El hombre con dos caras

—El hombre con dos caras- leyó Kingsley a quien Dumby le había dado el libro, y su voz grave y pausada relajó bastante a los allí presentes.

Era Quirrell.

— Pagad- repitieron Remus y Lily a la vez. James y Sirius les pasaron las monedas a regañadientes.

— ¡Usted! —exclamó Harry.

Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra del tic.

— Maldito farsante- gruñó Harry. Todo el mundo que había conocido a Quirrell miró al libro asombrado.

—Yo —dijo con calma— me preguntaba si me iba a encontrar contigo aquí, Potter.

—Pero yo pensé... Snape...

— Vaya pues se equivocó- dijo Snape con una sonrisa triunfante en los labios que daba escalofríos.

— ¿Severus? —Quirrell rió, y no fue con su habitual sonido tembloroso y entrecortado, sino con una risa fría y aguda—. Sí, Severus parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme.

— Se que es el malo pero empieza a caerme bien- dijo Sirius sobre las carcajadas de James.

Al lado de él ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tamudo p-profesor Quirrell?

— Remus- dijo Sirius con orgullo.

— Lily- afirmó James con adoración.

— Dora- contestó Remus mirandola con admiración.

— Y varios aurores más- terminó esta.

Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía ser verdad, no podía ser.

— ¡Pero Snape trató de matarme!

— Eso.- dijo James convencido. Su esposa rodó los ojos.

—No, no, no. Yo traté de matarte.

— Ok, ya no me cae bien- dijo Sirius frunciendo el ceño.

Tú amiga, la señorita Granger, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle fuego a Snape, en ese partido de quidditch.

— Bien hecho Hermione- le dijo Ron- Eres la mejor.

— Gra…Gracias Ron- musitó ella completamente roja.

Y rompió el contacto visual que yo tenía contigo. Unos segundos más y te habría hecho caer de esa escoba. Y ya lo habría conseguido, si Snape no hubiera estado murmurando un contramaleficio, tratando de salvarte.

A Sirius le cogió un ataque de tos mientras James miraba completamente sorprendido al profesor.

— Muchisimas gracias, muchisimas gracias- dijo Lily sonriendo a su ex mejor amigo.

— No hay de que Evans- recalcó el apellido mirando a James- Al fin y al cabo, es uno de mis alumnos.

— Gracias Snape- dijo James todo tirante.

— No lo hice por ti- repuso él helandolo con la mirada.

— Se exactamente porque lo hiciste- dijo James- Aun así te debo más que mi vida por haberlo salvado.

— Si los motivos no cuentan digamos que estamos en paz,- repuso Snape- Por la vez en que me ayudaste para salvar el cuello de tus amigitos.

— Supongo que estamos en paz- repuso James- Genial no me apetecía tener que ser amable contigo Quejicus.

— Ni a mi  que lo hicieras Potter- repuso Snape con odio.

— No cambiarán nunca- dijo Lily girando los ojos.

— Nunca- aseguró Remus con una sonrisa divertida.

— ¿Snape trataba de salvarme a mí?

— Sin comentarios- dijo un aún sorprendido Sirius.

—Por supuesto —dijo fríamente Quirrell—. ¿Por qué  crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido?

— Concretamente me ordenaron ser el árbitro del partido- dijo Snape dirigiendo una mala mirada hacia el director.

Estaba tratando de asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no necesitaba molestarse. No podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los otros profesores creyeron que Snape trataba de impedir que Gryffindor ganase, se ha hecho muy impopular...

— Supongo que te debemos una disculpa Severus- dijo Minerva.

— No es que desaprovechara la ocasión de favorecer a Slytherin- dijo Snape frio como siempre.

Y qué pérdida de tiempo cuando, después de todo eso, voy a matarte esta  noche.  

— Ni se te ocurra Quirrell- gruñó Lily, parecía que su cabello rojo hubiese cobrado vida y flotara a su alrededor. James se apartó de ella un poquito, con cara de espanto.

Quirrell chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron del aire y se enroscaron en el cuerpo de Harry, sujetándolo con fuerza.

—Eres demasiado molesto para vivir, Potter. Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubriste cuando iba a ver qué era lo que vigilaba la Piedra.

— ¿Usted fue el que dejó entrar al trol?

— Evidentemente- dijo Terry girando los ojos.

— ¿Qué parte de tenía once años es la que aún nadie ha entendido?- preguntó Harry molesto causasndo risas.

—Claro. Yo tengo un don especial con esos monstruos.  ¿No viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación?

— Vaya,- dijo Katie- ahora se considera un don matar a un trol con un golpe en la cabeza- dijo sarcásticamente.

— Ese tipo tenía demasiados humos- corroboró Oliver.

Desgraciadamente, cuando todos andaban corriendo por ahí para buscarte, Snape, que ya sospechaba de mí, fue directamente al tercer piso para ganarme de  mano, y no sólo hizo que mi monstruo no pudiera matarte, sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la manera en que debería haberlo hecho...

— ¿De la manera que debería haberlo hecho?- preguntó Draco mirando mal al libro.- Si casi le arranca la pierna ese maldito animal.- Snape le sonrió, a el y a todos los Slytherin que asintieron.

Hizo una pausa:

—Ahora, espera tranquilo, Potter. Necesito examinar  este interesante espejo.

De pronto, Harry vio lo que estaba detrás de Quirrell. Era el espejo de Oesed.

— Que típico de Dumby- dijo Sirius sonriendo. El director le devolvió la sonrisa.

—Este espejo es la llave para poder encontrar la Piedra —murmuró Quirrell, dando golpecitos alrededor del marco—. Era de esperar que Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando pueda volver, yo ya estaré muy lejos.

— No estoy de acuerdo con esto- dijo James sonriendo por primera vez en este capítulo.

Lo único que se le ocurrió a Harry fue tratar de que Quirrell siguiera hablando y dejara de concentrarse en el espejo.

— Buena idea ya que Hermione ha ido a buscar ayuda- aseguró Remus sonriendole a su sobrino.

—Lo vi a usted y a Snape en el bosque... —dijo de golpe.

—Sí —dijo Quirrell, sin darle importancia, paseando alrededor del espejo para ver la parte posterior—. Me estaba siguiendo, tratando de averiguar hasta dónde había llegado. Siempre había sospechado de mí. Trató de asustarme... Como si pudiera, cuando yo tengo a lord Voldemort de mi lado...

— Lo llamó por su nombre- dijo Theo pensativo.

— Es extraño- corroboró Daphne sorprendida.

— Y la prueba de que solo era un tipo deseoso de poder y no un mortífago- dijo Snape sonriendoles a sus alumnos orgulloso- Veinte puntos para cada uno.

Quirrell salió de detrás del espejo y se miró en él con enfado.

—Veo la Piedra... se la presento a mi maestro... pero ¿dónde está?

— En el fondo del mar matarile rile rile, en el fondo del mar matarile rile rile lo xim pom- cantaron los Prewett haciendo reír a todo el gran comedor.

Harry luchó con las sogas qué lo ataban, pero no se aflojaron. Tenía que evitar que Quirrell centrara toda su atención en el espejo.

—Pero Snape siempre pareció odiarme mucho.

— Corrección- dijo Harry.- Snape me odia mucho.

—Oh, sí—dijo Quirrell, con aire casual— claro que sí. Estaba en Hogwarts con tu padre, ¿no lo sabías? Se detestaban.

— Más que eso- dijeron los dos a la vez fulminandose con la mirada.

Pero nunca quiso que estuvieras muerto.

— Al hijo tal vez no- dijo Snape mirando mal a James.

—Pero hace unos días yo lo oí a usted, llorando... Pensé que Snape lo estaba amenazando...

— Si yo le hubiese amenazado- dijo Snape con una sonrisa silbina- Hubiese estado demasiado asustado para llorar- Tres casas sufrieron un escalofrío mientras que la otra componía identicas sonrisas malévolas.

Por primera vez, un espasmo de miedo cruzó el rostro de Quirrell.

—Algunas veces —dijo— me resulta difícil seguir las instrucciones de mi maestro... Él es un gran mago y yo soy débil...

— ¿Voldemort estaba en el aula?- preguntó Minerva asustadísima.

— ¿Quiere decir que él estaba en el aula con usted? — preguntó Harry

—Él está conmigo dondequiera que vaya —dijo con calma Quirrell

—Entonces también está allí- dijo James al borde de un ataque de histeria.

—. Lo conocí cuando viajaba por el mundo. Yo era un joven tonto, lleno de ridículas ideas sobre el mal y el bien.

— Ridículas- repitió Terry rodando los ojos.

Lord Voldemort me demostró lo equivocado que estaba. No hay ni mal ni bien, sólo hay poder y personas demasiado débiles para buscarlo...

— Este tipo está enfermo- dijo Alice horrorizada.

— Este tipo es un seguidor de Voldemort, evidentemente está enfermo- le contestó Frank.

 Desde entonces le he servido fielmente, aunque muchas veces le he fallado. Tuvo que ser muy severo conmigo. —Quirrell se estremeció súbitamente—.

También lo hizo Draco recordando las cicatrices que adornaban el cuerpo de su madre por culpa de sus fallos sirviendo a ese monstruo.

No perdona fácilmente los errores. Cuando fracasé en robar esa Piedra de Gringotts, Se disgustó mucho. Me castigó... decidió que tenía que vigilarme muy de cerca...

La voz de Quirrell se apagó. Harry recordó su viaje al callejón Diagon... ¿Cómo había podido ser tan estúpido?

— No seas tan duro  contigo Harry lo que tu, Ron y Hermione habéis hecho es prácticamente una proeza, sobretodo a la edad que teníais.- le dijo Kingsley nterrumpiendose a si mismo.

Había visto a Quirrell aquel mismo día y se habían estrechado las manos en el Caldero Chorreante.  Quirrell maldijo entre dientes.

—No comprendo... ¿La Piedra está dentro del espejo?  ¿Tengo que romperlo?

— Eso no sería muy inteligente por su parte- dijo Dumby con calma.

La mente de Harry funcionaba a toda máquina. «Lo que más deseo en el mundo en este momento — pensó— es encontrar la Piedra antes de que lo haga Quirrell. Entonces, si miro en el espejo, podría verme encontrándola... ¡Lo que quiere decir que veré dónde está escondida!

— Esa era la idea Harry- dijo Dumby sonriendo.

— Pero ¿Por qué Quirrell no puede verlo? El desea lo mismo- preguntó Parvati.

— El desea darsela a él Vati, no encontrarla- dijo Padma pensativa.

— Y lo que desearía él sería usarla para volver a tener uso de sus poderes.- acabó Blaise.

— Muy inteligente- dijo Terry admirado- Increíblemente inteligente diría yo.

— Muy Dumby.- le corrigió Remus- Una idea brillante y extravagante.- Dumby rió algo sonrojado por tantos halagos.

Pero ¿cómo puedo mirar sin que Quirrell se dé cuenta de lo que quiero hacer?  Trató de torcerse hacia la izquierda, para ponerse frente al espejo sin que Quirrell lo notara, pero las sogas que tenía alrededor de los tobillos estaban tan tensas que lo hicieron caer. Quirrell no le prestó atención. Seguía hablando para sí mismo.

— ¿Qué hace este espejo? ¿Cómo funciona? ¡Ayúdame, Maestro!

— Ay dios- murmuró Ginny preocupadísima.

Y para el horror de Harry, una voz le respondió, una voz que parecía salir del mismo Quirrell.  

— ¿Del mismo Quirrell?- preguntó Ojoloco extrañado por primera vez en el libro.

—Utiliza al muchacho... Utiliza al muchacho...

— Corre- ordenó Lily asustada pero con la mente fría.

Quirrell se volvió hacia Harry.

—Sí... Potter... ven aquí.

Hizo sonar las manos una vez y las sogas cayeron.

— Bien- dijo Tonks- Creo que muy pronto aprenderá a no subestimar a Harry.

Harry se puso lentamente de pie.

—Ven aquí —repitió Quirrell—. Mira en el espejo y dime lo que ves.

Harry se aproximó.

«Tengo que mentir —pensó, desesperado—, tengo que mirar y mentir sobre lo que veo, eso es todo.»

—Tal vez funcionaría si el señor tenebroso no fuese un increíble legeremente.- le dijo friamente Snape.

Quirrell se le acercó por dvetrás. Harry respiró el extraño olor que parecía salir del turbante de Quirrell.

— Ese turbante otra vez- murmuró Alastor.- No paran de nombrarlo.- Tonks y Remus tuvieron un extraño y espantoso presentimiento que les llevó a cogerse de la mano.

Cerró los ojos, se detuvo frente al espejo y los volvió a abrir.  Se vio reflejado, muy pálido y con cara de asustado. Pero un momento más tarde, su reflejo le sonrió. Puso la mano en el bolsillo y sacó una piedra de color sangre.

— Increíble- repitió Terry con la boca abierta.

— Gracias señor Boot.- le sonrió Dumby.

Le guiñó un ojo y volvió a guardar la Piedra en el bolsillo y, cuando lo hacía, Harry sintió que algo pesado caía en su bolsillo real. De alguna manera (era algo increíble) había  conseguido la Piedra.

— ¿Bien? —dijo Quirrell con impaciencia—. ¿Qué es lo que ves?

Harry, haciendo de tripas corazón, contestó:

—Me veo con Dumbledore, estrechándonos las manos —inventó—. Yo... he ganado la copa de la casa para Gryffindor.

— Realmente necesitas sus clases para mentir amigo- dijo Ron señalando con la cabeza a los merodeadores.- Nadie que te conozca puede tragarse eso.

Quirrell maldijo otra vez.

—Quítate de ahí —dijo. Cuando Harry se hizo a un lado, sintió la Piedra Filosofal contra su pierna. ¿Se atrevería a escapar?

— Evidentemente- dijo Ginny- La pregunta es si podrás hacerlo.

Pero no había dado cinco pasos cuando una voz aguda habló, aunque Quirrell no movía los labios.  

—Él miente... él miente...

— ¡Potter, vuelve aquí! —gritó Quirrell—. ¡Dime la verdad! ¿Qué es lo que has visto?

La voz aguda se oyó otra vez.

—Déjame hablar con él... cara a cara...

— ¿Que quiere decir con cara a cara?- preguntó Sus asustada.

— ¡Maestro, no está lo bastante fuerte todavía!

—Tengo fuerza suficiente... para esto.

Harry sintió como si el Lazo del Diablo lo hubiera clavado en el suelo. No podía mover ni un músculo. Petrificado, observó a Quirrell, que empezaba a desenvolver su turbante. ¿Qué iba a suceder? El turbante cayó. La cabeza de Quirrell parecía extrañamente pequeña sin él. Entonces, Quirrell se dio la vuelta lentamente.  Harry hubiera querido gritar, pero no podía dejar salir ningún sonido. Donde tendría que haber estado la nuca de Quirrell, había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era de color blanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes.

Varios en la sala si chillaron y Ginny se cogió al brazo de Harry, los dos sintieron una descarga electrica que los recorrió pero ninguno se separó. Dumby tiró, con su varita, fuegos artificiales.

— Señores, el no está aquí, tranquilícense- poco a poco todos se fueron calmando. Nadie reparó, pero, en la palidez que se había puesto en las caras de Theo, Blaise y Draco. Ellos parecían los más asustados De repente los gemelos soltaron un jadeo.

— Nosotros hechizamos esas bolas- dijo Fred.

— Que le dieron de lleno en la cara del Innombrable- terminó George.

— Somos grandes.- terminaron juntos.

— Y así se resuelve el enigma de porque no tiene nariz- puntualizó Lee riendo.

— ¿Sois idiotas o que?- preguntó Angelina histérica.

— ¿Que te pasa Angie?- preguntó George preocupado.

— Si el se acuerda algun día…- respondió Alicia por ella temblando.

— Tranquila, Alicia, estaremos bien, lo prometo- dijo Fred pasandole el brazo por los hombros.

— Además, recuerda lo que le dijo Harry a Ron- dijo Lee- Si se acordara ya los habría matado.

—Harry Potter... —susurró.

Harry trató de retroceder, pero sus piernas no le respondían.

— ¿Ves en lo que me he convertido? —dijo la cara—. No más que en sombra y quimera... Tengo forma sólo cuando puedo compartir el cuerpo de otro... Pero siempre ha habido seres deseosos de dejarme entrar en sus corazones y en sus mentes... La sangre de unicornio me ha dado fuerza en estas semanas pasadas... tú viste al leal Quirrell bebiéndola para mí en el bosque... y una vez que tenga el Elixir de la Vida seré capaz de crear un cuerpo para mí... Ahora... ¿por qué no me entregas la Piedra que tienes en el bolsillo?

— El bastardo lo sabe todo- dijo Sirius asustadísimo.

Entonces él lo sabía. La idea hizo que de pronto las piernas de Harry se tambalearan.

—No seas tonto —se burló el rostro—. Mejor que salves tu propia vida y te unas a mí... o tendrás el mismo final que tus padres... Murieron pidiéndome misericordia...

— Mentira- rugieron Remus y Sirius.

— Ellos jamás se hubiesen rebajado a suplicarte misericordia monstruo- dijo Sus furiosa.

El cuadro con la imagen de Voldemort apareció de la nada y muchoso gritaron pero Lia se levantó y lo incendió reduciendolo a cenizas. Despues  Alice congeló, para luego romperlo de un golpe. Frank fue el siguiente e hizo aparecer un meteorito que paso disparado llevandose por delante al quadro y parte de la pared. El quadro no volvió a aparecer por enfado de Sirius, Remus y Sus.

— Frank, nosotros también queríamos desahogarnos con el quadro- se quejó Sirius.

— Lo siento.- repuso él.- Lo sabemos para la proxima vez, nada de meteoritos.- con un movimiento de varita reparó el mundo.

— ¡MENTIRA! —gritó de pronto Harry.

— Bien dicho Harry- le dijo un Remus orgulloso.

Quirrell andaba hacia atrás, para que Voldemort pudiera mirarlo. La cara maligna sonreía.

—Qué conmovedor —dijo—. Siempre consideré la valentía... Sí, muchacho, tus padres eran valientes...

— Eran los más valientes de la escuela después de Remus y Sus- dijo Sirius orgulloso sonrojando a tres de sus amigos y a su novia.

Maté primero a tu padre y luchó con valor...

— Y protegiendonos- terminó Lily antes de besar a James.

Pero tu madre no tenía que morir...

— ¿Porque?- preguntó ella sorprendida.- Yo era una hija de muggles, lo más normal es que quisiera verme muerta.

— Muchísimas gracias- dijo James.

— ¿A quién le das las gracias?- preguntó Lily sorprendida James solo se encogió de hombros pero cuando Lily desvió la mirada fijo la suya en Snape quién, por toda contestación, asintió en dirección a Lily.

ella trataba de protegerte... Ahora, dame esa Piedra, a menos que quieras que tu madre haya muerto en vano.

— Jamás lo hagas Harry- dijo Lily enfadada  del chantaje psicológico de Voldemort.

— ¡NUNCA!

Harry se movió hacia la puerta en llamas, pero Voldemort gritó: ¡ATRÁPALO! y, al momento siguiente, Harry sintió la mano de Quirrell sujetando su muñeca. De inmediato, un dolor agudo atravesó su cicatriz y sintió como si la cabeza fuera a partírsele en dos. Gritó, luchando con todas sus fuerzas y, para su sorpresa, Quirrell lo soltó. El dolor en la cabeza amainó...

— Que extrañó- comentó Pomfrey.

— Es como si su cicatriz estuviera directamente relacionada con él- dijo Terry.

— Lo está- contestó Harry- No se como ni porque pero lo está.

Miró alrededor para ver dónde estaba Quirrell y lo vio doblado de dolor, mirándose los dedos, que se ampollaban ante sus ojos.

— Harry, deberías limpiarte más a menudo- dijo Ron sonriendole Harry solo le sacó la lengua.

— ¡ATRÁPALO! ¡Atrápalo! —rugía otra vez Voldemort, y Quirrell arremetió contra Harry, haciéndolo caer al suelo y apretándole el cuello con las dos manos...

—  El tio este es masoquista- dijo Dean.

La cicatriz de Harry casi lo enceguecía de dolor y, sin embargo, pudo ver a Quirrell chillando desesperado.  

—Maestro, no puedo sujetarlo... ¡Mis manos... mis manos!

Y Quirrell, aunque mantenía sujeto a Harry aplastándolo con las rodillas, le soltó el cuello y contempló, aterrorizado, sus manos. Harry vio que estaban quemadas, en carne viva, con ampollas rojas y brillantes.

Varios miraban a Harry asombrados y un par de los de primero se apartaron un poco de él.

— ¡Entonces mátalo, idiota, y termina de una vez! — exclamó Voldemort.

Quirrell levantó la mano para lanzar un maleficio mortal, pero Harry, instintivamente, se incorporó y se aferró a la cara de Quirrell.

— Buenos reflejos buscador- dijo Oliver sonriendole.

— ¡AAAAAAH!

Quirrell se apartó, con el rostro también quemado, y entonces Harry se dio cuenta: Quirrell no podía tocar su piel sin sufrir un dolor terrible.

— Eres algo lento Harry- dijo Hermione sorprendida.

Su única oportunidad era sujetar a Quirrell, que sintiera tanto dolor como para impedir que hiciera el maleficio...

— Exacto- dijo Sirius preocupado.

Harry se puso de pie de un salto, cogió a Quirrell de un brazo y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujar a Harry. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort: ¡MÁTALO! ¡MÁTALO!, y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: «¡Harry! ¡Harry!».

Harry sintió un escalofrío recoriendole mientras pensaba en los dementotes.

Sintió que el brazo de Quirrell se iba soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía... caía... caía...

— ¿Dónde?- preguntó estupidamente pero con preocupación Dudley.

— Me desmaie- explicó Harry.

Algo dorado brillaba justo encima de él. ¡La snitch!

— Hombres- exclamó Lily- Siempre pensando en el Quiddich.

Trató de atraparla, pero sus brazos eran muy pesados. Pestañeé. No era la snitch. Eran un par de gafas. Qué raro. Pestañeó otra vez. El rostro sonriente de Albus Dumbledore se agitaba ante él.

Todo el mundo dejó escapar un suspiro de alivio, Dumblendore estaba allí, todo iba bien.

—Buenas tardes, Harry —dijo Dumbledore. Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.

— ¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Señor, rápido...

— Tranquilo, ya debe haberse ocupado de eso- dijo Remus sonriendo.

—Cálmate, qúerido muchacho, estás un poco atrasado —dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra.

— ¿Entonces quién la tiene? Señor, yo...

—Harry, por favor, cálmate, o la señora Pomfrey me echará de aquí.

— Y no dudará un segundo en hacerlo aunque sea el director- dijo James.

— De hecho me sorprende que le haya dejado entrar- dijo Sirius sonriendo a la enfermera.

Harry tragó y miró alrededor. Se dio cuenta de que debía de estar en la enfermería. Estaba acostado en una cama, con sábanas blancas de hilo, y cerca había una mesa, con una enorme cantidad de paquetes, que parecían la mitad de la tienda de golosinas

— Que desaparecieron tan pronto como las compartí con Ron- explicó Harry mientras las orejas de Ron enrojecían.

—Regalos de tus amigos y admiradores —dijo Dumbledore,

— Comprueba que no hay amortencia- le recomendó Remus.

— Cierto, las chicas tienen la mala costumbre de querer que la gente popular se enamore de ellos- dijo Sirius sonriendole.

— Pero, por suerte, la amortencia no estropea su gusto así que si antes te tomas el antídoto puedes comerte todas las que quieras.- le explicó James.

— Y vosotros lo sabeis por que…- les insitó Sus.

— Cada San Valentin nuestra habitación se llenaba de paquetes para ellos y, después de que James buscara desesperada e inútilmente una chocolatina de Lily, se tomaban el antídoto y se las comían todas.- Explicó Frank.

— ¿En serio podían con todas?- preguntó Lia sorprendida.

— ¿Si podían? Luego bajaban al gran comedor y comían allí mas que yo, la verdad es que no se como no iban rodando convertidos en bolas- dijo Frank.

— Quiddich y otras actividades físicas nocturnas Frankie- respondió Sirius.

— ¿Qué tipo de actividades nocturnas Sirius?- preguntó Sus con voz aterradora.

— Merodear por el catillo- le respondió Sirius pálido y tartamudeando.

radiante—. Lo que sucedió en las mazmorras entre tú y el profesor Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo sabe.

— Eso no es cierto- se quejaron todos.

— Pero había ciertos rumores que sabian- les rebatió el director.

— Bueno, yo creía que Harry, Ron y Hermione habían ido al bosque a salvar a Quirrell de hombres lobo pero que no llegaron a tiempo- dijo Ernie.

— Yo que Quirrell había sido atacado por mortífagos que ellos tres atraparon pero que lograron matarle- explicó Terry. De pronto cada alumno estaba dando su versión extraña de la historia bajo la mirada risueña de Dumby.

Creo que tus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables de tratar de enviarte un inodoro.

— Estamos muy orgullosos de vosotros- les felicitaron los Prewett.

— Buen tarbajo pelirrojos- exclamaron los merodeadores.

— Estais castigados.- rugió Molly.

No dudo que pensaron que eso te divertiría. Sin embargo, la señora Pomfrey consideró que no era muy higiénico y lo confiscó.

— ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?

—Tres días. El señor Ronald Weasley y la señorita Granger estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento. Han estado sumamente preocupados.

— Estabamos histéricos no sumamente preocupados.- se quejó Hermione.

— Exacto, no era para menos. Harry no reaccionó ni cuando le conté el resultado del último partido de Quiddich- dijo Ron aún temblando.

—Pero señor, la Piedra...

—Veo que no quieres que te distraiga. Muy bien, la Piedra. El profesor Quirrell no te la pudo quitar. Yo llegué a tiempo para evitarlo, aunque debo decir que lo estabas haciendo muy bien.

— Más que eso- dijo James orgulloso.

— ¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió Hermione?

—Nos debimos cruzar en el aire. En cuanto llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que había dejado. Llegué justo a tiempo para quitarte a Quirrell de encima...

— Gracias a dios- dijeron Lily y Ginny a la vez.

—Fue usted.

—Tuve miedo de haber llegado demasiado tarde.

—Casi fue así, no habría podido aguantar mucho más sin que me quitara la Piedra...

— No se refería a eso Harry- dijo suavemente James sonriendole al profesor.

—No por la Piedra, muchacho, por ti... El esfuerzo casi te mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así. En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida.

— ¿Destruida?- preguntaron todos a la vez.

— ¿Quién destruye un tesoro así?- preguntó Blaise sorprendido.

— Y ¿Qué va a pasar con Flamel?- preguntó Susan asombrada.

— ¿Destruida? —dijo Harry sin entender—. Pero su amigo... Nicolás Flamel...

— ¡Oh, sabes lo de Nicolás! —dijo contento  Dumbledore—. Hiciste bien los deberes, ¿no es cierto?

— Sí- dijeron todos a la vez.

Bien, Nicolás y yo tuvimos una pequeña charla y estuvimos de acuerdo en que era lo mejor.

— ¿Quién decide que su propia muerte y la de su mujer es lo mejor?- preguntó Draco sorprendido.

— Un Gryffindor o un Hufflepuff- le contestó Theo alzando los hombros.

—Pero eso significa que él y su mujer van a morir, ¿no?

—Tienen suficiente Elixir guardado para poner sus asuntos en orden y luego, sí, van a morir.

Dumbledore sonrió ante la expresión de desconcierto que se veía en el rostro de Harry.

— Dudo que sea el único rostro que muestra desconcierto- comentó Terry mirando a su alrededor.

—Para alguien tan joven como tú, estoy seguro de que parecerá increíble, pero para Nicolás y Perenela será realmente como irse a la cama, después de un día muy, muy largo.

— Y tan largo- dijo Sirius- Un día de seiscientos años.

Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura. Sabes, la Piedra no era realmente algo tan maravilloso. ¡Todo el dinero y la vida que uno pueda desear! Las dos cosas que la mayor parte de los seres humanos elegirían... El problema es que los humanos tienen el don de elegir precisamente las cosas que son peores para ellos.

— ¿Eso es un don?- preguntó Seamus extrañado- Porque parece más una maldición.

Harry yacía allí, sin saber qué decir. Dumbledore canturreó durante un minuto y después sonrió hacia el techo.

— ¿Señor? —dijo Harry—. Estuve pensando... Señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol... quiero decir Quién-usted-sabe...

— Esto no le va  a gustar a Dumby- dijo Remus con una sonrisa.

—Llámalo Voldemort, Harry. Utiliza siempre el nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.

—Sí, señor. Bien, Voldemort

— Por fin- dijo James aliviado.

intentará volver de nuevo, ¿no? Quiero decir... No se ha ido, ¿verdad?

— Sí- gruñó Umbridge- Se ha ido y todo este libro ha sido un engaño creado por Potter y Dumblendore.- Todo el mundo se la quedó mirando asombrado.

— Dolores- dijo Fudge- Tal vez sea hora de que investiguemos si lo que ha dicho el director es verdad.

— Sabes que solo quiere tu puesto, Cornelius, lo sabes- le dijo ella.

— Albus rechazó el puesto en varias ocaciones- gruñó Minie.

— Lo suyo es paranoia profesora- dijo Seamus divertido.- Un caso gravísimo.

— Estás castigado, niñato insolente- gruñó ella y todo Gryffindor se levantó.

— Estamos hartos de tus castigos medievales Umbridge- rugió Dean.

— No vas a tocar a ningun otro león.- afirmó Angelina.

— Y, si lo logras, vas a sufrir mucho- gruñeron Fred y George.

— Ves Ministro, es la anarquia. A la mínima que les castigas se rebelan por culpa de la permisividad e incompetencia del director- expuso Umbridge.

— ¿Pero, que clase de castigo les impones?- preguntó Fudge asombrado por el comportamiento de los leones.

— Solo les hago escribir- se defendió la sapo.

— Con nuestra propia sangre-terminó Harry mostrando sus cicatrizes.

— ¡Dolores!- exclamó el ministro horrorizado mientras los profesores y los adultos allí reunidos se levantaban con claras intenciones de maldecirla.

De repente un rayo le calló en la cabeza y desapareció de la nada, dejando una nota en el lugar donde había estado. Minerva la cogió y leyó:

Hola otra vez, nos complace informaros que Umbridge

ha sido desmoralizada y sometida a un hachizo que

hemos creado y que la dejará sin poderes. Comen-

zará una vida lejos de aquí y de la magia. Que pasen

un buen dia.

A.S.P. S.H.M. A.L. R.W. & Cia

— Se lo merece, bruja- gruñó Sirius- ¿Por qué no nos lo contaste ni a mi ni a Lunático Harry?

— Hubieses venido aquí  a matarle poniendote en riesgo- le explicó su ahijado.

— Como se el ocurrió poner una demente de ese calibre en la escuela- le rugió Minie al ministro- Ha estado torturando a mis alumnos y yo sin saberlo. Si me vuelvo a cruzar con ella va a terminar sus días transfigurada en una alfombra. Arpía miserable.

— Profesora McGonagall, calmese por favor- suplicaba el ministro.

— ¿Que me calme?- gritó ella- mis niños han sido torturados por alguien que en principio debía protegerlos.

— No se preocupe profesora- dijeron los Gryffindor a la vez.

— ¿Por qué no me dijisteis nada?- preguntó la profesora decepcionada a suus alumnos.

— Porque se abría enfrentado con ella- dijo Demelza con admiración.

— Y ella la hubiese despedido- dijo con odio Collin.

— Y Hogwarts no sería lo mismo sin usted profesora- terminó Denis. La profesora sonrió tiernamente a sus alumnos.

— Prometo, entonces, que no dejaré Hogwarts- les dijo- pero si alguien les vuelve a hacer daño me avisan de inmediato.- Todo Gryffindor asintió con la cabeza.

No, Harry, no se ha ido. Está por ahí, en algún lugar, tal vez buscando otro cuerpo para compartir... Como no está realmente vivo, no se le puede matar. Él dejó morir a Quirrell, muestra tan poca misericordia con sus seguidores como con sus enemigos.

 El rostro de Draco y el de Theo palidecieron cosa que Blaise notó, pasó sus brazos por los hombros de Theo y le sonrió alentadoramente a Draco, este le devolvió una sonrisa alentadora. Solo Astoria, Daphne y Dumblendore lo vieron. Las dos hermanas se miraron con preocupación mientras el director intentaba planear la forma de evitar que los padres de los dos Slytherin no les obligaran a ser mortífagos.

De todos modos, Harry, tú tal vez has retrasado su regreso al poder. La próxima vez hará falta algún otro preparado para luchar y, si lo detienen otra vez y otra vez, bueno, puede ser que nunca vuelva al poder.

— A no ser que la persona falle- dijo Harry con frustración y despreció hacia el mismo.

— Lo evitaste dos veces, lo paraste una, y sobreviviste a un cuarto ataque suyo, Harry- dijo Dumblendore- Es algo para estar orgulloso.

Harry asintió, pero se detuvo rápidamente, porque eso hacía que le doliera más la cabeza. Luego dijo:  

—Señor, hay algunas cosas más que me gustaría saber, si me las puede decir... cosas sobre las que quiero saber la verdad...

— Hay Harry- dijo Remus- eso es algo muy difícil, por no decir imposible, de obtener.

— Sobretodo hablando con el ser más críptico del planeta.- afirmó James sonriendole al director.

—La verdad —Dumbledore suspiró—. Es una cosa terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratada con gran cuidado. Sin embargo, contestaré tus preguntas a menos que tenga una muy buena razón para no hacerlo. Y en ese caso te pido que me perdones. Por supuesto, no voy a mentirte.

— Eso no lo hará jamás- dijo Minerva- es experto en omitir información pero no miente.

—Bien... Voldemort dijo que sólo mató a mi madre porque ella trató de evitar que me matara. Pero ¿por qué iba a querer matarme a mí en primer lugar?  

— Gran pregunta- dijo Lily. Nadie se fijo en la expresión de culpabilidad que pasó, como un espasmo, por el rostro de Snape.

Aquella vez, Dumbledore suspiró profundamente.

— No va a responderte- aseguró Sirius.

—Vaya, la primera cosa que me preguntas y no puedo contestarte. No hoy. No ahora. Lo sabrás, un día... Quítatelo de la cabeza por ahora, Harry. Cuando seas mayor... ya sé que eso es odioso... bueno, cuando estés listo, lo sabrás.

— ¿Y cuando estaré listo?- preguntó Harry.

— Ahora no- afirmó el director dejando zangada la cuestión.

Y Harry supo que no sería bueno discutir.

— ¿Y por qué Quirrell no podía tocarme?

—Tu madre murió para salvarte.

— Eres asombrosa Lily- dijo James como si dijera una obviedad.

Si hay algo que Voldemort no puede entender es el amor.

— Tampoco lo veo yo muy inclinado a intentarlo- comentó Sus.

No se dio cuenta de que un amor tan poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz, no un signo visible... Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección.

— No para siempre- les susurró Harry a Ron y a Hermione.

Eso está en tu piel. Quirrell, lleno de odio, codicia y ambición, compartiendo su alma con Voldemort, no podía tocarte por esa razón. Era una agonía el tocar a una persona marcada por algo tan bueno.  

— Vamos, Dumby, te dejamos decir tu frase favorita- dijo Sirius sonriendole.

— El amor es la magia más poderosa.- dijo él sonriendo abiertamente.

Entonces Dumbledore se mostró muy interesado en un pájaro que estaba cerca de la cortina, lo que le dio tiempo a Harry para secarse los ojos con la sábana.

— Que coincidencia.- dijo Remus con ironía.

Cuando pudo hablar de nuevo, Harry dijo:

— ¿Y la capa invisible... sabe quién me la mandó?

—Ah... Resulta que tu padre me la había dejado y pensé que te gustaría tenerla.    —Los ojos de Dumbledore

— No que va- dijo sarcásticamente Draco- ¿A quien le gustaría tener una capa invisible?

brillaron—. Cosas útiles... Tu padre la utilizaba sobre todo para robar comida en la cocina, cuando estaba aquí.

— ¿Disculpa, podrías repetir lo que has dicho?- dijo James- Mejor no lo hagas, has herido mi orgullo merodeador.

— Robar comida.- repitió Sirius horrorizado- ¿Y las bromas a los Slytherin, los paseos a media noche…

— Hacerle la vida imposible a Filch- prosiguió Remus- No dejar nunca a Minie tranquila…

— Y las demás cosas genials que hacíamos?- terminó James.

— Lamento mi inexacta sintési muchachos- dijo Dumby riendo.

—Y hay algo más...

—Dispara.

—Quirrell dijo que Snape...

—El profesor Snape, Harry

—Sí, él...

James y Sirius no pudieron, ni quisieron, soltar un par de risitas orgullosoas

Quirrell dijo que me odia, porque odiaba a mi padre. ¿Es verdad?

—Bueno, ellos se detestaban uno al otro. Como tú y el señor Malfoy.

— Bastante más- dijeron los dos a la vez para luego fulminarse con la mirada.

— En primer lugar Potter- dijo Draco- Montaré un fiesta el día que mueras pero…

— Sí,- dijo Harry- Creo que podemos estar deacuerdo con ellos- dijo señalando con la cabeza a su padre y profesor.

Y entonces, tu padre hizo algo que Snape nunca pudo perdonarle.

— ¿Cuál en concreto?- preguntaron otra vez los dos.

— Quieres dejar ya de copiarme- gruñó James.

— Deja tú de copiarme- le contestó Snape.

— Creo que hace tiempo que los dos abandanastéis la guardería- gruñó Lily.

— No es culpa mía que Potter no haya madurado desde entonces- gruñó Snape. James iba a protestar pero la lectura prosiguió sin darle la oportunidad.

— ¿Qué?

—Le salvó la vida.

— Solo protegía el cuello de sus amigos- dijo Snape.

— Eso no quita el hecho que lo hiciera- le contestó James con una sonrisa burlona.

— Has dicho que estamos en paz- le recordó Snape gruñendo.

— ¿Qué?

—Sí... —dijo Dumbledore, con aire soñador—. Es curiosa la forma en que funciona la mente de la gente, ¿no es cierto? El profesor Snape no podía soportar estar en deuda con tu padre... Creo que se esforzó tanto para protegerte este año porque sentía que así estaría en paz con él. Así podría seguir odiando la memoria de tu padre, en paz...

— No se preocupe, no tengo ningún desasosiego en odiar su memoria.- repuso Snape.

Harry trató de entenderlo, pero le hacía doler la cabeza, así que lo dejó.

— Bieno hecho- dijo Dudley- es lo que hago yo en todas las clases de matemáticas.

—Y señor, hay una cosa más...

— ¿Sólo una?

— ¿Cómo pude hacer que la Piedra saliera del espejo?

—Ah, bueno, me alegro de que me preguntes eso. Fue una de mis más brillantes ideas y, entre tú y yo, eso es decir mucho.

— Modestia a parte- dijo Remus riendo.

Sabes, sólo alguien que quisiera encontrar la Piedra, encontrarla, pero no utilizarla, sería capaz de conseguirla. De otra forma, se verían haciendo oro o bebiendo el Elixir de la Vida. Mi mente me sorprende hasta a mí mismo...

— Pues eso sí que es sorprendente- dijo Percy riendo.

Bueno, suficientes preguntas. Te sugiero que comiences a comer esas golosinas. Ah, las grageas de todos los sabores. En mi juventud tuve la mala suerte de encontrar una con gusto a vómito y, desde entonces, me temo que dejaron de gustarme.

— ¿Ah, es que usted fue joven?- preguntó un muy sorprendido Dudley, varios rieron.

— Hace muchísimo tiempo me temo- le contestó Dumblendore con una sonrisa.

Pero creo que no tendré problema con esta bonita gragea, ¿no te parece?

Sonrió y se metió en la boca una gragea de color  dorado.

— Error- dijeron los merodeadores.

— No hay ningun color de gragea seguro- dijeron los Prewett.

— Pero las raras (como doradas o plateadas) siempre son malas- terminaron  Fred y George.

Luego se atragantó y dijo:

— ¡Ay de mí! ¡Cera del oído!

—  Te lo dijemos- dijeron los seis de antes.

La señora Pomfrey era una mujer buena,

— Casi tan buena como estricta- dijo Remus sonriendole.

pero muy estricta.

— Más incluso que Minie- aseguró Lia.

—Sólo cinco minutos —suplicó Harry

—Ni hablar.

—Usted dejó entrar al profesor Dumbledore...

—Bueno, por supuesto, es el director, es muy diferente. Necesitas descansar.

—Estoy descansando, mire, acostado y todo lo demás.

Varios soltaron una carcajada.

Oh, vamos, señora Pomfrey...

— Ponle cara de perrito abandonado, suele funcionar- aseguró Remus.

—Oh, está bien —dijo—. Pero sólo cinco minutos.

Y dejó entrar a Ron y Hermione.

—Genial- dijeron los Weasley aliviados de saber que Ron ya estaba bien.

— ¡Harry!

Hermione parecía lista para lanzarse en sus brazos, pero Harry se alegró de que se contuviera, porque le dolía la cabeza.

—Oh, Harry; estábamos seguros de que te... Dumbledore estaba tan preocupado...

—Todo el colegio habla de ello —dijo Ron—. ¿Qué es lo que realmente pasó?

Fue una de esas raras ocasiones en que la verdadera historia era aún más extraña y apasionante que los más extraños rumores.

— No hace falta que lo jures- dijo Susan que todavía estaba procesando lo que había pasado.

Harry les contó todo:

— ¿Alguna vez no lo hace?- preguntó sonriendo Neville.

Quirrell, el espejo, la Piedra y Voldemort. Ron y Hermione eran muy buen público, jadeaban en los momentos apropiados y, cuando Harry les dijo  lo que había debajo del turbante de Quirrell,  Hermione gritó muy fuerte.

— Completamente comprensible.- dijo Padma sonriendo a la chica.

— ¿Entonces la Piedra no existe? —dijo por ultimo Ron—. ¿Flamel morirá?

— Sí- le contestaron todos a la vez haciendo que Ron girara los ojos.

—Eso es lo que yo dije, pero Dumbledore piensa que... ¿cómo era? Ah, sí: «Para las mentes bien organizadas, la muerte es la siguiente gran aventura».

—Siempre dije que era un chiflado —dijo Ron, muy impresionado por lo loco que estaba su héroe.

— Lo siento director- dijo Ron avergonzado.

— Sabes, yo también lo he dicho siempre- le contestó el director con una sonrisa afable y guiñandole el ojo.

— ¿Y qué os pasó a vosotros dos? —preguntó Harry.

— Eso- dijo Molly.

— ¿Que hicisteis vosotros dos… solos?- les preguntaron los gemelos Weasley haciendoles sonrojar al máximo.

—Bueno, yo volví —dijo Hermione—, desperté a Ron (tardé un rato largo)

— Bienvenida a mi mundo- dijeron a la vez Molly, Harry, Neville, Dean y Seamus.

—  Me acababa de arrollar una pieza de ajedrez  gigante- se defendió él sonrojado.

— Excusas- dijeron sus compañeros de habitación meneando la cabeza en señal de desaprobación.

y, cuando íbamos a la lechucería para comunicarnos con Dumbledore, lo encontramos en el vestíbulo de entrada, y él ya lo sabía, porque nos dijo:

«Harry se fue a buscarlo, ¿no?»,

— ¿Usted lo sabía?- le preguntó Lily.

—Lo sospechaba- repuso él- Y queria evitar que Harry fuese pero caí como un inocente en la trampa de Voldemort.

y subió al tercer piso.

— ¿Crees que él quería que lo hicieras? —dijo Ron—.¿Enviándote la capa de tu padre y todo eso?

—Bueno —estalló Hermione—. Si lo hizo... eso es terrible... te podían haber matado.

— Cierto- dijeron a la vez Molly y Lily.

—No, no fue así —dijo Harry con aire pensativo—. Dumbledore es un hombre muy especial. Yo creo que quería darme una oportunidad. Creo que él sabe, más o menos, todo lo que sucede aquí.

— Corrección, el sabe exactamente todo lo que pasa aquí- dijo James con una sonrisa.

Acepto que debía de saber lo que íbamos a intentar y, en lugar de detenernos, nos enseñó lo suficiente para ayudarnos. No creo que fuera por accidente que me dejó encontrar el espejo y ver cómo funcionaba. Es casi como si él pensara que yo tenía derecho a enfrentarme a Voldemort, si podía...

— Eso no quita que sea demasiado peligroso- dijo para sorpresa de muchos Petunia.

—Bueno, sí, está bien —dijo Ron—. Escucha, debes estar levantado para mañana, es la fiesta de fin de curso.

— Claro, eso es mucho más importante que lo que pasó por la cabeza de Dumby ¿No Ronnie?- dijo Ginny sonriendo burlona.

Ya están todos los puntos y Slytherin ganó, por supuesto.

Varios Gryffindor gruñeron pero los de quinto para arriba ahogaban una risita.

Te perdiste el último partido de quidditch. Sin ti, nos ganó Ravenclaw,

— Concretamente nos dio una paliza- dijo Oliver triste.

— No exageres- le dijo Katie- Solo por treinta puntos, teniendo en cuenta que ellos atraparon la snitch es un gran resultado.

— Cierto, hicisteis un gran trabajo- les felicitó Oliver- Sobretodo tú, jugaste muy bien ese día.- le dijo con una sonrisa que hizo temblar a una Katie muy sonrojada.

pero la comida será buena.  

— Comentario made in Weasley- dijo Fleur sonriendole a su novio.

— Definitivamente- asintieron Harry, Hermione, Angelina y Alicia.

En aquel momento, entró la señora Pomfrey

—Ya habéis estado quince minutos, ahora FUERA— dijo con severidad.

— Yo de vosotros le haría caso, si no os marchais la siguiente vez vendrá brandando una ampolla de crece-huesos con la que no dudará golpearlos- explicó como si tal cosa Sirius.

Después de una buena noche de sueño, Harry se sintió casi bien.

—Quiero ir a la fiesta —dijo a la señora Pomfrey, mientras ella le ordenaba todas las cajas de golosinas—. Podré ir, ¿verdad?

—El profesor Dumbledore dice que tienes permiso para ir —dijo con desdén, como si considerara que el profesor Dumbledore no se daba cuenta de lo peligrosas que eran las fiestas—.

—Y no lo sabe- gruñío ella haciendo que el director se apartara inconscientemente de ella.

Y tienes otra visita.

—Oh, bien —dijo Harry—. ¿Quién es?

Mientras hablaba, entró Hagrid. Como siempre que estaba dentro de un lugar, Hagrid parecía demasiado grande. Se sentó cerca de Harry, lo miró y se puso a llorar.

— No fue culpa tuya Hagrid- dijeron todos sus amigos a la vez.

— ¡Todo... fue... por mi maldita culpa!

— No- gruñeron todos- Fue culpa de Quirrell y del Innombrable/Voldemort.

—gimió, con la cara entre las manos—. Yo le dije al malvado cómo pasar ante Fluffy. ¡Se lo dije! ¡Podías haber muerto! ¡Todo por un huevo de dragón! ¡Nunca volveré a beber!

— No te lo crees ni tú mi gigante amigo- dijo Fabian riendo.

¡Deberían echarme y obligarme a vivir como un muggle!

— ¡Hagrid! —dijo Harry, impresionado al ver la pena y el remordimiento de Hagrid, y las lágrimas que mojabansu barba—.

— Eres demasiado leal y exigente contigo Hagrid- le dijo afablemente Dumby.

Hagrid, lo habría descubierto igual, estamos hablando de Voldemort, lo habría sabido igual aunque no le dijeras nada.

— O hubiese matado a Fluffy- dijo Ojoloco. Hagrid palideció y se puso a temblar.

— ¡Podrías haber muerto! —sollozó Hagrid—. ¡Y no digas ese nombre!

— ¡VOLDEMORT! —gritó Harry,

— Buena esa hijo- dijo James riendo.

y Hagrid se  impresionó tanto que dejó de llorar—. Me encontré con él

y lo llamo por su nombre.

— Así se habla ahijado- dijo Sirius mientras Remus asentía orgulloso.

Por favor, alégrate, Hagrid, salvamos la Piedra, ya no está, no la podrá usar. Toma una rana de chocolate, tengo muchísimas...  

— Ey- se quejó Ron- a mi no me ofreciste ninguna.

Hagrid se secó la nariz con el dorso de la mano y dijo:

—Eso me hace recordar... Te he traído un regalo.

— No fue ningun animal apasionante ¿verdad?- dijo Lily preocupada haciendo reír al semi gigante.

—No será un bocadillo de comadreja, ¿verdad? —dijo preocupado Harry, y finalmente Hagrid se rió.

—No. Dumbledore me dio libre el día de ayer para hacerlo. Por supuesto tendría que haberme echado...Bueno, aquí tienes...

— Jamás te echaría Hagrid- aseguró Dumby.

Parecía un libro con una hermosa cubierta de cuero. Harry lo abrió con curiosidad... Estaba lleno de fotos mágicas. Sonriéndole y saludándolo desde cada página, estaban su madre y su padre...

— Gracias Hagrid, gracias- dijo Lily con lágrimas en los ojos.

— Fue un gran detalle- aseguró James con la voz ronca.

— Esto Harry- dijo Petunia- ¿Me lo dejarás ver?

— Claro tia Petunia- respondió él sonriendo a su tía.- Si tu me enseñas las fotos que tengas de mamá.

— Será un placer- dijo Petunia- Las tengo en un cajón de mi habitación.- explicó- hay muchas de cuando heramos niñas.

— Yo también quiero verlas- dijo Dudley. Su madre sonrió tiernamente.

—Envié lechuzas a todos los compañeros de colegio de tus padres, pidiéndoles fotos...

— A mi no me las pediste- se quejaron a la vez Sirius y Remus.

— Hubise ese sido tan fáááácil.- dijo Hagrid levantando una ceja.

— Yo di la mayoría- explicó Sus orgullosa.

Sabía que tú no tenías... ¿Te gusta?

— Muchisimo- dijo Harry sonriendo y con los ojos brillantes.

Harry no podía hablar, pero Hagrid entendió.

— No era muy difícil con la expresión de felicidad que tenías- dijo Hagrid sonriendo feliz.

Harry bajó solo a la fiesta de fin de curso de aquella noche. Lo había ayudado a levantarse la señora Pomfrey, insistiendo en examinarlo una vez más, así que, cuando llegó, el Gran Comedor ya estaba lleno. Estaba decorado con los colores de Slytherin, verde y plata,

Los gemelos fingieron tener arcadas mientras Slytherin aplaudía.

para celebrar el triunfo de aquella casa al ganar la copa durante siete años seguidos. Un gran estandarte, que cubría la pared detrás de la Mesa Alta, mostraba la serpiente de Slytherin.  Cuando Harry entró se produjo un súbito murmullo y  todos comenzaron a hablar al mismo tiempo. Se deslizó en una silla, entre Ron y Hermione, en la mesa de Gryffindor, y trató de hacer caso omiso del hecho de que todos se ponían de pie para mirarlo.

Hubo muchos que se sonrojaron hasta la raíz del pelo.

Por suerte, Dumbledore llegó unos momentos después. Las conversaciones cesaron.

— ¡Otro año se va! —dijo alegremente Dumbledore—. Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo,

— Así que os aguantaís- dijo James sonriendole al director.

antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido!

— Algo movidito sí- dijo Harry sonriendo a sus amigos.

Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llenas que  cuando llegasteis... Ahora tenéis todo el verano para dejarlas bonitas y vacías antes de que comience el próximo año...

— No podremos director- dijo Lee poniendo cara triste.

— ¿Por qué señor Jordan?- preguntó el director.

— Porqué siempre se empeñan en poneros deberes.- Le contestó él y por una vez todos los miembros de cada una de las casas se puso de acuerdo y asintió.

— Yo os los quitaría pero hay un pequño problema- dijo Dumby sonriendo.

— ¿Cuál director?- preguntó Blaise.

— Que le tengo demasiado miedo a vuestra profesora de transfiguración.- Contestó mientras todos reían y ella enrojecía.

Bien, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos;

Ellos aplaudieron desganados.

en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos;

Ellos también aplaudieron pero con más alegría.

Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis,

Ellos fueron los primeros que además de aplaudir silbaron.

y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

Los vitores provinentes de la casa en cuestión resonaron durante minutos.

Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de Slytherin. Harry pudo ver a Draco Malfoy golpeando la mesa con su copa. Era una visión repugnante.

— Hombre- dijo Astoria con una sonrisa burlona.- Sabemos que es feo pero no hay para tanto.- Varios rieron pero Draco contraatacó.

— ¿Si soy tan feo porque no puedes apartar la vista de mi?- le preguntó seductoramente.

— Porque tu ego es tan grande que impide ver todo lo que hay alrededor- le contestó ella friamente.

— Mira quien fue a hablar de ego- le respondió Draco. Astoria tuvo el impulso de quitarle la lengua pero se contuvo, era una acción más propia de un Gryffindor además, ¿Cómo iba a parar la hemorragia?

— ¿Qué quieres decir con eso Malfoy?- preguntó.

— Fácil, que la señorita Greengrass se considera la más lista, la más bonita, la más astuta, la más inteligente…- Draco cortó su discurso algo ruborizado.

— Disculpa- dijo Astoria- Me he perdido ¿eso es lo que yo me considero o lo que tu opinas?

— Ves, lo que te decía del ego, ¿como puedes pensar que yo creo eso de ti?- dijo Draco evadiendo la pregunta, cosa que ella notó.

— ¿Evadiendo mi pregunta Malfoy?- le pregunó burlona.

— Por supuesto que no Greengrass.- gruñó él sin contestar aún su pregunta inicial.

— Señores queremos proseguir- Reprendió Snape a los dos.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —dijo Dumbledore—. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta.  

— Sí- dijeron Sirius y James viendo por donde iba el profesor.

Todos se quedaron inmóviles. Las sonrisas de los Slytherin se apagaron un poco.

—Así que —dijo Dumbledore— tengo algunos puntos de última hora para agregar. Dejadme ver. Sí... Primero, para el señor Ronald Weasley...

Ron se puso tan colorado que parecía un rábano con insolación.

— Efecto Weasley- dijeron todos los conocidos de la familia.

—... por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor  con cincuenta puntos.

Sus familiares aplaudieron a rabiar provocando el sonrojo de Ron.

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado, y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy le decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!».

— ¿Uno no puede estar orgullosos de su hermano menor?- preguntó Percy algo ruborizado.

Por fin se hizo el silencio otra vez.

—Segundo... a la señorita Hermione Granger... por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

— Bien hecho- le felicitaron todos los adultos a la vez.

Hermione enterró la cara entre los brazos. Harry tuvo la casi seguridad de que estaba llorando.

— Claro que lloraba, ¡De emoción!- explicó ella.

Los cambios en la tabla de puntuaciones pasaban ante ellos: Gryffindor estaba cien puntos más arriba.  

—Tercero... al señor Harry Potter... —continuó Dumbledore. La sala estaba mortalmente silenciosa—... por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.

— No creo que fuese justo que a mi me diese más puntos que a vosotros- dijo Harry sonriendo a Ron y a Hermione.

— Nosotros no nos enfrentamos a Quirrell y al Innombrable- le recordó Ron.

El estrépito fue total. Los que pudieron sumar, además de gritar y aplaudir, se dieron cuenta de que Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin, cuatrocientos setenta y dos. Si Dumbledore le hubiera dado un punto más a Harry...

— Que mala pata- se quejaron los gemelos Prewett.

Pero así no llegaban a ganar. Dumbledore levantó el brazo. La sala fue recuperando la calma.

—Hay muchos tipos de valentía —dijo sonriendo Dumbledore—. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premio con diez puntos al señor Neville Longbottom.  

— Bien hecho hijo- le felicitó Frank mientras Alice le abrazaba.

— Estoy orgullosa de ti- dijo su abuela logrando que Nev se ruborizara a lo Weasley y que sonriera abiertamente.

— Asombroso pequeño- le dijo Sus quien también lo abrazó.

Alguien que hubiera estado en la puerta del Gran Comedor habría creído que se había producido una explosión, tan fuertes eran los gritos que salieron de la  mesa de Gryffindor.

— Pues menudos pulmones teneís que tener- dijo Dudders impresionado.

Harry, Ron y Hermione se pusieron de pie y vitorearon a Neville, que, blanco de la impresión, desapareció bajo la gente que lo abrazaba. Nunca había ganado más de un punto para Gryffindor.

— Todavía no hablaba en Herbología por falta de confianza- explicó él a sus padres.

Harry, sin dejar de vitorear, dio un codazo a Ron y señaló a Malfoy, que no podía haber estado más atónito y horrorizado si le hubieran echado el maleficio de la Inmovilidad Total.

— En realidad creo que fue un poco cruel profesor Dumblendore- dijo Lia con un poco de enfado en la voz y Slytherin al completo la miró atónitos.

— ¿Cruel?- preguntó Dumblendore con preocupación y extrañeza en la voz.

— Ellos creían que iban a ganar y ya se había echo ilusiones- explicó Luna- Prácticamente les arrebataron la copa de debajo la nariz.

— Algunos incluso habíamos escrito a nuestros padres diciéndoles que habíamos ganado- se quejó Pansy.

— Fue humillante- la respaldó Daphne.

— Lo lamento señores- dijo Dumblendore que parecía triste de verdad- Solo quería que ellos cuatro tuviesen el reconocimiento pertinente. No fue mi intención herirles ni humillarlos.- Un murmulló de aceptación recorrió las filas Slytherin y Snape asintió en dirección al director.

—Lo que significa —gritó Dumbledore sobre la salva de aplausos, porque Ravenclaw y Hufflepuff estaban celebrando la derrota de Slytherin—, que hay que hacer un cambio en la decoración.

Dio una palmada. En un instante, los adornos verdes se volvieron escarlata; los de plata, dorados, y la gran serpiente se desvaneció para dar paso al león de Gryffindor.

Muchos aplaudieron contentisimos aunque algunos miraban a Slytherin con compasión.

Snape estrechaba la mano de la profesora McGonagall, con una horrible sonrisa forzada en su cara.

Los merodeadores soltaron una carcajada mientras ella trataba de esconder una sonrisa.

Captó la mirada de Harry y el muchacho supo de inmediato que los sentimientos de Snape hacia él no habían cambiado en absoluto. Aquello no lo preocupaba. Parecía que la vida iba a volver a la normalidad en el año próximo, o a la normalidad típica de Hogwarts.  

— ¿Y como sabes como es si ese era tu primer año?- preguntó Dudley sonriendo.

Aquélla fue la mejor noche de la vida de Harry, mejor que ganar un partido de quidditch,

— No hay nada mejor que ganar un partido de Quidditch- dijo Oliver ultrajado.

— ¿Ni un beso de Katie?- le murmuró Percy haciendole sonrojar.

— No hay nada que yo haya experimentado que sea mejor que jugar al Quidditch, con Katie.- se corrigió también ensusurros haciendo reir a su amigo.

o que la Navidad, o que hacer que se desmayara el monstruo gigante... Nunca, jamás, olvidaría aquella noche.

Remus le sonrió a Harry musitando la palabra patronus. Harry soltó una carcajada.

Harry casi no recordaba ya que tenían que recibir los resultados de los exámenes, pero éstos llegaron. Para su gran sorpresa, tanto él como Ron pasaron con buenas notas.

— Si a mi también me sorprendio- murmuraron Ron y Hermione, el primero alegre y la segunda mosqueada.

Hermione, por supuesto, fue la mejor del año.

— Por solo un punto- se quejaron Terry, Padma y Theo a la vez. Los dos Ravenclaw miraron sorprendidos al Slytherin quien esbozó una tímida sonrisa.

Hasta Neville pasó a duras penas, pues sus buenas notas en Herbología compensaron los desastres en Pociones.

— Lo de pociones es tradicón familiar- comentó Frank.- Felicidades por Herbología.- le dijo sonriendo.

Ellos confiaban en que suspendieran a Goyle, que era casi tan estúpido como malo, pero él también aprobó. Era una lástima, pero como dijo Ron, no se puede tener todo en la vida.

— Vaya Ron, por lo visto tienes una vena de filósofo- dijo Ginny sonriendo.

Y de pronto, sus armarios se vaciaron, sus equipajes estuvieron listos, el sapo de Neville apareció en un rincón del cuarto de baño...

Todos los de cuarto rompieron a reír.

— ¿De que os reís?- preguntó curiosa Luna.

— Fue toda una odisea coger a Trevor- le contestó Neville.

— Él no praba de saltar y nosotros de resbalar con el agua del baño- explicó Seamus.

— Todavía me duele el golpe que me di- gruñó Dean palpandose la cabeza.

Todos los alumnos recibieron notas en las que los prevenían para que no utilizaran la magia durante las vacaciones

— Maldita norma- se quejaron todos los alumnos mirando mal al ministro.

(«Siempre espero que se olviden de darnos esas notas», dijo con tristeza Fred Weasley).

— Y yo- musitaron todos melancólicos.

Hagrid estaba allí para llevarlos en los botes que cruzaban el lago. Subieron al expreso de Hogwarts, charlando y riendo, mientras el paisaje campestre se volvía más verde y menos agreste. Comieron las grageas de todos los sabores,

Los Weasley y Sirius se relamieron.

pasaron a toda velocidad por las ciudades de los muggles, se quitaron la ropa de magos y se pusieron camisas y abrigos... Y bajaron en el andén nueve y tres cuartos de la estación King Cross.

Sirius suspiró tristemente y Sus le cogió la mano.

— Ese era el peor día del año paara ti ¿no?- le preguntó.

— Y con  mucha diferencia- afirmó su novio.

Tardaron un poco en salir del andén. Un viejo y enjuto guarda estaba al otro lado de la taquilla, dejándolos pasar de dos en dos o de tres en tres, para que no llamaran la atención saliendo de golpe de una pared sólida, pues alarmarían a los muggles.

— Sí, realmente no sería algo muy normal- comentó Petunia.- No hay nadie y de repente aparecen más de cien personas.

—Tenéis que venir y pasar el verano conmigo —dijo Ron—, los dos. Os enviaré una lechuza.  

— Gracias- dijeron Lily y James a la vez.

—Gracias —dijo Harry—. Voy a necesitar alguna perspectiva agradable.

— Por culpa nuestra- musitó Dudley bajando la cabeza.

La gente los empujaba mientras se movían hacia la estación, volviendo al mundo muggle. Algunos le decían.  

— ¡Adiós, Harry!

— ¡Nos vemos, Potter!

—Sigues siendo famoso —dijo Ron, con sonrisa burlona.

—No allí adonde voy, eso te lo aseguro —respondió Harry. 

— Lo cuál es un alivio- musitó él- O lo sería si me trataran un poquito mejor.

Él, Ron y Hermione pasaron juntos a la estación.

— ¡Allí está él, mamá, allí está, míralo!

Era Ginny Weasley, la hermanita de Ron, pero no señalaba a su hermano.

— Harry tiene una fan,- canturreó Sirius- Harry tiene una fan, Harry tie…. Ah- Ginny había sacado su varita y le había lanzado un hechizo mocomurciélago.

— ¡Harry Potter! —chilló—. ¡Mira, mamá! Puedo ver...

—Tranquila, Ginny. Es de mala educación señalar con el dedo.

— Lo siento- musitó ella con al vista clavada en la mesa y roja como un tomate.

— No importa Ginny.- le respondió Harry con una franca sonrisa y era verdad, ahora ya no lo encontraba molesto más bien halagador y ¿adorable? Por dios era la hermanita de su mejor amigo tenía que controlar ciertos pensamientos.

La señora Weasley les sonrió.

— ¿Un año movido? —les preguntó.

— Para nada- dijó Charlie con sarcasmo.

—Mucho —dijo Harry—. Muchas gracias por el jersey y el pastel, señora Weasley

—Oh, no fue nada.

— ¿Ya estás listo?

— Que recibimiento tan amable- gruñó Lily.

Era tío Vernon, todavía con el rostro púrpura, todavía con bigotes y todavía con aire furioso ante la audacia de Harry, llevando una lechuza en una jaula, en una estación llena de gente común. Detrás, estaban tía Petunia y Dudley, con aire aterrorizado ante la sola presencia de Harry.

— Lo siento Harry- se disculpó este último y Harry supo que no se refería solo a lo de aterrorizado.

— No pasa nada Gran D- le respondió este con una franca sonrisa.

— ¡Usted debe de ser de la familia de Harry! —dijo la señora Weasley

— Esto le va a encantar al paquidermo- ironizó Sus con una sonrisa.

— ¿A quién llamas tú paquidermo?- gritó Vernon con odio.

— A ti- le respondió ella simplemente y Vernon se qudó a cuadros sin saber que hacer.

—Por decirlo así —dijo tío Vernon—. Date prisa, muchacho, no tenemos todo el día. —Dio la vuelta para ir hacia la puerta.

Harry esperó para despedirse de Ron y Hermione.

—Nos veremos durante el verano, entonces.

—Espero que... que tengas unas buenas vacaciones —dijo Hermione, mirando insegura a tío Vernon, impresionada de que alguien pudiera ser tan desagradable.

— Yo también lo estoy- musitó Hannah des de Hufflepuff.

—Oh, lo serán —dijo Harry, y sus amigos vieron, con sorpresa, la sonrisa burlona que se extendía por su cara—.  Ellos no saben que no nos permiten utilizar magia en casa. Voy a divertirme mucho este verano con Dudley…

Dudley soltó una pequeña carcajada mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro de su madre y su padre rugía.

— Bueno, este ha sido el final del libro- dijo Dumby- Es hora de ir a la cama.

Las puertas aparecieron otra vez y los alumnos fueron retirandose uno a uno. La sala correspondiente a Slytherin era más elegante que la de los leones pero tambiénmenos acogedora. En unos sillones cerca del fuego se habían sentado Theo (con un enorme libro), Blaise (con la mirada perdida) y Draco (que había mandado a sus chuchos que fueran a pasear y seguía a Astoria con la mirada). Para un observador inexperto abría parecido que estaban allí juntos por casualidad pero, si uno se fijaba bien, podía ver que estaban hablando e, incluso, riendo de  vez en cuando.

— En serio chicos- decía Draco en ese momento- Cada día que pasa es más pesada y desagradable.

— ¿Hablas de Pansy o de Greengrass?- le preguntó Theo con una sonrisa burlona sin apartar la vista del libro.

— Hablaba de Greengrass pero también se puede aplicar a Pansy,- dijo Draco- Que manía con intentar aparentar que somos pareja. Me gusta disfrutar de su compañía en algunas ocasiones pero ya está.- terminó con una sonrisa lasciba.

— ¿Cuándo vas a reconocer que la hermanita de Daphne te a cazado Draco?- le preguntó burlón Blaise.

— El día que tú nos cuentes porque siempre estás mirando la mesa de Ravenclaw.- le respondió mordazmente Draco.

— ¿Porqué no reconocéis los dos que estáis enamorados?- les preguntó Theo algo exasperado.

— Por la misma razón que tú no nos reconoces que besas el suelo que pisa Daphne- gruñó Draco.

— Que me gusta sí pero nunca me rebajaría a besar el suelo- dijo Theo con tranquilidad.

— No entiendo porqué no se lo dices- dijo Blaise alzando los hombros.

— Hay tantas cosas que tú no entiendes.- le respondió Theo.

—  Otro comentario de estos y te maldigo- dijo él buscando su varita- Mierda- gruñó- Me he dejado la varita en el gran comedor.

— Pues corre- dijo Draco- Que eso está lleno de Weasley muertos de hambre que pueden venderla.

Blaise salió corriendo entre carcajadas aun así soltó un suspiró de alivio cuando encontró su varita en el suelo del lugar donde se había sentado. Iba a volver a su sala común cuando por inercia llevó sus ojos a la mesa de Ravenclaw y la vio. Padma estaba en la mesa leyendo interesada un grueso libro y algunos mechones de su pelo azabatche se habían soltado de su trenza y caían sobre su rostro. Blaise se ruborizó.

— Hola- saludó con una timideza nada propia de él.

— Hola- le devolvió el saludo ella algo ruborizada.- Hay mucho ruido en la sala común, por eso he venido aquí- explicó ella sin necesidad.

— Yo me había dejado la varita- le respondió él sentandose a su lado.- Interesante el libro ese de Potter ¿verdad?

— Sí- respondió ella- Aunque es demasiado subjetivo.

— Pues si tú ya opinas que es subjetivo imaginate lo que es para nosotros- le respondió él señalandose el escudo de su túnica.- Por lo visto somos una pandilla desagradable y yo no he salido aún.

— Saliste en la selección- le respondió ella intentando animarle.

— Cierto, salí en la selección.- afirmó él. Un incomodo silencio se instauró entre ellos y Blaise, pensando que ella quería seguir leyendo, se disponía a irse.

— Yo no creo que seais una pandilla desagradable- dijo Padma y un intenso rubor se espandió por sus mejillas.

— Gracias- dijo él quién también se ruborizó.

— Pero tal vez deberíais mezclaros más con las otras casas- dijo ella- ¿cuantos amigos tienes fuera de Slytherin?- le preguntó.

— Antes de esta conversación hubiese dicho zero- dijo Blaise- Ahora espero poder decir una.- extendió la mano en dirección a Padma.

—  Será un placer- aceptandola, iba a estrecharla pero eso no estaba en los planes del Slytherin. Él se inclinó y beso galantemente el dorso de su mano.

— El placer es mio señorita Patil.- dijo cortésmente. Padma se ruborizó completamente.

— Padma- le corrigió ella- Y no entiendo porque soy la única amiga que tienes fuera de Slytherin con lo simpático que eres.

— Bueno- repusó él- cuando somos seleccionados por Slytherin ya entramos en una casa separada de las otras y no es que sea labor fácil cambiar eso.- explicó- La casa donde fueron los magos tenebrosos. La casa donde fue el Innombrable. La casa donde fueron los más temibles mortífagos…

— Cierto y me parece una tonteria que se os juzgue por eso pero tampoco es que hagais mucho por cambiarlo- le reprendió amablemente Padma.

— Dejemoslo en que todos tenemos la culpa de eso- dijo Blaise- Tengo que irme, mis amigos deben empezar a pensar que se me a tragado la tierra. Buenas noches.

— Buenas noches- le respondió la chica y en un acto de valentía repentina le beso la mejilla.

Blaise se fue silbando alegremente y muy rojo hasta su sala común. Padma lo siguió con la mirada y cuando desapareció se levantó rapidamente. Pero no fue a su sala común sino a la de los leones. Llamó educadamente a la puerta y una niña de primero, con divertidas trenzas le abrió.

— ¿Podría hablar con mi hermana?- preguntó ella. La niña asintió y la cogió de la mano para guiarla.

Parvati estaba en un rincón con Lavander comentando el libro y contrarrestándolo con los cotilleos que había habido ese año. Cuando vio a su gemela se levantó de un salto y fue a saludarla.

— ¿Qué haces aquí Pad?- le preguntó dandole un abrazo.

— Quería hablar contigo, en privado si es posible- dijo ella todavía con rubor en su rostro.

— Vuelvo en un rato Lavander- gritó la leona y guió a Padma hacia una de las salas privadas.

— ¿Quién es?- preguntó cuando llegaron.- No te hagas la tonta hermanita, no seré la más lista de las dos pero aún estás sonrojada.

— Blaise Zabinni- fue lo único que dijo Padma y bajó la cabeza esperando la reacción de su hermana.

— ¿Zabinni?- preguntó Parvati preocupada.- De todos los chicos de la escuela tenia que ser él.

— Sé que es un Slytherin pero las aguilas nunca nos hemos llevado mal con ellos- se defendió Padma.

— No es por eso Pad- dijo ella- Pero es un mujeriego.

— Ya lo sé- suspiro la Ravenclaw- pero ha sido tan gentil.

— ¿Gentil?- preguntó Parvati- ¿Estamos hablando del mismo Blaise Zabinni?

— Sí, escucha- dijo Padma y le relató todo lo que había pasado.

— Vale, esto es extraño- dijo Parvati.- Según mis fuentes no suele ligar así. No pongas esa cara no te rebelaré mis fuentes y sí, las tengo.

— Pues dejandolas de lado- dijo Padma- Que no quería ligar conmigo ya lo sabíamos. Primero, no soy su tipo (en realidad no soy el de nadie) y segundo me a ofrecido su amistad, solo eso.

— Hay, mi inocente hermanita- dijo Parvati negando con la cabeza.- Primero, si les diese una oportunidad de conocerte muchos chicos de Hogwarts matarían por salir contigo, eres guapa, lista y divertida.

— No estoy deacuerdo con eso pero sigue.- le respondió su hermana.

— Y segundo- continuo rodando los ojos la Gryffindor- es evidente que estaba intentando acercarse a ti. Pero intentaba enamorarte, no seducirte.

— ¿Eso es bueno o malo?- preguntó Padma.

— Definitivamente bueno, creo que el lo está de ti- dijo su hermana sonriendo.

— Como iba él a enamorase de mi deja de decir choradas.- exclamó Padma roja.

— Lo está, y tú de él.- aseguró ella.- Lástima que sea una serpiente- suspiró.

— ¿No crees que podría ser parte de un plan retorcido suyo? –preguntó la Ravenclaw.

— Tú lees demasiado- dijo Parvati y le cogió el libro que tenía en las manos.- Te prohibo leer hasta mañana y ahora a dormir.

— Sí Tía Parvati- ironizó Padma.

— Molesta ¿verdad?- le respondió su hermana sacandole la lengua.- Buenas noches hermanita y ve a dormir tranquila que mañana verás a tu principe azul, bueno verde.- Padma la abrazó entre risas y aprovechó para recuperar su libro.

—­ ¡¿Como te atreves?! Damelo ahora- le ordenó Parvati persiguiendola hasta que su hermana se metió en la sala de los listos. Entonces bufó exasperada y volvió a su sala común no sin antes lanzarle una mirada a la sala de las serpientes- Te aconsejo que la cuides bien.- murmuró.