El bosque prohibido

—El bosque prohibido- casi gruñó.

—¿Qué hicisteis vosotros en bosque tenebroso?- preguntó Molly gruñendo.

—Yo no fui- aseguró Ron.

—No fue culpa nuestra- se defendieron los otros dos.

Las cosas no podían haber salido peor.

Varios suspiraron exasperados.

Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar; sin decir una palabra. Hermione temblaba. Excusas, disculpas y locas historias cruzaban la mente de Harry, cada una más débil que la otra.

—Fuiste a la torre a enrollarte con Hermione- sugirió Sirius.

—Tenía once años y Hermione es como mi hermana, jamas me enrollaría con ella.- Dijo Harry. Hermione asintió a sus palabras y Ron, Ginny y Cho sonrieron aliviados.

—Además- dijo Remus- así no van a librarse del castigo.

No podía imaginar cómo se iban a librar del problema aquella vez. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa?

—Realmente estupidos- asintieron los Slytherin.

No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habían estado vagando durante la noche, para no mencionar la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadía a todo eso Norberto y la capa invisible, ya podían empezar a hacer las maletas.

—Sí-dijo Sirius- Pero no para marcharos sinó para mudaros a la biblioteca que tendréis que ordenar entera y vaya si hay libros.

¿Harry pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Neville.

—Augusto espero una explicación- gruñó Alice. Neville se sonrojó al oir su segundo nombre mientras el resto rompía a reir.

—No me llames así- protestó.

—No me contestes cuando te estoy regañando- le replicó su madre.

—Señora Longbotton- intervinó el director- Fue una causa muy noble la que impulso a Augusto- rió por lo bajo- a merodear por el castillo por aquellas horas.- Neville no sabía si agradecerle por haberlo salvado de su madre o maldecirlo por decir su segundo nombre.

— ¡Harry! —Estalló Neville en cuanto los vio—. Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a atraparte, dijo que tenías un drag...  

—Bien hecho Neville- dijo Frank sonriendole orgulloso a su hijo.

—Muchas gracias- le dijeron Harry y Hermione a la vez.

—Bueno al final metí la pata- dijo Neville encogiendose de hombros.

Harry negó violentamente con la cabeza, para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre los tres.

Los siete bromistas temblaron uno de ellos, Sirius, soltó una risa loca que hizo que todo el mundo mirara con miedo al libro, al animago y a la profesora.

—Nunca lo habría creído de ninguno de vosotros. El señor Filch dice que estabais en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.

—Muy fácil profesor- dijo Tonks.- Hagrid consiguió un dragon en un pub jugando a cartas.

—Y ellos le ayudaggon mandandolo a Chaglie- continuó Flueg.

—Malfoy quería pillarlos y Neville se enteró e intentó ayudarlos.- prosiguió Ginny.

— Seguro que los va a creer- terminaron las tres mientras se sonreían.

Ésa fue la primera vez que Hermione no pudo contestar  a una pregunta de un profesor.

—Milagro- murmuró Snape ganándose miradas de odio.

Miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua.

—Creo que tengo idea de lo que sucedió

—No, no la tiene- dijo Remus algo preocupada sabedor de cómo podía ser la lengua de la profesora cuando se decepcionaba.

—dijo la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo.

—Discrepo en eso- dijo Theo sonriendo.

—Si él no lo hubiese descubierto…- dijeron Draco y Blaise haciendo sonrojar a su amigo.

Te inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?

—Lo de Malfoy podría ser- dijo Harry- Pero jamás le haría algo así a Neville.- afirmó y este le sonrió.

Harry captó la mirada de Neville y trató de decirle, sin palabras, que aquello no era verdad, porque Neville parecía asombrado y herido.

—Lo siento- dijo Neville- solo que no lo comprendí.

—No tienes que disculparte- dijo Harry.

Pobre mete-patas Neville,

—Oye- se quejó Alice.

—En cierta forma es verdad- dijo Neville pero él también parecía ligeramente ofendido.

—No lo es- dijo Harry- lo siento, fue cruel pensar eso pero es que estaba muy asustado y…- empezó a disculparse Harry.

—No te preocupes- le cortó Neville que había recuperado la sonrisa.

Harry sabía lo que debía de haberle costado buscarlos en la oscuridad, para prevenirlos.

—Tampoco fue para tanto- dijo Neville.- Algun día tenía que superar el miedo a la oscuridad.

— ¿Viniste a buscarnos tú solo teniendo miedo a la oscuridad? Eres genial Neville- le dijo Harry con admiración mientras Hermione le dio un fuerte abrazó (Hannah cerró los puños). Neville se sonrojó, sobretodo después de ver a su padre sacando pecho y a su madre, abuela y madrina sonreían orgullosas. Miró a Hannah de reojó y vio, extrañado, que estaba fulminando a Hermione con la mirada aunque cuando notó la mirada de Neville le sonrió abiertamente.

—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así!

—Que prontos nos has olvidado Minie- se quejó Sirius.

—La fama es caprichosa y pasajera- dijo Remus con un suspiro.

—Sí, pero nunca me hubiese esperado que, después de no dejarla dormir ni una noche tranquila, Minie se olvidaría de nosotros.- terminó James. Los tres dirigieron la mirada hacia la profesora acusandola con los ojos y haciendose los ofendidos mientras ella procuraba no reír.

—Evidentemente no os he olvidado- se defendió con tono cortante- pero no ayudaría mucho que le dijera a Potter que era un costumbre de su padre, de su padrino, de su tío y de otro amigo suyo- escondió una mueca de desagrado.

—Y vuelvo a preguntarlo- dijo James- ¿Dónde diablos está Peter?

—Lejos- gruñeron a la vez Remus y Sirius con un odio que sorprendió a James.

—Lo sabrás en el tercer libro papá.- le respondió Harry antes de que preguntará algo.

Tu, Hermione Granger, pensé que tenías más sentido común.

—Golpe bajo- comentó Ron.

—Lamento lo dicho señorita Granger.- dijo Minerva- Usted está demostrando tener mucho sentido común aunque no deja que este supere su lealtad.- Hermione se  puso roja como un tomate y le dio las gracias con la vista clabada en la mesa.

Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para ti.

—Demasiado duro ¿no?- dijo Lily medio enfadada medio preocupada.

—Lo lamento señor Potter, solo está demostrando que le importan más sus amigos- dijo Minerva todo el mundo tenía la boca abierta- Y ya que estamos, lamento no haberlo creído señor Malfoy y señor Longbottom siento haber sido tan dura cuando solo estaba ayudando a sus amigos.

—No pasa nada- dijeron los tres demasiado sorprendidos.

—Minie disculpandose…-dijo Fred.

—Llamad al profeta- exclamó George provocando risas.

Los tres sufriréis castigos... Sí, tú también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días:

— ¿En especial en estos días?- preguntó Remus alzando la ceja pero la profesora cerró la boca- ¿Ha habido ya algun intentó de conseguir la piedra aparte del de Gringgotts?- Insistió.

—No- respondió a la vez todo el profesorado. Varios respiraron más tranquilos.

es muy peligroso y se os descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.

— ¿Cincuenta puntos?- se quejó Frank y James le pegó un pisotón- ¿Qué haces?

—Nunca,- le respondió- Nunca te quejes de que te saca demasiados puntos.- Todos los bromistas asintieron.

— ¿Cincuenta? —resopló Harry.

—No- dijeron los dos pares de gemelos.

—Lo ha dicho- afirmaron dramáticamente los merodeadores.

Iban a perder el primer puesto, lo que había ganado en el último partido de quidditch.

—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.

—Lo dijimos- dijeron los bromistas. Los demás miraban horrorizados a la profesora.

—Profesora... por favor...

—Usted, usted no...

—Shhh- exclamaron todos los Gryffindor.

—No me digas lo que puedo o no puedo hacer; Harry  Potter. Ahora, volved a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de alumnos de Gryffindor.

—Oye- se quejaron todos los bromistas.

Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Harry sentía como si le retorcieran el estómago. ¿Cómo podrían arreglarlo?

—Quiddich- dijo James- así lo hacía yo y, creeme, perdía más de ciento cincuenta puntos

Harry no durmió aquella noche. Podía oír el llanto de Neville, que duró horas. No se le ocurría nada que decir para consolarlo. Sabía que Neville, como él mismo, tenía miedo de que amaneciera. ¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que ellos habían hecho?

Todos los Gryffindor bajaron la cabeza.

Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, ciento cincuenta puntos menos que el día  anterior? Y luego, se propagó la historia.

—Ashh- se quejaron los merodeadores.

Harry Potter; el famoso Harry Potter, el héroe de dos partidos de quidditch, les había hecho perder todos esos puntos, él y otros dos estúpidos de primer año. De ser una de las personas más populares y admiradas del colegio, Harry súbitamente era el más detestado.

— ¿Por que no puedo ser normal?- preguntó Harry- O el más admirado o el más detestado.

—Así es la fama- le respondió su padre.

—La odio- se quejó Harry entre risas y miradas de confusión de Snape y algunos Slytherin.

Hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff le giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa.

—Oye- les dijeron estos.

Por dondequiera que Harry pasara, lo señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarlo.

—Idiotas- gruñó Sirius fulminandoles a todos con la mirada, más de uno se encogió en el asiento.

Los de Slytherin, por su parte, lo aplaudían y lo vitoreaban, diciendo: «¡Gracias, Potter; te debemos una!».

—Estúpidos- fue el turno de James para fulminarlos.

Sólo Ron lo apoyaba.

—Siempre lo haré- le aseguró sonriendole pero su rostro se ensombreció- Lo del año pasado…

—Ya está olvidado- le aseguró Harry sonriendole.

—Lo siento, los celos son mi tendón de Aquiles- le dijo bajando la mirada.

—Te he dicho que ya está olvidado- le aseguró Harry dandole un golpe. Sus madres les miraban enternecidas y sus padres orgullosos.

—Se olvidarán en unas semanas. Fred y George han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue apreciando.

—Es cierto- le aseguraron.

—Pero nunca perdieron ciento cincuenta puntos de una vez, ¿verdad? —dijo Harry tristemente.

—Pero nosotros sí y la gente nos seguía amando- le aseguró Sirius despeinandolo.

—Bueno... no —admitió Ron.

Era un poco tarde para reparar los daños, pero Harry se juró que, de ahí en adelante, no se metería en cosas que no eran asunto suyo.

Ron y Hermione rompieron a reír escandalosamente.

—Lo intenté.- se defendó él.

Todo había sido por andar averiguando y espiando. Se sentía tan avergonzado que fue a ver a Wood y le ofreció su renuncia.

—No- exclamaron todos los Gryffindor horrorizados, incluída Minie.

—Tranquilos,- les dijo Katie- Oliver nunca lo aceptaría, sabe ver que jugadores son los mejores y no los deja escapar.- aseguró sonriendole a su capitán, él le devolvió la sonrisa algo ruborizado.

— ¿Renunciar? —Exclamó Wood—. ¿Qué ganaríamos con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al quidditch?

—Eso- corearon los leones.

Pero hasta el quidditch había perdido su atractivo.

James se atragantó con su propia saliba cuando se recuperó de sus labios solo salió una palabra: desheredado.

El resto del equipo no le hablaba durante el entrenamiento, y si tenían que hablar de él lo llamaban «el buscador».

Lily les envió tal mirada al equipo que hasta Oliver se asustó y Molly les pegó un par de gritos a los gemelos.

Hermione y Neville también sufrían.

—Imbeciles- murmuró Sus y ella, con la ayuda de Alice y Molly, terminó de asustar a los alumnos a base de miradas fulminantes.

No pasaban tantos malos ratos como Harry porque no eran tan conocidos, pero nadie les hablaba. Hermione había dejado de llamar la atención en clase, y se quedaba con la cabeza baja, trabajando en silencio.

— ¿Y así como vas a recuperar puntos?- le pregunto Molly afectuosamente.

—Pero es que si llamaba la atención se metían conmigo.- se defendió ella.

—Nombres.- exigió Molly fulminando con la mirada a todos los alumnos que tenía su alrededor.

—Muchas gracias señora Weasley pero no se preocupe- la tranquilizó la castaña.

Harry casi estaba contento de que se aproximaran los exámenes.

—Pues si que lo pasaste mal- comentó Tonks.

Las lecciones que tenía que repasar alejaban sus desgracias de su mente. Él, Ron y Hermione se quedaban juntos, trabajando hasta altas horas de la noche, tratando de recordar los ingredientes de complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos.

—Ya tuvimos que hacer el examen- se quejaron todos- así que cállate.-terminaron.

Y entonces, una semana antes de que empezaran los exámenes, las nuevas resoluciones de Harry de no interferir en nada que no le concerniera sufrieron una prueba inesperada.

Remus se inclinó hacia al libro con avidéz.

Una tarde que salía solo de la biblioteca oyó que alguien gemía en un aula que estaba delante de él. Mientras se acercaba, oyó la voz de Quirrell.

—Quirrell otra vez- murmuró Tonks para ella.

—No... no... otra vez no, por favor...

Parecía que alguien lo estaba amenazando. Harry se acerco.

—Tu resolución no duró mucho ¿eh?- dijo Sus riendo.

—Muy bien... muy bien. —Oyó que Quirrell sollozaba.

Al segundo siguiente, Quirrell salió apresuradamente del aula, enderezándose el turbante.

Con que se estaba enderezándose el turbante- pensó Moody mientras formaba en su cabeza una teoría.

Estaba pálido y parecía a punto de llorar. Desapareció de su vista y Harry pensó que ni siquiera lo había visto. Esperó hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y entonces inspeccionó el aula.

—La curiosidad mató al gato Potter- le dijo friamente Snape.

Parecía vacía, pero la puerta del otro extremo estaba entreabierta. Harry estaba a mitad de camino, cuando recordó que se había prometido no meterse en lo que no le correspondía.

—A buenas horas lo recuerdas- le regañó su madre.

Al mismo tiempo, habría apostado doce Piedras Filosofales a que Snape acababa de salir del aula

—Me debe usted doce Piedras Filosofales Potter- le dijo acidamente Snape. Harry rodó los ojos.

y, por lo que Harry había escuchado, Snape debería estar de mejor humor... Quirrell parecía haberse rendido finalmente.

—Mucho había durado- dijo Dean.

Harry regresó a la biblioteca, en donde Hermione estaba repasándole Astronomía a Ron. Harry les contó lo que había oído.

—Como siempre- dijeron todos a la vez.

— ¡Entonces Snape lo hizo! —dijo Ron—. Si Quirrell le dijo cómo romper su encantamiento anti-Fuerzas Oscuras...

—Pero todavía queda Fluffy —dijo Hermione.

—Tal vez Snape descubrió cómo pasar ante él sin preguntarle a Hagrid —dijo Ron, mirando a los miles de libros que los rodeaban—. Seguro que por aquí hay un libro que dice cómo burlar a un perro gigante de tres cabezas. ¿Qué vamos a hacer, Harry?

—Si claro, y un libro que te explique como vivir eternamente- dijo Sirius rodando los ojos. Dumby sonrió internamente.

La luz de la aventura brillaba otra vez en los ojos de Ron,

Hermione suspiró disimuladamente y se sonrojó un poco.

pero Hermione respondió antes de que Harry lo hiciera.

—Ir a ver a Dumbledore. Eso es lo que debimos hacer hace tiempo. Si se nos ocurre algo a nosotros solos, con seguridad vamos a perder.

—Exacto- dijo Minerva.

— ¡Pero no tenemos pruebas! —exclamó Harry—.

—No importa- dijo James- Dumby os escuchará siempre y luego investigará por su cuenta.

Quirrell está demasiado atemorizado para respaldarnos.

—O no le conviene- murmuró Harry en voz baja.

Snape sólo tiene que decir que no sabía cómo entró el trol en Halloween y que él no estaba cerca del tercer piso en ese momento. ¿A quién pensáis que van a creer, a él o a nosotros?

—Depende- dijo sonrió Dumbledore.

No es exactamente un secreto que lo detestamos. Dumbledore creerá que nos lo hemos inventado para hacer que lo echen. Filch no nos ayudaría aunque su vida dependiera de ello, es demasiado amigo de Snape y, mientras más alumnos pueda echar, mejor para él.

—No estoy de acuerdo en lo que es amigo de del profesor Snape pero en lo demás…- dijo Blaise.

Y no olvidéis que se supone que no sabemos nada sobre la Piedra o Fluffy. Serían muchas explicaciones.

Hermione pareció convencida, pero Ron no.

—Si investigamos sólo un poco...

—No —dijo Harry en tono terminante—: ya hemos investigado demasiado.

Los tres rompieron a reír divertidos.

Acercó un mapa de Júpiter a su mesa y comenzó a  aprender los nombres de sus lunas.

Todos los alumnos de primero bufaron mientras la profesora Sinestra los miraba divertida.

A la mañana siguiente, llegaron notas para Harry, Hermione y Neville, en la mesa del desayuno. Eran todas iguales.

—Vuestro castigo tendrá lugar a la hora tal. El señor Filch os acompañaá a tal sitio. Prof. M. McGonagall- dijeron todos los bromistas la vez.

Vuestro castigo tendrá lugar a las once de la noche.

El señor Filch os espera en el vestíbulo de entrada.

Prof M. McGonagall

— ¿Habéis pensado en variar un poco las notas?- preguntó Fabian.

—Cuando has recibido más de quince se vuelven monótonas- explicó Guideon.

En medio del furor que sentía por los puntos perdidos, Harry había olvidado que todavía les quedaban los castigos. De alguna manera esperaba que Hermione se quejara por tener que perder una noche de estudio, pero la muchacha no dijo una palabra. Como Harry, sentía que se merecían lo que les tocara.

Hermione asintió.

—Lo siento muchachos- le dijo Hagrid- Por culpa mía lo pasastéis muy mal.

— ¿Para que están los amigos Hagrid?- le preguntó Harry con una sonrisa a la que el semi gigante respondió de forma radiante.

A las once de aquella noche, se despidieron de Ron en la sala común

—Seguro que se quedará en la sala común hasta que vuelvan como hacia Lunático- dijo James mientras Sirius sonreia al licántropo.

y bajaron al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya estaba allí y también Malfoy.

—Al menos algo bueno salió de eso.- dijo Bill sonriendo.

Harry también había olvidado que a Malfoy lo habían condenado a un castigo.

—Seguidme —dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndolos hacia fuera—. Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar a otra regla de la escuela, ¿verdad? —dijo, mirándolos con aire burlón—. Oh, sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión...

—No, no la queremos- gruñó Frank poniendo la mano sobre el hombro de su hijo protectoramente.

es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las muñecas, del techo, unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan...

—Oh deberíamos usarlas- dijo Sus mirando a Filch con una sonrisa peligrosa.

— Estoy de acuerdo- dijo Sirius con un movimiento de varita Filch quedó colgado del techo.

—Bajadme- ordenó gritando.

—Disculpate con nuestros ahijados y Hermione- le respondieron al unísono.

—Lo siento- gruñó Filch- Ahora me bajais.

—No me ha parecido muy sincero- dijo Sus negando con la cabeza.- ¿Y a ti Sirius?

—Definitivamente no.- le respondió él.

—Lo lamento, lo lamento. No lo volveré a decir pero bajadme- suplicó él entre lloriqueos.

—Ves, hablando todo el mundo se entiende- dijo Sus y Sirius hizo desaparecer las cadenas y Filch cayó de culo al suelo.

Este recogió, entre sus gruñidos y la risa de los estudiantes, el libro y prosiguió.

Bien, allá vamos, y no penséis en escapar, porque será peor para vosotros si lo hacéis.

Marcharon cruzando el oscuro parque. Neville comenzó a respirar con dificultad. Harry se preguntó cuál sería el castigo que les esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento.

—O algo que Filch considere horrible- puntualizó James intentando tranquilizar a su esposa.

La luna brillaba, pero las nubes la tapaban, dejándolos en la oscuridad. Delante, Harry pudo ver las ventanas iluminadas de la cabaña de Hagrid. Entonces oyeron un grito lejano.

— ¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar de una vez.

Todo el mundo dejó escapar un suspiro de alivio. Hagrid iba a estar con ellos.

El corazón de Harry se animó: si iban a estar con Hagrid, no podía ser tan malo.

Los rostros de todos demostraban que estaban de acuerdo con Harry y Hagrid sonreía encantado.

Su alivio debió aparecer en su cara, porque Filch dijo:

—Supongo que crees que vas a divertirte con ese papanatas, ¿no?

Varios gruñidos se oyeron y Filch se apresuró a disculparse con Hagrid antes que alguien lo colgase otra vez del techo.

Bueno, piénsalo mejor, muchacho... es al bosque adonde iréis

— ¿Qué?- preguntó Astoria- Es muy peligroso.

— ¿Estas preocupada por mi Grengrass?- preguntó Draco más esperanzado que burlón.

—Me preocupo por los de mi casa- esquivó la chica.

y mucho me habré equivocado si volvéis todos enteros.

—Por suerte tiendes a equivocarte- gruñó Ron.

Al oír aquello, Neville dejó escapar un gemido y Malfoy se detuvo de golpe.

— ¿El bosque? —repitió, y no parecía tan indiferente como de costumbre—. Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay hombres lobo.

Remus bajó la cabeza pero Tonks le cogió la mano.

—Si no es luna llena no son diferentes a nosotros.- dijo la metamorfa mirando mal al rubio.

Neville se aferró de la manga de la túnica de Harry y dejó escapar un ruido ahogado.

—Eso es problema vuestro, ¿no? —dijo Filch, con voz radiante—. Tendríais que haber pensado en los hombres lobo antes de meteros en líos.

—Idiota- gruñeron Frank y James.

Hagrid se acercó hacia ellos, con Fang pegado a los talones. Llevaba una gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.

—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione?

—Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid —dijo con frialdad Filch—. Después de todo, están aquí por un castigo.

—Por eso llegáis tarde, ¿no? —dijo Hagrid, mirando con rostro ceñudo a Filch—. ¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo.

—Y será mucho más agradable- dijeron todos a la vez.

—Volveré al amanecer —dijo Filch— para recoger lo que quede de ellos —añadió con malignidad. Se dio la vuelta y se encaminó hacia el castillo, agitando el farol en la oscuridad.

El alumnado aplaudió a la marcha del celador que los miró frunciendo el ceño.

Entonces Malfoy se volvió hacia Hagrid.

—No iré a ese bosque —dijo, y Harry tuvo el gusto de notar miedo en su voz.

—No era el único asustado- afirmaron Neville y Hermione a la vez.

—Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts —dijo Hagrid con severidad—. Hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.

—Pero eso es para los empleados, no para los alumnos. Yo pensé que nos harían escribir unas líneas, o algo así. Si mi padre supiera que hago esto, él...

— ¿Qué haría tu papi?- preguntó Tonks burlona. Una mirada licántropa hizo que la respuesta insultante de Draco muriese en sus labios.

—Te dirá que es así como se hace en Hogwarts — gruñó Hagrid—. ¡Escribir unas líneas! ¿Y a quién le serviría eso? Haréis algo que sea útil, o si no os iréis. Si crees que tu padre prefiere que te expulsen, entonces vuelve al castillo y coge tus cosas. ¡Vete!

Los Gryffindor aplaudieron.

—Así se habla profesor- exclamó Parvati.

—Genial Hagrid- gritaro los merodeadores.

Malfoy no se movió. Miró con ira a Hagrid, pero luego bajó la mirada.

—Vaya, alguien le bajo los humos al huroncete.- dijo Dean sonriendo.

—Cállate sangre… Thomás- rectificó Draco rojo de furia.

— ¿Cómo ibas a llamarle?- preguntó Seamus que había sacado la varita.

— ¿Y a ti que te importa?- le respondió Draco.

—Me importa porque es mi mejor amigo- replicó Seamus- Ah, perdona. Olvidaba que para ti los amigos no son más que guardaespaldas que solo están contigo por tu popularitat y poder.- Terminó cruelmente. El dolor apareció un momento en la cara del rubio y, aunque lo disimuló enseguida, todo el mundo lo vio. Seamus se arrepintió un poco de su comentario.

—Puedes decir eso de de Crabbe y Goyle pero no hables de sus amigos en general sin saber nada imbecil- dijo Theo que había perdido su habitual aire ausente y su rostro estaba encendido de furia.

—Porque dudo mucho que yo y Theo entremos en esa descripción y sin duda somos amigos de Draco- terminó un Blaise que también había sacado la varita.

—Caballeros- advirtió Dumby Theo y Blaise no bajaron su varita ni dejaron su pose amenazante.

—Chicos,- intervenió Draco- Muchas gracias pero mejor no perdemos puntos.- les dijo mientras sonreía sinceramente a sus amigos estos se miraron y bajaron la varita volviendose a sentar lanzandole miradas amenazantes a Seamus.

—Bien, entonces —dijo Hagrid—. Escuchad con cuidado, porque lo que vamos a hacer esta noche es peligroso y no quiero que ninguno se arriesgue. Seguidme por aquí, un momento.

Lily y Alice se cogieron de la mano compartiendo su temor y impotencia.

Los condujo hasta el límite del bosque. Levantando su  farol, señaló hacia un estrecho sendero de tierra, que desaparecía entre los espesos árboles negros. Una suave brisa les levantó el cabello, mientras miraban en dirección al bosque.

—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que brilla en la tierra? ¿Eso plateado? Es sangre de unicornio.

—¿Qué?- exclamaron.

Hay por aquí un unicornio que ha sido malherido por alguien. Es la segunda vez en una semana.

—Dios mio- dijo Remus— Que no sea lo que estoy pensando.- pidió.

— ¿En que estás pensando Lunático?- preguntó Sirius.

— Solo es un corazonada y espero que sea incorrecta- le contestó suspirando.

—Pues estamos fritos- dijo James- Tú nunca tienes corazonadas equivocadas.

Encontré uno muerto el último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez tengamos que evitar que siga sufriendo.

— ¿Quieres decir matarlo?- preguntó Lavander pálida. Un escalofrío recorrió a todos.

—Sólo como último recurso.- dijo Hagrid- Jamás mataría a una criatura como un unicornio si no fuese lo único que se pudiese hacer- la tranquilizó.

— ¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de su voz.

—Gran pregunta- murmuraron Ron, Astoria, Ginny y Hannah a la vez.

—No hay ningún ser en el bosque que os pueda herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora vamos a dividirnos en dos equipos

—No- dijo Lily.- será mucho más peligroso.

y seguiremos la huella en distintas direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche, por lo menos.

—Yo quiero ir con Fang —dijo rápidamente Malfoy, mirando los largos colmillos del perro.

-        Es más seguro ir con Hagrid- aseguró Sirius y Astoria, Blaise y Theo miraron a Draco con preocupación.

—Muy bien, pero te informo de que es un cobarde — dijo Hagrid—. Entonces yo, Harry y Hermione iremos por un lado y Draco, Neville y Fang, por el otro.

— ¿Porque Neville tiene que ir con ese idiota?- preguntó Sus preocupada.

Si alguno encuentra al unicornio, debe enviar chispas verdes, ¿de acuerdo? Sacad vuestras varitas y practicad ahora... está bien... Y si alguno tiene problemas, las chispas serán rojas y nos reuniremos todos... así que tened cuidado... en marcha.

—Por una vez espero que salga más el verde que el rojo.- dijo James

El bosque estaba oscuro y silencioso. Después de andar un poco, vieron que el sendero se bifurcaba. Harry, Hermione y Hagrid fueron hacia la izquierda y Malfoy, Neville y Fang se dirigieron a la derecha. Anduvieron en silencio, con la vista clavada en el  suelo. De vez en cuando, un rayo de luna a través de las ramas iluminaba una mancha de sangre azul plateada entre las hojas caídas.

Harry vio que Hagrid parecía muy preocupado.

— ¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry

—No son suficientemente rápidos Harry- explicó Remus con naturalidad.

—No son bastante rápidos —dijo Hagrid—. No es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno.

—Se necesita mucha mágia, normalmente negra- dijo Ojoloco.- También se puedrían cazar sin magia negra pero no se ha investigado nunca como hacerlo. Los que cazan unicornios no suelen ser escrupulosos con el tipo de magia que se usa.

Pasaron por un tocón con musgo. Harry podía oír el agua que corría: debía de haber un arroyo cerca. Todavía había manchas de sangre de unicornio en el serpenteantesendero.

— ¿Estás bien, Hermione? —susurró Hagrid—. No te preocupes, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces podremos... ¡PONEOS DETRÁS DE ESE ÁRBOL!

— ¿Por qué?- preguntaron Lily y Minie casi histéricas.

Hagrid cogió a Harry y Hermione y los arrastró fuera del sendero, detrás de un grueso roble. Sacó una flecha, la puso en su ballesta y la levantó, lista para disparar. Los tres escucharon. Alguien se deslizaba sobre las hojas secas. Parecía como una capa que se arrastrara por el suelo.

—Mierda- dijo Remus- Eso apoya mi corazonada.

Hagrid miraba hacia el sendero oscuro pero, después de unos pocos segundos, el sonido se alejó.

—Lo sabía —murmuró—. Aquí hay alguien que no debería estar.

— ¿Un hombre lobo? —sugirió Harry.

— Y dale con los hombres lobo- dijo Tonks- Que son personas normales con un problema durante las lunas llenas.

— Exacto- afirmaron James y Sirius. Remus les miró a los tres con agradecimiento y ternura.

—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un unicornio —dijo Hagrid con gesto sombrío—. Bien, seguidme, pero tened cuidado.

—Si Hagrid está sombrio algo muy malo está pasando- dijo Frank preocupadisimo y, inconcientemente, se acercó a su hijo.

Anduvieron más lentamente, atentos a cualquier ruido. De pronto, en un claro un poco más adelante, algo se movió visiblemente.

— ¿Qué era?- preguntó asustada Lily.

— ¿Quién está ahí? —gritó Hagrid—. ¡Déjese ver... estoy armado!

Y apareció en el claro... ¿era un hombre o un caballo?

— Un centauro- exclamaron todos y la vista de muchos se dirigió hacia el nuevo maestro de adivinación.

De la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y rojiza.

—Ronan- dijo Firenze con cierta nostalgia.

Harry y Hermione se quedaron boquiabiertos.

—Es natural, los centauros son impresionantes- dijo Denis con los ojos brillantes Firenze le sonrió.

—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—. ¿Cómo estás?

Se acercó y estrechó la mano del centauro.

—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?

— ¿Qué clase de pregunta es esa?- dijo Alice sorprendida.

— Pues habéis tenido suerte de que fuese Ronan y no Bane- dijo Firenze- Se lo hubiese tomado como un insulto y los habría atacado, es demasiado orgulloso.

—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid, tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste es Harry Potter y ella es Hermione Granger. Ambos son alumnos del colegio. Y él es Ronan. Es un centauro.

— ¿En serio?- preguntó un sarcástico Fabian.

—No nos habíamos dado cuenta- terminó su hermano rodando los ojos.

—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente Hermione.

— ¿Hermione utilizando el sarcasmo?- preguntó Fred.

—Eso no me lo esperaba de ti- aseguró George negando con la cabeza haciendose el decepcionado.

—Solo intentaba ser amable- exclamó Hermione.

—Buenas noches —los saludó Ronan—. ¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?

—Se nota que no conoce a Hermione- dijo Ron girando los ojos.

—Eh...

—Un poquito —dijo con timidez Hermione.

Todo el mundo giró los ojos.

—Señorita Granger, usted particularmente aprende mucho más que un poquito- dijo sonriendo orgullosa Minie.

—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan suspiró. Torció la cabeza y miró hacia el cielo—. Esta noche, Marte está brillante.

Remus jadeo.

— ¿Qué ocurre Lunático?- preguntó Sirius.

— Marte es el dios romano de la guerra, equivale al dios Ares de la mitologia griega- explicó, al ver las caras de incomprensión de todo el mundo continuo- Los centauros son excelentes astrónomos y utilizan las estrellas para predecir el futuro, si Marte brilla significa que se aproxima un guerra. ¿Me equivoco?- preguntó mirando a Firenze.

—No- fue la respuesta del centauro que puso la carne de gallina a todos los ocupantes de la sala.- Aunque no solo se refiere a guerra si no también a desgracias, ataques o accidentes desafortunados- dijo intentando calmar a los ocupantes de la sala sin conseguirlo.

—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—. Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio herido. ¿Has visto algo?

— No te lo dirá,- le dijo Luna con un suspiro- No les gusta dar respuestas directas.

Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.

—Siempre los inocentes son las primeras víctimas — dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.

Varios de los de primer curso temblaron, este capítulo estaba resultando de lo más tétrico.

—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo, Ronan? ¿Algo desacostumbrado?

—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan, mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.

—Bueno,- dijo Lia- Es algo desacostumbrado.

—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid

—Buena respuesta- le felicitaron los gemelos Weasley.

—. Entonces ¿no has visto nada extraño?

Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar. Hasta que, finalmente, dijo:

—El bosque esconde muchos secretos.

—Lo sabemos- dijeron los merodeadores rodando los ojos.

Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.

—Bane- murmuró Firenze con algo de rencor.

—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?

—Buenas noches, Hagrid, espero que estés bien.

—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio. ¿Sabes algo sobre eso?

—Deja que adiviné- dijo Sus- Marte brilla mucho.

Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.

—Esta noche Marte brilla mucho —dijo simplemente.

—Lo sabía- dijo Sus exasperada.

—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno, si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.

—Hagrid ha perdido la paciencia- anunció Ernie entre risas.

—Con respuestas tan crípticas cualquiera la pierde- dijo Hannah.

Harry y Hermione lo siguieron, saliendo del claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los taparon.

—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No se interesan por nada más cercano que la luna.

—Eso no es cierto- dijo Firenze- Solo nos interesan los astros porque nos ayudan a comprender y predecir el futuro- explicó- Para nosotros que alguien diga que Marte brilla significa que se acerca el peligro y que hay que tener cuidado.

— ¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó Hermione.

—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos. Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero no dicen mucho.

— Saber el futuro no es conveniente por eso no lo decimos, aunque el resto me lo tomaré como un cumplido hacia mi raza- le dijo Firenze sonriendo.

— ¿Crees que era un centauro el que oímos antes? — dijo Harry.

— ¿Te pareció que era ruido de cascos? No, en mi opinión, eso era lo que está matando a los unicornios...

Lily y Molly palidecieron mientras Alice daba gracias de que su hijo estuviera en otro rincón del bosque.

Nunca he oído algo así.

Pasaron a través de los árboles oscuros y tupidos. Harry seguía mirando por encima de su hombro, con nerviosismo. Tenía la desagradable sensación de que los vigilaban.

—Haz caso siempre de tus percepciones- le dijo Ojo Loco cosa que no tranquilizó mucho a nadie.

Estaba muy contento de que Hagrid y su ballesta fueran con ellos. Acababan de pasar una curva en el sendero cuando Hermione se aferró al brazo de Hagrid.

— ¡Hagrid! ¡Mira! ¡Chispas rojas, los otros tienen problemas!

—Mierda- exclamaron Astoria y Hannah a la vez mientras todos las miraban sorprendidas. Ellas estaban demasiado preocupadas para notar eso ni el hecho que Neville y Draco se las miraban sonriendo con ternura y esperanza.

—Mi niño, mi niño- repetía una histérica Alice mientras Frank aferraba el hombro de Neville muerto de miedo y Augusta contenía la respiración. Sus, por su parte abrazaba a Sirius con todas sus fuerzas mientras este le acariciaba el pelo.

— ¡Vosotros esperad aquí! —gritó Hagrid—. ¡Quedaos en el sendero, volveré a buscaros!

—No los dejes solos- exclamó Lily llena de preocupación. Ron agarró la mano de Hermione fuertamente y miraba a Harry preocupado. James tenía los ojos cerrados y los dedos cruzados.

Lo oyeron alejarse y se miraron uno al otro, muy asustados, hasta que ya no oyeron más que las hojas que se movían alrededor.

— ¿Crees que les habrá pasado algo? —susurró Hermione.

—No me importará si le ha pasado algo a Malfoy, pero si le sucede algo a Neville... está aquí por nuestra culpa.

Neville les sonrió mientras Draco les fulminaba con la mirada.

Los minutos pasaban lentamente. Les parecía que sus oídos eran más agudos que nunca. Harry detectaba cada ráfaga de viento, cada ramita que se rompía.

—Cuando se tiene miedo los sentidos tienden a agudizarse- explicó Kingsley.

¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban los otros? Por fin, un ruido de pisadas crujientes les anunció el regreso de Hagrid. Malfoy, Neville y Fang estaban con él.

Todo el mundo soltó un suspiro de alivio.

Hagrid estaba furioso. Malfoy se había escondido detrás de Neville y, en broma, lo había cogido. Neville se aterró y envió las chispas.

Augusta y Sus abrieron la boca para decirle algo desagradable al rubio pero alguien se les adelanto.

—Serás idiota- gritó Astoria. Todo el mundo, excepto su hermana mayor, abrió los ojos como platos ante tal comportamiento de la distante Greengrass.

—O vamos Greengrass, solo fue una broma para divertirme- dijo Draco sonriendo.

— ¡¿Para divertirte?! ¡Podrías pensar en alguien a parte de tú mismo! El señorito no podía pensar en la preocupación que sentiriamos al ver las chispas da Longbotton. Pero claro mientras el señorito se divierta.- Todo el mundo miraba a Astoria asombrado, era la primera que le hablaban así al principe de las serpientes.

—Siento que te hayas preocupado por mi- se disculpó Draco con una sonrisa burlona.

— ¿Qué te hace pensar que estaba preocupada por ti?- le preguntó Astoria con la mirada y la voz helada.

—Oh, estabas preocupada por Longbotton ahora lo veo- le dijo burlon- Reconocelo, estas loca por mi- le dijo con una sonrisa que más que burlona era esperanzada.

—Eres un maldito egocéntrico Malfoy- le respondió una enfadadisima Astoria.- Continue por favor Filch antes que el ego de este nos ahogue a todos.- James y Lily intercambiaron una mirada divertida.

—Vamos a necesitar mucha suerte para encontrar algo, después del alboroto que habéis hecho. Bueno, ahora voy a cambiar los grupos... Neville, tú te quedas conmigo y Hermione. Harry, tú vas con Fang y este idiota.

Lily suspiró sonoramente.

Lo siento —añadió en un susurro dirigiéndose a Harry— pero a él le va a costar mucho asustarte y tenemos que terminar con esto.

Así que Harry se internó en el corazón del bosque, con Malfoy y Fang. Anduvieron cerca de media hora, internándose cada vez más profundamente, hasta que el sendero se volvió casi imposible de seguir, porque los árboles eran muy gruesos. Harry pensó que la sangre también parecía más espesa. Había manchas en las raíces de los árboles, como si la pobre criatura se hubiera arrastrado en su dolor.

Varios suspiraron con tristesa.

Harry pudo ver un claro, más adelante, a través de las enmarañadas ramas de un viejo roble.  

—Mira... —murmuró, levantando un brazo para detener a Malfoy  Algo de un blanco brillante relucía en la tierra.

—El unicornio- dijo Tonks en un susurro.

Se acercaron más. Sí, era el unicornio y estaba muerto. Harry nunca había visto nada tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco perla se desparramaba sobre las hojas oscuras.

Un par de lágrimas se escaparon de los bellos ojos azules de Fleur que se abrazó a Bill. No era la única que lloraba. Los unicornios solo dejan que se les acerquen mujeres. Las únicas que habían visto un unicornio de cerca solían decir que era algo que no se olvida nunca y ahora lloraban amargamente.

Harry había dado un paso hacia el unicornio, cuando un sonido de algo que se deslizaba lo hizo congelarse en donde estaba. Un arbusto que estaba en el borde del claro se agitó...

Lily, James, Astoria y Ginny perdieron todo el color de la cara. Cho miró a Harry con preocupación del mismo modo que Pansy miraba a Draco.

Entonces, de entre las sombras, una figura  encapuchada se acercó gateando, como una bestia al acecho. Harry, Malfoy y Fang permanecieron paralizados.

—Corred- suplicó Minie que se arrepentía de haberles puesto ese castigo.

La figura encapuchada llegó hasta el unicornio, bajó la cabeza sobre la herida del animal y comenzó a beber su sangre.

— ¿Por qué nunca me equivoco?- preguntó Remus frustrado y muy, muy preocupado.

—Llevo preguntandome eso desde primero le respondió Sirius.

— ¿Se está bebiendo a un unicornio?- preguntó Collin estrañadisimo.

— Su sangre riene unas facultades sorprendentes- esplicó Lily.

— ¿Que hace?- preguntó Terry.

—Te mantiene vivo, maldito, pero vivo- respondió Firenze con un susurro y todos temblaron.

—¡ AAAAAAAAAAAAAH!

Malfoy dejó escapar un terrible grito y huyó...

Astoria dejó escapar un suspiro de alivio y Theo y Bleise se destensaron.

lo mismo que Fang. La figura encapuchada levantó la cabeza y miró directamente a Harry. La sangre del unicornio le chorreaba por el pecho. Se puso de pie y se acercó rápidamente hacia él... Harry estaba paralizado de miedo.

—Muevete- le ordonó James con la voz rota y temblando.

Entonces, un dolor le perforó la cabeza, algo que nunca había sentido, como si la cicatriz estuviera incendiándose. Casi sin poder ver, retrocedió. Oyó cascos galopando a sus espaldas, y algo saltó limpiamente y atacó a la figura.  

Todo el mundo se relajó y Hagrid sonrió a Firenze.

El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara.

— ¿Qué pasa con esa cicatriz?- preguntó Padma algo triste aún por lo del unicornio.

—Es un aviso- dijo Harry.

Cuando levantó la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

— ¿Es usted profesor?- preguntó Lavander este asintió.

—Mil gracias- dijo James.

—Fue un placer- le respondió el centauro sonriendo a Harry.

— ¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.

—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?

El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.

—Tú eres el chico Potter  —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar?

Varios jadearon y dirigieron la mirada al profesor para digirla al minuto siguiente hacia Harry y luego otra vez hacia el profesor.

— Era necesario que saliese de ese lugar lo más rápido posible- dijo con su voz profunda.

—Sí pero tuviste que romper todos vuestros tabus- terció Lily- si algun día puedo hacer algo por ti no dudes en pedirmelo porque te debo más que mi vida.- Firenze asintió en su dirección con una sonrisa complacida.

Así será más ápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.

Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope.

—Problemas- musitó Sirius.

Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.

— ¡Firenze! —rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? ¡Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?

—Solo una buena persona- dijo Petunia al minuto se arrepintió de su intervención porque clavó la vista a la mesa.

—En todo caso un buen centauro pero gracias- dijo Firenze complacido.

— ¿Te das cuenta de quién es? —dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.

— ¿Qué le has estado diciendo? —gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?

— ¿Qué sucederá?- preguntó Lia asustada. Pero el profesor de adivinación cerró la boca.

Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.

—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.

—Evidentemente- dijeron todos girando los ojos.

También Bane dio una patada, enfadado.

— ¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con  nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!

—Será cobarde- exclamó Seamus.

—Y egoísta- dijo Dean.

—Claro porque molestarse en ayudarnos si a él no le afecta- gruñó Ginny. 

De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.

— ¿No has visto ese unicornio? —preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto?

—Buen golpe- le felicitaron los Slytherin.

Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.

—Así se habla profesor- corearon todos.

Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.  Harry no entendía lo sucedido.

—Es normal- dijo Kingsley sonriendo con condescendencia,- solo ibas a primero.

— ¿Por qué Bane está tan enfadado?

—Porque es un idiota orgulloso.- gruñó Fred.

—preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?

—Buena pregunta- dijo Tonks con curiosidad.

—No te gustará la respuesta- dijo Remus sombrio.

Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a hablarle. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.

—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?

—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.

—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—.

—Hoggipilante- afirmó Fleur, su tristesa se había convertido en furia.

Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.

— ¿Quién puede querer algo así?- preguntó Blaise asombrado.

Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.

—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?

—Exacto-dijeron todos a la vez.

—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?

—La piedra- murmuró Terry- Claro, el elixir de la vida.

— ¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...

— ¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?

—Voldmort- fue la única palabra que dijo Remus. Todos le miraron horrorizados mientras la verdad caía llana sobre ellos.

Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».

Todos asintieron.

—Está muerto, muerto- gritó Umbridge pero ni el ministro las tenía todas consigo.

— ¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?

— ¡Harry! Harry, ¿estás bien?

Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.

—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.

—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya estás a salvo.  

—Ya era hora- dijo Lily.

Harry se deslizó de su lomo.

—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.  

— ¿Tan malo es?- preguntó Dumby, Firenze asintió lentamente.

Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando. Ron se había quedado dormido en la oscuridad de la sala común, esperando a que volvieran.

—Como yo decía, exacto a Lunático siempre que nos castigaban sin él- dijo James sonriéndole.

Cuando Harry lo sacudió para despertarlo, gritó algo sobre una falta en quidditch.

—Hombres- gruñeron la mayoría de las chicas.

Sin embargo, en unos segundos estaba con los ojos muy abiertos, mientras Harry les contaba, a él y a Hermione, lo que había sucedido en el bosque.  Harry no podía sentarse. Se paseaba de un lado al otro, ante la chimenea. Todavía temblaba.

—Snape quiere la piedra para Voldemort... y Voldemort está esperando en el bosque... ¡Y todo el tiempo pensábamos que Snape sólo quería ser rico!

—Que manía con decir que yo quiero la maldita piredra- murmuró Snape.

—Es bien sabido que eras un mortífago- dijo James y varios miraron sorprendidos al profesor.

—Era, Potter, com bien ha dicho- le respondió él.

— ¡Deja de decir el nombre! —dijo Ron,

— ¿Qué nombre? ¿Snape?- preguntó Sirius con una sonrisa.

en un aterrorizado susurro, como si pensara que Voldemort pudiera oírlos.

Varios temblaron.

Harry no lo escuchó.

—Firenze me salvó, pero no debía haberlo hecho... Bane estaba furioso... Hablaba de interferir en lo que los planetas dicen que sucederá... Deben decir que Voldemort ha vuelto... Bane piensa que Firenze debió dejar que Voldemort me matara. Supongo que eso también está escrito en las estrellas.

—No exactamente- dijo Firenze- Las estrellas son caprichosas, nunca lo dicen todo ni son exactas.

— ¿A quien me recuerdan?- dejó caer Hagrid provocando risitas.

— ¿Quieres dejar de repetir el nombre? —dijo Ron.

—Así que lo único que tengo que hacer es esperar que Snape robe la Piedra —continuó febrilmente Harry—.. Entonces Voldemort podrá venir y terminar conmigo... Bueno, supongo que Bane estará contento.

— Mientras Bane esté contento- ironizó Ginny.

Hermione parecía muy asustada, pero tuvo una palabra de consuelo.

—Siempre las tiene- dijo Ron mirandola afectuosamente.

—Harry, todos dicen que Dumbledore es al único al que Quien-tú-sabes siempre ha temido. Con Dumbledore por aquí, Quien-tú-sabes no te tocará.

—Exacto- dijeron todos Dumblendore sonrió ante la fe que le tenían sus alumnos.

De todos modos, ¿quién puede decir que los centauros tienen razón? A mí me parecen adivinos y la profesora McGonagall dice que ésa es una rama de la magia muy inexacta.

—Lo siento profesor pero no confió en la adivinación- dijo Hermione.- Es inexacta, además si vives mirando el futuro te olvidas de disfrutar del presente, que es lo único que hay seguro- Minie la miró entre orgullosa entre preocupada por lo madura que era.

El cielo ya estaba claro cuando terminaron de hablar. Se fueron a la cama agotados, con las gargantas secas. Pero las sorpresas de aquella noche no habían terminado.  Cuando Harry abrió la cama encontró su capa invisible, cuidadosamente doblada.

—Gracias a dios- dijo James- es un reliquia familiar, no vuelvas a dejartela.- Harry negó con la cabeza.

Tenía sujeta una nota:

Por las dudas.

—Como no habíamos tenido suficientes mensajes cripticos en el capítulo- dijo Sus exasperada.

—Ahora a comer- dijo Dumby y la comida apareció. Tantas ganas tenian de seguir que todos engulleron tan rapidamente como pudieron sin hablar. Al terminar Dumby cogió el libro- A través de la trampilla