sábado, 1 de octubre de 2011

El viaje desde el andén nueve y tres cuarts

-        Claro director.- dijo- El viaje desde el andén nueve y tres cuartos

En ese momento apareció otra vez la luz violeta, cuando esta se disipó pudieron ver a los Dursley muy juntos y mirando a su alrededor, los adultos asustados y el niño curioso. Tía Petúnia dejó ir un grito ahogado al ver a Lily y se dispuso a correr en su dirección pero Vernon la cogió del brazo negando con la cabeza. Mientras, Dudley ya había localizado a Hagrid y a  los Weasley así que se escondía detrás de su madre. Vernon habló por fin:

-        Estáis vivos y nos habéis tenido cuidando de ese toda la vida- gritó furioso. El problema era que Lily también estaba furiosa.

-        ¡¿Cuidándole?!- le respondió también gritando- Si ni siquiera le comprabas ropa y para tu información si estamos muertos pero nos han…- No pudo continuar por que su hermana se le lanzó a los brazos llorando.

-        Lo lamento, lo lamento- era lo único que conseguía decir entre sollozos.

-        Apártate de ella Petúnia- le ordenó Vernon- es una anormal.- al segundo estaba tirado al suelo con la marca del puño de James en la mandíbula.

-        No llames así a mi mujer- le dijo gruñendo- y para tú información en esta sala todo el mundo excepto tú y tú familia somos “anormales”- hizo el signo de las comillas con los dedos- así que yo cerraría esa bocota que tienes.- De repente se oyó un jadeo Dudley había mirado hacia arriba y señalaba el techo del gran salón.

-        No hay techo- exclamó extrañado.

-        No intentes entender Dudley- le dijo su padre con desdén- son raros.

-        Pues en realidad- dijo Hermione- si hay techo, es un conjuro para que se vea el cielo del exterior. Lo leí en la historia de Hogwarts.- Sus amigos giraron los ojos.

-        No es justo- exclamó Sirius furioso.- No se nos permite maldecir a nadie.

-        Eso no me parará- aseguró Lunático con la mirada oscura.

-        Bien- dijo Alice- pero no ataquéis al niño.- Dudley se puso entre su madre, todavía en los brazos de Lily quién la miraba confusa y feliz, y los que habían hablado.

-        No permitiré que toquéis a mi madre.- dijo cerrando los puños pero sin alzarlos.

-        ¿No te defiendes?- le preguntó Frank sorprendido.- Por lo que ha salido en el libro pareces un niño mimado, estúpido, macarra y cobarde.

-        Tal vez lo sea- dijo Dudley- Creo que si lo soy. Pero quiero a mamá y no voy a permitid que la toquéis.- Luego pareció pensar algo (Extraño, N.A.) -  ¿de que libro habláis?

-        De un libro sobre la vida de Harry- le explicó Ron.

-        Ahora entiendo que queráis pegarnos- comentó Dudley. Su padre, furioso, se dirigió hacia Petúnia y la separó de un tirón de Lily.

-        ¿Que haces abrazando a esa anormal?- dijo Vernon.

-        Por mucho que la odie es mi hermanita Vernon.- Le respondió con frialdad. De repente apareció otro aullador:

Sabemos que es difícil pero les rogamos que no dañen a los Dursley. Atentamente A.S.P S.H.M R.W. A.L. & Cia.

-        Bien- dijo Sirius sonriendo- No lo dañaremos… al menos no directamente.- Sirius dirigió su varita al suelo de debajo de Vernon Y este desapareció dejando en su lugar un vidrio que mostraba un río de lava y que chirriaba con cada paso que este hacía.- No te preocupes el vidrio aguanta hasta un peso de ochenta quilos.- Vernon palideció- y por tu aspecto yo diría que pesas unos ciento diez.- La sonrisa de Sirius daba miedo, Vernon se dispuso a correr pero justo donde acababa el vidrio había otro, solo que vertical, que le impedía salir de allí, Remus sonrió.

-        No podrá huir,- le dijo tranquilamente.- esta pared transparente aguantaría cualquier cosa que le echasen incluyendo su peso. ¿Qué prefiere el frío o el calor?- le preguntó, Vernon solo abría y cerraba la boca incapaz de pronunciar nada- bueno entonces pondré un hechizo para que la temperatura sea o 40ºC o 1ºC.- Vernon empezó a temblar de frío y al segundo estaba intentando quitarse la corbata mientras todo el mundo reía.

-        ¿Sabes que cosa odió yo?- preguntó Ron, él negó con la cabeza.- las arañas, debe de ser muy molesto estar encerrado en un lugar con muchas de ellas y que correteen por allí y se te suban por las piernas.- hizo un movimiento con la varita y empezaron a aparecer a los lados de tío Vernon mientras este soltaba un grito ahogado.- Tranquilo, son inofensivas- tío Vernon se relajó- o eso creo.- terminó Ron haciendo que Vernon palideciera otra vez.

-        Son curiosos los insectos, aguantan cualquier temperatura o condición meteorológica.- dijo Hermione.- Los insectos que yo odio son las avispas.- aparecieron  una docena alrededor de él- Aunque no suelen picar si no te mueves.

-        Pero Hermione,- intervino Ginny- si no se mueve como va a esquivar mis relámpagos.- Al momento se formó una nube en la jaula y el primer rayo cayó justo al lado del malo.

-        No es justo,- se quejó James- los demás también queríamos vengarnos.- los amigos de Harry asintieron con la cabeza.

-        Eso es cruel- afirmó Tuney.

-        ¿Y encerrar a un niño en una alacena no lo es?- le preguntaron Lily, Minerva y Molly gritando Tuney puso cara de culpabilidad.

-        Si lo es, lo lamento Harry.- se disculpó cuando, junto con un Dudley bastante cohibido por las miradas de odio, se sentó en la mesa de Griffindor.

-        Sacaremos al señor cuando terminen de salir del libro por un tiempo, ahora si quiere comenzarlo- dijo Dumby.

-        Por supuesto director.

El último mes de Harry con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con él en la misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no lo encerraban en la alacena ni lo obligaban a hacer nada ni le gritaban.

-        ¿Entonces por que no fue divertido?- preguntó Ron.

-        Resulta deprimente que nadie te hable.- le respondió Harry, su tía y primo agacharon la cabeza mientras el gran comedor los fulminaba con la mirada. Su tío tenía demasiado trabajo bailando para no ser electrocutado o picado sobre un vidrio que se agrietaba por momentos.

En realidad, ni  siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harry ocupaba estuviera vacía.

Varios les miraron amenazantes.

Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente. Harry se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia.

-        No- gritaron James, Sirius, Ron y los gemelos.

-        No lo he vuelto a abrir- les aseguró Harry. Lily entrecerró los ojos.

-        ¿Entonces como estudiabas jovencito?- Harry tragó saliva y le mandó una mirada suplicante a su profesora de vuelo para que siguiese leyendo.

Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos.

-        ¡¿Cómo?!- exclamó esta horrorizada- ratones muertos en mi casa. ¡Que ultraje!

-        Vamos solo son ratones de nada tienes demasiada obsesión por el orden- le dijo Lily. Ella parecía dispuesta a discutírselo pero la lectura prosiguió.

Cada noche, antes de dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de septiembre.

-        También yo- dijeron todo el mundo del gran comedor, excluyendo a los Dursley.

El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo.

Este se ruborizó y cuando escuchó risitas bajo la cabeza avergonzado.

—Hum... ¿Tío Vernon?
Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba.

-        Que hombre tan descortés- dijo Molly y nadie le rebatió, él por que no tenía tiempo mientras que los otros, incluida su esposa, por que estaban de acuerdo.

—Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts.
Tío Vernon gruñó otra vez.
— ¿Podría ser que me lleves hasta allí?
Otro gruñido. Harry interpretó que quería decir sí.
—Muchas gracias.
Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló.
—Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?

-        Están prohibida ignorante- le gritó Remus. Él se encogió en su puesto y una avispa aprovechó su momento de distracción para picarle en toda la nariz. Soltó un chillido agudo haciendo reír a los demás.

Harry no contestó nada.
— ¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?
—No lo sé —dijo Harry; dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado—. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana —leyó. Sus tíos lo miraron asombrados.

-        ¿Por que?- quiso saber Lily- tú lo sabías, Tuney.

-        Vernon me prohibió decirlo-dijo- y la verdad en ese momento me pareció gracioso.

— ¿Andén qué?
—Nueve y tres cuartos.
—No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No hay ningún andén nueve y tres cuartos.
—Eso dice mi billete.
—Equivocados —dijo tío Vernon—. Totalmente locos, todos ellos.
Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me molestaría.
— ¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry tratando de mantener el tono amistoso.
—Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío Vernon—. Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.

Dudley se agarró el culo mientras los demás reían.

A la mañana siguiente, Harry se despertó a las cinco, tan emocionado e ilusionado que no pudo volver a dormir. Se levantó y se puso los tejanos: no quería andar por la estación con su túnica de mago, ya se cambiaría en el tren.

-        Eso es lo que hace todo el mundo.- dijo Sirius.

-        Sí,- afirmó James- sería muy raro para los muggles sino fuera así.

Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar seguro de que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Hedwig en su jaula y luego se paseó por la habitación, esperando que los Dursley se levantaran. Dos horas más tarde, el pesado baúl de Harry estaba cargado en el coche de los Dursley y tía Petunia había hecho que Dudley se sentara con Harry, para poder marcharse.

Varios rieron.

-        Ey que yo también acababa de enterarme de la magia y según mis padres era algo malo- se defendió Dudley, Alice y Lia asintieron.

Llegaron a King Cross a las diez y media. Tío Vernon cargó el baúl de Harry en un carrito y lo llevó por la estación. Harry pensó que era una rara amabilidad,

-        Tienes razón- dijo Tonks pensativa- eso fue demasiado amable de su parte, aquí hay gato encerrado seguro.

hasta que tío Vernon se detuvo, mirando los andenes con una sonrisa perversa.
—Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve, andén diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no?

-        Lo que yo decía.- dijo Tonks con suficiencia.

-        Mi querida sobrinita,- le dijo Sirius con paciencia- acaso alguien te lo rebatió.- Ella se sonrojó y Sirius recibió un cachete de Remus que se sonrojó también después de recibir una sonrisa agradecida de Tonks y una risita de James.

Tenía razón, por supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada.

-        Eso es lo que tú piensas amigo- rió Ron.

—Que tengas un buen curso —dijo tío Vernon con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían.

Lily los fulminó con la mirada pero ellos suspiraron aliviados. Pasaría bastante tiempo antes de que volvieran a salir. El más aliviado era, sin duda Vernon que se dirigió hacia la mesa de Griffindor para sentarse pero nadie le hizo un puesto.

-        Esta es la mesa de la valentía, el coraje y la caballerosidad-le dijo Neville.- Y tú no cumples ninguna de esas virtudes.

-        No me hables así niño- le rugió Vernon pero Nev ni se inmutó, su padre en cambio si se alteró un poco.

-        No le hables tú así a mi hijo si no quieres sufrir- le advirtió peligrosamente. Vernon retrocedió unos pasos asustado y se dirigió hacia la mesa de Hupelpuff, sin embargo allí tampoco pudo sentarse.

-        Esta mesa es para los leales y trabajadores- le dijo Susan Bones- Váyase- Vernon levantó la mano pero Ernie fue mas rápido y le empujó lejos.

-        Ni lo piense- le gritó mientras Susan se sonrojaba violentamente. Fue el turno de ir hacia Ravenclaw.

-        En la mesa de la inteligencia y la lógica no hay cabida para un idiota- recitó Padma con una sonrisa. Vernon frunció el ceño y miró a la mesa de Slytherin cuyos miembros rompieron a reír.

-        Aquí solo se pueden sentar los astutos con estatus de sangre.- le dijo Draco.- Y usted carece de ambas cosas.

-        ¿Y entonces?- murmuró Vernon mirando a la mesa de profesores.

-        Creo- dijo Moody- que para sentarse en el suelo no se necesita ninguna virtud- Vernon iba a replicar pero algo del aspecto de Moody le retuvo, tal vez su ojo mágico o sus múltiples cicatrices, así que se sentó en el suelo.

Harry sintió la boca seca. ¿Qué haría? Estaba llamando la atención, a causa de Hedwig. Tendría que preguntarle a alguien.

La gente negó con la cabeza, asustada.

Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a propósito. Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el tiempo.

Varios soltaron un suspiro de alivio mientras Harry los miraba divertido.

Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenía idea de qué podía hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con una lechuza.

-        No suena muy esperanzador, lo siento todo eso paso por un descuido mío.- dijo Hagrid avergonzado. Harry le sonrió.

Hagrid debió de olvidar decirle algo que tenía que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a golpear la taquilla, entre los andenes nueve y diez.

-        No- dijeron todos pálidos.

-        Tranquilos, llegué a Hogwarts y no salí en el profeta.- les dijo riendo.

En aquel momento, un grupo de gente pasó por su lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por supuesto...

Varios sonrieron mientras seis de los Weasley se preparaban por sus descripciones.

Harry se volvió para verlos. La que hablaba era una mujer regordeta,

Harry miró a Molly disculpándose y esta le sonrió pero cuando dejó de mirarla le murmuró a su esposo.

-        ¿Estoy gorda?- Arthur le sonrió con ternura.

-        Esta perfecta- Esta se sonrojó y le premió con un beso en la mejilla.

que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo de llameante color rojo.

-        Solo pueden ser los Weasley- dijo Lee riendo.

-        Claro,- dijo George- los únicos a los que ese pelo les queda tan hermoso.- Angelina le dio un cachete.

Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban una lechuza.
Con el corazón palpitante, Harry empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían.
—Y ahora, ¿cuál es el número del andén? —dijo la madre.
— ¡Nueve y tres cuartos! —dijo la voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—. Mamá, ¿no puedo ir...?

-        Oh,- dijo Sirius- la pequeñina Ginebra quiere ir a Hogwarts.

-        La pequeñina es experta en hechizos mocomurciélagos Sirius- le advirtió con una dulzura que no engañaba a nadie. Sirius se aparto rápidamente causando la risa de los demás.

—No tienes edad suficiente, Ginny Ahora estáte quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
El que parecía el mayor de los chicos se dirigió hacia los andenes nueve y diez.
Harry observaba, procurando no parpadear para no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él

-        Y tú suerte sale a relucir-  le dijeron Ron y Hermione ganándose una mirada envenenada de este.

y, cuando se alejaron, el muchacho había desaparecido.
—Fred, eres el siguiente —dijo la mujer regordeta.
—No soy Fred, soy George —dijo el muchacho—. ¿De veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?
—Lo siento, George, cariño.
—Estaba bromeando, soy Fred —dijo el muchacho

-        Nos robaron la broma Fideon- murmuró Fabian.

-        Sí, - afirmó Guideon- pero la usan para molestar a Molly.

-        Cierto- dijo Fabian.

-        Bien hecho sobrinos- les felicitaron los dos a la vez. Estos hicieron una reverencia.

, y se alejó. Debió pasar, porque un segundo más tarde ya no estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi allí) y luego, súbitamente, no estaba en ninguna parte. No había nadie más.

-        Es desconcertante, ¿verdad?- le dijo Lily comprensiva, Harry asintió sonriendo.

 —Discúlpeme —dijo Harry a la mujer regordeta.
—Hola, querido —dijo—. Primer año en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus hijos varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga nariz.

Para sorpresa de todos Ron rompió a reír juntó con los bromistas y el resto de los que le habían conocido exceptuando la mayoría de los adultos y Hermione. A esta última se dirigió Ron en voz baja:

-        Puedes reír- le ofreció- no me ofenderé.

-        Es que, la verdad, no le encuentro la gracia- le confesó- quiero decir, tú eras muy mono.- Esto último lo dijo sin pensar por que después de decirlo se tapó la boca con las manos. Los dos se sonrojaron visiblemente y ella no sabía donde mirar.

-        Tú también eras muy mona Hermione- le dijo Ron sin mirarla causando mas sonrojo por las dos partes. Por suerte de ellos solo Harry y Ginny los oyeron ya que los demás todavía reían. Estos se miraron cómplices y cuando Ginny le sonrió Harry notó que algo le revoloteaba en su estómago y se sonrojó tanto como sus dos amigos.

—Sí —dijo Harry—. Lo que pasa es que... es que no se cómo...
— ¿Como entrar en el andén? —preguntó bondadosamente, y Harry asintió con la cabeza.

-        Muchísimas gracias señora Weasley- le dijo Harry- estaba muy perdido.

-        Fue un placer cariño- le respondió ella con una sonrisa bondadosa.

—No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante.

-        Sí, - le dijo James- la primera vez es mejor correr.- Harry asintió sonriente.

Lo mejor es ir deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron.
—Hum... De acuerdo —dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera. Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparado para el choque...

-        Que nunca llego- completó Sirius.

-        Nunca vas a chocar con esa barrera Harry- afirmó Sus. Ron y el aludido se tragaron como pudieron la carcajada.

Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los ojos. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos». Lo había logrado. El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.

Dudley tenía los ojos muy abiertos, sorprendido, mientras que los otros chicos de su edad sonreían abiertamente y los magos adultos lo hacían con nostálgia.

Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar. Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pasó al lado de un chico de cara redonda que decía:
—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.

Los del pasado rompieron a reir.

-        Igualito a Alice- dijo Lily.

-        Cierto, en realidad nosotras nos hicimos amigas buscándolo por el expreso. –dijo Lia.

-        Y también fue gracias a ese sapo que conoció a Frank.- Terminó Sus.

—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.
 Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo.
—Déjanos mirar, Lee, vamos.

Los bromistas, exceptuando a Lee rompieron a reír. Este palideció.

-        Tampoco es para tanto- le dijo Fred- Solo te a descrito.

-        No es por eso- afirmó en voz muy baja- ¿acaso no recordáis lo que traje ese año? Minie ya me está mirando.- Terminó tragando saliva. Los gemelos pusieron cara de velatorio.

-        Mis condolencias por su pérdida- le dijeron a la vez antes de reír y recibir un puntapié cada uno.

El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.

-        ¿Que trajiste?- preguntaron la profesora McGonagall, Charlie y Hagrid aunque la primera enojada y los otros dos curiosos y anelantes.

-        Nada importante- dijo Lee temblando como un flan.

Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón. Trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera golpeándole un pie.

-        Tan  enclenque como su padre- dijo Sirius.

-        Cállate- le dijeron esos dos.

-        Pero si es la verdad- afirmó Remus.

-        Traidor- murmuraron padre e hijo causando risas por todo el gran comedor.

— ¿Quieres que te eche una mano? —Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la barrera de los andenes.

-        Bien hecho George- alabó su madre.

-        ¿Cómo sabes que no fui yo?- le preguntó Fred haciéndose el ofendido.

-        Porque se ofreció a ayudarle.- le dijo Molly- tú le habrías hecho una broma.

-        Cierto- afirmaron los dos gemelos sonriendo.

—Sí, por favor —jadeó Harry.
— ¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!

-        Veis- les dijo- tal vez me confunda a veces por vuestro aspecto pero la actitud de los dos es diferente.- Lee, Angelina y los Weasley asintieron.

Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del compartimiento.

-        Estoy orgullosa de ambos- les felicitó su madre. Ellos se sonrojaron.

—Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.
— ¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los gemelos, señalando la brillante cicatriz de Harry
—Vaya—dijo el otro gemelo—. ¿Eres tú...?
—Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se dirigió a Harry.
— ¿Quién? —preguntó Harry.
—Harry Potter —respondieron a coro.
—Oh, él —dijo Harry—

Varios soltaron risitas.

-        Es difícil pasar de ser un don nadie a que todos conozcan tu nombre- afirmó.

.Quiero decir, sí, soy yo.
Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del compartimiento.
— ¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí?
—Ya vamos, mamá.
Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón.
Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían.

-        Eso es de mala educación- le regañó su madre.

-        Lo lamento pero es que no conocía a  ninguna familia de magos- se excusó él.

-        No nos molesta que escuchara, Lily- le aseguró Molly.

La madre acababa de sacar un pañuelo.
—Ron, tienes algo en la nariz.
El menor de los varones trató de esquivarla, pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
—Mamá, déjame —exclamó apartándose.

-        Ron no le hables así a tú madre- le regañó su padre.

-        Lo lamento- se disculpó Ron.

-        Es molesto que hagan eso en medio del andén ¿verdad?- le dijo James.

-        Sí, sobre todo si la madre de tú amigo también te coge a ti- afirmó Remus.

-        Bueno, era como sentirse su hijo de verdad- dijo Sirius- a mí no me molestaba.

-        Disculpad,- dijo Harry- me he perdido.

-        Tía Dorea, tu abuela, siempre nos hacía eso a los tres-le explicó Remus.

-        Sin embargo nunca se lo hizo a Peter- comentó James.

-        Que buen ojo tenía mamá- afirmó Sirius.

-        ¿Mamá?- le preguntó Harry.

-        Sí, cuando me mude charlus y ella prácticamente me obligaron a llamarles así.- le explicó Sirius, James asentía con una gran sonrisa- La verdad es que estaban emprendiendo acciones legales para adoptarme cuando los asesinaron.- Remus pasó el brazo por los hombros a sus dos amigos sabiendo lo que les dolió.

— ¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita? —dijo uno de los gemelos.
— Cállate —dijo Ron.
— ¿Dónde está Percy? —preguntó la madre.
— Ahí viene.
El mayor de los muchachos se acercaba a ellos. Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P
—No me puedo quedar mucho, mamá —dijo—. Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimientos...

-        Sonaba tan pomposo- preguntó Percy, todos sus hermanos asintieron- Lo lamento.

—Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —dijo uno de los gemelos, con aire de gran sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea.
—Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo —dijo el otro gemelo—. Una vez...
—O dos...
—Un minuto...
—Todo el verano...

Todo el mundo excepcionando los señores Weasley, Guideon, algunos profesores y Percy rompieron a reír. Arthur y Guideon tenían serios problemas para mantener el semblante serio.

-        Podéis reíros- afirmó Percy.- Se que es gracioso.

-        Gracias- dijeron los dos antes de unirse a las carcajadas.

—Oh, callaos —dijo Percy, el prefecto— Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando llegues allá.
Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue. Luego se volvió hacia los gemelos.
—Ahora, vosotros dos... Este año os tenéis que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho... estallar un inodoro o...

-        No debiste haber dicho eso hermanita- afirmaron los Prewet con idénticas sonrisas perversas.

-        Nosotros no hicimos estallar nunca un inodoro que yo recuerde- comentó Sirius.

-        Cierto yo tampoco lo recuerdo- le secundó James- ¿Lunático?

-        No, hicimos estallar la mesa de Slytherin, varios calderos en pociones (la mayoría de serpientes), el lago, la sala común de Slytherin…- iba a proseguir pero al ver la mirada de Minie cayó- Bueno, el caso es que no hemos hecho estallar ningún inodoro.- Afirmó.

-        Nosotros sí- afirmó Guideon.

-        Todos los del primer piso después de haber puesto laxantes en la comida de los Slytherin.- dijo Fabian, los merodeadores les aplaudieron.

-        Estamos rodeados de leyendas mi querido Gred- dijo George.

-        Sí, los merodeadores y nuestros malvados tíos.- dijo Fred mirándoles hipnotizado.

— ¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos hecho nada de eso.
—Pero es una gran idea, mamá. Gracias.

-        ¿Lo hicieron?- preguntó Sus. Los merodeadores y Lee solo se sonrieron.

—No tiene gracia. Y cuidad de Ron.
—No te preocupes, el pequeño Ronnie estará seguro con nosotros.

-        Sí,- les dijo Ron a Harry y Hermione- me cuidaron tan bien que ninguna pieza gigante de ajedrez me envistió, además de que vigilaron de que ni viera el troll gigante que se coló en el castillo.- Los tres rompieron a reír.
 
—Cállate —dijo otra vez Ron. Era casi tan alto como los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había frotado.
—Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver en el tren?
Harry se agachó rápidamente para que no lo descubrieran.
— ¿Os acordáis de ese muchacho de pelo negro que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es?
— ¿Quién?
— ¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
—Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh, mamá, por favor...!

Muchos rieron.

-        Vaya, el cachorro tiene una pequeña fan- comentó Sirius causando aún mas risas.

-        Tenía diez años- se exclamó Ginny.

-        Déjalo Ginny son idiotas- le dijo Harry.

—Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre chico no es algo para que lo mires como en el zoológico.

-        Muchísimas gracias Molly,- le dijo Lily- siempre estás ayudando o protegiendo a Harry.

-        Es un placer Lily- dijo dedicándole una sonrisa al chico.

¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes?
—Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está realmente allí... como iluminada.
—Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
—Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era Quien-tú-sabes?

-        En ese momento no, ahora, por desgracia sí.-  le contestó Harry.

-        ¿Que significa eso Harry?- le prguntó su padre pálido.

-        Lo sabrás al final de este libro.- respondió Harry.

-        ¿En primero?- le preguntó Sirius también pálido.- Pero yo creí  que en cuarto.

-        Esa fue la cuarta vez.- le respondió Harry.- cuando yo tenía un año, en primero, en segundo y en cuarto.- Todos los adultos del gran comedor se pusieron pálidos.

-        ¿Ron?- le preguntó su madre asustadísima.

-        Yo y Hermione acompañamos a Harry pero no nos hemos enfrentado a Voldemort por culpa de las circumstáncias.- le explicó.

-        ¿Por culpa?- le preguntó su madre más relajada.

-        Preferiría no dejar a mi mejor amigo sólo frente a él- le contestó seriamente, Hermione asintió y Harry los abrazó.

La madre, súbitamente, se puso muy seria.
—Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de colegio.

-        Te lo hicimos recordar igual- le dijo tristemente- lo lamento.

-        No se preocupes, alguien o algo me lo hubiese hecho recordar igualmente- la tranquilizó Harry.

—Está bien, quédate tranquila.
Se oyó un silbido.
—Daos prisa —dijo la madre, y los tres chicos subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para que los besara y la hermanita menor comenzó a llorar.

Ginny se sonrojó mientras el comedor reía y sus hermanos y Harry la miraban con ternura.

—No llores, Ginny, vamos a enviarte muchas lechuzas.
—Y un inodoro de Hogwarts.
— ¡George!
—Era una broma, mamá.

-        ¿Seguro?- les preguntó Sirius sonriente.

-        Tal vez- respondieron ellos.

El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó saludando. Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor que lo que dejaba atrás.

-        Eso seguro- afirmaron todos y los Dursley, excepcionando a Vernon que seguía sentado en el suelo, bajaron la cabeza penedidos.

-        Hogwarts es siempre el segundo hogar de todos- le dijo Sirius a Sus- pero para los que lo tienen difícil en casa es el primero. Allí encuentras a tú verdadera familia.

-        Tú eras de ese grupo- no era una pregunta, Sus le cogió la mano y la apretó.- No estás perdonado aún pero, comprendo porque lo hiciste.

-        ¿En serio?- le preguntó sorprendido.

-        En un primer momento-dijo- pensé que era porque me considerabas débil…

-        Claro que no- dijo, hablaban muy bajo pero todos los miraban.- no podía vivir sin ti.

-        Fue peor- afirmó Sus- deje de sonreír un año y me volqué en el trabajo, todavía sigo sin salir mucho, supongo que se debe también a que mis amigas murieron.

-        Lo lamento- le susurro y luego alzó la voz- ¿Que estáis mirando cotillas? ¿por que no seguimos con la lectura?

La puerta del compartimiento se abrió y entró el menor de los pelirrojos.
— ¿Hay alguien sentado ahí? —Preguntó, señalando el asiento opuesto a Harry—. Todos los demás vagones están llenos.

Harry y Ron se sonrieron, ese fue el principio de nuestra amistad pensaron a la vez.

Harry negó con la cabeza y el muchacho se sentó. Lanzó una mirada a Harry y luego desvió la vista rápidamente hacia la ventanilla, como si no lo hubiera estado observando. Harry notó que todavía tenía una mancha negra en la nariz.
—Eh, Ron.
Los gemelos habían vuelto.
—Mira, nosotros nos vamos a la mitad del tren, porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.

-        ¡¿Cómo?!- dijo Minie gritando.

-        Esto profesora…- empezó Lee más blanco que la leche.

-        ¿La tienes aún?- le preguntó Hagrid emocionado.

-        Se me escapó en el bosque prohibido- le explicó con una sonrisa.

-        ¿Y que hacia usted en el bosque prohibido?- le dijo la profesora.

-        Perseguía a mi araña- dijo con poca convicción Lee.

-        Fingiré que me lo creo pero 20 puntos menos por Griffindor- dijo Minie enfadada.

—De acuerdo —murmuró Ron.
—Harry —dijo el otro gemelo—, ¿te hemos dicho quiénes somos? Fred y George Weasley. Y él es Ron, nuestro hermano. Nos veremos después, entonces.
—Hasta luego —dijeron Harry y Ron. Los gemelos salieron y cerraron la puerta.
— ¿Eres realmente Harry Potter? —dejó escapar Ron.

-        George el pequeño Ronnie no se fía de nosotros- dijo Fred secándose lágrimas imaginarias.

-        Sí,- le dijo George- cuando le mentimos nos cree y cuando le contamos la verdad desconfía- George también fingía llorar.

Harry asintió.
—Oh... bien, pensé que podía ser una de las bromas de Fred y George —dijo
Ron—. ¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...?

-        Ronal Billius Weasley- le riñó su madre.

-        No me molestó señora Weasley- le dijo Harry defendiendo a su amigo que articuló “gracia” con los labios. Ella miró mal a Ron pero no dijo nada.

Señaló la frente de Harry.
Harry se levantó el flequillo para enseñarle la luminosa cicatriz. Ron la miró con atención.
— ¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...?
—Sí —dijo Harry—, pero no puedo recordarlo.
— ¿Nada? —dijo Ron en tono anhelante.

Molly miraba a su hijo con una expresión muy severa, tenía el ceño fruncido, sus labios apretados y su mirada daba miedo. Ron tragó con dificultad pues tenía un nudo en la garganta y, inconcientemente, se acercó a Hermione causando un leve sonrojo por parte de la chica. Al verlo los labios de Molly se destensaron y casi no pudo resistir una sonrisa, le encantaba esa chica como nuera.

—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero nada más.
—Vaya —dijo Ron. Contempló a Harry durante unos instantes y luego, como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo, con rapidez volvió a mirar por la ventanilla.
  
Ahora sí que Molly no pudo resistir sonreír. Aunque algo torpe, Ron siempre intentaba incomodar lo mínimo a la gente. Al ver a su madre sonriente Ron se destensó pero no se apartó ni un centímetro de Hermione.

— ¿Sois una familia de magos? —preguntó Harry, ya que encontraba a Ron tan interesante como Ron lo encontraba a él.

Ron le miró sorprendido y Harry se encogió de hombros algo sonrojado. Los Weasley y los Potter se sonrieron pero Sirius y Remus se daban golpes por dentro culpándose del destino de Harry.

-        Eso ni lo piensen- les dijo James- No fue culpa vuestra.

-        Me alegra ver que no hemos perdido la costumbre- dijo Remus.

-        De leernos la mente- termino Sirius y los tres rompieron a reír.

—Oh, sí, eso creo —respondió Ron—. Me parece que mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.

-        Es lo que él me pidió, Hermione- le dijo la señora Weasley antes de que ella pudiese decir nada.- Dijo que así le sería más fácil tener una vida muggle y, si es lo que él quiere…- Hermione le sonrió.

-        No pensé ni por un momento que fuese cosa vuestra, señora Weasley- le dijo sonriendo.- Y,  si quiere mi opinión su primo es algo tonto, mantenerse apartado de una familia como la vuestra solo por ser diferente…- los Weasley se sonrojaron y le sonrieron contentos mientras la mesa de Griffindor, los profesores, la orden y algunos alumnos de Huppelpuf y Ravenclaw asentían.
—Entonces ya debes de saber mucho sobre magia.
-        No de la que aprendemos aquí, amigo- le aseguró él- ¿Acaso te he superado por mucho alguna vez?- Harry negó y no le recordó el hecho de que, ahora, él ya lo sabía.

Era evidente que los Weasley eran una de esas antiguas familias de magos de las que había hablado el pálido muchacho del callejón Diagon.

Los Weasley y Draco se miraron con asco y fue Arthur el primero en hablar:

Harry, como ahora ya sabrás, somos de las pocas familias de esas que podemos afirmar con orgullo ser unos traidores de sangre.- Todos ellos, incluidos los
-        Prewet afirmaron con orgullo, los Slythering también lo hicieron, solo que con asco.

—Oí que te habías ido a vivir con muggles—dijo Ron—. ¿Cómo son?
—Horribles... Bueno, no todos ellos. Mi tía, mi tío y mi primo sí lo son.

-        Completamente de acuerdo- afirmaron todos incluido Dursley. Todo el mundo lo miró sorprendido.

-        ¿Qué?,- les preguntó- Ya habéis leído como tratamos a Harry, decir que somos horribles es casi un piropo.- Harry le agradeció con la mirada y la mesa de Griffindor lo miró un poquito mejor, solo un poquito.

Me hubiera gustado tener tres hermanos magos.
—Cinco —corrigió Ron. Por alguna razón parecía deprimido

-        ¿Por qué Ron?- le preguntó su padre sorprendido.

-        Lo diré a continuación- afirmó Ron decaído.

—. Soy el sexto en nuestra familia que va a asistir a Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy alto. Bill y Charlie ya han terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era capitán de quidditch. Ahora Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos.

-        Es que lo somos- afirmaron ellos, los otros Weasley, sin embargo, empezaban a ver por dónde iba Ron.

Todos esperan que me vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque ellos ya lo hicieron primero.

Ginny le dio un cachete impresionante a Ron.
-        Esto por pensar que eres menos que los otros de la familia- Ron la miró confundido frotándose el lugar donde ella le había golpeado- ¿Se puede saber de donde has sacado que eres menos que el resto de nosotros pedazo de idiota?- le preguntó gritando. Las orejas de Ron enrojecieron y todo el gran comedor miraba entretenido la escena.

-        Ginny mejor continuo yo- le dijo Bill- Tú no te alteres. ¿Ronald Billius Weasley, se puede saber de donde viene ese estúpido complejo de inferioridad?

-        Esto yo… quiero decir ustedes son todos asombrosos y yo soy un chico bastante mediocre- afirmó cabizbajo.

-        Señor Weasley- intervino McDonagall- cree usted que un chico mediocre me ganaría en su primer año en una partida de ajedrez porque si es así me ofenderé.

-        Cierto- intervino Charlie.- Además de que eres el mejor portero de la familia cuando se trata de Quiddich, parabas incluso los tiros de Bill.- Ron sonrió con suficiencia.

-        Nada que tenga relación con nosotros es mediocre- afirmó Fred.

-        Y desde luego no permitiríamos que un don nadie nos ayudara a fastidiar a Percy- Continuó George haciendo reír a Ron y a Percy.

-        Y tus notas no son malas, aparte del hecho de que eres prefecto- le dijo Percy.

-        Y eres el amigo mas leal que se pueda  tener.- terminaron Hermione y Harry. Ron estaba sonrojado pero con una sonrisa de oreja a oreja.

-        Bien- intervino Draco- si hemos terminado de subirle la moral al comadreja podríamos proseguir con la lectura.

-        Veinte puntos menos para Slythering- anunció madame Hood y antes de que nadie le saltara al cuello a Draco prosiguió.

Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos. Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy

Los Weasley agacharon la cabeza sonrojados por su condición económica pero nadie hizo ningún comentario, Slythering todavía tenía presentes los veinte puntos que les habían quitado.


Ron buscó en su chaqueta y sacó una gorda rata gris, que estaba dormida.

-        Eso me recuerda a Peter- dijo James sonriendo causando disimuladas miradas de asombro en Harry, Ron, Hermione, Sirius, Remus y los que sabían de la rata.- ¿Por cierto, dónde está?

-        Créeme Corny,- le dijo Sirius con una mirada mas negra que su apellido- No quieres saberlo.- James asintió al ver su mirada y la de Remus, que tenía un brillo homicida.

—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto, pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers.

Los Weasley bajaron, otra vez, sus cabezas avergonzados.

-        Hay cosas mucho más importantes que ser ricos,- afirmó James- si no tuviese una familia como la que ya tengo daría todo mi oro de Gringgots si eso sirviera para obtenerla, y no me avergonzaría en absoluto de ser pobre. – Los señores Wealsey levantaron la cabeza y le obsequiaron con una sonrisa. 

Las orejas de Ron enrojecieron. Parecía pensar que había hablado demasiado, porque otra vez miró por la ventanilla. Harry no creía que hubiera nada malo en no poder comprar una lechuza. Después de todo, él nunca había tenido dinero en toda su vida, hasta un mes atrás, así que le contó a Ron que había tenido que llevar la ropa vieja de Dudley y que nunca le hacían regalos de cumpleaños. Eso pareció animar a Ron.

-        Pues ahora no me anima lo mas mínimo- afirmó este.- En serio que egoísta que era.

-        Claro que no- le contestó Harry-. Sólo que siempre ayuda saber que no eres el único que pasa por ciertas situaciones.

—... y hasta que Hagrid me lo contó, yo no tenía idea de que era mago, ni sabía nada de mis padres o Voldemort... 
Ron bufó.
— ¿Qué? —dijo Harry.
—Has pronunciado el nombre de Quien-tú-sabes —dijo Ron, tan conmocionado como impresionado—. Yo creí que tú, entre todas las personas...
—No estoy tratando de hacerme el valiente, ni nada por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry—. Es que no sabía que no debía decirlo. ¿Ves lo que te decía? Tengo muchísimas cosas que aprender... Seguro —añadió, diciendo por primera vez en voz alta algo que últimamente lo preocupaba mucho—, seguro que seré el peor de la clase.

-        Ni siquiera el peor de Griffindor- afirmó Neville- como si eso fuera posible conmigo en esa casa.

-        Lo que no es posible- le replicó Harry- es superarte en Herbología.

—No será así. Hay mucha gente que viene de familias muggles y aprende muy deprisa.

-        Tú solo mira a Hermione- terminó  Ron con orgullo. Ella se ruborizó.

-        O a tu bella madre- le secundó James con tanta adoración en la voz que Lily siguió los pasos de Hermione y se volvió del tono de su pelo.

Mientras conversaban, el tren había pasado por campos llenos de vacas y ovejas. Se quedaron mirando un rato, en silencio, el paisaje. A eso de las doce y media se produjo un alboroto en el pasillo, y una mujer de cara sonriente, con hoyuelos, se asomó y les dijo:
— ¿Queréis algo del carrito, guapos?
Harry, que no había desayunado, se levantó de un salto, pero las orejas de Ron se pusieron otra vez coloradas y murmuró que había llevado bocadillos.

-        Espero que lo invitaras- le dijo James a Harry con seriedad- porque si no te desheredo.

-        Tranquilo papá,- le respondió Harry sonriente- lo hice.

Harry salió al pasillo. Cuando vivía con los Dursley nunca había tenido dinero para comprarse golosinas y, puesto que tenía los bolsillos repletos de monedas de oro, plata y bronce, estaba listo para comprarse todas las barras de chocolate que pudiera llevar.

-        Ese es el espíritu- afirmaron los merodeadores orgullosos.

Pero la mujer no tenía Mars.

-        ¿Eso es un dulce muggle? – preguntó Sirius desconcertado.

-        Sí – afirmó Dursley,- y uno muy bueno.

En cambio, tenía Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero,

Los ojos de Sirius, Ron y Dursley se iban abriendo cada vez más al mencionar las golosinas, los del último rebozaban de curiosidad mientras que los otros dos se relamían los labios.

varitas de regaliz y otra cantidad de cosas extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada, compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de bronce.

-        ¿Onze sickles y siete knuts?- repitió su madre horrorizada.

-        Lo que tienes que hacer es comprar todo el carrito- afirmó James.

-        Estos dos- les explicó Remus señalando a Sirius y James.- Siempre competían para ver quién compraba antes el carrito.

-        Eso- dijo Sirius- si llegábamos antes de que tú- le señaló acusadoramente- hubieses comprado todos los artículos que llevaban chocolate.- Los tres se echaron a reír  carcajadas mientras el gran comedor los veía incrédulos. Al terminar Remus sacó tres ranas de chocolate y dio una a cada uno de sus mejores amigos antes de devorar la suya.

Ron lo miraba asombrado, mientras Harry depositaba sus compras sobre un asiento vacío.
—Tenías hambre, ¿verdad?
—Muchísima —dijo Harry, dando un mordisco a una empanada de calabaza.
Ron había sacado un arrugado paquete, con cuatro bocadillos. Separó uno y dijo:
—Mi madre siempre se olvida de que no me gusta la carne en conserva.

-        Lo lamento Ron- la señora Weasley parecía a punto de llorar.

-        No importa mamá- se apresuró a afirmar Ron.- Entiendo que tienes poco tiempo con siete hijos y todo.- Molly le sonrió a su hijo pero todavía parecía triste.

—Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry, alcanzándole un pastel—. Sírvete...
—No te va a gustar, está seca —dijo Ron—. Ella no tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—... Ya sabes, con nosotros cinco.
—Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que nunca había tenido nada que compartir o, en realidad, nadie con quien compartir nada.

Dudley bajó la cabeza, apenado, pero Harry le sonrió.

Era una agradable sensación, estar sentado allí con Ron, comiendo pasteles y dulces (los bocadillos habían quedado olvidados).

-        ¿Con que esas tenemos eh?- les dijo Molly en broma, ellos sin embargo no lo notaron.

-        Es que eran dulces y pasteles mamá- intentó defenderse Ron.

-        Y claro, estaban  mucho más buenos que los tontos bocadillos de mamá.- siguió ella divertida por la cara de su hijo.

-        Yo no quise decir eso- afirmó Ron- Es solo…

-        Molly te está tomando el pelo sobrinito- le explicó Guideon ganándose una cachetada de esta y una mala mirada de su gemelo que se había estado divirtiendo de lo lindo. Sin embargo Ron respiró tranquilo.

—¿Qué son éstos? —Preguntó Harry a Ron, cogiendo un envase de ranas de chocolate—. No son ranas de verdad, ¿no?—Comenzaba a sentir que nada podía sorprenderlo.
—No —dijo Ron—. Pero mira qué cromo tiene. A mí me falta Agripa.
— ¿Qué?
—Oh, por supuesto, no debes saber... Las ranas de chocolate llevan cromos, ya sabes, para coleccionar, de brujas y magos famosos. Yo tengo como quinientos, pero no consigo ni a Agripa ni a Ptolomeo.

-        ¿En serio tienes tantos cromos?- le preguntó Seamos con admiración.

-        Ahora más, solo me falta Agripa y tengo unos cuantos repetidos.- le respondió este encogiéndose de hombros.

Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello plateado suelto, barba y bigotes.

-        Ey tu primer cromo fue el viejo Dumby- dijo Sirius y los bromistas y el director rompieron a reír.

Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore.
— ¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
— ¡No me digas que nunca has oído hablar de Dumbledore! —Dijo Ron—. ¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa... Gracias...
Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó:

Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente,

Todo el mundo del gran comedor asintió bajo la mirada furiosa de Umbridge.

Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald

Nadie se percató de la mirada triste que apareció en los ojos del aludido.

en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel.

El trío evitó mirarse para no romper a reír horas de biblioteca para terminar encontrándose el nombre en un cromo.

El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos.

Varios rieron por lo bajo secundados por el propio Dumbledore.

Harry dio la vuelta otra vez al cromo y vio, para su asombro, que el rostro de Dumbledore había desaparecido.

-        ¿Desapareció?- preguntó Dudley sorprendido.

-        ¿Curioso verdad?- le dijo Colin.- A mi también me sorprendió cuando me enteré. Mira- Y le enseñó una foto donde se veía el equipo de Quiddich de Griffindor entrenando en su segundo año.  Los ojos del Dursley se abrieron desmesuradamente en el momento que una budget salía de la foto al mismo momento que Oliver paraba un tiro de Alicia.

-        ¿Puedo quedármela?- le preguntó a Colin con la vista aún en la foto.

-         Claro pero no se la enseñes a ningún muggle que no conozca la magia- le respondió.

— ¡Ya no está!  
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo Ron—. Ya volverá. Vaya, me ha salido otra vez Morgana y ya la tengo seis veces repetida... ¿No la quieres? Puedes empezar a coleccionarlos.
Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de chocolate, que esperaban que las desenvolvieran.

-        Serás goloso- le riñó Hermione riendo junto con Harry.

—Sírvete —dijo Harry—. Pero oye, en el mundo de los muggles la gente se queda en las fotos.
— ¿Eso hacen? Cómo, ¿no se mueven? —Ron estaba atónito—. ¡Qué raro!

-        No por favor- suplicó Molly- Que no siga los pasos de su padre en ese aspecto- los dos aludidos se sonrojaron.

Harry miró asombrado, mientras Dumbledore regresaba al cromo y le dedicaba una sonrisita. Ron estaba más interesado en comer las ranas de chocolate que en buscar magos y brujas famosos, pero Harry no podía apartar la vista de ellos. Muy pronto tuvo no sólo a Dumbledore y Morgana, sino también a Ramón Llull, al rey Salomón, Circe, Paracelso y Merlín. Hasta que finalmente apartó la vista de la druida Cliodna, que se rascaba la nariz,

-        Siempre hace eso- se quejaron varias personas.

para abrir una bolsa de grageas de todos los sabores.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno Ron—. Cuando dice «todos los sabores», es eso lo que quiere decir. Ya sabes, tienes todos los comunes, como chocolate, menta y naranja, pero también puedes encontrar espinacas, hígado y callos.

-        Que pasada- afirmó Dudley. Ernie, de Huppelpuff, le envió una caja.- Gracias.- le dijo.

-        No te lo comas Dudley- le ordenó su padre.

-        Vamos papá, no son mala gente- insistió Dudley.

-        Dije que no- le gritó Vernon frustrado de estar en el suelo.

-        Y yo le doy permiso- le contestó Petunia- Yo misma tomé de esos dulces y la  verdad es que son divertidos.- Dudley se llevó uno marrón a la boca.

-        Tierra, que asco- dijo causando la risa del gran comedor. Dudley les ofreció a los de su alrededor pero se veía muy poco acostumbrado a hacerlo puesto que les puso los caramelos debajo la nariz.

George dice que una vez encontró una con sabor a duende.

Todo el mundo rió excepto Molly, Arthur, Percy, Charlie y Bill. Este último les dio un golpe a cada uno de los gemelos y Charlie les dijo:

-        Y os sorprende que Ron tenga complejo  de inferioridad.- Ellos se miraron culpables.

-        Si queréis dejar en ridículo a alguien- dijo Percy- dejadme a mí pero a Ron no lo molestéis tanto.

-        Vamos chicos- se metió Ron.- Fue solo una broma.

Ron eligió una verde,

-        Jamás elijas las verdes- le dijo James. Dudley que en ese momento tenía una de ese color en la mano, la dejo otra vez.

la observó con cuidado y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.

-        Lo que yo dije.- afirmó James con petulancia.

Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos los sabores. Harry encontró tostadas, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas, café, sardinas y fue lo bastante valiente para morder la punta de una gris, que Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.

Dudley miró sorprendido los caramelos que tenía delante y le brillaron los ojos.

En aquel momento, el paisaje que se veía por la ventanilla se hacía más agreste. Habían desaparecido los campos cultivados y aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas de color verde oscuro. Se oyó un golpe en la puerta del compartimiento, y entró el muchacho de cara redonda que Harry había visto al pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy afligido.

-        Déjanos adivinar- pidió Seamus.

-        Neville a perdido su sapo- terminó Dean riendo como todos los de su generación.

—Perdón —dijo—. ¿Por casualidad no habréis visto un sapo?

La risa se multiplicó e incluso el aludido y sus familiares reían.

Cuando los dos negaron con la cabeza, gimió.
— ¡Lo he perdido! ¡Se me escapa todo el tiempo! 

-        No tienes que jurarlo- afirmó Hannah desde su mesa. Neville le sonrió causando el sonrojo de esta.

—Ya aparecerá —dijo Harry.
—Sí —dijo el muchacho apesadumbrado—. Bueno, si lo veis...
Se fue.
—No sé por qué está tan triste —comentó Ron—. Si yo hubiera traído un sapo lo habría perdido lo más rápidamente posible.

-        Tu mascota era mil veces mejor que la mía Neville- afirmó Ron con convicción- Además no soy nadie por decir eso. Lo lamento.

-        No importa- dijo Neville rápidamente.

Aunque en realidad he traído a Scabbers,  Así que no puedo hablar.
La rata seguía durmiendo en las rodillas de Ron.
 —Podría estar muerta y no notarías la diferencia —dijo Ron con disgusto—. Ayer traté de volverla amarilla para hacerla más interesante, pero el hechizo no funcionó. Te lo voy a enseñar, mira...

Los gemelos negaron con la cabeza, divertidos, y Bill se preparó para darles otro golpe.

Revolvió en su baúl y sacó una varita muy gastada. En algunas partes estaba astillada y, en la punta, brillaba algo blanco.
—Los pelos de unicornio casi se salen. De todos modos...

Esta vez los Weasley no bajaron la cabeza y aguantaron, desafiantes, las miradas burlonas de los sangre-pura.

Acababa de coger la varita cuando la puerta del compartimiento se abrió otra vez. Había regresado el chico del sapo, pero llevaba a una niña con él. La muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.

Hermione se ruborizó y cruzó los dedos debajo de la mesa: Que no sea muy humillante pensaba.

— ¿Alguien ha visto un sapo? Neville perdió uno —dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo color castaño y los dientes de delante bastante largos.

-        Una belleza vaya- dijo Pansy con sorna. Hermione bajo la cabeza pero la volvió a levantar cuando oyó que Ron replicaba:

-        Tú lo has dicho,- Le contestó Ron- lástima que no podamos decir lo mismo de ti- Pansy miró a Draco esperando que el la defendiera pero este estaba muy ocupado lanzándole una sonrisa encantadora y adorable a Astória Greengrasse. Pansy palideció de rabia mientras Ron se giraba hacia sus hermanos que le miraban burlones- Una broma y no soy responsable de mis actos.- Ninguno abrió la boca pero sus expresiones hablaban por ellos. Hermione le musitó un “Gracia” y le cogió la mano por debajo de la mesa toda ruborizada.

—Ya le hemos dicho que no —dijo Ron, pero la niña no lo escuchaba. Estaba mirando la varita que tenía en la mano.
—Oh, ¿estás haciendo magia? Entonces vamos a verlo.
Se sentó. Ron pareció desconcertado.
—Eh... de acuerdo. —Se aclaró la garganta—. «Rayo de sol, margaritas, volved amarilla a esta tonta ratita.»

Los gemelos recibieron otro golpe pero eso no evitó que se echaran a reír junto con todo el gran comedor.

Agitó la varita, pero no sucedió nada. Scabbers siguió durmiendo, tan gris como siempre.
— ¿Estás seguro de que es el hechizo apropiado? —preguntó la niña—. Bueno, no es muy efectivo, ¿no? Yo probé unos pocos sencillos, sólo para practicar, y funcionaron. Nadie en mi familia es mago, fue toda una sorpresa cuando recibí mi carta, pero también estaba muy contenta, por supuesto, ya que ésta es la mejor escuela de magia, por lo que sé. Ya me he aprendido todos los libros de memoria,

Todos, incluyendo los profesores la miraron incrédulos.

-        Solo Hermione- exclamaron Ron y Harry.

desde luego, espero que eso sea suficiente... Yo soy Hermione Granger. ¿Y vosotros quiénes sois?
Dijo todo aquello muy rápidamente. Harry miró a Ron y se calmó al ver en su rostro aturdido que él tampoco se había aprendido todos los libros de memoria.

-        Es que eso no lo hizo ni Lunático- dijo James aún pasmado.

-        Ni siquiera Lily- le secundó Sus también asombrada.

—Yo soy Ron Weasley —murmuró Ron.
—Harry Potter —dijo Harry.
— ¿Eres tú realmente? —dijo Hermione—. Lo sé todo sobre ti, por supuesto, conseguí unos pocos libros extra para prepararme más y tú figuras en Historia de la magia moderna, Defensa contra las Artes Oscuras y Grandes eventos mágicos del siglo XX.

-        Si que eres famoso- le dijo su padre, él, por toda respuesta, bufó.

— ¿Estoy yo? —dijo Harry, sintiéndose mareado.

-        Como para no estarlo- dijo Lily comprensiva. Snape miraba a Harry atontado y por dentro se repetía: Diga lo que diga el libro es arrogante como su padre, arrogante como su padre…

—Dios mío, no lo sabes. Yo en tu lugar habría buscado todo lo que pudiera —dijo Hermione—. ¿Sabéis a qué casa vais a ir? Estuve preguntando por ahí y espero estar en Gryffindor,

La mesa en cuestión apladió.

parece la mejor de todas. Oí que Dumbledore estuvo allí, pero supongo que Ravenclaw no será tan mala...

-        No será tan mala- repitió Terry indignado.

-        Quería decir que para mí es la segunda mejor.- Dijo Hermione- Y ahora no os ofendáis los Huppelpuff, pensaba en una casa para mi y mis aptitudes se ajustan más a esas dos.- esas dos casas asintieron sin mucha convicción.

De todos modos, es mejor que sigamos buscando el sapo de Neville. Y vosotros dos deberíais cambiaros ya, vamos a llegar pronto. Y se marchó, llevándose al chico sin sapo.
—Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no esté

Ron bajo la cabeza mientras Hermione le miraba ofendida. Ella hizo un intento para retirar la mano pero Ron la detuvo y le dio un apretón para disculparse. El comedor estaba extrañado, hasta ese instante parecía que no fueran a ser amigos.

—dijo Ron. Arrojó su varita al baúl—. Qué hechizo más estúpido, me lo dijo George.

Este recibió una felicitación de los Prewet y su hermano pero también un golpe de Charlie y una mala mirada de los otros Weasley.

Seguro que era falso.
— ¿En qué casa están tus hermanos? —preguntó Harry
—Gryffindor —dijo Ron. Otra vez parecía deprimido—. Mamá y papá también estuvieron allí. No sé qué van a decir si yo no estoy. No creo que Ravenclaw sea tan mala, pero imagina si me ponen en Slytherin.

Desheredado murmuraron los Wealsey, Prewet y los merodeadores. Harry tragó con dificultad intentando no pensar en lo que dirían  durante la selección.

— ¿Esa es la casa en la que Vol... quiero decir Quien-tú-sabes... estaba?
—Ajá —dijo Ron. Se echó hacia atrás en el asiento, con aspecto abrumado.
— ¿Sabes? Me parece que las puntas de los bigotes de Scabbers están un poco más claras —dijo Harry, tratando de apartar la mente de Ron del tema de las casas—.

-        Gracias- le murmuró Ron. Harry le restó importancia con un gesto.

Y, a propósito, ¿qué hacen ahora tus hermanos mayores?
Harry se preguntaba qué hacía un mago, una vez que terminaba el colegio.
—Charlie está en Rumania, estudiando dragones,

-        ¿Cómo no se nos ocurrió ese trabajo Cornamenta?- le preguntó Sirius a James mientras Hagrid le sonreía a Charlie.

-        Porque nos fuimos a perseguir mortífagos- le respondió este.

y Bill está en África, ocupándose de asuntos para Gringotts

-        También es un buen trabajo- afirmó Remus. Bill sonrió.

—explicó Ron—. ¿Te enteraste de lo que pasó en Gringotts?  Salió en El Profeta, pero no creo que las casas de los muggles lo reciban: trataron de robar en una cámara de alta seguridad.

-        ¿En serio?- preguntó Bill asustado. Ron asintió.

Harry se sorprendió.
—¿De verdad? ¿Y qué les ha sucedido?
—Nada, por eso son noticias tan importantes. No los han atrapado. Mi padre dice que tiene que haber un poderoso mago tenebroso para entrar en Gringotts, pero lo que es raro es que parece que no se llevaron nada.

Bill escuchaba atentamente y con los ojos bien abiertos ya que cuando ocurrió él estaba en Egipto.

Por supuesto, todos se asustan cuando sucede algo así, ante la posibilidad de que Quien-tú-sabes esté detrás de ello.
Harry repasó las noticias en su cabeza. Había comenzado a sentir una punzada de miedo cada vez que mencionaban a Quien-tú-sabes.

Ron lo miró incrédulo junto con la gran mayoría de personas del gran comedor.

Suponía que aquello era una parte de entrar en el mundo mágico, pero era mucho más agradable poder decir «Voldemort» sin preocuparse.

-        El temor a un nombre sólo incrementa el temor a lo nombrado-recitó Hermione.

— ¿Cuál es tu equipo de quidditch? —preguntó Ron.
—Eh... no conozco ninguno —confesó Harry.
— ¿Cómo? —Ron pareció atónito—. Oh, ya verás, es el mejor juego del mundo... —Y se dedicó a explicarle todo sobre las cuatro pelotas y las posiciones de los siete jugadores, describiendo famosas jugadas que había visto con sus hermanos y la escoba que le gustaría comprar si tuviera el dinero.

-        Gracias a Dios- murmuraron los del equipo de Quiddich y James, incluyendo al propio Harry.

Le estaba explicando los mejores puntos del juego, cuando otra vez le abrió la puerta del compartimiento, pero esta vez no era Neville, el chico sin sapo, ni Hermione Granger.

-        Era alguien mucho más desagradable- comentó Ron en voz alta.

Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame Malkin.

-        Totalmente de acuerdo- afirmaron los gemelos.

Miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon.
— ¿Es verdad? —preguntó—. Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?

-        No es asunto tuyo- le respondió James gritando.

—Sí —respondió Harry. Observó a los otros muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares.

-        No solo lo parecen- se oyó murmurar en diversos puntos del comedor.

Situados a ambos lados del chico pálido, parecían guardaespaldas.

-        Todo Malfoy tiene sus guardaespaldas- afirmó James.

-        Gente sin cerebro ni personalidad cuyo padre es un buey- continuó Sirius.

-        Y que han sido educados para obedecer. – Terminó Remus- Aunque creo que es mejor así, que como mínimo van atados.

—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el muchacho pálido con despreocupación, al darse cuenta de que Harry los miraba—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy.

-        Veo que mi querida prima Cissy sigue con la desagradable costumbre de poner nombres de estrellas a los pobres niños- Comentó Sirius.

-        Mi madre no es nada tuyo- le gritó Draco.

-        Para mi desgracia si lo es sobrinito.- dijo poniendo especial sorna en la última palabra.

Ron dejó escapar una débil tos, que podía estar ocultando una risita.

-        Totalmente comprensible- afirmaron sus tíos.

Draco (dragón) Malfoy lo miró.
—Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.

La mesa de Griffindor al completo, media mesa de Huppelpuff y unos cuantos Ravenclaw se levantaron con la varita en alto. Draco estaba hundido en su asiento repasando mentalmente cuantas veces había insultado a los Weasley. Por suerte para él, Arthur habló:

-        No vale la pena rebajarse a discutir con purria como esa chicos- dijo- además aunque el hijo es un deslenguado arrogante, mejor acabamos de leer el libro y vamos a por el padre.- Los que se habían levantado asintieron a regañadientes y se sentaron de nuevo, no sin antes lanzarle una mirada envenenada a Draco.

Se volvió hacia Harry.
—Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry;

-        No la aceptes- le dijo su padre con una voz autoritaria nada propia de él.

-        Jamás lo haría- afirmó Harry

pero Harry no la aceptó.
—Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias —dijo con frialdad.
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas.
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —dijo con calma—. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.

-        Si te refieres a ser una magnifica persona sin tontos prejuicios tienes toda la razón- dijo Sirius- Harry a terminado siendo como ellos.

Harry y Ron se levantaron al mismo tiempo. El rostro de Ron estaba tan rojo como su pelo.

-        Efecto Weasley- murmuraron Alicia, Angelina, Hermione, Harry y los gemelos Prewet.

—Repite eso —dijo.
—Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló Malfoy.
—Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, con más valor que el que sentía, porque Crabbe y Goyle eran mucho más fuertes que él y Ron.

-        Si se parecen a sus padres no sabrán ni coger la varita- dijo Remus con desdén.- El truco es evitar el enfrentamiento físico y lanzar hechizos desde distintos ángulos.

—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece que todavía tenéis algo.

-        Eso es robar señor Malfoy- exclamó McDonagall- Diez puntos menos para cada  uno.

Goyle se inclinó para coger una rana de chocolate del lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible.

-        Bien.- exclamaron tres de las cuatro mesas.

Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle, con los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos. 

Ron, Harry y Hermione intercambiaron miradas incrédulas. Lo mismo hicieron Remus y Sirius.

Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor, hasta que, finalmente, Scabbers salió volando, chocó contra la ventanilla

Los de antes sonrieron disimuladamente.

y los tres muchachos desaparecieron. Tal vez pensaron que había más ratas entre las golosinas, o quizás oyeron los pasos porque, un segundo más tarde, Hermione Granger volvió a entrar.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola.
—Creo que se ha desmayado —dijo Ron a Harry.

-        ¿Ignoraste a Hermione?- le preguntó Parvati incrédula.

-        Sí.- dijo- Lo lamento Hermione.- Ella le sonrió y le apretó la mano, que todavía estaba unida a la suya.

Miró más de cerca a la rata—. No, no puedo creerlo, ya se ha vuelto a dormir.
Y era así.
— ¿Conocías ya a Malfoy?
Harry le explicó el encuentro en el callejón Diagon.
—Oí hablar sobre su familia —dijo Ron en tono lúgubre—. Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que los habían hechizado.

-        ¿Y el ministerio se lo creyó?- preguntó Frank incrédulo.

-        Sí,- dijo Sus con amargura- y desde entonces no para de hacer generosas contribuciones.

-        ¿Ese tipo comete asesinatos y lo dejan libre a cambio de dinero?- preguntó una Alice colérica,

-        No había pruebas fehacientes…-empezó el Ministro.

-        Entiendo- dijo Lia- las contribuciones no solo son para el Ministerio sino también para el Ministro ¿NO?- preguntó furiosa. Fudge enrojeció pero no replicó.

Mi padre no se lo cree. Dice que el padre de Malfoy no necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro.

-        Exactamente- afirmaron todos los de la orden presente o pasada.

—Se volvió hacia Hermione—. ¿Podemos ayudarte en algo?
—Mejor que os apresuréis y os cambiéis de ropa. Acabo de ir a la locomotora, le pregunté al conductor y me dijo que ya casi estamos llegando. No os estaríais peleando, ¿verdad? ¡Os vals a meter en líos antes de que lleguemos!

-        No los culpes a ellos- dijo Lily golpeando a James- es culpa de este y de sus espantosos genes que atraen a los líos.

—Scabbers se estuvo peleando, no nosotros —dijo Ron, mirándola con rostro severo—. ¿Te importaría salir para que nos cambiemos?
—Muy bien... Vine aquí porque fuera están haciendo chiquilladas y corriendo por los pasillos —dijo Hermione en tono despectivo—. A propósito, ¿te has dado cuenta de que tienes sucia la nariz?

Se oyeron varias risitas de fondo.

Ron le lanzó una mirada de furia mientras ella salía. Harry miró por la ventanilla. Estaba oscureciendo. Podía ver montañas y bosques, bajo un cielo de un profundo color púrpura. El tren parecía aminorar la marcha. Él y Ron se quitaron las camisas y se pusieron las largas túnicas negras. La de Ron era un poco corta para él, y se le podían ver los pantalones de gimnasia. Una voz retumbó en el tren.
—Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio.
El estómago de Harry se retorcía de nervios y Ron, podía verlo, estaba pálido debajo de sus pecas.

-        Todos estamos nerviosos en nuestro primer año- afirmó Tonks sonriente.

Llenaron sus bolsillos con lo que quedaba de las golosinas y se reunieron con el resto del grupo que llenaba los pasillos. El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Harry se estremeció bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos,

-        Hagrid- dijeron contentos los merodeadores y Frank.

y Harry oyó una voz conocida:
— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry?
La gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría sobre el mar de cabezas.

-        Siempre estoy feliz de ver a nuevos alumnos- afirmó este.

—Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Harry pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.

-        ¿Es solo mi sensación o me pase mi primer curso sollozando?- dijo Neville todo sonrojado.

-        Solo tu sensación- dijeron rotundamente Harry y Ron.

—En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!

-        Es siempre increíble- dijo Charlie con ojos soñadores.

El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
— ¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry y Ron subieron a uno, seguidos por Neville y Hermione.
— ¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo  
—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía.

-        Donde esta prohibido bañarse- dijo Hagrid sonriendo abiertamente a los merodeadores.

-        Nos lo tendrías que haber dicho antes Hagrid- afirmo Sirius.

-        Era de sentido común- le replicó Remus.

-        ¿Y por que te bañaste entonces?- le preguntó “inocentemente” James.

-        Porque tú me tiraste al agua mientras Sirius iba a por Peter.

— ¡Bajad las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros. 
— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.

-        Gracias Hagrid- le dijo Neville.

—¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.
— ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.

-        Bien ahora almorzaremos muchachos- dijo el director y las mesas se llenaron de exquisitos manjares.

3 comentarios:

  1. Hola¡¡
    Soy mary_alice_cullen en Potterfics. Me fastidia mucho q tengas q borrar tu historia alli, pero tranquila, yo te seguire aqui, aunque me costara muchisimo mas

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  2. Oola!! yo tambien escribia una historia en potterfics parecida a la tuya (que por cierto me encanta y la sigo desde el principio). He pensado que a lo mejor creo una pagina web en la que voy a ir subiendo todas mis historias si puedo conseguir me mas gente intervenga y hacer algo asi tipo potterfics o fanfiction me gustaria que sbieras tu tamibien tis historias :) ya me diras
    ciao
    besos

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  3. ¿cuando actualizas?

    plis hazlo ya¡¡

    saludos, Katie Wood en Potterfics

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