jueves, 29 de diciembre de 2011

El espejo de Oesed

Cuando todos teminaron de comer Dumblendore cogió el libro.

-        Si no hay ninguna objeción yo leeré el siguiente- Dijo y como todos callaron prosiguió- El espejo de Oesed

Harry y Ron se miraron, inquietos, pensando con nerviosismo que dirian sus padres al saber sus deseos mientras que los ojos de Dumblendore brillaron divertidos.

Se acercaba la Navidad.

El gran comedor al completo aplaudió.

Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve.

Varios suspiraron nostálgicos, entre ellos los merodeadores mientras que Tonks tembló un poco, unir su falta de coordinación (torpeza) con la nieve no era una buena idea.

El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante.

Muchos rieron, Harry a carcajadas, Molly se dispus a regañarlos pero vio que Ron había palidecido mientras que Hermione tenía una mueca de preocupación.

-        ¿Creeís que se acuerda?- murmuró Ron, aún así lo oyó la gran mayoría del comedor.

-        Como se va a acordar.- dijo Fred.

-        Quierell murió en ese incidente de primero- continuo George. Los aurores y Remus no pasaron por alto esa información.- Además fue solo una broma que nos iba a hacer el po pobre pro profesor Qui Quirell- finalizó imitando el tartamudeo del antiguo profesor.

-        No me refería a Quirell- le respondió Ron tajante- ¿Qué opinas Harry?

-        Que si se acordara y supiese que fueron ellos ya estarían muertos.- Repuso Harry. Ron se relajó contrariamente con lo que pasó en el resto del comedor. Antes que nadie pudiese preguntar nada el director continuo.

Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez.  Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Gryffindor y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas.

Varios pusieron mala cara, sobretodo Alice que le dedicó, junto con la señora Pomfrey, una mala mirada al director. Este decidió continuar antes de que le regañaran una madre y una enfermera sobreprotectoras por la salud de sus alumnos.

Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape,

-        Todo lo que está relacionado con Snape es lo peor siempre.- dijo Sirius.

-        Casi siempre- le corrigió su casi hermano mirando con adoración a Lily.

Abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes.
—Me da mucha lástima —dijo Draco Malfoy, en una de las clases de Pociones— toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

-        Malfoy- gruñó James. Este se hundió en el asiento.

-        No debería decirle eso a Harry- dijo Petúnia- Pero el muchacho solo ha dicho la verdad aunque la culpa de eso sea mía y no de Harry.

-        Tal vez tengas razón- admitió Lily- Pero decirlo es muy cruel por parte del niño.- Fulminó a este con la mirada. Por suerte para el rubio el director prosiguió.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry. Crabbe y Goyle lanzaron risitas burlonas.

-        Aunque probablemente ni siquiera habían entendido lo que había dicho- apuntó Terry con una mueca de profundo desprecio. La mayoría asintió, entre ellos muchos Slythern y, aunque Draco no lo hizo, el príncipe de las serpientes estaba completamente de acuerdo con el joven Ravenclaw.

Harry, que estaba pesando polvo de espinas de pez león, no les hizo caso.

-        Bien hecho- dijeron a la vez Minie y Lily.

Después del partido de quidditch, Malfoy se había vuelto más desagradable que nunca.

-        Parece ser que alguien no sabe perder- se burló Oliver.

Disgustado por la derrota de Slytherin, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo conuna gran boca podía reemplazar a Harry como buscador.

-        Que gracioso- ironizó Sirius- seguro que tú lo hubiese hecho mejor ¿no? Y por supuesto no abrías caído cuando alguien- miró a Snape- cazó la escoba.- Malfoy guardó silencio a sabiendas de que si decía que sí el profugo sería capaz de obligarlo a demostrarlo.

Pero entonces se dio cuenta de que nadie lo encontraba gracioso,

-        ¿No será porque no tiene gracia?- preguntó Tonks burlona.

Porque estaban muy impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su escoba. Así que Malfoy; celoso y enfadado, había vuelto a fastidiar a Harry por no tener una familia apropiada.

Dudley y Petunia bajaron la cabeza mientras Vernon Dursley les miraba furiosos.

Era verdad que Harry no iría a Privet Drive para las fiestas. La profesora McGonagall había pasado la semana antes, haciendo una lista de los alumnos que iban a quedarseallí para Navidad, y Harry puso su nombre de inmediato.

-        Igualito a su padrino- comentó Frank sonriendo con nostálgia.

Y no se sentía triste, ya que probablemente ésa sería la mejor Navidad de su vida.

-        Claro que sí- aseguró Sirius- las navidades en Hogwarts son geniales.

Ron y sus hermanos también se quedaban, porque el señor y la señora Weasley se marchaban a Rumania, a visitar a Charles.

-        Fue genial- aseguró Ginny.- Hasta vi como nacía un dragón.- Harry, Ron, Hermione y Hagrid intercambiaron miradas.- ¿Verdad Charles?.-preguntó. Charlie hizo una mueca.

-        No me llames así no lo soporto.- la regañó- Soy Charlie, no Charles. Que alguien corrija el maldito libro.- pidió o más bien ordenó.

-        Que no te vuelva oir hablando así y en ese tono Charles.- le ordenó su madre causando risas entre el comedor y una mala cara del aludido.

Cuando abandonaron los calabozos, al finalizar la clase de Pociones, encontraron un gran abeto que ocupaba el extremo del pasillo.

-        No suelen ponerlos allí- dijo Luna inocentemente mientras Hermione rodaba los ojos.

-        Seguramente lo cargaba Hagrid para llevarlo al gran comedor Luna- le explicó Ginny fulminando a Hermione con la mirada.

-        Ah- dijo Luna- Pensaba que tal vez unos narggles traviesos lo habían cambiado de lugar.- Muchos bufaron de risa pero nadie se atrevió a soltar una carcajada por la mirada que les lanzó la pelirroja. Lia miró a Molly con agradecimiento y ella se encogió de hombros con una sonrisa orgullosa.

Dos enormes pies aparecían por debajo de l árbol y un gran resoplido les indicó que Hagrid estaba detrás de él.

-        Tenias razón Ginny- puntualizo Luna sonriendo.

—Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? —preguntó Ron,

-        Muy bien hecho Ron- le felicitó Molly inchando el pecho de orgullo por su hijo y este se ruborizó completamente.

metiendo la cabeza entre las ramas.
—No, va todo bien. Gracias, Ron.
—¿Te importaría quitarte de en medio? —La voz fría y  gangosa de Malfoy

Fría y Gangosa- repitió Malfoy en sus pensamientos-  mi voz no es fría y gangosa, fría tal vez pero ¿gangosa? Potter está loco. Este era su pensamiento mientras en su mesa la mayoría intentaba disimular la risa (las otras mesas no se preocupaban por disimularla). Draco vio que los únicos que no se estaban riendo eran Nott, Zabinni y la pequeña de los Greengrasse y les sonrió agradecido. Los dos primeros le devolvieron la sonrisa mientras que la última se sonrojó un poco aunque lo disimuló con indiferéncia.

 llegó desde atrás—. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley?

-        No- contestó Arthur- simplemente que le tiene educación y un gran corazón que le lleva a ayudar a los otros.- Ron se ruborizó aunque estaba encantado de oír a su padre hablar así de él.- Aunque sin duda tú no sabrás lo que es ayudar a los demás desinteresadamente.

Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.

Esta vez solo recibió malas miradas de todo el gran comedor y veinte puntos menos a manos de una Minie enojadicima.

Ron se lanzó contra Malfoy justo cuando aparecía Snape en lo alto de las escaleras.

Los meodeadores soltaron gruñidos y los Weasley mayores felicitaron a Ron por su intento de golpear a Malfoy.

—¡WEASLEY!
Ron soltó el cuello de la túnica de Malfoy.
—Lo han provocado, profesor Snape —dijo Hagrid, sacando su gran cabeza peluda por encima del árbol—. Malfoy estaba insultando a su familia.

-        Dudo mucho que le importe- gruñó James.

—Lo que sea, pero pelear está contra las reglas de Hogwarts, Hagrid —dijo Snape con voz amable—. Cinco puntos menos para Gryffindor; Weasley, y agradece que no sean más. Y ahora marchaos todos.

-        Os lo dije- dijo James molesto.

-        Aun así tiene razón en que Ron no debería haber saltado- dijo Lia al ver que todos le miraban mal añadió- Quiero decir que fue injustó que no le sacara puntos a Malfoy pero estaba en su derecho de sacarselos a Ron.

Malfoy, Crabbe y Goyle pasaron bruscamente, sonriendo con presunción.
—Voy a atraparlo —dijo Ron, sacando los dientes ante la espalda de Malfoy—. Uno de estos días lo atraparé...

-        Nosotros te ayudaremos- gruñeron todos sus hermanos.

—Los detesto a los dos —añadió Harry—. A Malfoy y  a Snape.

-        Yo también- se oyó a distintos lugares del comedor aunque sobretodo en Gryffindor.

—Vamos, arriba el ánimo, ya es casi Navidad —dijo Hagrid—. Os voy a decir qué haremos: venid conmigo al Gran Comedor; está precioso.

-        Siempre lo está en estas épocas- dijo Padma suspirando y con los ojos brillantes, en la mesa de Slytherin un moreno (Zabinni) tuvo que recibir una patada de Nott para que dejara de mirarla.

Así que los tres siguieron a Hagrid y su abeto hasta el Gran Comedor, donde la profesora McGonagall y el profesor Flitwick estaban ocupados en la decoración. El salón estaba espectacular.

-        Como siempre- dijo Parvati des de Gryffindor imitando a su gemela.

Guirnaldas de muérdago

Remus puso mala cara cosa que sus amigos notaron.

-        ¿Y esa cara Remus?- pregutnó James con tono burlon- ¿Acaso te traen recuerdos?

-        Tal vez de tu club de fans- sugirió Sirius y Tonks arqueó una ceja, eso ella no lo sabía.

-        ¿Club de fans?- preguntó Cormac MacLaggen.- Que guay.

-        Si que guay- ironizó Remus- Era muy divertido tener que huir de una panda de chicas locas que querían acorralarme bajo el muerdago.

-        Bueno Remus- se sumó Lia- Al fin y al cabo tu eras el duuuulce merodeador.- James y Sirius rompieron a reir junto con los demas de su generación mientras Remus les miraba con mala cara.

-        Ves como puede quererte alguien aun con tu problema- atacó Tonks.

-        Tonks si hubiesen sabido mi problema hubiesen escapado corriendo en desbandada.- aseguró Remus.- Más de una vez me sentí temptado a decirselo pero eso hubiese supuesto mi fin en Hogwarts. – Los de tercero para bajo miraron con curiosidad al profesor.

Y acebo colgaban de las paredes, y no menos de doce árboles de Navidad estaban distribuidos por el lugar, algunos brillando con pequeños carámbanos, otros con cientos de velas.
— ¿Cuántos días os quedan para las vacaciones? —preguntó Hagrid.
—Sólo uno —respondió Hermione—. Y eso me  recuerda... Harry, Ron, nos queda media hora para elalmuerzo, deberíamos ir a la biblioteca.

-        No creo que consigas que vayan a la biblioteca a solo un día de las vaciones.- dijo Sirius.

-        ¿Dies sicklets?- preguntó Remus y Sirius asintió.

—Sí, claro, tienes razón —dijo Ron,

Sirius pagó a Remus mientras todos miraron a Ron como si fuera un extraterrestre.

obligándose a apartar la vista del profesor Flitwick, que sacaba burbujas doradas de su varita, para ponerlas en las ramas del árbol nuevo.

Flitwick sonrió complacido.

— ¿La biblioteca? —preguntó Hagrid, acompañándolos hasta la puerta—. ¿Justo antes de las fiestas? Un poco triste, ¿no creéis?

-        Sí- gritaron todos los alumnos y los merodeadores.

—Oh, no es un trabajo —explicó alegremente Harry—. Desde que mencionaste a Nicolás Flamel, estamos tratando de averiguar quién es.

-        Menuda curiosidad- murmuró Kingsley.

-        Más bien menuda tenacidad- le corrigió Ojo loco- ¿Habéis pensado que vais a hacer cuando termineis la escuela?- les preguntó- Por que en el cuerpo de aurores no hacen falta personas como vosotros.- Los tres se ruborizaron completamente, aunque no era por menos, el admirado auror Alastor Moody les estaba proponiendo que fueran aurores.

-        Realmente nos gustaria.- dijo Ron que fue el primero en recuperar el habla.- A mi y a Harry- puntualizó- ¿Tú que dices Hermione?

-        Yo estoy algo cansada de jugarme la vida a diario- contestó poniendo a Molly los pelos de punta- pensaba hacer algo más pacífica, Leyes mágicas por ejemplo.

-        Una lástima- dijo el auror suspirando- Dos de tres tampoco está mal.- aseguró sonriendo a los dos muchachos. El gran comedor miraba con respeto y, en algunos casos envidia, al trío dorado.

— ¿Qué? —Hagrid parecía impresionado—.

-        Como si fuera para no estarlo.- dijo Alice sonriendo.

Escuchadme... Ya os lo dije... No os metáis. No tiene nada que ver con vosotros lo que custodia ese perro.
—Nosotros queremos saber quién es Nicolás Flamel, eso es todo —dijo Hermione.

-        Calro que sí- dijo Remus rodando los ojos.

—Salvo que quieras ahorrarnos el trabajo —añadió Harry—. Ya hemos buscado en miles de libros y no hemos podido encontrar nada... Si nos das una pista... Yo sé que leí su nombre en algún lado.

Tras estas palabras el trío de oro rompió a reír pero solo algunos (Remus, Dumby, Tonks…) lo entendieron.

— No voy a deciros nada —dijo Hagrid con firmeza.

-        No vais a sacarle nada cuando se pone así- aseguro Fabian.

-        Tal vez con dos botellas de agua de fuego.- Dejó caer Guideon ganandose varias miradas fulminantes y haciendo ruborizar al semi gigante.

— Entonces tendremos que descubrirlo nosotros —dijo Ron.

-        No os vais a rendir ¿eh Ron?- preguntó Bill con evidente orgullo.

-        Jamás- le respondió él sonriendo.

Dejaron a Hagrid malhumorado y fueron rápidamente a la biblioteca.
Habían estado buscando el nombre de Flamel desde que a Hagrid se le escapó, porque ¿de qué otra manera podían averiguar lo que quería robar Snape?

Este bufó exasperado y Lily y Molly miraron mal a sus hijos mientras que Sirius y James les sonreían.

El problema era la dificultad de buscar; sin saber qué podía haber hecho Flamel para figurar en un libro. No estaba en Grandes magos del siglo XX, ni en Notables nombres de la magia de nuestro tiempo; tampoco figuraba en Importantes descubrimientos en la magia moderna ni en Un estudio del reciente desarrollo de la hechicería.

-        ¿Mirastéis en todos estos libros?- preguntó Susan con los ojos como platos. Ellos solo asintieron.

Y además, por supuesto, estaba el tamaño de la biblioteca, miles y miles de libros, miles de estantes, cientos de estrechas filas...

James y Sirius fingieron un escalofrío bajo la mirada divertida del tercer merodeador.

Hermione sacó una lista de títulos y temas que había decidido investigar; mientras Ron se paseaba entre una fila de libros y los sacaba al azar.

-        Al azar y metodicamente- dijo Remus riendo- ¿Gracias a cual de los dos encontrasteis a Flamel?- preguntó curioso.

-        Gracias a Neville- respondió Harry sonriendo a un asombrado moreno sentado en su mesa.

Harry se acercó a la Sección Prohibida. Se había preguntado si Flamel no estaría allí.

-        No está allí- aseguró el director que parecía divertirse con los intentos de sus alumnos por descubrir a Flamel.

Pero por desgracia, hacía falta un permiso especial, firmado por un profesor, para mirar alguno de los libros de aquella sección, y sabía que no iba a conseguirlo.

-        Siempre se puede falsificar- dijo Dean encogiéndose de hombros y ganándose una mala mirada de sus profesores y una admirada de distintos alumnos.

Allí estaban los libros con la poderosa Magia del Lado Oscuro, que nunca se enseñaba en Hogwarts y que sólo leían los alumnos mayores, que estudiaban cursos avanzados de Defensa Contra las Artes Oscuras.

-        Y no todos- dijo Dumblendore- Esos libros, en las manos equivocadas, pueden hacer mucho daño.- aseguró y todos los profesores asintieron.

— ¿Qué estás buscando, muchacho?
—Nada —respondió Harry.

-        ¡Harry!- le riñó su padre- realmente necesitas una clase de cómo inventar excusas.

-        Cierto- corroboró Sirius- ahora os echará de la biblioteca.

-        ¿Los grandes merodeadores pisando la biblioteca?- preguntó Sus burlona.

-        Digamos que de primero a quinto visitamos bastante la sección de transfiguración- dijo James lanzandole una mirada complice a Remus.

-        ¿Cómo lo conseguiste?- le preguntó Lily a Remus.

-        Remus ni siquiera lo sabía- se defendió Sirius- es más de haberlo sabido nos lo hubiese prohibido.- Antes de que nadie le preguntase nada el director prosiguió.

La señora Pince, la bibliotecaria, empuñó un plumero  ante su cara.
—Entonces, mejor que te vayas. ¡Vamos, fuera!

-        Lo dije- aseguró Sirius ante la exasperación de sus amigos.

Harry salió de la biblioteca, deseando haber sido más rápido en inventarse algo.

-        Eso se aprende con la práctica- aseguró Remus.

Él, Ron y Hermione se habían puesto de acuerdo en que era mejor no consultar a la señora Pince sobre Flamel.

El gran comedor asintió de acuerdo con el trío dorado.

Estaban seguros de que ella podría decírselo, pero no podían arriesgarse a que Snape se enterara de lo que estaban buscando. Harry los esperó en el pasillo, para ver si los otros habían encontrado algo, pero no tenía muchas esperanzas.

-        Tu siempre tan optimista- dijo Ron medio divertido miedio exasperado y Hermione asintió con él.

Después de todo, buscaban sólo desde hacía quince días

¿Sólo?- dijo Dean- Porque para mí pasarse quince días en la biblioteca es bastante.- Los Ravenclaw y los Hufflepuff le miraron rodando los ojos pero los Gryffindor, excepto Hermione, y los Slytherin, excepto Nott, asintieron.

Y en los pocos momentos libres, así que no era raro que no encontraran nada. Lo que realmente necesitaban era una  buena investigación, sin la señora Pince pegada a sus nucas.

Esta les miró mal pero los que solían frecuentar la biblioteca asintieron.

Cinco minutos más tarde, Ron y Hermione aparecieron negando con la cabeza.

Se oyeron varios suspiros de desengaño.

Se marcharon a almorzar.
—Vais a seguir buscando cuando yo no esté, ¿verdad?

-        Esa era nuestra intención.- se defendieron los dos de la mirada que les mandó Hermione.

— dijo Hermione—. Si encontráis algo, enviadme una lechuza.

-        Me pase todas las vacaciones esperando la lechuza.- gruñó y sus amigos rieron por lo bajo.

—Y tú podrás preguntarle a tus padres si saben quién es Flamel

-        Seguro que dos muggles lo sabran- ironizó Zabinni y Ron se sonrojó.

—dijo Ron—. Preguntarles a ellos no tendrá riesgos.
—Ningún riesgo, ya que ambos son dentistas —respondió Hermione.

-        ¿Dentistas?- preguntaron todos los sangrepura curiosos y Hermione suspiró resignada.

-        Es una profesión muggle- explicó- reparan los dientes de las personas.

-        Más bien torturan a las personas con la excusa que les van a reparar los dientes- puntualizó Collin pálido. Varios hijos de muggle asintieron mientras que los otros no sabian si reír o girar los ojos.

Cuando comenzaron las vacaciones, Ron y Harry tuvieron mucho tiempo para pensar en Flamel. Tenían el dormitorio para ellos y la sala común estaba mucho más vacía que de costumbre, así que podían elegir los mejores sillones frente al fuego.

Los dos muchachos sonrieron con nostalgia.

Se quedaban comiendo todo lo que podían pinchar en un tenedor de tostar (pan, buñuelos, melcochas)

Molly, Lily y la señora Pomfrey les miraron mal pero, por suerte para los chicos, decidieron aplazar la riña sobre la importancia de comer bien.

y planeaban formas de hacer que expulsaran a Malfoy,

Los dos rieron mientras Draco les fulminaba con la mirada.

muy divertidas, pero imposibles de llevar a cabo.

-        Con un poco de ayuda merodeadora tampoco serían tan imposibles.- dejó caer Remus ante la mirada atónita y horrorizada de la profesora McGonagall.

-        Señor Lupin- exclamó- ¿podría fingir que es el estudiante modelo que yo creía que era?

-        No con estos cerca- repuso el hombre lobo señalando a sus dos mejores amigos.

Ron también comenzó a enseñar a Harry a jugar al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir un ejército en una batalla.

A Dudley le brillaron los ojos.

El juego de Ron era muy antiguo y estaba gastado. Como todo lo que tenía, había pertenecido a alguien de su familia, en este caso a su abuelo. Sin embargo, las piezas de ajedrez viejas no eran una desventaja.

-        Más bien lo contrario- afirmó Ron muy contento con sus piezas.

Ron las conocía tan bien que nunca tenía problemas en hacerles hacer lo que quería.

-        Bueno- repuso Bill- esas piezas le obedecieron des de el primer día. No para nada me pegó una paliza.- explicó y Ron sonrió orgulloso.


Harry jugó con el ajedrez que Seamus Finnigan le había prestado, y las piezas no confiaron en él.

-        Pero si estaba Seamus, ¿Cómo es que teníais el dormitorio para vosotros solos?- preguntó Luna.

-        Seamus me prestó el juego antes de irse- le explicó Harry y Luna asintió.

Él todavía no era muy buen jugador, y las piezas le daban distintos consejos y lo confundían, diciendo, por ejemplo: «No me envíes a mí. ¿No ves el caballo? Muévelo a él, podemos permitirnos perderlo».

Varios suspiraron al recordar el egoísmo de sus piezas.

En la víspera de Navidad, Harry se fue a la cama, deseoso de que llegara el día siguiente,

-        Claro que sí- dijo James- Mañana tendrás regalos.

-        Los tuve- dijo Harry sonriendo a Molly- pero no me los esperaba.- Todo el gran comedor fulminó con la mirada a Vernon y Petúnia Dursley, el primero les devolvió la mirada agresivamente mientras que la otra miraba el plato arrepentida y musitó un “lo siento” dirigido a Harry y a Lily, Harry lo aceptó pero Lily no contestó.

Pensando en toda la diversión y comida que lo aguardaban, pero sin esperar ningún regalo.

Las miradas se intensificaron.

Cuando al día siguiente se despertó temprano, lo primero que vio fue unos cuantos paquetes a los pies de su cama.
— ¡Feliz Navidad! —lo saludó medio dormido Ron, mientras Harry saltaba de la cama y se ponía la bata.
—Para ti también —contestó Harry—. ¡Mira esto! ¡Me han enviado regalos!

La gente miró con compasión al niño que vivió mientras Snape intentaba no sentir compasión por él.

— ¿Qué esperabas, nabos? —dijo Ron,

Varios rieron mientras Ron le sonreía a modo de disculpa  a Harry.

Volviéndose hacia sus propios paquetes, que eran más numerosos que los de Harry

-        Ventajas de tener una familia muy numerosa- dijeron todos los Weasley a la vez sonriendose entre sí.

Harry cogió el paquete que estaba más arriba. Estaba envuelto en papel de embalar y tenía escrito: «Para Harry de Hagrid».

-        Muchísimas gracias Hagrid- dijeron Lily, Harry y James a la vez.

Contenía una flauta de madera, toscamente trabajada. Era evidente que Hagrid la había hecho.

Harry le sonrió a Hagrid pensando en lo útil que le fue esa flauta.

Harry sopló y la flauta emitió un sonido parecido al canto de la lechuza.  El segundo, muy pequeño, contenía una nota. «Recibimos tu mensaje y te mandamos tu regalo de Navidad. De tío Vernon y tía Petunia.» Pegada a la nota estaba una moneda de cincuenta peniques.

Los hijos de muggles y media sangre les fulminaron con la mirada mientras los sangrepuras estaban muy confusos.

—Qué detalle —comentó Harry.

-        Lo decías ironicamente ¿no?- preguntó su madre toda tirante.

-        Bueno- dijo Harry- era el primer regalo de Navidad que me hacían- explicó ante el asombro de todo el comedor. Sirius se levantó y le pegó un puñetazo a Vernon dejandolo asombrado y con el su puño grabado en la mejilla.

-        Cuantas ganas tenía de hacer esto- gruñó Sirius su mirada era oscura como la noche y cuando se sentó le desordenó el pelo a su ahijado tiernamente- Nunca más dejes que te tranten así ¿Entendido?- le dijo y Harry asintió.

Ron estaba fascinado con los cincuenta peniques.

-        Tenías que parecerte a tu padre en este aspecto- se quejó Molly y todos los Weasley rieron mientras Arthur miraba orgullosamente a Ron.

— ¡Qué raro! —Dijo— ¡Qué forma! ¿Esto es dinero?
—Puedes quedarte con ella

-        Que amable- dijo Molly- Muchas gracias Harry.

-        De nada señora Weasley- dijo Harry- Era lo mínimo.

—dijo Harry, riendo ante el placer de Ron—. Hagrid, mis tíos... ¿Quién me ha enviado éste?
—Creo que sé de quién es ése —dijo Ron, algo rojo y señalando un paquete deforme—. Mi madre. Le dije que creías que nadie te regalaría nada y… oh, no —gruñó—, te ha hecho un jersey Weasley.

Los Weasley sonrieron encantados y Lily le dio las gracias unas mil veces a la señora Weasley.

Harry abrió el paquete y encontró un jersey tejido a mano, grueso y color verde esmeralda, y una gran caja de pastel de chocolate casero.
—Cada año nos teje un jersey —dijo Ron, desenvolviendo su paquete— y el mío siempre es rojo oscuro.

Algunos chicos miraron a Ron con envidia pensando en sus madres.

—Es muy amable de parte de tu madre —dijo Harry probando el pastel, que era delicioso.

-        Claro que sí- dijo Charlie todo orgulloso- mamá es la mejor cocinera del mundo- señaló mientras su padre, sus hermanos, Harry y Hermione asentían. Molly se ruborizó completamente y les sonrió muy contenta.

El siguiente regalo también tenía golosinas, una gran caja de ranas de chocolate, de parte de Hermione. Le quedaba el último. Harry lo cogió y notó que era muy ligero. Lo desenvolvió.  Algo fluido y de color gris plateado se deslizó hacia el suelo y se quedó brillando.

Los merodeadores se miraron entre ellos sonriendo mientras Lily negaba con la cabeza.

Ron bufó.
—Había oído hablar de esto —dijo con voz ronca, dejando caer la caja de grageas de todos los sabores, regalo de Hermione

-        Tiene que ser algo muy importante para que Ron haya dejado caer una caja de dulces que le ha regalado Hermione- apuntó Ginny mientras Ron se sonrojaba.

—. Si es lo que pienso, es algo verdaderamente raro y valioso.
— ¿Qué es?

-        Eso querríamos saber todos- dijo Kingsley.

Harry cogió el género brillante y plateado. El tocarlo  producía una sensación extraña, como si fuera agua convertida en tejido.
—Es una capa invisible

El gran comedor miró a Harry con envidia mientras todos se preguntaban quien le abría  regalado eso.

 —dijo Ron, con una expresión de temor reverencial—. Estoy seguro... Pruébatela.
Harry se puso la capa sobre los hombros y Ron lanzó un grito.
— ¡Lo es! ¡Mira abajo!
Harry se miró los pies, pero ya no estaban. Se dirigió al espejo. Efectivamente: su reflejo lo miraba, pero sólo su cabeza suspendida en el aire,

Draco fulminó a Harry con la mirada, no había olvidado el insidente de tercero.

Porque su cuerpo era totalmente invisible. Se puso la capa sobre la cabeza y su imagen desapareció por completo.
— ¡Hay una nota! —Dijo de pronto Ron—. ¡Ha caído una nota!
Harry se quitó la capa y cogió la nota. La caligrafía, fina y llena de curvas,

Minie fulminó al director con la mirada mientras el sonreía de manera inocente.

era desconocida para él. Decía:

Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir.


-        Potter, Black, Lupin- gritó Minerva ellos sonrieron con cara de angelitos- con razón no por los cogíamos nunca.

-        Aquí no dice que la tuviese ya en el colegio- dijo James.

-        Además si no nos pillabais era porque teníamos al cerebro criminal más grande de Hogwarts que se encargaba de hacer desaparecer las pruebas- dijo Sirius señalando a un sonrojado Remus.

-        Al tener esta información y si no me fayan los calculos- prosiguió Minerva sin hacer caso de las quejas de los merodeadores.- Tendreis que limpiar la sala de los trofeos sin magia 32 veces y ordenar la biblioteca, también sin magia, 29 veces.

-        Disculpe profesora- dijo Remus con su mejor tono de prefecto perfecto- Pero el hecho que tuviesemos una capa solo demuestra que pudimos haber hecho ciertas bromas no que las hicieramos así que tendrá que perdonarnos si nos negamos a cumplir el castigo por falta de pruebas.-Sus amigos le miraron orgullosos, la profesora McGonagalls con horror y el resto entre divertidos y sorprendidos.

-        Como siempre tiene razón- gruñó la profesora de mal talante- os levanto el castigo.- Los animagos lanzaron un gritito de alegria y felicitaron a Remus que sonreía arrogantemente.

es tiempo de que te sea devuelto. Utilízalo bien.
Una muy Feliz Navidad para ti.

No tenía firma. Harry contempló la nota. Ron admiraba  la capa.
—Yo daría cualquier cosa por tener una —dijo— Lo que sea. ¿Qué te sucede?
—Nada —dijo Harry Se sentía muy extraño. ¿Quién le había enviado la capa? ¿Realmente había pertenecido a su padre?

-        Sí- dijo este orgulloso- y antes a mi padre, abuelo, bisabuelo… Es una reliquia familiar.

Antes de que pudiera decir o pensar algo, la puerta del dormitorio se abrió de golpe y Fred y George Weasley entraron. Harry escondió rápidamente la capa. No se sentía con ganas de compartirla con nadie más.

-        Gracias- dijeron al unísono los gemelos y Ron. Los primeros ironicamente y Ron de forma sincera.

— ¡Feliz Navidad!
— ¡Eh, mira! ¡A Harry también le han regalado un jersey Weasley!
Fred y George llevaban jerséis azules, uno con una gran letra F y el otro con la G.

-        Seguro que se los cambiaron- afirmó Fabian.

—El de Harry es mejor que el nuestro —dijo Fred cogiendo el jersey de Harry—. Es evidente que se esmera más cuando no es para la familia.

Molly fulminó a su hijo con la mirada ya que Hary había bajado la cabeza algo triste al oir a Fred dicindo que no era de la familia.

— ¿Por qué no te has puesto el tuyo, Ron? —quiso saber George—. Vamos, pruébatelo, son bonitos y abrigan.

Molly le sonrió complacida mientras los demás Weasley asentían.

—Detesto el rojo oscuro —se quejó Ron, mientras se lo pasaba por la cabeza.

-        Supongo que fue un arrebato de preadolescencia mamá.- explicó Ron rapidamente al ver como su madre se ponía triste. Al oirlo ella sonrió.

—No tenéis la inicial en los vuestros —observó George—. Supongo que ella piensa que no os vais a olvidar de vuestros nombres. Pero nosotros no somos estúpidos... Sabemos muy bien que nos llamamos Gred y Feorge.

El gran comedor rompió a reir mientras Molly y Minerva compartían una mirada resignada.

— ¿Qué es todo ese ruido?
Percy Weasley asomó la cabeza a través de la puerta, con aire de desaprobación. Era evidente que había ido desenvolviendo sus regalos por el camino, porque también tenía un jersey bajo el brazo, que Fred vio.
— ¡P de prefecto! Pruébatelo, Percy, vamos, todos nos lo hemos puesto, hasta Harry tiene uno.
—Yo... no... quiero —dijo Percy, con firmeza,

-        Me lo iba a poner hasta que los gemelos me obligaron- explicó él- no me gusta mucho que me rompan las gafas intentandome atar con un jersei.- terminó haciendo reir a muchos y sonreir a su madre.

Mientras los gemelos le metían el jersey por la cabeza, tirándole las gafas al suelo.

Molly miró medio agradecida medio enfadada a los gemelos.

—Y hoy no te sentarás con los prefectos —dijo George—. La Navidad es para pasarla en familia.
Cogieron a Percy y se lo llevaron de la habitación, con los brazos sujetos por el jersey.

Varios rieron mientras Molly y Percy fulminaban a los gemelos con la mirada.

Harry no había celebrado en su vida una comida de Navidad como aquélla. Un centenar de pavos asados, montañas de patatas cocidas y asadas, soperas llenas de guisantes con mantequilla, recipientes de plata con una grasa riquísima y salsa de moras, y muchos huevos sorpresa esparcidos por todas las mesas.

-        Deja de describir comida- gruñó Sirius.

-        Acabas de comer, Sirius- le dijo Lily.

-        Como ya deberías saber, querida cuñadita, yo siempre tengo hambre.- Le respondió ella mientras James, Remus y Sus suspiraban resignados y Lily rodaba los ojos.

Estos fantásticos huevos no tenían nada que ver con los flojos artículos de los muggles, que Dudley habitualmente compraba, ni con juguetitos de plástico ni gorritos de papel.

-        ¿Cómo eran?- preuntó Dudley intrigado.

-        Lo dirán a continuación- le respondió Ernie antes que nadie y Dudley bufó, impaciente.

Harry tiró uno  al suelo y no sólo hizo ¡pum!, sino que estalló como un cañonazo y los envolvió en una nube azul, mientras del interior salían una gorra de contraalmirante y varios ratones blancos, vivos.

-        Impresionante- exclamó un extasiado Dudley con los ojos brillantes provocando unas cuantas risitas.

En la Mesa Alta, Dumbledore había reemplazado su sombrero cónico de mago por un bonete floreado, y se reía de un chiste del profesor Flitwick. A los pavos les siguieron los pudines de Navidad, flameantes. Percy casi se rompió un diente al morder un sickle de plata que estaba en el trozo que le tocó. Harry observaba a Hagrid, que cada vez se ponía más rojo y bebía más vino, hasta que finalmente besó a la profesora McGonagall en la mejilla y, para sorpresa de Harry, ella se ruborizó y rió, con el sombrero medio torcido.

Esos dos se sonrojaron mientras el gran comedor los miraba con los ojos muy abiertos.

-        Hubiese pagado por ver eso- aseguró Sus. Entonces Sirius dio un golpe en la mesa y le cogió una rabieta de niño pequeño.

-        Siete navidades, siete navidades pase en Hogwarts y nada. Y ahora el cachorro lo ve en su primer año.- Iba refunfuñando. Sus rio y le acarició el pelo cosa que hizo que el se calmara en cinco minutos.

Cuando Harry finalmente se levantó de la mesa, estaba cargado de cosas de las sorpresas navideñas, y que incluían globos luminosos que no estallaban, un juego de Haga Crecer Sus Propias Verrugas y piezas nuevas de ajedrez.

Los ojos de Dudley volvieron a brillar.

Los ratones blancos habían desaparecido, y Harry tuvo el horrible presentimiento de que iban a terminar siendo la cena de Navidad de la Señora Norris.

Como si lo hubiese entendido esta se relamió los bigotes en los brazos de un contento señor Filch provocando escalofrios y muecas de asco por doquier.

Harry y los Weasley pasaron una velada muy divertida, con una batalla de bolas de nieve en el parque. Más tarde, helados, húmedos y jadeantes, regresaron a la sala común de Gryffindor para sentarse al lado del fuego. Allí Harry estrenó su nuevo ajedrez y perdió espectacularmente con Ron.

-        No podía ser de otra forma- exclamó un muy orgulloso Arthur- des de que le enseñé a jugar a los ocho años no a perdido más de dos partidas.- el gran comedor miró a Ron con admiración y él se ruborizó.

Pero sospechaba que no habría perdido de aquella manera si Percy no hubiera tratado de ayudarlo tanto.

-        Ey- se quejó este, Harry iba a disculparse pero Oliver salió en su defensa.

-        Vamos Percy- le dijo- reconoce que el ajedrez no está entre tus habilidades.- Percy se ruborizó y le pidió al director que continuara con la mirada.

Después de un té con bocadillos de pavo, buñuelos, bizcocho borracho y pastel de Navidad, todos se sintieron tan hartos y soñolientos que no podían hacer otra cosa que irse a la cama; no obstante, permanecieron sentados y observaron a Percy, que perseguía a Fred y George por toda la torre Gryffindor porque le habían robado su insignia de prefecto.

-        Eso no es gracioso-  dijeron a la vez Remus y Percy, el primero fulminaba con la mirada a Sirius y James mientras que el otro miraba mal a los gemelos.

-        Sí que lo es- disintieron los otros quatro al unísono.

Fue el mejor día de Navidad de Harry. Sin embargo, algo daba vueltas en un rincón de su mente.

James miró cariñosamente a Harry recordando el día que le dio la capa su padre.

En cuanto se metió en la cama, pudo pensar libremente en ello: la capa invisible y quién se la había enviado. Ron, ahíto de pavo y pastel y sin ningún misterio que lo preocupara, se quedó dormido en cuanto corrió las cortinas de su cama. Harry se inclinó a un lado de la cama y sacó la capa.

-        Sí- dijo Sirius  con los ojos brillando- Ahora a merodear por el castillo.

De su padre... Aquello había sido de su padre. Dejó que el género corriera por sus manos, más suave que la seda, ligero como el aire. «Utilízalo bien», decía la nota.

-        O sea- aclaró Sirius- merodea por el castillo.

Tenía que probarla.

-        Exacto- corroboró un ya pesado Sirius- ahora puedes ir a las cocinas, a la sala de profesores, a hosgmade… Todo Hogwarts y alrededores está abierto para ti.

Se deslizó fuera de la cama y se envolvió en la capa.

Lily iba a decirle algo pero se calló al ver la cara de expectación de su marido y decidió permitir que la tradición Potter siguiese sin castigo.

Miró hacia abajo y vio sólo la luz de la luna y las sombras. Era una sensación muy curiosa.

-        Sí que lo es- dijo Remus con espreción nostálgica y soñadora.

«Utilízalo bien.»
De pronto, Harry se sintió muy despierto. Con aquella capa, todo Hogwarts estaba abierto para él.

Los bromistas sonrieron con antelación.

Mientras estaba allí, en la oscuridad y el silencio, la excitación se apoderó de él. Podía ir a cualquier lado con ella, a cualquier lado, y Filch nunca lo sabría.  Ron gruñó entre sueños. ¿Debía despertarlo? Algo lo detuvo. La capa de su padre... Sintió que aquella vez (la primera vez) quería utilizarla solo.

-        Es comprensible- dijo Ron encogiendose de hombros.

Salió cautelosamente del dormitorio, bajó la escalera, cruzó la sala común y pasó por el agujero del retrato.
—¿Quién está ahí? —chilló la Dama Gorda. Harry no dijo nada. Anduvo rápidamente por el pasillo.

-        Pobre Dama Gorda- dijo Sirius sin sentirlo nada- Lo frustrada que se pone cuando no sabe quien sale.- Terminó entre risas a las que se unieron Remus y James.

¿Adónde iría? De pronto se detuvo, con el corazón palpitante, y pensó. Y entonces lo supo. La Sección Prohibida de la biblioteca.

Varios miraron mal a Harry mientras que la mayoría de los Hufflepuff, los aurores y Remus lo hacían con admiración.

Iba a poder leer todo lo que quisiera, para descubrir quién era Flamel.  

Los que antes lo miraban mal soltaron un “ah” de comprensión mientras cambiaban sus mirades. Los profesores intercambian miradas divertidas.

Se ajustó la capa y se dirigió hacia allí. La biblioteca estaba oscura y fantasmal. Harry  encendió una lámpara para ver la fila de libros. La lámpara parecía flotar sola en el aire y hasta el mismo Harry, que sentía su brazo llevándola, tenía miedo.

En el comedor la mayoría contenía el aliento y los de primero tenían expresiones de miedo.

La Sección Prohibida estaba justo en el fondo de la biblioteca. Pasando con cuidado sobre la soga que separaba aquellos libros de los demás, y, Harry levantó la lámpara para leer los títulos. No le decían mucho. Las letras doradas formaban palabras en lenguajes que Harry no conocía.

-        Latín- susurró Terry, no sabía porque pero no le parecía mal alzar la voz.

Algunos no tenían títulos. Un libro tenía una mancha negra que parecía sangre.

-        No solo lo parece- dijo Snape en susurros asustando a la mayoría.

A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Tal vez se lo estaba imaginando, tal vez no, pero le pareció que un murmullo salía de los libros, como si supieran que había alguien que no debía estar allí.

-        No es por eso- aclaró Ojo Loco- siempre murmullan- lo dijo para tranquilizar pero sucedió todo lo contrario.

Tenía que empezar por algún lado. Dejó la lámpara con cuidado en el suelo y miró en una estantería buscando un libro de aspecto interesante. Le llamó la atención un volumen grande, negro y plateado.

-        Plateado- murmuró Susan- como las serpientes- dijo mirando a la casa verde y plata con asco- yo no tocaría ese libro.

Lo sacó con dificultad, porque era muy pesado y, balanceándolo sobre sus rodillas, lo abrió. Un grito desgarrador; espantoso, cortó el silencio...

-        ¿Qué ha pasado?- preguntó Lily asustada.

-        Los libros de la sección oscura estan protegidos con hechizos para que no se puedan sacar-  explicó la profesora McGonagalls calmando a todos.

¡El libro gritaba!

Los ojos de Dudley se abrieron desmesuradamente.

-        ¿Es que todos vuestros objetos pueden hablar?- preguntó medio sorprendido medio horrorizado.

-        Con el hechizo adecuado sí- le respondió Terry alzando los hombros.

Harry lo cerró de golpe, pero el aullido continuaba, en una nota aguda, ininterrumpida. Retrocedió y chocó con la lámpara, que se apagó de inmediato.

-        Como la situación no era lo suficiente mala- ironizó Tonks.

Aterrado, oyó pasos que se acercaban por el pasillo, metió el volumen en el estante y salió corriendo. Pasó al lado de Filch casi en la puerta, y los ojos del celador; muy abiertos, miraron a través de Harry. El chico se agachó, pasó por debajo del brazo de Filch

Varios pusieron muecas de desagrado al pensar en la situación y el olor.

Y siguió por el pasillo,  con los aullidos del libro resonando en sus oídos. Se detuvo de pronto frente a unas armaduras. Había estado tan ocupado en escapar de la biblioteca que no había prestado atención al camino. Tal vez era porque estaba oscuro, pero no reconoció el lugar donde estaba.

Los merodeadores bufaron indignados por la falta de conocimientos del castillo del niño.

Había armaduras cerca de la cocina, eso lo sabía, pero debía de estar cinco pisos más arriba.
—Usted me pidió que le avisara directamente, profesor, si alguien andaba dando vueltas durante la noche, y alguien estuvo en la biblioteca, en la Sección Prohibida.
Harry sintió que se le iba la sangre de la cara. Filch debía de conocer un atajo para llegar a donde él estaba, porque el murmullo de su voz se acercaba cada vez más y, para su horror, el que le contestaba era Snape.

-        Tu suerte no puede ser peor- gruñó Neville exasperado y muchos le miraron sorprendidos por su reacción.

— ¿La Sección Prohibida? Bueno, no pueden estar lejos, ya los atraparemos.

-        No- contradijo Sirius muy contento- No lo harás.

Harry se quedó petrificado, mientras Filch y Snape se acercaban. No podían verlo, por supuesto, pero el pasillo era estrecho y, si se acercaban mucho, iban a chocar contra él. La capa no ocultaba su materialidad.

-        Su unico defecto- aseguró James suspirando.

Retrocedió lo más silenciosamente que pudo. A la izquierda había una puerta entreabierta.

Los merodeadores sonrieron aliviados.

Era su única esperanza. Se deslizó, conteniendo la respiración y tratando de no hacer ruido. Para su alivio, entró en la habitación sin que lo notaran.

-        Bien- murmuró Remus con un brillo en los ojos que Tonks no le había visto nunca.

Pasaron por delante de él y Harry se apoyó contra la pared, respirando profundamente, mientras escuchaba los pasos que se alejaban. Habían estado cerca, muy cerca. Transcurrieron unos pocos segundos antes de que se fijara en la habitación que lo había ocultado. Parecía un aula en desuso. Las sombras de sillas y pupitres amontonados contra las paredes, una papelera invertida y apoyada contra la pared de enfrente... Había algo que parecía no pertenecer allí, como si lo hubieran dejado para quitarlo de en medio.

-        ¿El que- preguntaron todos sorprendidos

Era un espejo magnífico, alto hasta el techo,

-        Sirius no debiste dejarte nada en Hogwarts- le regañó Remus haciendo reir a todos los de su generación, cuando vió que todos le miraban explicó- Sirius era la persona más narcisista que ha pisado Hogwarts.

-        No exageres Lunático- se quejó el aludido.

-        Es cierto- tercio James- Por que alguien queriese transmutar todas las paredes de la habitación para que fueran espejos no significa que fuera narcisista- dijo con burla.

-        Como tampoco lo significa el hecho que hechizara el espejo de a habitación para que le lanzara piropos o que necesitara el baño más de dos horas para arreglarse- explicó Frank entre risas. Sirius les lanzó una mirada asesina mientras todo el gran comedor reía.

con un marco dorado muy trabajado, apoyado en unos soportes que eran como garras. Tenía una inscripción grabada en la parte superior: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.

-        Esto no es tu cara si no de tu corazón el deseo- dijo Padma en un susurro.

-        ¿Cómo lo sabes?- preguntó Zabinni- ¿Es algun tipo de idioma raro?

-        No- terció Remus- Está escrito al revés.

Ya no oía ni a Filch ni a Snape, y Harry no tenía tanto miedo. Se acercó al espejo, deseando mirar para no encontrar su imagen reflejada. Se detuvo frente a él. Tuvo que llevarse las manos a la boca para no gritar.

Lily lo miró con preocupación pensando en lo que podría significar ese espejo.

Giró en redondo. El corazón le latía más furiosamente que cuando el libro había gritado... Porque no sólo se había visto en el espejo, sino que había mucha gente detrás de él.  

-        De tu corazon deseo- repitió James luchando contra el llanto.

-        Mi familia- explicó innecesariamente Harry.

Pero la habitación estaba vacía. Respirando agitadamente, volvió a mirar el espejo. Allí estaba él, reflejado, blanco y con mirada de miedo y allí, reflejados detrás de él, había al menos otros diez. Harry miró por encima del hombro, pero no había nadie allí. ¿O también eran todos invisibles? ¿Estaba en una habitación llena de gente invisible y la trampa del espejo era que los reflejaba, invisibles o no?

-        No- murmuró Sirius con tristesa.

Miró otra vez al espejo. Una mujer, justo detrás de su reflejo, le sonreía y agitaba la mano. Harry levantó una mano y sintió el aire que pasaba. Si ella estaba realmente allí, debía de poder tocarla, sus reflejos estaban tan cerca...

-        Porque no estoy allí Harry- le explicó Lily con lagrimas resbalando de sus ojos esmeralda.

Pero sólo sintió aire: ella y los otros existían sólo en el espejo. Era una mujer muy guapa. Tenía el cabello rojo oscuro y sus ojos... «Sus ojos son como los míos», pensó Harry,

Los que todavía no habían entendido lo que pasaba se giraron hacia Harry con compasión. Snape se cogía en la mesa mientras luchaba por no llorar. La parte fría de su cerebro estaba intentando olvidar que él y el niño veían en el espejo la misma persona.

acercándose un poco más al espejo. Verde brillante, exactamente la misma forma, pero entonces notó que ella estaba llorando, sonriendo y llorando al mismo tiempo. El hombre alto, delgado y de pelo negro que estaba al lado de ella le pasó el brazo por los hombros. Llevaba gafas y el pelo muy desordenado. Y se le ponía tieso en la nuca, igual que a Harry.

James no pudo contener el llanto por más tiempo y abrazó a su hijo. Sirius y Remus no estaban tampoco en mejores condiciones.

-        Menudo melodrama- saltó Vernon.- Solo está mirando un espejo- Sirius iba a decir algo pero alguien no le dejó responder.

-        Vernon- le gritó Petunia- Harry está viendo a sus padres por primera vez en su vida (al menos que él frecuerde). Y, ¿Porque no los había visto antes? Pues porque alguien me obligó a quemar todas las fotos de mi hermana. Así que por una vez en tu vida cierra esa bocota que tienes y no estropees el momento.- Terminó. Todo el mundo la veía con la boca abierta.

-        No te atrevas a hablarme así- gruñó Vernon- Porque si lo haces…

-        No te atrevas tú a amenazar a mamá- le interrumpó Dudley ahciendo que su padre cerrara la boca de immediato.- ¿Director podría proseguir?

Harry estaba tan cerca del espejo que su nariz casi tocaba su reflejo.
—¿Mamá? —susurró—. ¿Papá?

Los llantos, que la discusión de los Dursey habían interrumpido volvieron con bastante intensidad después de escuchar esas palabras.

Entonces lo miraron, sonriendo. Y lentamente, Harry fue observando los rostros de las otras personas, y vio otro par de ojos verdes como los suyos,

-        Mi abuelo- explicó Lily sonriendo entre lágrimas

otras narices como la suya, incluso un hombre pequeño que parecía tener las mismas rodillas nudosas de Harry.

-        El tío Algie- explicó su padre con la voz ronca.

Estaba mirando a su familia por primera vez en su vida. Los Potter sonrieron y agitaron las manos, y Harry permaneció mirándolos anhelante, con las manos apretadas contra el espejo, como si esperara poder pasar al otro lado y alcanzarlos. En su interior sentía un poderoso dolor, mitad alegría y mitad tristeza terrible. No supo cuánto tiempo estuvo allí. Los reflejos no se desvanecían y Harry miraba y miraba, hasta que un ruido lejano lo hizo volver a la realidad. No podía quedarse allí, tenía que encontrar el camino hacia el dormitorio.

-        No vuelvas Harry- le ordeó su padre- es muy peligroso.

Apartó los ojos de los de su madre y susurró: «Volveré».

-        No lo hagas- repitió James

Salió apresuradamente de la habitación.
—Podías haberme despertado —dijo malhumorado Ron.

-        Lo siento Harry- se apresuró a disculparse él.

-        Tenías once años- le respondió quitandole importancia.

—Puedes venir esta noche. Yo voy a volver; quiero enseñarte el espejo.
—Me gustaría ver a tu madre y a tu padre —dijo Ron con interés.

-        No es así como funciona- aclaró tristemente Padma.

—Y yo quiero ver a toda tu familia, todos los Weasley.  Podrás enseñarme a tus otros hermanos y a todos.
—Puedes verlos cuando quieras —dijo Ron—. Ven a mi casa este verano.

-        Y fui- aclaró Harry sonriendo- aunque no vi a todos tus hermanos.

-        Es cierto- dijo Ron- Solo a Ginny.- Lily sonrió al ver que Harry se sonrojaba un poco al recibir una sonrisa de la aludida.

De todos modos, a lo mejor sólo muestra gente muerta.

-        Ron- le riñó su madre- Que falta de tacto.

-        No importa señora Weasley- intercedió Harry- Además, no lo dijo para herirme.

Pero qué lástima que no encontraste a Flamel. ¿No quieres tocino o alguna otra cosa? ¿Por qué no comes nada?

-        Harry- le dijo su padre serio por primera vez en su vida.- Olvidate de ese espejo, puede volverte loco.

Harry no podía comer. Había visto a sus padres y los vería otra vez aquella noche. Casi se había olvidado de Flamel. Ya no le parecía tan importante. ¿A quién le importaba lo que custodiaba el perro de tres cabezas? ¿Y qué más daba si Snape lo robaba?
— ¿Estás bien? —preguntó Ron—. Te veo raro.

-        Esta perfectamente Ronnie ¿no lo ves?- le dijo Fred mordazmente recibiendo acto seguido una mala mirada de Bill.

Lo que Harry más temía era no poder encontrar la habitación del espejo.

-        Ojalá- murmuró Lily.

Aquella noche, con Ron también cubierto por la capa, tuvieron que andar con más lentitud. Trataron de repetir el camino de Harry desde la biblioteca, vagando por oscuros pasillos durante casi una hora.
—Estoy congelado —se quejó Ron—. Olvidemos esto y volvamos.

-        Hazle caso- murmuró todo el gran comedor a la vez.

— ¡No! —susurró Harry—. Sé que está por aquí.
Pasaron al lado del fantasma de una bruja alta,

-        La dama gris- murmuró Luna.- El fantasma de Ravenclaw- explicó al ver la mirada de los otros.

que se  deslizaba en dirección opuesta, pero no vieron a nadie más.  Justo cuando Ron se quejaba de que tenía los pies helados, Harry divisó la pareja de armaduras.
—Es allí... justo allí... ¡sí!
Abrieron la puerta. Harry dejó caer la capa de sus hombros y corrió al espejo. Allí estaban. Su madre y su padre sonrieron felices al verlo.
— ¿Ves? —murmuró Harry.

-        No,-dijo Hermione.- No podrá verlo.

—No puedo ver nada.
— ¡Mira! Míralos a todos... Son muchos...
—Sólo puedo verte a ti.
—Pero mira bien, vamos, ponte donde estoy yo.
Harry dio un paso a un lado, pero con Ron frente al espejo ya no podía ver a su familia, sólo a Ron con su pijama de colores.

-        Curioso- murmuró Theo- El espejo solo te muestra lo que deseas en un angulo en concreto.- Los Ravenclaw asintieron de acuerdo con él.

Sin embargo, Ron parecía fascinado con su imagen.
— ¡Mírame! —dijo.
— ¿Puedes ver a toda tu familia contigo?
—No... estoy solo... pero soy diferente... mayor... ¡y soy delegado!
— ¿Cómo?
—Tengo... tengo un distintivo como el de Bill y estoy  levantando la copa de la casa y la copa de quidditch... ¡Y también soy capitán de quidditch!

Ron miraba la mesa sin atreverse a levantar  la mirada pero pronto sintió la mano de Percy en el hombro y, al levantar la vista se encontró con los rostros sonrientes de su familia que le provocaron un alivio inmediato.

Ron apartó los ojos de aquella espléndida visión y miró excitado a Harry.
— ¿Crees que este espejo muestra el futuro?
— ¿Cómo puede ser? Si toda mi familia está muerta... déjame mirar de nuevo...
—Lo has tenido toda la noche, déjame un ratito más.
—Pero si estás sosteniendo la copa de quidditch, ¿qué tiene eso de interesante? Quiero ver a mis padres.
—No me empujes.

-        No os peleen- gritó Hermione muy alterada y los dos se disculparon de inmediato.

Un súbito ruido en el pasillo puso fin a la discusión. No se habían dado cuenta de que hablaban en voz alta.
— ¡Rápido!

-        Es impresionante como reaccionan ante el peligro- murmuró James.- Su amistad debe de ser muy fuerte como para que olviden ssus diferencias tan rápidamente cuando las cosas se tuercen.

Ron tiró la capa sobre ellos justo cuando los luminosos ojos de la Señora Norris aparecieron en la puerta. Ron y Harry permanecieron inmóviles, los dos pensando lo mismo: ¿la capa funcionaba con los gatos?

-        Si.- Contestó Sirius- Pero si te huelen tienes problemas.

Después de lo que pareció una eternidad, la gata dio la vuelta y se marchó.

-        Os lo dije- dijo Sirius.

—No estamos seguros... Puede haber ido a buscar a Filch, seguro que nos ha oído. Vamos.
Y Ron empujó a Harry para que salieran de la habitación.

Lily soltó un suspiro de alivio, no le gustaba ese espejo.

La nieve todavía no se había derretido a la mañana siguiente.
— ¿Quieres jugar al ajedrez, Harry? —preguntó Ron.
—No.
— ¿Por qué no vamos a visitar a Hagrid?
—No... Ve tú...

-        Que negativo Harry- dijo George.

—Sé en qué estás pensando, Harry, en ese espejo. No vuelvas esta noche.

-        Hazle caso- repitieron todos.

— ¿Por qué no?
—No lo sé. Pero tengo un mal presentimiento y, de todos modos, ya has tenido muchos encuentros. Filch, Snape y la Señora Norris andan vigilando por ahí ¿Qué importa si no te ven? ¿Y si tropiezan contigo? ¿Y si chocas con algo?
—Pareces Hermione.

-        ¿Que tiene eso de malo?- preguntó ella ofendida- Además Ron tiene toda la razón del mundo, ese espejo te puede volveer loco y ya has roto suficientes normas del colegio.

—Te lo digo en serio, Harry, no vayas
Pero Harry sólo tenía un pensamiento en su mente, volver a mirar en el espejo. Y Ron no lo detendría.

Todo el gran comedor suspiró exasperado.

La tercera noche encontró el camino más rápidamente que las veces anteriores. Andaba más rápido de lo que habría sido prudente, porque sabía que estaba haciendo ruido, pero no se encontró con nadie. Y allí estaban su madre y su padre, sonriéndole otra vez, y uno de sus abuelos lo saludaba muy contento. Harry se dejó caer al suelo para sentarse frente al espejo. Nadie iba a impedir que pasara la noche con su familia. Nadie.
Excepto...

-        Excepto- repitió Lily insitando al director a seguir.

—Entonces de vuelta otra vez, ¿no, Harry?

-        ¿Quién teha pillado?- preguntó Dean.

-        Por como lo dijo el viejo Dumby- adivinó Remus- Quiero decir el director- se corrigió ruborizador mientras sus amigos reían.

Harry sintió como si se le helaran las entrañas. Miró para atrás. Sentado en un pupitre, contra la pared, estaba nada menos que Albus Dumbledore.

-        Lunático, ¿te equivocarás alguna vez?- le preguntó Sirius completamente frustrado.

Harry debió de haber pasado justo por su lado, y estaba tan desesperado por llegar hasta el espejo que no había notado su presencia.
—No... no lo había visto, señor.
—Es curioso lo miope que se puede volver uno al ser invisible —dijo Dumbledore, y Harry se sintió aliviado al ver que le sonreía

-        Tranquilo- dijo James- Dumby jamás te castigaria, no es su estilo.- Dijo sonriendole al viejo director.

—. Entonces —continuó Dumbledore, bajando del pupitre para sentarse en el suelo con Harry—, tú, como cientos antes que tú, has descubierto las delicias del espejo de Oesed.
—No sabía que se llamaba así, señor.
—Pero espero que te habrás dado cuenta de lo que  hace, ¿no?
—Bueno... me mostró a mi familia y...
—Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán.
— ¿Cómo lo sabe...?

-        Dumby lo sabetodo- dijo Sirius como si fuera lo más evidente del mundo.

—No necesito una capa para ser invisible —dijo amablemente Dumbledore—. Y ahora ¿puedes pensar qué es lo que nos muestra el espejo de Oesed a todos nosotros?
Harry negó con la cabeza.
—Déjame explicarte. El hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo de Oesed como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como es. ¿Eso te ayuda?

-        Sería más sutil que le hubieses gritado que muestra lo que uno desea- dijo Sus bufando.

Harry pensó. Luego dijo lentamente:
—Nos muestra lo que queremos... lo que sea que queramos...
—Sí y no —dijo con calma Dumbledore—. Nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón. Para ti, que nunca conociste a tu familia, verlos rodeándote. Ronald Weasley, que siempre ha sido sobrepasado por sus hermanos, se ve solo y el mejor de todos ellos.

Ron bajó la cabeza otra vez.

-        Eso es comprensible- lo defendió Percy- Yo soy el tercero y ya me costó estar a la altura.- Explicó sonriendole a su hermano- El problema de tener una familia tan genial ¿no Ron?- Este le sonrió a su hermano antes de asentir.

Sin embargo, este espejo no nos dará conocimiento o verdad. Hay hombres que se han consumido ante esto, fascinados por lo que han visto. O han enloquecido, al no saber si lo que muestra es real o siquiera posible.  

-        Es  muy peligroso- dijo lentamente Tonks.- Sobretodo para aquellos que ansían algo que no está a su alcance- terminó mirando tristemente a Remus este bajo la mirada al plaato demasiado peligroso se repetía para no ceder al deseo de besarla.

Continuó:
—El espejo será llevado a una nueva casa mañana, Harry, y te pido que no lo busques otra vez. Y si alguna vez te cruzas con él, deberás estar preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo. Ahora ¿por que no te pones de nuevo esa magnífica capa y te vas a la cama?

-        Muchas gracias director, por hacer entrar en razón a Harry- dijo Lily.

-        Es mi deber proteger a mis alumnos señora Potter- le contestó él sonriendo.

Harry se puso de pie.
—Señor... profesor Dumbledore... ¿Puedo preguntarle  algo?
—Es evidente que ya lo has hecho —sonrió Dumbledore—. Sin embargo, puedes hacerme una pregunta más.
— ¿Qué es lo que ve, cuando se mira en el espejo?

-        Harry- le regañó su ­madre- esto es demasiado personal.- Harry se disculpó ante el director.

— ¿Yo? Me veo sosteniendo un par de gruesos calcetines de lana.
Harry lo miró asombrado.
—Uno nunca tiene suficientes calcetines —explicó Dumbledore—. Ha pasado otra Navidad y no me han regalado ni un solo par. La gente sigue insistiendo en regalarme libros.

El alumnado rió mientras que los profesores hacían nota mental de regalarle un par.

En cuanto Harry estuvo de nuevo en su cama, se le ocurrió pensar que tal vez Dumbledore no había sido sincero.

-        No me digas Sherlock- se burló Fabian ganandose un golpe de Lily.

Pero es que, pensó mientras sacaba a Scabbers de su almohada, había sido una pregunta muy personal.

-        Exactamente- le dijo su madre todavía molesta.

-        Alastor-dijo Dumblendore- Tal vez quieras leer el siguiente capítulo.

-        Claro Albus- dijo el exauror- Nicolás Flamel- leyó con una sonrisa orgullosa.