        Eso son muchas preguntas Harry- dijo Susan Bones sonriendo mientras Ernie se tensaba y miraba a Harry como si lo advirtiera.

El trío volvió a mirarse. Ahora sabían esas respuestas y aunque todo el mundo los miraba con curiosidad, ellos no iban a decir nada. Lo averiguarían pronto.

-        Como siempre- murmuró Hagrid negando con la cabeza divertido.

-        Señor Filch- dijo Dumby- ¿Quiere leer?

-        Vale- gruñó él- El duelo de medianoche.

4 comentarios:

  1. holaaaaaaaaaa me encanta la historia please siguelaaaaaaa
    kisses
    patry

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  2. Hola¡¡ Adoro tu historia ^^
    Y me fastidia mucho q tuvieras que quitarla de Potterfics, esa regla es una estupidez

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