Aragog

— Yo leo el siguiente- dijo Hagrid- Aragog

— ¿Quién?- preguntó Al extrañado.

— ¿Qué es lo que nos dices siempre?- le respondió Sirius- Ah, sí, ya te enterarás.- le contestó con un gesto burlón.

— Vaya, es realmente frustrante no saber exactamente que va ha pasar.- comentó Scorp.

— Bienvenido a nuestro mundo.- le contestó Blaise.

El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, cruzando el campoa grandes zancadas con Fang detrás, a Harry aquel paisaje no le gustaba;

— Awww.- murmuraron algunas chicas mientras tanto Hagrid como Harry enrojecían.

y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor. Harry y Ron habían intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas.

— Fue horrible.- murmuró Ron tomando la mano de Hermione por debajo de la mesa. Hermione le dio un apretón y una cálida sonrisa.

—No podemos correr más riesgos —les dijo severamente la señora Pomfrey a través de la puerta entreabierta—. No, lo siento, hay demasiado peligro de que pueda volver el agresor para acabar con esta gente.

— ¿Y hacer que?- preguntó Blaise burlón- Ya estaban fuera de combate.

— Podrían haberles quitado la oportunidad de volver, señor Zabinni.- respondió duramente la señora Pomfrey.

Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún,

Los alumnos de esa época, especialmente los de tercero asintieron con la cara extremadamente seria.

y el sol que calentaba los muros del castillo parecía detenerse en las ventanas con parteluz. Apenas se veía en el colegio un rostro que no expresara tensión y preocupación,

— Ni siquiera los Slytherin?- preguntó burlón Cormac.

— Algunos Slytherin también tenemos amigos hijos de muggles.- dijo Theo mirando la mesa de los Ravenclaw.

— Y aunque no los tuviesemos, somos susceptibles a ser daños laterales, el heredero puede diferenciar a que objetivos marcar, el monstruo no. Y no tenemos forma de saber hasta que punto esta controlado.- Comentó Daphne.

y si sonaba alguna risa en los corredores, parecía estridente y antinatural, y enseguida era reprimida. Harry se repetía constantemente las últimas palabras de Dumbledore: «Sólo abandonaré de verdad el colegio cuando no me quede nadie fiel. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida.»

— Cómo siempre hablando en clave para que todo el mundo se quede despierto por la noche pensando en que significa lo que dice.- murmuró Snape molesto.

— Creo que es más una estrategia de dar animos y parecer seguro para que nadie sepa que no puede controlar una situación.- murmuró Scorpius.

Pero ¿con qué finalidad había dicho aquellas palabras?

— Completar su objetivo de tres frases críticas la semana.- aseguraron James y Sirius.

— No hacerte perder la esperanza.- les corrigió Remus.

¿A quién iban a pedir ayuda, cuando todo el mundo estaba tan confundido y asustado como ellos?

— Mientras no pidas ayuda a ese incompetente de Lockhart…- murmuró Lily acariciando el cabello de su hijo.

La indicación de Hagrid sobre las arañas era bastante más fácil de comprender.

Fred y George miraron a su hermano pequeño con preocupación.

El problema era que no parecía haber quedado en el castillo ni una sola araña a la que seguir. Harry las buscaba adondequiera que iba, y Ron lo ayudaba a regañadientes.

— Si no me hubieses roto la escoba…- empezó Fred defensivamente al ver como su madre le miraba.

— Cómo si eso fuese motivo para traumatizarle.- le respondió Charlie.

— Pero pasó una semana después de nuestro cumpleaños.- le defendió George.- Solo habíamos volado en ella un par de veces y Ron…

— Fui yo,- confesó Ginny casi gritando- Se me rompió la escoba y fui a pedirle ayuda a Ron para arreglarla y él te mintió y no me hizo caso cuando le dije que no lo hiciera.

— Ginny.- le regañó Ron- Te dije que había sido yo y fin del tema.

— Soy capaz de asumir las consecuencias de mis actos Ron, gracias por intentar protegerme pero no quiero que sigas cargando la culpa por ello.- le contestó la chica.

— La verdad es que ahora me siento fatal…- murmuró Fred.

— Espera, es por eso que a partir de ese día dormiste con la muñeca de Ginny?- preguntó George burlón haciendo sonrojar a Ron. Algunos rieron.

— Sí, así es, algun problema.- preguntó Ron alzando la barbilla y cogiendo la mano de Ginny quién le sonrió.

Además se añadía la dificultad de que no les dejaban ir solos a ningún lado, sino que tenían que desplazarse siempre en grupo con los alumnos de Gryffindor. La mayoría de los estudiantes parecían agradecer que los profesores los acompañaran siempre de clase en clase,

— Eso reducía la probabildad de quedar petrificado.- comentó Katie encogiéndose de hombros.

— Yo te hubiera protegido.- dijo seriamente Oliver, ganándose un golpe.

— Puedo cuidar de mi misma,- rugió la chica.- Pero gracias.- le sonrió después dulcemente.

pero a Harry

— Era extremadamente imprudente.- terminó Molly molesta.

le resultaba muy fastidioso. Había una persona, sin embargo, que parecía disfrutar plenamente de aquella atmósfera de terror y recelo. Draco Malfoy

— Aunque sea sólo tu sobrino se parece bastante a ti, Sirius.- comentó James apiadándose del Slytherin.

— ¿Qué?- preguntó indignado este.

— Tú también solías disfrazar el miedo con indiferencia e arrogancia.- le aclaró Remus.

— Educación “made in” Black.- dijo Tonks con una sonrisa.- Mama también lo hace.

se pavoneaba por el colegio como si acabaran de darle el Premio Anual. Harry no comprendió por qué Malfoy se sentía tan a gusto hasta que, unos quince días después de que se hubieran ido Dumbledore y Hagrid, estando sentado detrás de él en clase de Pociones, le oyó regodearse de la situación ante Crabbe y Goyle:

— Es de mala educaión espiar a la gente, Potter.- rugió Draco.

—Siempre pensé que mi padre sería el que echara a Dumbledore —dijo, sin preocuparse de hablar en voz baja—. Ya os dije que él opina que Dumbledore ha sido el peor director que ha tenido nunca el colegio.

—  Aunque me rebiente estar de acuerdo con un mortífago,- empezó Sus- algo de razón tiene.

— Te importaría justificar esa frase.- pidió el director herido.

— Todos sabemos que eres el mejor lider que la resistencia a Voldemort podría haber tenido.- empezó Sus fríamente- Pero tomar ese rol y mantenir tu trabajo en Hogwarts es poner en peligro a los alumnos. Y hay ciertos profesores- dijo mirando a Hagrid, la profesora de Adivinación y Snape- que contrataste por ser buenas personas y leales a la orden o necesarios para hacer caer a Voldemort que no deberían poder enseñar ya sea porque son incompetentes o crueles con los alumnos favoreciendo a unos e humillando a otros.- Nadie subo que añadir a eso, sobretodo porque muchos se encontraban deacuerdo con ella.

Quizá ahora tengamos un director decente, alguien que no quiera que se cierre la Cámara de los Secretos. McGonagall no durará mucho, sólo está de forma provisional...

— Tan provisional que aun en nuestro tiempo lo es.- contestó Molls.

Snape pasó al lado de Harry sin hacer ningún comentario sobre el asiento y el caldero solitarios de Hermione.

—Señor —dijo Malfoy en voz alta—, señor, ¿por qué no solicita usted el puesto de director?

— No.- dijeron con voz estrangulada los gemelos Weasley.

—Venga, venga, Malfoy —dijo Snape, aunque no pudo evitar sonreír con sus finos labios—.

— Terrorífico.- Neville tembló.

El profesor Dumbledore sólo ha sido suspendido de sus funciones por el consejo escolar. Me atrevería a decir que volverá a estar con nosotros muy pronto.

— Ojalá- suspiraron los gemelos Prewett.

—Ya —dijo Malfoy, con una sonrisa de complicidad—. Espero que mi padre le vote a usted, señor, si solicita el puesto.

— Oh, lo hará si saca algún beneficio de ello.- aseguró Arthur.

Le diré que usted es el mejor profesor del colegio, señor.

— ¿En maltractar a los alumnos?- preguntó Augusta enfadada y apretando la mano de su nieto.

Snape paseaba sonriente por la mazmorra, afortunadamente sin ver a Seamus  Finnigan, que hacía como que vomitaba sobre el caldero.

Los alumnos rieron, Snape no parecía tan divertido.

—Me sorprende que los sangre sucia no hayan hecho ya todos el equipaje         —prosiguió Malfoy—.

— Yo las había hecho.- comento Denis en voz muy baja.

Apuesto cinco galeones a que el próximo muere. Qué pena que no sea Granger...

— ¡Papá!- gruñó Scorpius. Allie cogió a Rose por la muñeca para evitar que sacara la varita.

Hermione parecía realmente herida, Ron estaba de pie sacando la varita, Ginny ya la tenía a fuera y todo el mundo estaba fulminando al chico con la mirada.

— Ese comentario puede que fuera un poco desafortunado.- se medio disculpó este asustado pero con demasiado orgullo.

— ¿“Un poco desafortunado”?- repitió Ron empezando a agitar la varita. Draco sacó la suya para defenderse.

— Sus hijos están presente, por el amor de Dios, comportense.- gritó la profesora McGonagall mientras Castigo ladraba para hacer callar los murmuros.- 50 puntos de Slytherin por el “desafortunado” comentario del señor Malfoy.

La campana sonó en aquel momento, y fue una suerte, porque al oír las últimas palabras, Ron había saltado del asiento para abalanzarse sobre Malfoy,

Hermione le dió un beso en la mejilla provocando que Ron enrojeciera completamente.

aunque con el barullo de recoger libros y bolsas, su intento pasó inadvertido.

—Dejadme —protestó Ron cuando lo sujetaron entre Harry y Dean—. No me preocupa, no necesito mi varita mágica, lo voy a matar con las manos...

— Si necesitas que alguien lo sugete…- sugirió Ginny mirando homicidamente al chico.

—Daos prisa, he de llevaros a Herbología —les gritó Snape, y salieron en doble hilera, con Harry, Ron y Dean en la cola, el segundo intentando todavía liberarse.

Sólo lo soltaron cuando Snape se quedó en la puerta del castillo y ellos continuaron por la huerta hacia los invernaderos. La clase de Herbología resultó triste, porque había dos alumnos menos: Justin y Hermione.

Hermione abrazó a sus dos mejores amigos mientras Justin sonreía a sus mejores amigos.

La profesora Sprout los puso a todos a podar las higueras de Abisinia, que daban higos secos. Harry fue a tirar un brazado de tallos secos al montón del abono y se encontró de frente con Ernie Mcmillan.

James y Sirius bufaron molestos.

Ernie respiró hondo y dijo, muy formalmente:

—Sólo quiero que sepas, Harry, que lamento haber sospechado de ti.

— ¿Qué?- a varios se les dislocó al mandibula de lo mucho que abrieron la boca.

— Los Huffelpuff somos justos.- respondió Ernie nada intimidado.- Y yo le debía una disculpa a Harry.

— Él y muchos más que no fuimos suficientemente valientes para ofrecercela.- le defendió Susan haciéndole sonrojar.

Sé que nunca atacarías a Hermione Granger

— Jamás.- aseguró Harry apretando la mano de su mejor amiga.

y te quiero pedir disculpas por todo lo que dije.

— Puede que aun estéis enfadados con él, pero tenéis que reconocer que es un gran chico.- comentó Remus.

Ahora estamos en el mismo barco y..., bueno...

Avanzó una mano regordeta y Harry la estrechó.

Nadie pudo reprimir una dulce sonrisa.

Ernie y su amiga Hannah se pusieron a trabajar en la misma higuera que Ron y

Harry.

Neville besó la mejilla de su novia y Allie sonrió con ternura pasando un brazo por el hombro de Rose y Al. Scorpius las miró con envidia mirando con algo de pesar su padre pero Al lo vió y se deshizo del brazo de su novia para poder poner su mano en el hombro de su mejor amigo sonriendole, Allie y Rose besaron cada una, una mejilla del chico logrando que él se sonrojara e intentara disimular sus sonrisa con una mueca.

—Ese tal Draco Malfoy —dijo Ernie,

— ¿Porqué todo el mundo sospecha de mí?- preguntó el muchacho exasperado.

mientras cortaba las ramas secas— parece que se ha puesto muy contento con todo esto, ¿verdad? ¿Sabéis?, creo que él podría ser el heredero de Slytherin.

—Esto demuestra que eres inteligente, Ernie —dijo Ron,

— Tu también lo pensaste.- le recordó Hannah frunciendo el ceño.

que no parecía haber perdonado a Ernie tan fácilmente como Harry.

— Para ser justos yo tampoco lo habría perdonado tan rápido si hubiese acusado a Ron y no a mí.- comentó Harry.

— ¿Crees que es Malfoy, Harry? —preguntó Ernie.

—No —respondió Harry con tal firmeza que Ernie y Hannah se lo quedaron mirando.

— Ahora sabemos porqué.- comentó satisfecho Ernie.

Un instante después, Harry vio algo y lo señaló dándole a Ron en la mano con sus tijeras de podar.

— ¡Cuidado!- gritó Molly frunciendo el ceño.

— ¡Ah! ¿Qué estás...?

Harry señaló al suelo, a un metro de distancia. Varias arañas grandes correteaban por la tierra.

— ¡Bien!- se alegraron los gemelos Prewett.

— ¡Anda! —dijo Ron, intentando, sin éxito, hacer como que se alegraba—.

— No te dediques a actor.- le aconsejó Harry.

Pero no podemos seguirlas ahora...

— Que pena.- ironizó Ron.

Ernie y Hannah escuchaban llenos de curiosidad.

— La mayoría de gente no se pone de repente a hablar de seguir arañas.- comentó Hannah.

Harry contempló a las arañas que se alejaban.

—Parece que se dirigen al bosque prohibido...

— ¡Te prohibo que vayas!- gruñó Lily mientras Arthur y Molly afirmaban con la cabeza.

— Llevate la capa.- recomendó en cambio James.

Y a Ron aquello aún le hizo menos gracia.

— Al menos alguien tiene sentido común.- suspiró la profesora McGonagall.

Al acabar la clase, el profesor Snape acompañó a los alumnos al aula de Defensa

Contra las Artes Oscuras. Harry y Ron se rezagaron un poco para hablar sin que los oyeran.

—Tenemos que recurrir otra vez a la capa para hacernos invisibles

James y Sirius afirmaron con la cabeza.

—dijo Harry a Ron—. Podemos llevar con nosotros a Fang. Hagrid lo lleva con él al bosque, así que podría sernos de ayuda.

— Bien pensado.- les dijo Remus- No es el animal más valiente pero conoce el bosque.

— Y le vendría bien un paseo.- comentó Hagrid preocupado por su perro.

—De acuerdo —dijo Ron, que movía su varita mágica nerviosamente entre los dedos—. Pero... ¿no hay..., no hay hombres lobo en el bosque?

— No ese año.- comentó Sirius con una sonrisa que casi le partía la cara en dos.

—añadió, mientras ocupaban sus puestos habituales al final del aula de Lockhart.

Muchos (y muchas) gruñeron.

Prefiriendo no responder a aquella pregunta, Harry dijo:

—También hay allí cosas buenas. Los centauros son buenos,

— No todos Harry- Firenze sonrió.- No todos.

y los unicornios también.

Allie abrazó a Al con todas sus fuerzas.

Ron no había estado nunca en el bosque prohibido.

— Y así debería seguir siendo.- comentó Arthur mirando mal a Hagrid.

Harry había penetrado en él en una ocasión, y deseaba no tener que volver a hacerlo.

— No me gusta hacer cosas peligrosas.- dijo Harry mirando mal a los que parecían sorprendidos.

Lockhart entró en el aula dando un salto, y la clase se lo quedó mirando. Todos los demás profesores del colegio parecían más serios de lo habitual, pero Lockhart estaba tan alegre como siempre.

— Idiota.- le insultaron Ron y Blaise al unísono.

— ¡Venga ya! —exclamó, sonriéndoles a todos—, ¿por qué ponéis esas caras tan largas?

— Collin está petrificado.- gruñó Denis.

— Y Justin.- le apoyó Susan.

— Hagrid en Azcaban.- apuntó Frank.

— Hay un monstruo rondando por la escuela.- añadió Sus.

— Merodeando.- la corrigieron James, Sirius y Remus a la vez.

Los alumnos intercambiaron miradas de exasperación, pero no contestó nadie.

— ¿Es que no comprendéis —les decía Lockhart, hablándoles muy despacio, como si fueran tontos—

— No riáis.- rugió Padma, todos se la miraron sorprendido, Blaise algo celoso- Los humanos aprenden por imitación y así es como le han hablado toda su vida.- terminó Padma logranod que Blaise riera a carcajadas tirando al cabeza hacia a fuera.

que el peligro ya ha pasado? Se han llevado al culpable.

— Por lo que Lockhart cree que el culpable es Hagrid.- comentó Lily- ¿Por qué no me sorprende?

— O tal vez crea que es Dumbledore.- puntualizó Lia- Es suficientemente estupido.

— ¿A quién dice? —preguntó Dean Thomas en voz alta.

— Gracias Dean.- le sonrió Hagrid.

—Mi querido muchacho, el ministro de Magia no se habría llevado a Hagrid si no  hubiera estado completamente seguro de que era el culpable —dijo Lockhart,

— Por supuesto que lo habrían hecho.- rugió Percy asqueado.

en el tono que emplearía cualquiera para explicar que uno y uno son dos.

— Bueno, él encuentra esa operación extremadamente complicada.- comentó Ron.

— Es que es complicado- dijo Blaise imitando la voz de Lorckhart- ¿Dos y dos son quatro o son onze?

—Ya lo creo que se lo llevaría —dijo Ron, alzando la voz más que Dean.                

— Por supuesto que sí tienen  que aparentar tener el control de la situación.- gruñó Tonks fulminando al Ministro con la mirada.

— ¿Qué queríais que dejara alguien con sus antecedentes por Hogwarts?- preguntó el ministro molesto.

— Hagrid nunca fue encontrado culpable en un juicio.- rugió Minerva McGonagall- Por lo que realmente no hay realmente “antecedentes” y lo que usted hizo fue esconders edetras de una cortina de humo, cretino incompetente.

—Me atrevería a suponer que sé más sobre el arresto de Hagrid que usted, señor

Weasley —dijo Lockhart empleando un tono de satisfacción.

— Mucho me temo que no, grandísimo idiota.- respondió Charlie.

— Y vuelve a usar este tipo de condescendencia con mi hermanito y considerate muerto.- rugó Bill.

Ron comenzó a decir que él no era de la misma opinión,

— No estabáis allí.- le recordó Alastor.

pero se paró en mitad de la frase cuando Harry le arreó una patada por debajo del pupitre.

—Nosotros no estábamos allí, ¿recuerdas? —le susurró Harry.

El auror miró al chico con interés.

Pero la desagradable alegría de Lockhart, las sospechas que siempre había tenido de que Hagrid no era bueno,

— Es una de las mejores personas que hay en Hogwarts.- Al tenía los nudillos blancos de tanto apretar los puños.

su confianza en que todo el asunto ya había tocado a su fin, irritaron tanto a Harry, que sintió deseos de tirarle Una vuelta con los espíritus malignos a su cara de idiota.

— Si lo haces te juro que te cubro.- aseguró Draco mientras toda la mesa de Slytherin asentía con la cabeza.

— Ese idiota egocéntrico es tan vomitivo que hasta sentimos la necesidad de ayudar a los leones.- suspiró lastimosamente Pansy.

Pero en lugar de eso, se conformó con garabatearle a Ron una nota:

«Lo haremos esta noche.»

— Muy directo, ¿no Harry?- bromeó Hermione, sus amigos la miraron sin entender nada.

— La gente empieza enviando flores o bombones.- prosiguió Ginny que si lo había pillado.

— Podrías empezar llevándole a una cita en Hosgmade.- prosiguió Neville, Ron y Harry estaban rojos como tomates.

— Nuestro pequeño Ron va a dar el paso.- dijeron emocionados los gemelos.

— Me estáis malinterpretando a propósito.- se quejó Harry.

— Por si a caso deja de usa pronombres cuando escribas notas en clase.- le recomendó su madre con una sonrisa afectuosa.

Ron leyó el mensaje, tragó saliva con esfuerzo

— Es un  gran paso.- dijeron los gemelos Prewett comprensivamente.

— Dejad en paz al chico.- dijo Charlie que or alguna razón no parecía tan divertido como el resto.

y miró a su lado, al asiento habitualmente ocupado por Hermione.

— Me halagas Ron pero tal vez es demasiado para mi.- dijo la chica, Ron se atragantó.

— Suficiente.- dijo Dumbledore calmadamente.

Entonces parecieron disiparse sus dudas, y asintió con la cabeza.

Muchos se mordieron la lengua, pero no dijeron nada por el director.

Aquellos días, la sala común de Gryffindor estaba siempre abarrotada, porque a partir de las seis, los de Gryffindor no tenían otro lugar adonde ir.

— Que aburrido.- refunfuñó Sirius.

— No habríamos durado una semana.- comentó James.

— Ni un día.- le corrigió Remus.

También tenían mucho de que hablar, así que la sala no se vaciaba hasta pasada la medianoche. Después de cenar, Harry sacó del baúl su capa para hacerse invisible y pasó la noche sentado encima de ella, esperando que la sala se despejara.

— La vas a arrugar.- se horrorizó James.

Fred y George los retaron a jugar al snap explosivo

— Ganamos.- puntualizaron los gemelos xocando las manos.

— Hicisteis trampa.- respondieron Harry y Ron.

y Ginny se sentó a contemplarlos, muy retraída

— No pareces tu Gin.- dijo Percy muy preocupado- Debi haber estado más atento a ti.

— Me dejaste llorar hasta caer dormida en tu cama por dos noches consecutivas.- respondió la chica- Hiciste más que suficiente.

y ocupando el asiento habitual de Hermione. Harry y Ron perdieron a propósito,

— ¿Con que habíamos hecho trampas?- preguntó Fred.

— Cierto, por una partida que ganamos honestamente.- prosiguió George.

— Perdimos a proposito.- les recordó Ron.

— Lo siento Ron- dijo Fred- No puedo escucharte por culpa del sonido de nuestra aplastante victoria y tus gemidos de mal perdedor.

— No me has oído…-intentó seguir Ron.

— Háblale a mi mano.- le dijo George levantando esta.

intentando acabar pronto, pero incluso así, era bien pasada la medianoche cuando Fred, George y Ginny se marcharon por fin a la cama.

— El día siguiente teníais clase.- les regañó Molly- A partir de ahora, las diez como muy tarde.

— Claro.- afirmaron todos  sus hijos con sarcasmo.

Harry y Ron esperaron a oír cerrarse las puertas de los dos dormitorios antes de coger la capa,

— Paranóicos.- les acusaron los gemelos.

echársela encima y salir por el agujero del retrato. Este recorrido por el castillo también fue difícil, porque tenían que ir esquivando a los profesores.

— Que no os pueden ver.- les recordó Neville.

Al fin llegaron al vestíbulo, descorrieron el pasador de la puerta principal y se colaron por ella, intentando evitar que hiciera ruido, y salieron a los campos iluminados por la luz de la luna.

—Naturalmente —dijo Ron de pronto, mientras cruzaban a grandes zancadas el negro césped—, cuando lleguemos al bosque podría ser que no tuviéramos nada que seguir.

— Tal vez se cumple si lo repites mucho.- le consoló Molly.

A lo mejor las arañas no iban en aquella dirección. Parecía que sí, pero...

— Alguien está negación.- bromeó Lavander.

Su voz se fue apagando, pero conservaba un aire de esperanza.

— Es lo último que se pierrde.- recordó Dumbledore.

Llegaron a la cabaña de Hagrid, que parecía muy triste con sus ventanas tapadas.

Muchos suspiraron con tristeza.

Cuando Harry abrió la puerta, Fang enloqueció de alegría al verlos. Temiendo que despertara a todo el castillo con sus potentes ladridos, se apresuraron a darle de comer caramelos de café con leche que había en una lata sobre la chimenea, de tal manera que consiguieron pegarle los dientes de arriba a los de abajo.

— Si los perros comen azucar se vuelven ciegos ¡Imbéciles!- les girtó Molly acariciando levemente la cabeza de su Niebla. Al abrazaba protectoramente a Blackie, Sus y Sirius escondían a Reggie, Blaise le prohibía a Cerberus ir cerca de la mesa de los gryffindor y la Profesora McGonagall y Castigos compartían la misma mirada reprochante.

Harry dejó la capa sobre la mesa de Hagrid. No la necesitarían en el bosque completamente oscuro.

— Quién sabe- dijo Luna misteriosamente.

—Venga, Fang, vamos a dar una vuelta —le dijo Harry, dándole unas palmaditas en la pata, y Fang salió de la cabaña detrás de ellos, muy contento, fue corriendo hasta el bosque y levantó la pata al pie de un gran árbol.

— Cuanto tiempo había pasado encerrado el pobrecito.- murmuró Hagrid con tristeza.

Harry sacó la varita, murmuró: «¡Lumos!», y en su extremo apareció una lucecita diminuta, suficiente para permitirles buscar indicios de las arañas por el camino.

—Bien pensado —dijo Ron—. Yo haría lo mismo con la mía, pero ya sabes..., seguramente estallaría o algo parecido...

— Deberías habernos pedido otra varita.- le regañó Arthur.

Harry le puso una mano en el hombro y le señaló la hierba. Dos arañas solitarias huían de la luz de la varita para protegerse en la sombra de los árboles.

Molly suspiró resignadamente.

—Vale —suspiró Ron, como resignándose a lo peor—. Estoy dispuesto. Vamos.

— El pequeño Ronnie es muy valiente.- dijo George mientras Fred despeinaba al chico.

De esta forma penetraron en el bosque, con Fang correteando a su lado, olfateando las hojas y las raíces de los árboles. A la luz de la varita mágica de Harry, siguieron la hilera ininterrumpida de arañas que circulaban por el camino. Caminaron unos veinte minutos, sin hablar, con el oído atento a otros ruidos que no fueran los de ramas al romperse o el susurro de las hojas.

Los chicos temblaron levemente al recordarlo.

Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veían las estrellas del cielo y la única luz provenía de la varita de Harry, vieron que las arañas se salían del camino.

Al y Hagrid intentaban descifrar donde estaban por las descripciones.

Harry se detuvo y miró hacia donde se dirigían las arañas, pero, fuera del pequeño círculo de luz de la varita, todo era oscuridad impenetrable.

— No me gusta esto.- murmuró James- No me gusta en absoluto.- Lily le acarició el pelo para recomfortalo.

Nunca se había internado tanto en el bosque. Podía recordar vívidamente que Hagrid, una vez que había entrado con él, le advirtió que no se saliera del camino.

— ¿Si lo haces como sabrás volver?- preguntó retóricamente Neville. Draco estaba pálido aún recordando la última vez que estuvo en ese bosque.

Pero ahora Hagrid se hallaba a kilómetros de distancia, probablemente en una celda en Azkaban, y les había indicado que siguieran a las arañas.

— Cosa que podríais haberle dicho a un adulto.- le recordó Molly.

— Hagrid lo gritó con tres adultos presentes y sin embargo somos Harry y yo los que estabamos en el bosque.- le recordó su hijo menor.

Harry notó en la mano el contacto de algo húmedo, dio un salto hacia atrás y pisó a Ron en el pie, pero sólo había sido el hocico de Fang.

— Para estar tan delgado pesas un montón.- comentó el pelirrojo.

— ¿Qué te parece? —preguntó Harry a Ron, de quien sólo veía los ojos, que reflejaban la luz de la varita mágica.

—Ya que hemos llegado hasta aquí... —dijo Ron.

— Estúpidos gryffindor’s.- comentó Blaise intentando no demostrar que estaba preocupado por ellos.

De forma que siguieron a las arañas que se internaban en la espesura. No podían avanzar muy rápido, porque había tocones y raíces de árboles en su ruta, apenas visibles en la oscuridad.

— Si te lesionas me oirás.- le advirtió Oliver molesto.

Harry notaba en la mano el cálido aliento de Fang. Tuvieron que detenerse más de una vez para que, en cuclillas, a la luz de la varita, Harry pudiera volver a encontrar el rastro de las arañas.  Caminaron durante una media hora por lo menos.

— Pareció mucho más.- comentó Ron.

Las túnicas se les enganchaban en las ramas bajas y en las zarzas. Al cabo de un rato notaron que el terreno descendía, aunque el bosque seguía igual de espeso. De repente, Fang dejó escapar un ladrido potente, resonante, dándoles un susto tremendo.

— Nada bueno.- predijo Kignsley.

— ¿Qué pasa? —preguntó Ron en voz alta, mirando en la oscuridad y agarrándose con fuerza al hombro de Harry.

—Algo se mueve por ahí —musitó Harry—. Escucha... Parece de gran tamaño.

— ¿Acromántulas? – le susurró Scorp a Al.

— Espero que no.- contestó este algo pálido.

Escucharon. A cierta distancia, a su derecha, aquella cosa de gran tamaño se abría camino entre los árboles quebrando las ramas a su paso.

— ¡Ah no! —exclamó Ron—, ¡ah no, no, no...!

— Tranquilizate.- le dijo Bill preocupado.

—Calla —dijo Harry, desesperado—. Te oirá.

— Ya habrá oído a Fang.- comentó Tonks mordiéndose el labio de abajo. Remus enrojeció cuando de un codazo Sirius le hizo dejar de mirar a la chica que no se daba cuenta.

— ¿Oírme? —dijo Ron en un tono elevado y poco natural—. Yo sí lo he oído. ¡Fang!

La oscuridad parecía presionarles los ojos mientras aguardaban aterrorizados.

Oyeron un extraño ruido sordo, y luego, silencio.

— ¿Qué crees que está haciendo? —preguntó Harry

— Nada bueno.- aseguró James.

—Seguramente, se está preparando para saltar —contestó Ron.

— ¿A que esperáis para largaros de ahí?- preguntó Arthur con voz escañada.

Aguardaron, temblando, sin atreverse apenas a moverse.

— ¿Crees que se ha ido? —susurró Harry.

—No sé...

— Largaros de allí.- les gritó Molly temblorosa.

Entonces vieron a su derecha un resplandor que brilló tanto en la oscuridad que los dos tuvieron que protegerse los ojos con las manos.

Hagrid y Al levantaron una ceja al no poder deducir que animal era.

Fang soltó un aullido y echó a correr, pero se enredó en unos espinos y volvió a aullar aún más fuerte.

— ¡Harry! —gritó Ron, tan aliviado

— No es peligroso entonces.- suspiró Bill algo más relajado.

que la voz apenas le salía—. ¡Harry, es nuestro coche!

— Allí había ido.- dijo Arthur riendo a causa del alivio.

— ¿Qué?

— ¡Vamos!

Harry siguió a Ron en dirección a la luz, dando tumbos y traspiés, y al cabo de un  instante salieron a un claro. El coche del padre de Ron estaba abandonado en medio de un círculo de gruesos árboles y bajo un espeso tejido de ramas, con los faros encendidos.

— Al menos ahora podéis ver algo más que vuestros pies.- comentó Sus.

— Pero les será más difícil acostumbrarse a la oscuridad cuando dejen el coche atrás.- le respondió con el ceño fruncido Alastor.

Ron caminó hacia él, boquiabierto, y el coche se le acercó despacio, como si fuera un perro que saludase a su amo. Un perro de color turquesa.

— Tu coche es bonísimo.- dijo Parvati sonriendo.

— ¡Ha estado aquí todo el tiempo! —dijo Ron emocionado, contemplando el coche—. Míralo: el bosque lo ha vuelto salvaje...

— Mientras no lo haya vuelto también peligroso.- dijo Kingsley aun preocupado.

Los guardabarros del coche estaban arañados y embadurnados de barro. Daba la impresión de que el coche había conseguido llegar hasta allí él solo. A Fang no parecía hacerle ninguna gracia, y se mantenía pegado a Harry, temblando.

— Mi dulce perrito.- dijo Hagrid con nostalgia.

Mientras su respiración se acompasaba, guardó la varita bajo la túnica.

— ¡Y creíamos que era un monstruo que nos iba a atacar! —dijo Ron, inclinándose sobre el coche y dándole unas palmadas—. ¡Me preguntaba adónde habría ido!  

— Hablarle a un coche no es sano, hermanito.- se burló Charlie.

Harry aguzó la vista en busca de arañas en el suelo iluminado, pero todas habían huido de la luz de los faros.

— Maldita sea.- refunfuñó Tonks.

—Hemos perdido el rastro —dijo—. Tendremos que buscarlo de nuevo.

Ron no habló ni se movió. Tenía los ojos clavados en un punto que se hallaba a unos tres metros del suelo, justo detrás de Harry. Estaba pálido de terror.

Y la tranquilidad que había vuelto a reinar en el gran comedor se evaporó de golpe.

Harry ni siquiera tuvo tiempo de volverse. Se oyó un fuerte chasquido, y de repente sintió que algo largo y peludo lo agarraba por la cintura y lo levantaba en el aire, de cara al suelo.

— Mi niño- murmuró James- mi niño de doce años…- Lily le cogió la mano para reconfortarle.

Mientras forcejeaba, aterrorizado, oyó más chasquidos, y vio que las piernas de Ron se despegaban del suelo,

Percy agarró el hombro de su hermano pequeño.

y oyó a Fang aullar y gimotear... y sintió que lo arrastraban por entre los negros árboles. Levantando como pudo la cabeza, Harry vio que la bestia que lo sujetaba caminaba sobre seis patas inmensamente largas y peludas, y que encima de las dos delanteras que lo aferraban, tenía unas pinzas también negras.

— Una araña gigante.- dijo Scorpius con miedo.

— Si pero… ¿De que clase?- preguntó Theo repasando mentalmente todo lo que sabía de arañas mágicas.

Tras él podía oír a otro animal similar, que sin duda era el que había cogido a Ron.

Ron estaba pálido con solo el recuerdo.

Se encaminaban hacia el corazón del bosque. Harry pudo ver a Fang que forcejeaba intentando liberarse de un tercer monstruo, aullando con fuerza,

— Mi pobre perrito.- murmuró Hagrid con tristeza y preocupación.

pero Harry no habría podido gritar aunque hubiera querido: parecía como si la voz se le hubiese quedado junto al coche, en el claro. Nunca supo cuánto tiempo pasó en las garras del animal, sólo que de repente hubo la suficiente claridad para ver que el suelo, antes cubierto de hojas, estaba infestado de arañas.

Ron tragó ruidosamente mientras Hermione trataba de reconfortarle.

Estaban en el borde de una vasta hondonada en la que los árboles habían sido talados y las estrellas brillaban iluminando el paisaje más terrorífico que se pueda imaginar. Arañas.

— Pues si era terrorífico para ti imagina para Ron que tiene aragnofóbia.- dijo duramente Ginny.

No arañas diminutas como aquellas a las que habían seguido por el camino de hojarasca, sino arañas del tamaño de caballos, con ocho ojos y ocho patas negras, peludas y gigantescas.

Todo el mundo se estremeció.

El ejemplar que transportaba a Harry se abría camino, bajando por la brusca pendiente, hacia una telaraña nebulosa en forma de cúpula que había en el centro de la hondonada, mientras sus compañeras se acercaban por todas partes chasqueando sus pinzas, emocionadas a la vista de su presa.

— Por lo visto estan hambrientas.- comentó Luna.

La araña soltó a Harry, y éste cayó al suelo de cuatro patas. A su lado, con un ruido sordo, cayeron Ron y Fang. El perro ya no aullaba; se quedó encogido y en silencio en el mismo punto en que había caído.

Hagrid hacía nota mental de comentarle a Aragog la forma en la que debía educar a sus hijos… y nietos… y probablemente bisnietos.

Ron parecía encontrarse tan mal como Harry había supuesto. Su boca se había alargado en una especie de grito mudo y los ojos se le salían de las órbitas.

— ¿Cómo en e “Grito” de Munich?- preguntó Hermione.

— ¿El qué?- le preguntó a su vez Harry.

— ¡El cuadro!- dijo Hermione como constatando algo obvio y movió la varita para hacer aparecer una cópia de dicho cuadro.

— Sí- dijo Harry- Exactamente la misma expresión.

De pronto Harry se dio cuenta de que la araña que lo había dejado caer estaba hablando.

— ¿Hablando?- preguntó Lily con un hilo de voz.

— ¿Son… son acromántulas?- preguntó Sirius a su vez completamente pálido.

— Me temo que sí.- dijo el director con voz sombría.

No era fácil darse cuenta de ello, porque chascaba sus pinzas a cada palabra que decía.

— ¡Aragog! —llamaba—, ¡Aragog!

— De ahí el nombre del capítulo.- dijo Al encantado de haber resuelto el misterio.

Y del medio de la gran tela de araña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, y losocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena de pinzas eran de un blanco lechoso. Era ciega.

— Debe de ser muy vieja.- comentó Al.

— Tampoco tanto.- dijo Hagrid ofendido- Solo unos cincuenta años.- añadió.- No son muchos estoy… quiero decir está en la flor de la vida..

— ¿Qué hay? —dijo, chascando muy deprisa sus pinzas.

—Hombres —dijo la araña que había llevado a Harry.

— Niños.- les corrigió Molly.

— ¿Es Hagrid? —Aragog se acercó,

— ¿La conoces? – preguntó horrorizada Lavander.

— Desde que salió del huevo.- contestó este orgulloso.

moviendo vagamente sus múltiples ojos lechosos.

—Desconocidos —respondió la araña que había llevado a Ron.

—Matadlos —

— ¡¿Qué?!- preguntó Hagrid indignado- Él no es así, la edad lo está haciendo tomar malas decisiones.- dijo convencido.

ordenó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo...

— Sentimos si nuestro hermanito ha despertado a su arácnida majestad para sacar a Hagrid de Azcaban.- comentaron con sarcasmo los gemelos.

—Somos amigos de Hagrid —gritó Harry.

— Muy buenos amigos.- puntualizó Hagrid.

Sentía como si el corazón se le hubiera escapado del pecho y estuviera retumbando en su garganta.

—Clic, clic, clic —hicieron las pinzas de todas las arañas en la hondonada.

Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.

— Y con una buena razón.- comentó Charlie- Si lo primero que haces es ordenar su muerte.

—Hagrid está metido en un grave problema —dijo Harry,

— Gravísimo.- reiteraron los alumnos.

respirando muy deprisa—. Por eso hemos venido nosotros.

— ¿En un grave problema? —dijo la vieja araña, en un tono que a Harry se le antojó de preocupación—.

— La arañita quiere a Hagrid.- dijo Lavander conmovida.

Pero ¿por qué os ha enviado?

Harry quiso levantarse, pero decidió no hacerlo; no creía que las piernas lo pudieran sostener.

— Mi niño.- dijo Lily acariciándole el pelo.

Así que habló desde el suelo, lo más tranquilamente que pudo.

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en... en... algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Azkaban.

— No tenías porqué preocuparle, su corazón es muy delicado.- le regañó Hagrid.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo: era como si aplaudiesen, sólo que los aplausos no solían aterrorizar a Harry.

Esto arranco un par de carcajadas, aunque algo forzadas por culpa de la tensión en el ambiente.

—Pero aquello fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años.

— ¿Ya habías estado en Azcaban?- preguntó Frank preocupado.

— No, me salvé por los pelos.- respondió el semigigante.

Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos.

— ¿Él no era el monstruo?- preguntó Terry con la garganta seca.

Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

— Hagrid no liberó al monstruo.- dijo en voz muy baja Padma.

—Y tú... ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —dijo Harry, notando un sudor frío en la frente.

— Mucho me temo que no.- contestó Dumbledore.

— ¿Pero cuantos monstruos ouede haber merodeando por la escuela en un año?- preguntó frustrado Remus.

— ¡Yo! —dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo.

— ¿Te regalaron un huevo de acromántula?- preguntó Charlie con la boca abierta.

— Sí, aunque sospeche que era porque estaban entrando los aurores y era eso o estrellarlo contra el suelo.- le contestó Hagrid.

Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa.

— Eso es tan tierno.- comentó Pavarti.

Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre.

— Sí que lo es.- afirmaron todos causando que el semi gigante se sonrojara.

Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió.

— Y perdió su varita por ello.- murmuró Luna.

Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa,. Mosag,

— No quería que estuviese solo.- explicó este.

y ya veis cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid...

Harry reunió todo el valor que le quedaba.

— ¿Así que tú nunca... nunca atacaste a nadie?

— La pregunta del millón.- murmuró Percy.

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano.

— Que amaaaaable.- ironizaron los Prewett.

El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos.

Remus, Tonks, Kignsley y Alastro guardaron este pedazo de información.

Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—Pero entonces... ¿sabes qué es lo que mató a la chica?

— Sí que lo sabe pero no te lo dirá.- respondió Hagrid.

—preguntó Harry—.Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar a la gente...

Los chasquidos y el ruido de muchas patas que se movían de enojo ahogaron sus palabras. Al mismo tiempo, grandes figuras negras parecían crecer a su alrededor.

— No me gusta esto, Molly, no me gusta nada.- dijo Arthur.

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa.

— ¿Una rana?- preguntó Neville haciendo reír a algunos.

Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestia rondaba por el castillo.

— Tal vez debí haber cedido a sus suplicas.- comentó pensativamente el semigigante.

— ¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

Las pinzas chascaron más fuerte. Parecía que las arañas se acercaban.

— ¡No hablamos de eso! —dijo con furia Aragog—.

— Solo era una pregunta.- dijo Bill indignado.

¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me preguntó varias veces.

— No lo hizo.- corroboró este.

Harry no quiso insistir, y menos con las arañas que se acercaban cada vez más por todos lados. Aragog parecía cansada de hablar. Iba retrocediendo despacio hacia su tela, pero las demás arañas seguían acercándose, poco a poco, a Harry y Ron.  

—En ese caso, ya nos vamos —dijo Harry desesperadamente a Aragog, al oír los crujidos muy cerca.

— Y rapido.- puntuualizó la jefa de los leones.

— ¿Iros? —dijo Aragog despacio—. Creo que no...

— ¿Cómo que no?- dijo Hagrid entrecerrando los ojos.

—Pero, pero...

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, ésa es mi orden.

— Y su palabra es la ley.- comentaron los Prewett girandolos ojos.

Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente.

— ¡No son carne! ¡Son niños!- gruñó Remus.

Adiós, amigo de Hagrid.

— Voy a tener una seria charla con Aragog.- deidió, finalmente, Hagrid.

Harry miró a todos lados. A muy poca distancia, mucho más alto que él, había un frente de arañas, como un muro macizo, chascando sus pinzas y con sus múltiples ojos brillando en las horribles cabezas negras.  

— No muy buen panorama.- comentó Hermione asustada.

Al coger su varita, Harry sabía que no le iba a servir, que había demasiadas arañas, pero estaba decidido a hacerles frente, dispuesto a morir luchando.

— Gryffindor.- dijo Blaise con pesar y exasperación.

Pero en aquel instante se oyó un ruido fuerte, y un destello de luz iluminó la hondonada. El coche del padre de Ron

— ¡Bien!- se alegraron todos.

rugía bajando la hondonada, con los faros encendidos,

— Eso cegara a las arañas.- comentó aprovativamente Alastor.

tocando la bocina, apartando a las arañas al chocar con ellas. Algunas caían del revés y se quedaban agitando sus largas patas en el aire.

Hagrid no podía evitar sentir preocupación por ellas.

El coche se detuvo con un chirrido delante de Harry y Ron, y abrió las puertas.

— ¡Coge a Fang! —gritó Harry, metiéndose por la puerta delantera.

— Podrías haberlo cogido tú.- dijo Hermione frunciendo el ceño.

Ron cogió al perro, que no paraba de aullar, por la barriga y lo metió en los asientos de atrás. Las puertas se cerraron de un portazo. Ni Ron puso el pie en el acelerador ni falta que hizo. El motor dio un rugido, y el coche salió atropellando arañas.

Hagrid gimió ganandose malas miradas de todos.

Subieron la cuesta a toda velocidad, salieron de la hondonada y enseguida se internaron en el bosque chocando contra todo lo que se les ponía por delante, con las ramas golpeando las ventanillas, mientras el coche se abría camino hábilmente a través de los espacios más amplios, siguiendo un camino que obviamente conocía.  

— Nunca más voy a enfadarme contigo por hechizar objetos muggles.- prometió Molly a Arthur quién parecía que le hubiesen dicho que ese año Navidad duraria seis meses.

Harry miró a Ron. En la boca aún conservaba la mueca del grito mudo, pero sus ojos ya no estaban desorbitados.

— ¿Estás bien?

— Perfectamente, solo se ha tenido que enfrentar a su mayor miedo multiplicado por mil.- ironizó Ginny.

Ron miraba fijamente hacia delante, incapaz de hablar. Se abrieron camino a través de la maleza, con Fang aullando sonoramente en el asiento de atrás. Harry vio cómo al rozar un árbol arrancaba de cuajo el retrovisor exterior. Después de diez minutos de ruido y tambaleo, el bosque se aclaró y Harry vio de nuevo algunos trozos de cielo.

Todos respiraron aliviados.

El coche frenó tan bruscamente que casi salen por el parabrisas. Habían llegado al final del bosque. Fang se abalanzó contra la ventanilla en su impaciencia por salir, y cuando Harry le abrió la puerta, corrió por entre los árboles, con la cola entre las piernas, hasta la cabaña de Hagrid.

— A salvo.- dijo Neville con un suspiro.

Harry también salió y, al cabo de un rato, Ron lo siguió, recuperado ya el movimiento en sus miembros, pero aún con el cuello rígido y los ojos fijos. Harry dio al coche una palmada de agradecimiento, y éste volvió a internarse en el bosque y desapareció de la vista.

— Adiós buen amigo.- murmuró Ron.

Harry entró en la cabaña de Hagrid a recoger la capa invisible. Fang se había acurrucado en su cesta, temblando debajo de la manta.

— Cantarle le iría bien.- sugirió Hagrid.

Cuando Harry volvió a salir, vio a Ron vomitando en el bancal de las calabazas.

— Mi dulce valiente niño.- murmuró Molly acariciándole el pelo.

—Seguid a las arañas —dijo Ron sin fuerzas, limpiándose la boca con la manga—. Nunca perdonaré a Hagrid. Estamos vivos de milagro.

— Lo siento.- dijo el profesor muy arrepentido.

— No podías saber que iban a reaccionar así.- le confortó Ron.

—Apuesto a que no pensaba que Aragog pudiera hacer daño a sus amigos —dijo Harry.

— Jamás lo hubiese creído posible.- aseguró el semigigante.

— ¡Ése es exactamente el problema de Hagrid! —dijo Ron, aporreando la pared de la cabaña—. ¡Siempre se cree que los monstruos no son tan malos como parecen, y mira adónde lo ha llevado esa creencia: a una celda en Azkaban!

— Lo que le ha llevado a Azcaban es la incompetencia del Ministro.- intervino Percy.

—No podía dejar de temblar—. ¿Qué pretendía enviándonos allá? Me gustaría saber qué es lo que hemos averiguado.

— Que Hargid era inocente.- dijo Kingsley con una sonrisa.

—Que Hagrid no abrió nunca la Cámara de los Secretos —contestó Harry, echando la capa sobre Ron y empujándole por el brazo para hacerle andar—. Es inocente.

— Eso se sabía desde el inicio.- dijo Al.

Ron dio un fuerte resoplido. Evidentemente, criar a Aragog en un armario no era su idea de la inocencia.

Varios rieron, muchos de acuerdo con Ron.

Al aproximarse al castillo, Harry enderezó la capa para asegurarse de que no se les veían los pies, luego empujó despacio la puerta principal, para que no chirriara, sólo hasta dejarla entreabierta.

— Para que pueda entrar cualquiera.- refunfuñó Snape.

Cruzaron con cuidado el vestíbulo y subieron la escalera de mármol, conteniendo la respiración al encontrarse con los centinelas que vigilaban los corredores. Por fin llegaron a la sala común de Gryffindor, donde el fuego se había convertido en cenizas y unas pocas brasas.

— Hogar dulce hogar.- suspiraron.

Al hallarse en lugar seguro, se desprendieron de la capa y ascendieron por la escalera circular hasta el dormitorio. Ron cayó en la cama sin preocuparse de desvestirse.

— Ron arrugarás la ropa.- dijo Molly mas por costumbre que por nada.

Harry, por el contrario, no tenía mucho sueño.

— Con la adrenalina que debías tener corriendo por tus venas no me extraña- dijo Hermione.

Se sentó en el borde de la cama, pensando en todo lo que había dicho Aragog. La criatura que merodeaba por algún lugar del castillo, pensó, se parecía a Voldemort,

Damblendore abrió los ojos, sorprendido por la inconciente deducción de su alumno.

incluso en el hecho de que otros monstruos no quisieran mencionar su nombre. Pero Ron y él no se encontraban más cerca de averiguar qué era aquello ni cómo había petrificado a sus víctimas. Ni siquiera Hagrid había sabido nunca qué se escondía en la cámara de los Secretos. Harry subió las piernas a la cama y se reclinó contra las almohadas, contemplando la luna que destellaba para él a través de la ventana de la torre.

Remus palideció un poco.

No comprendía qué otra cosa podía hacer. Nada de lo que habían intentado hasta el momento les había llevado a ninguna parte. Ryddle había atrapado al que no era, el heredero de Slytherin había escapado y nadie sabía si sería o no la misma persona que había vuelto a abrir la cámara.

— Yo empezaría por las familias de larga descendencia.- sugirió Tonks.

No quedaba nadie a quien preguntar. Harry se tumbó, sin dejar de pensar en lo que había dicho Aragog. Estaba adormeciéndose cuando se le ocurrió algo que podía ser su última esperanza, y se incorporó de repente.

— ¿El que?- preguntó Alastor sorprendido.

—Ron —susurró en la oscuridad—, ¡Ron!

Ron despertó con un aullido como los de Fang, abrió unos ojos desorbitados y miró a Harry.

— Me asustaste.- le regañó dandole un empujon.

—Ron: la chica que murió. Aragog dijo que fue hallada en unos aseos —dijo  Harry,

— ¿Y que? – preguntó Sirius sin comprender.

sin hacer caso de los ronquidos de Neville que venían del rincón—. ¿Y si no hubiera abandonado nunca los aseos?

— ¿Después de muerta?- preguntó Sus estrañada y todo el mundo se dio cuenta.

— No es posible…-dijo Kingsley.

¿Y si todavía estuviera allí?

Bajo la luz de la luna, Ron se frotó los ojos y arrugó la frente. Y entonces comprendió.

— ¿No pensarás... en Myrtle la Llorona?

— Impresionante deducción.- dijo Remus orgulloso.

 — Leo yo- dijo Sus sin siquiera preguntar- La Cámara de los Secretos