martes, 15 de mayo de 2012

En Flourish y Blotts II

Este capitulo va dedicado al/la anonim@ que me advirtió sobre el plagio. Muchas grácias.



—Ahora no, Arthur —le interrumpió la señora Weasley—. Los polvos flu son mucho más rápidos, pero la verdad es que si no los has usado nunca...

—Lo hará bien, mamá —dijo Fred—. Harry, primero míranos a nosotros.



— Tomar de ejemplo a Fred y George jamás sale bien- dijo Percy negando con la cabeza.



Cogió de la maceta un pellizco de aquellos polvos brillantes, se acercó al fuego y los arrojó a las llamas. Produciendo un estruendo atronador, las llamas se volvieron de color verde esmeralda



James y Snape sonrieron imperceptiblemente y miraron los ojos de Lily.



y se hicieron más altas que Fred. Éste se metió en la chimenea, gritando: «¡Al callejón Diagon!», y desapareció.

—Tienes que pronunciarlo claramente, cielo —dijo a Harry la señora Weasley, mientras George introducía la mano en la maceta—, y ten cuidado de salir por la chimenea correcta.

— ¿Qué? —preguntó Harry nervioso,



—Tranquilo papá- dijo cariñosamente Al.



— Es muy fácil- apoyó James a su nieto con una sonrisa alentadora a Harry.



al tiempo que la hoguera volvía a tronar y se tragaba a George.



— Ojalá- murmuró Snape.



—Bueno, ya sabes, hay una cantidad tremenda de chimeneas de magos entre las que escoger, pero con tal de que pronuncies claro...



— Le estás asustando- medio regañó Molls a su abuela bajo la mirada incrédula de todos.



—Lo hará bien, Molly, no te apures —le dijo el señor Weasley, sirviéndose también polvos flu.

—Pero, querido, si Harry se perdiera, ¿cómo se lo íbamos a explicar a sus tíos?



— Dudo que nos hubiese importado- murmuró avergonzada Petunia.



— Cierto- gruñó Lily enfadada- Pero a mi sí- abrazó a su hijo cariñosamente y él le devolvió el abrazo con una sonrisa.



—A ellos les daría igual —la tranquilizó Harry—. Si yo me perdiera aspirado por una chimenea, a Dudley le parecería una broma estupenda,



— La verdad es que lo sería- murmuró pensativo James al ver como todos le miraban se corrigió- Sobre algún Slytherin- añadió con una sonrisa ladeada. Scorp se aclaró ruidosamente la garganta- No es personal- le dijo James.



— Tampoco esto- contestó y James cambió a los colores verde y plata completamente.- Antes de hablar de las serpientes deberías conocernos.- le aconsejó.



— Lily,- se quejó James- Dile al mejor amigo de tu nieto que me saque esos horrendos colores de la ropa.



— Pero si te quedan bien- dijo su esposa y James sonrió arrogantemente.



— A mi todo me queda bien- dijo con orgullo mientras su esposa giraba los ojos.



— El hechizo se desvanecerá en unos minutos- explicó Al.



— Y no pierdas el tiempo buscando el contra-hechizo- le aconsejó Allie.



— No lo encontrarás- terminó Rose.



— Cada vez me caen mejor- comentó Draco.



— A mi también- anunciaron Blaise, Theo y para sorpresa de algunos los gemelos Weasley.- Pero es la única vez que estamos de acuerdo con una serp…- intentaron continuar pero vieron que Scorp los miraba con una sonrisa y jugando con la varita entre sus dedos así que callaron.



así que no se preocupe por eso.

—Bueno, está bien..., ve después de Arthur —dijo la señora Weasley—. Y cuando entres en el fuego, di adónde vas.

—Y mantén los codos pegados al cuerpo —le aconsejó Ron.

—Y los ojos cerrados —le dijo la señora Weasley—. El hollín...

—Y no te muevas —añadió Ron—. O podrías salir en una chimenea equivocada...

—Pero no te asustes y vayas a salir demasiado pronto. Espera a ver a Fred y George.



— ¿No creéis que le estáis asustando con tantos consejos?- preguntó Luna abriendo mucho los ojos.



Haciendo un considerable esfuerzo para acordarse de todas estas cosas, Harry cogió un pellizco de polvos flu y se acercó al fuego. Respiró hondo, arrojó los polvos a lasllamas y dio unos pasos hacia delante. El fuego se percibía como una brisa cálida. Abrió la boca y un montón de ceniza caliente se le metió en la boca.

—Ca-ca-llejón Diagon —dijo tosiendo.



— Eso no me da muy buena pinta- comentó Scorp.



— Nop- aseguró Al- La chimenea no sabrá dónde llevarlo.



— Es cierto- aseguró Allie- Yo no me acordaba de como se llamaba y dije Callejón Dragón mis padres me encontraron en Rumania dónde gracias a Merlín Tío Charlie me encontró.- Hannah y Neville miraban a su hija con preocupación y al segundo de los Weasley con agradecimiento.



— Pobrecilla- murmuró Augusta y Alice le acarició el pelo.



— ¡Que va!- exclamó la Hufflepuff- Si me lo pasé muy bien viendo dragones y cuidando a crías.



— Sí pero Nevs debía estar muy preocupado- la regañó suavemente Frank.



— Cierto- dijo la chica- Lo siento papi.



— No te preocupes cielo- contestó el chico con una sonrisa muy abierta.



Le pareció que lo succionaban por el agujero de un enchufe gigante y que estaba girando a gran velocidad... El bramido era ensordecedor... Harry intentaba mantener los ojos abiertos,



— Error- dijeron a la vez todos los sangre-pura.



Pero el remolino de llamas verdes lo mareaba... Algo duro lo golpeó en el codo,



— Tal vez te hayas desviado- comentó preocupada Lily.



así que él se lo sujetó contra el cuerpo, sin dejar de dar vueltas y vueltas... Luego fue como si unas manos frías le pegaran bofetadas en la cara. A través de las gafas, con los ojos entornados, vio una borrosa sucesión de chimeneas y vislumbró imágenes de las salas que había al otro lado...



— Eso es de mala educación- le regañó Sirius.- Estoy tan orgulloso- completó secándose una falsa lágrima.- Espero que vieras algo interesante- terminó levantando picaramente una ceja.



— Na... nada- dijo un muy ruborizado Harry.



Los emparedados de beicon se le revolvían en el estómago. Cerró los ojos de nuevo deseando que aquello cesara, y entonces... cayó de bruces sobre una fría piedra y las gafas se le rompieron.



— Otra vez- murmuró Hermione molesta.



Mareado, magullado y cubierto de hollín, se puso de pie con cuidado y se quitó las gafas rotas. Estaba completamente solo, pero no tenía ni idea de dónde. Lo único que sabía es que estaba en la chimenea de piedra de lo que parecía ser la tienda de un mago,



— Con un poco de suerte estarás en alguna tienda apartada del Callejón Diagon- dijo esperanzada Lia.



apenas iluminada, pero no era probable que lo que vendían en ella se encontrara en la lista de Hogwarts.



Los adultos fruncieron el ceño preocupados.



En un estante de cristal cercano había una mano cortada puesta sobre un cojín, una baraja de cartas manchada de sangre y un ojo de cristal que miraba fijamente.



Algunos miraban demasiado fijamente a Alastor pero cuando él dirigió su ojo mágico hacia ellos apartaron la mirada.



Unas máscaras de aspecto diabólico lanzaban miradas malévolas desde lo alto. Sobre el mostrador había una gran variedad de huesos humanos y del techo colgaban unos instrumentos herrumbrosos, llenos de pinchos.



Theo tuvo un escalofrío que no pasó desapercibido por sus amigos que le sonrieron para tranquilizarlo ni para Daphne que le miró con preocupación y extrañeza ni por Scorp y Al que le miraron con miedo y compasión. 



Y; lo que era peor, el oscuro callejón que Harry podía ver a través de la polvorienta luna del escaparate no podía ser el callejón Diagon.



— El callejón Knockturn- murmuró Remus.



— Entonces la tienda en al que está es Borgin y Burkes- murmuró Tonks.



— Ese Borgin debería estar entre rejas- gruñó Ojo-Loco.



— Siempre logra saber cuando haremos una redada y esconder lo más oscuro- dijo Kngsley frustrado.



Cuanto antes saliera de allí, mejor. Con la nariz aún dolorida por el topetazo, Harry se fue rápida y sigilosamente hacia la puerta, pero antes de que hubiera salvado la mitad de la distancia, aparecieron al otro lado del escaparate dos personas,



En ese momento Draco tuvo una corazonada y palideció. No dice que día fue, intentó tranquilizarse ¿Qué probabilidad hay de que seamos papá y yo?



y una de ellas era la última a la que Harry habría querido encontrarse en su situación: perdido, cubierto de hollín y con las gafas rotas.



— ¿Ginny?- preguntó Hermione con una sonrisa burlona y Harry se atragantó con su lengua.



— ¿Cómo…- empezó mirando a Ron, que no les había oído, con miedo- ¿Por qué dices Ginny?



— No sé- comentó la chica con una sonrisa burlona- Solo se me ocurrió su nombre. No querrías que nadie te encontrara así, pude haber dicho cualquier nombre.



—Claro que sí- murmuraron con sarcasmo Al y Rose para que los oyeran solo los del futuro.



Era Draco Malfoy.



Todos se giraron hacia el aludido que estaba pálido, la mayoría burlones pero algunos (los profesores, Blaise, Theo, Astoria y Scorpius) con preocupación.



Harry repasó  apresuradamente con los ojos lo que había en la tienda y encontró a su izquierda un gran armario negro, se metió en él



— ¡Harry!- exclamó un horrorizado Remus.- Sabes que esa tienda no es de fiar ¿y si el armario estuviese maldito?



— Lo siento profesor- dijo Harry- Fue inconsciente de mi parte.



— Exacto- gruñó Lily- Fue algo digno de James y el pasaba dos de cada tres días en la enfermería.



— No exageres- dijo James algo molesto.



— No exagera- gruñó la señora Pomfrey- Es usted la persona que más ha venido a verme durante su estancia en Hogwarts- James se ruborizó pero esbozó una sonrisa altanera.



y cerró las puertas, dejando una pequeña rendija para echar un vistazo.



— Cotilla- gruñó Draco enfadado mientras varios reprimían la risa.



Unos segundos más tarde sonó un timbre y Malfoy entró en la tienda.



— Señor Malfoy- gruñó Minie- ¿Se puede saber que hacía usted en esa tienda?



— Pasear- le espeteó de malos modos el chico.



— Señor Mal…- empezó la profesora enfadada acompañada de un par de ladridos de Castigo.



— Tal vez deberíamos esperar a que el libro nos lo diga- le dijo Snape protegiendo a su alumno preferido.



El hombre que iba detrás de él no podía ser sino su padre.



Scorp y Al compusieron una mueca de desagrado que no pasó desapercibida para nadie, sobretodo por el hecho de que los dientes de Scorp chirriaban al chocar los unos con los otros.



Tenía la misma cara pálida y puntiaguda, y los mismos ojos de un frío color gris.



— El atractivo Malfoy va en los genes- dijeron a la vez y con la misa sonrisa arrogante Draco y Scorp, Astoria giró los ojos.



El señor Malfoy cruzó la tienda, mirando vagamente los artículos expuestos, y pulsó un timbre que había en el mostrador antes de volverse a su hijo y decirle:

—No toques nada, Draco.



— Buen consejo- dijo Snape algo más relajado.- El mío es que no entréis en esa tienda, la mitad de artículos que venden son mortales.



— Todos…- interrumpió en un murmullo Alastor mientras su ojo recorría la cara de todos los presentes- Todos los malditos artículos de esa horrible tienda son mortales. Es más, cuatro quintas partes de los artículos que venden en ese callejón son mortales y los otros peligrosos. Si vais allí no toquéis nada y sobretodo VIGILÁNCIA PERMANENTE- gritó sobresaltando a todos sus alumnos.- Tened en cuenta que para que sean mortales o, en su defecto, peligrosos alguien los ha tenido que maldecir y esa clase de gente es la que frecuenta ese maldito callejón.



— No se tú- murmuró Fred- Pero a mi se me han pasado las ganas de ir allí.- El ojo mágico se puso en él y Alastor sonrió satisfactoriamente.



— A mi también hermano, a mi también- le respondió George mientras todo el mundo asentí con la cabeza.



Malfoy, que estaba mirando el ojo de cristal, le dijo:

—Creía que me ibas a comprar un regalo.



— ¿En serio quieres algo de allí?- preguntó Astoria horrorizada.



— Claro que no- respondió demasiado rápidamente Draco.



— Creo que será mi hermana la que tendrá que elegir la decoración de su futura casa- comentó con sorna Daphne haciendo sonrojar a los dos muchachos.



—Te dije que te compraría una escoba de carreras —le dijo su padre,



Los ojos de los gemelos Wood y de sus padres se iluminaron junto con los de la mayoría de jugadores de Quidditch, la mayoría porqué los demás miraban al hurón con envidia. Por un momento Draco sacó pecho  dispuesto a darse aires pero al ver la mueca de desagrado de Astoria se deshinchó.



— No están casados y ya lo controla- murmuró Theo con diversión.



— No- le contradijo Daphne- de momento lo influye pero conociendo a mi hermanita no tardará mucho en tenerlo comiendo de su mano.- los dos rompieron a reír.



tamborileando con los dedos en el mostrador.

— ¿Y para qué la quiero si no estoy en el equipo de la casa? —preguntó Malfoy,



Para volar- dijo Luna con toda la lógica del mundo.



enfurruñado—. Harry Potter tenía el año pasado una Nimbus 2.000. Y obtuvo un permiso especial de Dumbledore para poder jugar en el equipo de Gryffindor.



— ¿Me huele a celos?- dijo Ron.



— ¡Papá!- se quejó Rose.



— Creía que el que tenía celos de Cara rajada eras tú Comadreja- comentó Draco.



— ¡Papá!- fue el turno de Scorp de avergonzarse.



— Veinte puntos menos para Gryffindor y para Slytherin- rugió la profesora McGonagall- Avergonzar así a vuestros hijos, debería daros vergüenza.- Castigos gruñó y muchos podrían jurar que asintió con la cabeza.



Ni siquiera es muy bueno, sólo porque es famoso... Famoso por tener esa ridícula cicatriz en la frente...



— Porqué, evidentemente, el hecho de que hiciera desaparecer al Innombrable no tiene nada que ver- añadió Ginny con la voz cargada de sarcasmo.



Malfoy se inclinó para examinar un estante lleno de calaveras.

—A todos les parece que Potter es muy inteligente sólo porque tiene esa maravillosa cicatriz en la frente y una escoba mágica...

—Me lo has dicho ya una docena de veces por lo menos —repuso su padre dirigiéndole una mirada fulminante—, y te quiero recordar que sería mucho más... prudente dar la impresión de que tú también lo admiras,



Al menos en algo no le hacía caso- murmuró Scorp con satisfacción, lo decía para que lo oyera solo Al pero para su sorpresa lo escucho todo el mundo.



— Es que me sería más fácil dar la impresión que soy un trol- contestó su padre mirando mal a Harry.



— Ah,- dijo Ron con una sonrisa burlona- ¿Es que no lo eres?



— No lo es- le defendió Astoria.



— Vaya Malfoy por lo visto tu novia te defiende- comentó Harry con burla pero Draco sonrió sinceramente, aunque trató de esconderlo.



— Creo que ya es suficiente- dijo una muy enfadada Molls- ¿No os dais cuenta que mis primos lo están pasando fatal por culpa vuestra? ¿Tío Ron, Tío Harry, que os parecería que ahora los abuelitos y el matrimonio Potter empezaran a discutir? Creo que deberíais pensar un poco más en los demás y no solo en vosotros panda de egoístas. Y Astoria creía que eras más madura.



— No es por nada Percy- dijo Bill- Pero tu hija asusta.



— ¡A callar!- le gritó la muchacha enfadada.



— Sí señora- dijo sin rastro de burla Bill mientras se acercaba a su novia y miraba a su sobrina con miedo.



porque en la clase todos lo ven como el héroe que hizo desaparecer al Señor Tenebroso... ¡Ah, señor Borgin!

Tras el mostrador había aparecido un hombre encorvado, alisándose el grasiento cabello.



Sirius y James miraron sin ningún disimulo al profesor de pociones mientras reían a carcajadas.



— ¡Señor Malfoy, qué placer verle de nuevo! —respondió el señor Borgin



— De nuevo- repitió Alastor con una sonrisa de depredador.



— Eso significa que ha adquirido o vendido productos ilegales- comentó a su lado Kingsley.



— Podríamos hacer una redada pero siempre nos encontramos con que no sabemos donde guarda las cosas- añadió Tonks pensando. Harry y Ron intercambiaron una mirada.



con una voz tan pegajosa como su cabello—.



Parvati y Lavander compusieron idénticas miradas de asco.



¡Qué honor...! Y ha venido también el señor Malfoy hijo. Encantado. ¿En qué puedo servirles? Precisamente hoy puedo enseñarles, y a un precio muy razonable...

—Hoy no vengo a comprar, señor Borgin, sino a vender —dijo el padre de Malfoy.



— Interesante- comentó Ojo Loco con sonrisa de cazador.



— ¿A vender? —La sonrisa desapareció gradualmente de la cara del señor Borgin.



— Alguien se ha llevado un chasco- comentó Blaise divertido.



—Usted habrá oído, por supuesto, que el ministro está preparando más redadas   

—empezó el padre de Malfoy,



— ¿Cómo sabe eso?- preguntó Arthur enfadadísimo mientras Fudge se encogía en su asiento cosa que Alastor notó.



— ¿Algo que compartir señor Ministro?- ladró el ex auror.



— No tengo que dar explicaciones a nadie- contestó altivamente el Ministro.



— Eso depende de lo que haya hecho- contestó Alastor enfadado.



— Lucius es un viejo amigo muy generoso con el Ministerio- se defendió Fudge- Y si pide un pequeño favor no veo porqué no dárselo.



— ¡¿Se está dejando sobornar por un mortífago?!- el pelo de Tonks pasó a ser granate y rizado mientras que sus ojos se volvían negros como el carbón- ¿Esta usted loco o que?



— Evidentemente sí- Remus estaba frustrado y negaba con la cabeza.- Sabía que era un inepto pero que esté dispuesto a llegar hasta este extremo…



— ¡Yo no soy un inepto!- se defendió el Ministro.



— ¿Solo un corrupto?- preguntó Percy enojado de verdad.



— Calmémonos todos- la voz grave de  Kingsley se escucho por el gran comedor sin problemas.



— Gracias Kingsley al menos hay alguien que me comprende- dijo Fudge más calmado.



— No, no lo hago, es más, voy a conseguir que dimitás- explicó el auror- Pero no podemos salir de aquí así que no veo el motivo por el que debamos preocuparnos ahora. Por favor, prosigue con la lectura.



sacando un pergamino del bolsillo interior de la chaqueta y desenrollándolo para que el señor Borgin lo leyera—. Tengo en casa algunos... artículos que podrían ponerme en un aprieto, si el Ministerio fuera a llamar a...



— Esa fría y lúgubre mansión a la que llamas casa- completó a media voz Hagrid.



El señor Borgin se caló unas gafas y examinó la lista.

—Pero me imagino que el Ministerio no se atreverá a molestarle, señor.



— Te sorprendería lo que nos atrevimos a hacer sabandija- rugió Arthur enfadada.



— ¡Arthur!- le regañó Molly- Que tengas razón no justifica el hecho de que tengas que meterte con alguien.- Su marido, pero, no la pudo oír por culpa de las felicitaciones que estaba recibiendo de sus hijos.



El padre de Malfoy frunció los labios.

—Aún no me han visitado. El apellido Malfoy todavía inspira un poco de respeto,



— ¿Respeto o miedo a que los maldigan?- preguntó Sirius con asco.



  Malfoy también es mi apellido- comentó Scorp.



— Y él no maldice a nadie que no se lo merezca- apoyó Al.



— Y cuando lo hace lo que produce no es miedo- comentó Allie.



— Sino pavor- terminó Rose.



— Dais miedo- comentaron los gemelos Wood y todo el gran comedor asintió con ellos.



pero el Ministerio cada vez se entromete más. Incluso corren rumores sobre una nueva Ley de defensa de los muggles... Sin duda ese rastrero Arthur Weasley, ese defensor a ultranza de los muggles, anda detrás de todo esto...



— Y con orgullo- repuso él con una sonrisa.



— ¿No puedes hacer aparecer un cuadro de ese tipo?- preguntó furioso Bill.



— ¿Qué le haréis a un cuadro de papá?- preguntó Draco asustado.



— Algo que hará que nadie más se atreva a llamar rastrero a nuestro padre.- repuso Charlie con odio infinito. Todos los Weasley estaban enfadados, todos excepto uno cuyo rostro era la misma imagen de la culpabilidad.



— Lo lamento papá- susurró Percy- Yo también te llame así.- Arthur negó con la cabeza.



— Percy, lo que pasó ya está olvidado- le contestó con bondad y los ojos de su hijo se aguaron de lágrimas de agradecimiento.



— Yo sería el primero que maldeciría ese cuadro- comentó Scorp- Pero mirándolo objetivamente eso tensaría aún más la relación entre mi padre y vosotros cosa que no deseo en absoluto.



Harry sintió que lo invadía la ira.



— No es el único- murmuraron a la vez Molly y sus hermanos.



—Y, como ve, algunas de estas cosas podrían hacer que saliera a la luz...



— Que eres un asqueroso mortífago- terminó Tonks.



— ¿Puedo quedarme con esto? —interrumpió Draco, señalando la mano cortada que estaba sobre el cojín.



Astoria arrugó a la nariz horrorizada.



— ¿En serio querías quedarte eso?- preguntó asombrada, Draco se encogió de hombros ligeramente ruborizado.- Ay Merlín- musitó la chica.



— ¡Ah, la Mano de la Gloria! —dijo el señor Borgin, olvidando la lista del padre de Malfoy y encaminándose hacia donde estaba Draco—. ¡Si se introduce una vela entre los dedos, alumbrará las cosas sólo para el que la sostiene!



— Bastante práctica- comentó aprobadoramente Alastor mientras todos le miraban mal.



¡El mejor aliado de los ladrones y saqueadores! Su hijo tiene un gusto exquisito, señor.



— Discrepo en eso- murmuró Astoria junto con la mayoría de las chicas del gran comedor.



—Espero que mi hijo llegue a ser algo más que un ladrón o un saqueador, Borgin.



— Bofetada en toda la cara- comentó Louis- Tu especialidad Scorp.



— No le soporto pero al fin y al cabo es un Malfoy- contestó el rubio mientras sonreía orgullosamente a su pesar.



—repuso fríamente el padre de Malfoy.

Y el señor Borgin se apresuró a decir:

—No he pretendido ofenderle, señor, en absoluto...

—Aunque si no mejoran sus notas en el colegio —añadió el padre de Malfoy, aún más fríamente—, puede, claro está, que sólo sirva para eso.



El ceño de Scorp se frunció de golpe y lanzó una mirada envenenada al vacío. Draco se sonrojó y miró la mesa avergonzado mientras unos cuantos soltaban risitas burlonas.



— En ese caso- intervino Blaise enojado- Yo no serviré para nada porqué las notas de Draco son mucho mejores que las mías.



— Tus notas no son malas- le intentaba animar Theo.



— Muchacho- la voz de Sirius se hizo oír en todo el gran comedor- No te soporto pero eres hijo de Cissy- empezó- Así que te confiaré un secreto.- todos se giraron interesados- El idiota de tu padre siempre iba fanfarroneando de lo buenas que eran sus notas así que decidimos colarnos al despacho de Dumbledore para cambiarlas.



— Pero no tuvimos que hacerlo,- continuó Remus- No sacó un solo Extraordinario y aprobó por los pelos Transfiguración y Encantamientos.- Una media sonrisa se formó en los labios de Draco.



— Me dijo que sacaba todo extraordinarios- comentó.



— Pues le mintió descaradamente- le contestó Snape de forma distante- Yo tuve que darle las respuestas del examen de pociones para que pasara.



—No es culpa mía —replicó Draco—. Todos los profesores tienen alumnos enchufados. Esa Hermione Granger mismo...



Varios rieron por lo bajo.



— ¿De que os reís?- preguntó enojado el hurón.



— Reconoce que es gracioso que tú hables de alumnos enchufados- comentó Ernie desde Hufflepuff.



— ¿Y eso por qué?- preguntó burlón.



— Pues porqué no lo pasas nada mal en pociones- repuso Susan.



— Veinte puntos menos para Hufflepuff- gruñó Snape- Y al próximo que se atreva a cuestionarme le quitaré cien- Todos callaron a la vez.



—Vergüenza debería darte que una chica que no viene de una familia de magos te supere en todos los exámenes —dijo el señor Malfoy bruscamente.



— ¿Cómo a ti te avergonzaba que te superase Lily que además era cinco años menor?- preguntó Sus con sorna.



— ¡Ja! —se le escapó a Harry por lo bajo,



— Comprensible- comentó Ron con una sonrisa.



encantado de ver a Draco tan avergonzado y furioso.



— Eso también es  muy comprensible.- volvió a decir el pelirrojo.



— ¿Te ocurre algo?- murmuró Allie al ver la cara de Scorp.



— Es solo que…- empezó el muchacho- Nada, da igual.



— A ti te daña así que no da igual- contestó Rose.



— Todo el mundo está contra mi padre- comentó el chico, y era cierto, el rostro de muchos expresaba satisfacción absoluta por la humillación de la que era víctima la serpiente.



— Bueno, tu padre se ha metido con todos ellos y con sus amigos- comentó con brutal sinceridad Al.



— Lo sé- murmuró el chico- Pero le duele.- afirmó sus amigos miraron a Draco pero su máscara era impenetrable.



— Blaise, Theo y Astoria le apoyan- comentó Rose.



— Estará bien amigo- terminó Al dándole unas palmada en la espalda.



—En todas partes pasa lo mismo —dijo el señor Borgin, con su voz almibarada—. Cada vez tiene menos importancia pertenecer a una estirpe de magos.



— Nunca ha tenido importancia estúpido- rugió James mientras su esposa le sonreía.



—No para mí —repuso el señor Malfoy, resoplando de enfado.

—No, señor, ni para mí, señor —convino el señor Borgin, con una inclinación.

—En ese caso, quizá podamos volver a fijarnos en mi lista —dijo el señor Malfoy, lacónicamente—. Tengo un poco de prisa, Borgin, me esperan importantes asuntos que atender en otro lugar.



— ¿Tienes a alguien a quién asesinar, robar, extorsionar, chantajear, sobornar o amenazar?- preguntó Sus interesada.



— Es suficiente- gruñó Draco.



— No, no lo es- le respondió su hijo perdiendo la calma- Ese tipo te humilló, te amenazó, te dominó y te despreció y aún así lo sigues defendiendo. No lo entiendo papá, te juro que no lo entiendo.- Su mirada era frustrada y Draco le miró sorprendido.



— Pero es por mi culpa- contestó extrañado- Si sacara más buenas notas…



— Encontraría otro motivo.- terminó Luna.



— Tiene razón- advirtió Sirius- Vi a mi hermano pequeño intentar satisfacer todas las expectativas de mis padres hasta el punto de enfermar y de volverse solitario y aun así ellos siguieron quejándose.- expuso.



— Tal vez así eran tus padres pero no el mío- gruñó Draco.



— ¿Seguro?- preguntó Al.



— Sí- respondió el chico dando el asunto por zanjado y cruzándose de brazos mientras Scorp soltaba un suspiro.



Se pusieron a regatear. Harry espiaba poniéndose cada vez más nervioso conforme Draco se acercaba a su escondite, curioseando los objetos que estaban a la venta. Se detuvo a examinar un rollo grande de cuerda de ahorcado y luego leyó, sonriendo, la tarjeta que estaba apoyada contra un magnífico collar de ópalos:



Cuidado: no tocar Collar embrujado. Hasta la fecha se ha cobrado las vidas de diecinueve muggles que lo poseyeron.



— Que collar más adorable- comentó con sorna Lee.



— No lo es- rugió Gwen muy alterada.



— No bromees con esas cosas- le regañó Alex asustado.



Todos, excepto los de la tercera, les miraron extrañados mientras ellos intentaban no mirar a su madre.



Draco se volvió y reparó en el armario. Se dirigió hacia él, alargó la mano para

coger la manilla...



Todos contuvieron el aliento.



—De acuerdo —dijo el señor Malfoy en el mostrador—. ¡Vamos, Draco!

Cuando Draco se volvió, Harry se secó el sudor de la frente con la manga.



Y lo soltaron en este punto.



—Que tenga un buen día, señor Borgin. Le espero en mi mansión mañana para recoger las cosas.

En cuanto se cerró la puerta, el señor Borgin abandonó sus modales afectados.

—Quédese los buenos días, señor Malfoy, y si es cierto lo que cuentan, usted no me ha vendido ni la mitad de lo que tiene oculto en su mansión.



— Hipócrita- gruñó Theo.



— Todos lo son- repuso Blaise resignado.



Y se metió en la trastienda mascullando. Harry aguardó un minuto por si volvía, y  luego, con el máximo sigilo, salió del armario y, pasando por delante de las estanterías de cristal, se fue de la tienda por la puerta delantera. Sujetándose delante de la cara las gafas rotas, miró en torno. Había salido a un lúgubre callejón que parecía estar lleno de tiendas dedicadas a las artes oscuras.



— Sí pero Borgin y Burkes es la peor- comentó Remus.



La que acababa de abandonar, Borgin y Burkes, parecía la más grande, pero enfrente había un horroroso escaparate con cabezas reducidas y, dos puertas más abajo, tenían expuesta en la calle una jaula plagada de arañas negras gigantes.



Ron sufrió un escalofrío y, para el regocijo de su hija, se acercó a Hermione inconscientemente.



Dos brujos de aspecto miserable lo miraban desde el umbral y murmuraban algo entre ellos. Harry se apartó asustado, procurando sujetarse bien las gafas y salir de allí lo antes posible.  



— Sí, pero no corras, no quiero que ninguno de esos se fije demasiado en ti- comentó Lily preocupada.



Un letrero viejo de madera que colgaba en la calle sobre una tienda en la que vendían velas envenenadas, le indicó que estaba en el callejón Knockturn. Esto no le podía servir de gran ayuda, dado que Harry no había oído nunca el nombre de aquel callejón.



Muchos sangre-pura giraron los ojos exasperados.



Con la boca llena de cenizas, no debía de haber pronunciado claramente las palabras al salir de la chimenea de los Weasley.



— Gran deducción Sherlock- dijo Hermione con sarcasmo.



— Es Harry no Sherlock- dijo Ron con suficiencia mientras muchos hijos de muggle rompían a reír.- ¿Qué pasa?



— Sherlock Holmes es un detective muggle- le explicó Harry secándose las lágrimas de risa.



Intentó tranquilizarse y pensar qué debía hacer.

— ¿No estarás perdido, cariño? —le dijo una voz al oído, haciéndole dar un salto.



— Lárgate de allí- dijo Ginny preocupadísima.



— Aclárame algo- le pidió Luna- ¿Te molesta el lugar o que alguien le haya llamado cariño y hablado al oído?



— El lugar evidentemente- se defendió toda roja la pelirroja.



Tenía ante él a una bruja decrépita que sostenía una bandeja de algo que se parecía horriblemente a uñas humanas enteras.



Se escucharon algunos grititos de los más pequeños mientras las muecas de asco aparecían en la mayoría de rostros.



Lo miraba de forma malévola, enseñando sus dientes sarrosos. Harry se echó atrás.

—Estoy bien, gracias —respondió—. Yo sólo...

— ¡HARRY! ¿Qué demonios estás haciendo aquí?



Varios se tensaron  a la vez mientras Harry sonreía.



— Problemas- musitaron los gemelos Weasley pero Harry negó con la cabeza.



El corazón de Harry dio un brinco, y la bruja también, con lo que se le cayeron al suelo casi todas las uñas que llevaba en la bandeja, y le echó una maldición mientras la mole de Hagrid,



Todo el mundo soltó un suspiro de alivio mientras el semi-gigante sonreía.



el guardián de Hogwarts, se acercaba con paso decidido y sus ojos de un negro azabache destellaban sobre la hirsuta barba.

— ¡Hagrid! —dijo Harry, con la voz ronca por la emoción—. Me perdí..., y los polvos flu...



— Si coge como a  precedente tu padre dudo que te crea- comentó Lily.



Hagrid cogió a Harry por el pescuezo y le separó de la bruja, con lo que consiguió que a ésta le cayera la bandeja definitivamente al suelo.



Varios rieron encantados.



Los gritos de la bruja les siguieron a lo largo del retorcido callejón



— Al menos no fueron sus maldiciones- comentó Molls aliviada.



hasta que llegaron a un lugar iluminado por la luz del sol. Harry vio en la distancia un edificio que le resultaba conocido, de mármol blanco como la nieve: era el banco de Gringotts.



Bill sonrió abiertamente con orgullo.



Hagrid lo había conducido hasta el callejón Diagon.

— ¡No tienes remedio! —le dijo Hagrid de mala uva,



— Sip, nos cogió de precedente- dijo James sonriendo.



— Lo siento Harry- añadió Sirius.



sacudiéndole el hollín con tanto ímpetu que casi lo tira contra un barril de excrementos de dragón que había a la entrada de una farmacia—.



— Lo siento Harry- se disculpó algo sonrojado.



— Descuida Hagrid- le respondió este- Y gracias por sacarme de allí.



Merodeando por el callejón Knockturn...



— Definitivamente estaba pensando en nosotros- confirmó Remus divertido.



No sé, Harry, es un mal sitio... Será mejor que nadie te vea por allí.

—Ya me di cuenta —dijo Harry, agachándose cuando Hagrid hizo ademán de volver a sacudirle el hollín—. Ya te he dicho que me había perdido. ¿Y tú, qué hacías?



— Buena pregunta- dijeron algunos Slytherin maliciosamente.



— Idiotas- murmuró Al mientras Scorp evitaba que se lanzara sobre ellos.



—Buscaba un repelente contra las babosas carnívoras —gruñó Hagrid—. Están echando a perder las berzas. ¿Estás solo?

—He venido con los Weasley, pero nos hemos separado —explicó Harry—. Tengo que buscarlos... Bajaron juntos por la calle.

— ¿Por qué no has respondido a ninguna de mis cartas? —preguntó a Harry, que se veía obligado a trotar a su lado (tenía que dar tres pasos por cada zancada que Hagrid daba con sus grandes botas).



— Si saltas dolo tienes que dar dos- comentó Al mientras los demás reían.



Harry se lo explicó todo sobre Dobby y los Dursley.

» ¡Condenados muggles! —gruñó Hagrid—. Si hubiera sabido...



— ¿Otra cola de cerdo?- pidieron los bromistas mientras Dudley se cogía el culo con miedo.



— ¡Harry! ¡Harry! ¡Aquí!

Harry vio a Hermione Granger en lo alto de las escaleras de Gringotts. Ella bajó corriendo a su encuentro, con su espesa cabellera castaña al viento.



— Y tan espesa- comentó  Cho con rencor. Hermione se llevó la mano a su cabello sonrojada.



— No le hagas caso Hermione- le dijo Ron- Está celosa porqué eres diez veces más lista que ella- añadió para que todos los oyeran mientras Cho enrojecía de rabia.



— ¿Qué les ha pasado a tus gafas? Hola, Hagrid. ¡Cuánto me alegro de volver a veros! ¿Vienes a Gringotts, Harry?

—Tan pronto como encuentre a los Weasley —respondió Harry.

—No tendréis que esperar mucho —dijo Hagrid con una sonrisa.

Harry y Hermione miraron alrededor. Corriendo por la abarrotada calle llegaban

Ron, Fred, George, Percy y el señor Weasley.

—Harry —dijo el señor Weasley jadeando—. Esperábamos que sólo te hubieras pasado una chimenea.



— Pues fuiste demasiado optimista abuelo- comentó Louis.



—Se frotó su calva brillante—. Molly está desesperada..., ahora viene.

— ¿Dónde has salido? —preguntó Ron.

—En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste.

— ¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez.



— ¡Por supuesto que no!- gritaron al unísono Molly y Molls.



— Nuestra sobrina da miedo- comentó George.



— Sip, es como si mamá se hubiese duplicado- añadió Fred.



—A nosotros nunca nos han dejado entrar —añadió Ron, con envidia.



— Y bien que han hecho- les dijo Remus- Ese lugar es demasiado peligroso, sobretodo para unos menores de edad.



—Y han hecho bien —gruñó Hagrid.

La señora Weasley apareció en aquel momento a todo correr, agitando el bolso con  una mano y sujetando a Ginny con la otra.

— ¡Ay, Harry... Ay, cielo... Podías haber salido en cualquier parte!



— Sí, en cualquier parte de cualquier país- corroboró Allie con voz de experta.



Respirando aún con dificultad, sacó del bolso un cepillo grande para la ropa y se puso a quitarle a Harry el hollín con el que no había podido Hagrid. El señor Weasley le cogió las gafas, les dio un golpecito con la varita mágica y se las devolvió como nuevas.



— Gracias- dijo Harry muy agradecido.



—Bueno, tengo que irme —dijo Hagrid, a quien la señora Weasley estaba estrujando la mano en ese instante (« ¡El callejón Knockturn! ¡Menos mal que usted lo ha encontrado, Hagrid!», le decía) —.



— Sí, menos mal- la apoyó Alice que se había aproximado a su hijo inconscientemente.



¡Os veré en Hogwarts! —dijo, y se alejó a zancadas, con su cabeza y sus hombros sobresaliendo en la concurrida calle.

— ¿A que no adivináis a quién he visto en Borgin y Burkes? —preguntó Harry a Ron y Hermione mientras subían las escaleras de Gringotts—. A Malfoy y a su padre.

— ¿Y compró algo Lucius Malfoy? —preguntó el señor Weasley, con acritud.



— Siempre intentando pillarle- suspiró Molly.



— Odio a ese tipo desde Hogwarts Molly, no descansaré hasta que está en Azcaban.- le respondió su marido.



— ¿Y ese odio?- preguntó Percy interesado.



— Yo te lo cuento- dijo Sus divertida- Tus padres volvían de Hogsmeade dónde habían tenido su primera cita y se lo encontraron.



— El soltó algún comentario despectivo acerca de Mollly- prosiguió Fabian.



— Dijo que era una traidora de sangre fea y regordeta así que se entendía que estuviera con otro traidor de sangre más pobre que una rata- dijo Molly frunciendo el ceño.



— Así que Arthur le puso un ojo morado- terminó Guideon contento provocando miradas de incredulidad y vítores proviniendo de sus sobrinos.



— La noticia se extendió como la pólvora y en dos minutos estaba todo Hogwarts mirando como Arthur le pegaba una paliza a Malfoy- continuó Sirius.



— Y cuando dice todo Hogwarts se refiere a todos los alumnos, los fantasmas, algún que otro elfo doméstico y Hagrid- puntualizó James.



— En esa época no era profesor- se defendió este de la mirada de McGonagall.



— El idiota oxigenado tuvo que aguantar comentarios burlones el tiempo que le quedaba en Hogwarts y se vengó haciéndoles la vida imposible a tus padres- acabó Remus.



— Eres mi héroe papá- dijeron a la vez todos los Weasley mientras Arthur se sonrojaba completamente.



—No, quería vender.

—Así que está preocupado —comentó el señor Weasley con satisfacción,



— Realmente estaba preocupadísimo- dejo caer como si nada y no sin algo de satisfacción para él incomprensible Draco.



a pesar de todo—. ¡Cómo me gustaría coger a Lucius Malfoy!



— Lo harás Arthur, nosotros te apoyamos- dijeron los Prewett encantados.



—Ten cuidado, Arthur —le dijo severamente la señora Weasley mientras entraban en el banco y un duende les hacía reverencias en la puerta—. Esa familia es peligrosa, no vayas a dar un paso en falso.



— Eso es cierto- dijo Tonks algo preocupada.



— ¿Así que no crees que un servidor esté a la altura de Lucius Malfoy? —preguntó indignado el señor Weasley,



— Sabes que no es eso Arthur- le contestó Molly- Lo que creo es que tú jamás utilizarías los métodos que ellos están dispuestos ha utilizar para dejarte fuera de juego.



pero en aquel momento se distrajo al ver a los padres de Hermione, que estaban ante el mostrador que se extendía a lo largo de todo el gran salón de mármol, esperando nerviosos a que su hija los presentara.

» ¡Pero ustedes son muggles! —observó encantado el señor Weasley—. ¡Esto tenemos que celebrarlo con una copa! ¿Qué tienen ahí? ¡Ah, están cambiando dinero muggle! ¡Mira, Molly! —dijo, señalando emocionado el billete de diez libras esterlinas que el señor Granger tenía en la mano.



— Que típico de papá- dijeron los hijos Weasley con una sonrisa.



— Y de Hugo- añadieron los de la tercera generación.



—Nos veremos aquí luego —dijo Ron a Hermione, cuando otro duende de Gringotts se disponía a conducir a los Weasley y a Harry a las cámaras acorazadas donde se guardaba el dinero. Para llegar a las cámaras tenían que subir en unos carros pequeños,



Neville y Frank gimieron acompañados de Allie y Hagrid, los cuatro tenían una mueca de desagrado absoluto. Sirius en cambió sonreía perrunamente.



conducidos por duendes, que circulaban velozmente sobre unos raíles en miniatura por los túneles que había debajo del banco. Harry disfrutó del vertiginoso descenso hasta la cámara acorazada de los Weasley,



— Loco- murmuraron los cuatro mencionados antes.



pero cuando la abrieron se sintió mal, mucho peor que en el callejón Knockturn.



Los Weasley enrojecieron y clavaron su mirada a la mesa.



Dentro no había más que un montoncito de sickles de plata y un galeón de oro.



La mirada de Scorp bastó para que su padre cerrara la boca de golpe. Aun así el sonrojo de los Weasley era cada vez más vistoso.



La señora Weasley repasó los rincones de la cámara antes de echar todas las monedas en su bolso. Harry aún se sintió peor cuando llegaron a la suya.



— No te preocupes amigo- dijo Ron- No nos importa que tengas dinero y nosotros no.



— Ya, pero es injusto- se quejó el chico- Quiero decir, vosotros sois más, deberíais tener más dinero.



Intentó impedir que vieran el contenido metiendo a toda prisa en una bolsa de cuero unos puñados de monedas.



— Muy amable Harry- dijo afablemente la señora Weasley.



Cuando salieron a las escaleras de mármol, el grupo se separó. Percy musitó vagamente que necesitaba otra pluma. Fred y George habían visto a su amigo de

Hogwarts, Lee Jordan.



Leanne sonrió imperceptiblemente.



La señora Weasley y Ginny fueron a una tienda de túnicas de segunda mano. Y el señor Weasley insistía en invitar a los Granger a tomar algo en el Caldero Chorreante.



— Gracias señor Weasley- dijo Hermione- Se alegraron mucho de su compañía ya que se sentían un poco fuera de lugar.



— Fue un placer Hermione- contestó sinceramente Arthur- Tus padres son muy amables y simpáticos.



—Nos veremos dentro de una hora en Flourish y Blotts para compraros los libros de texto —dijo la señora Weasley, yéndose con Ginny—. ¡Y no os acerquéis al callejón Knockturn! —gritó a los gemelos, que ya se alejaban.



— Casi se le olvida decírnoslo- musitaron los gemelos frustrados.



Harry, Ron y Hermione pasearon por la tortuosa calle adoquinada. Las monedas de oro, plata y bronce que tintineaban alegremente en la bolsa dentro del bolsillo de Harry estaban pidiendo a gritos que se les diera uso, así que compró tres grandes helados de fresa y mantequilla de cacahuete,



Lily sonrió satisfecha al ver que su hijo compartía.



— ¿Helado de mantequilla de cacahuete?- preguntó Dudley curioso- ¡Yo quiero probarlo!- ante el regocijo y sorpresa de mucho Rose sacó de su bolsillo una nevera en miniatura que engrosó con un hechizo, de dentro sacó varios helados y los repartió entre sus familiares y amigos.



— ¿Crees que es momento para…- empezó Hermione cuando Rose le alcanzó un helado.



— Es de chocolate- la tentó y la chica no dudó en cogerlo.



que devoraron con avidez mientras subían por el callejón, contemplando los fascinantes escaparates. Ron se quedó mirando un conjunto completo de túnicas de los jugadores del Chudley Cannon



Los Wood al completo, incluyendo a Katie, gruñeron acompañados de muchos otros fanáticos de otros equipos.



en el escaparate de Artículos de calidad para el juego de quidditch, hasta que Hermione se los llevó a rastras a la puerta de al lado, donde debían comprar tinta y pergamino.



— Aguafiestas- rugieron Ron y Harry enfadados.



En la tienda de artículos de broma Gambol y Japes



— ¿Por qué perdéis el tiempo en esa tienda pudiendo ir a…- empezó Alex pero Gwen le tapo la boca.



— Todavía no existe.-le dijo Louis.



— Casi desvelas información- le regañó Molls.



encontraron a Fred, George y Lee Jordan, que se estaban abasteciendo de las «Fabulosas bengalas del doctor Filibuster, que no necesitan fuego porque se prenden con la humedad»,



— Ay dios- musitó Minerva recordando todos los incidentes de esos años. Varios alumnos, muy por el contrario, sonrieron.



 y en una tienda muy pequeña de trastos usados, repleta de varitas rotas, balanzas de bronce torcidas y capas viejas llenas de manchas de pociones, encontraron a Percy, completamente absorto en la lectura de un libro aburridísimo que se titulaba Prefectos que conquistaron el poder.



— No es aburrido- se le escapó a Molls.



— ¿Y tu como lo sabes?- preguntó Louis alzando una ceja.



— ¿No será ese libro que escondes debajo de tu almohada?- preguntó Alex burlón.



— Nop, eso es un álbum de fotos de…- Molls le tapó la boca a Gwen justo a tiempo.



— Vaya con la prefecta perfecta- la pinchó Al.



  ¿Y quién es ese misterioso chico?- preguntó Scorp.



— ¿Y quién hace esos brownies que os gustan tanto?- preguntó a su vez la hija de Percy.



— Ya callamos- dijeron rápidamente todos a la vez.



—«Estudio sobre los prefectos de Hogwarts y sus trayectorias profesionales»    

—leyó Ron en voz alta de la contracubierta—. Suena fascinante...



— Mucho- le siguieron el juego los gemelos ganándose una mala mirada de su madre.



—Marchaos —les dijo Percy de mal humor.

—Desde luego, Percy es muy ambicioso, lo tiene todo planeado; quiere llegar a ministro de Magia...



Los del futuro intercambiaron una sonrisa cómplice mientras Fudge miraba con miedo al joven Weasley.



—dijo Ron a Harry y Hermione en voz baja, cuando salieron dejando allí a Percy

Una hora después, se encaminaban a Flourish y Blotts. No eran, ni mucho menos, los únicos que iban a la librería. Al acercarse, vieron para su sorpresa a una multitud que se apretujaba en la puerta, tratando de entrar.



— Eso es raro- comentó Lavander- Nunca hay tanta gente.



El motivo de tal aglomeración lo proclamaba una gran pancarta colgada de las ventanas del primer piso:



GILDEROY LOCKHART

firmará hoy ejemplares de su autobiografía

EL ENCANTADOR

de 12.30 a 16.30 horas



Varias chicas soltaron un gritito de alegría.



— No puedo creer que nos lo perdiésemos Vati- dijo Padma emocionada.



— ¿Para que querrías tú un libro firmado por semejante idiota?- dijo picado un muy celoso Slytherin.



— No es un idiota- le contestó con voz helada la ravenclaw mientras todas las chicas le miraban mal.



— ¡Podremos conocerle en persona! —chilló Hermione—. ¡Es el que ha escrito  casi todos los libros de la lista!



Ron bufó indignado y Hermione se ruborizó completamente.



La multitud estaba formada principalmente por brujas de la edad de la señora Weasley.



— Que extraño- ironizaron los Prewett.



En la puerta había un mago con aspecto abrumado, que decía:

—Por favor, señoras, tengan calma..., no empujen..., cuidado con los libros...

Harry, Ron y Hermione consiguieron al fin entrar. En el interior de la librería, una  larga cola serpenteaba hasta el fondo, donde Gilderoy Lockhart estaba firmando libros.



— Su actividad preferida- gruñó Ron- Después de cuidar su pelo y recibir halagos por supuesto. Creo que por su cumpleaños voy a conseguir que vaya a una peluquería a firmar autógrafos a brujas jóvenes que sean sus fans a ver si así se nos muere de felicidad.



Cada uno cogió un ejemplar de Recreo con la «banshee» y se unieron con  disimulo al grupo de los Weasley, que estaban en la cola junto con los padres de Hermione.

— ¡Qué bien, ya estáis aquí! —dijo la señora Weasley. Parecía que le faltaba el aliento, y se retocaba el cabello con las manos—.



El ceño de Arthur se frunció y miró mal al libro como si quisiera encenderlo, Molly sonrió sonrojada al ver esa reacción de su marido.



Enseguida nos tocará.

A medida que la cola avanzaba, podían ver mejor a Gilderoy Lockhart. Estaba sentado a una mesa, rodeado de grandes fotografías con su rostro,



— Bueno- dijo Ron en voz baja- Muchos de los antiguos monarcas salían con problemas físicos y estéticos a causa de la consanguinidad así que se hacían pintar con un mono al lado para parecer más bellos. Seguramente intentaba hacer eso pero no entendió muy bien el concepto.



— O tal vez no encontró nada más feo que él- le apoyó Arthur que tenía cogida la mano de su esposa de forma muy posesiva.



fotografías en las que guiñaba un ojo y exhibía su deslumbrante dentadura.



Muchos chicos fingieron que vomitaban mientras las chicas de su lado les golpeaban.



El Lockhart de carne y hueso vestía una túnica de color añil, que combinaba perfectamente con sus ojos; llevaba su sombrero puntiagudo de mago desenfadadamente ladeado sobre el pelo ondulado.  



Muchas suspiraron para la exasperación de la mayoría de chicos del gran comedor.



Un hombre pequeño e irritable merodeaba por allí sacando fotos con una gran cámara negra que echaba humaredas de color púrpura a cada destello cegador del flash.

—Fuera de aquí —gruñó a Ron, retrocediendo para lograr una toma mejor—. Es para el diario El Profeta.



— Pues el diario El Profeta se quedará sin uno de sus fotógrafos como le vuelvas a hablar así a mi hermano.- gruñó Fred.



— En cambio San Mungo ganará un cliente- le apoyó George.



— ¡Vaya cosa! —exclamó Ron,



— Claro que lo es Ron- dijo Charlie falsamente horrorizado- Es la asociación de embusteros lame-suelas más grande que existe.- terminó con una sonrisa.



frotándose el pie en el sitio en que el fotógrafo lo había pisado.



Bill y Percy gruñeron enfadados mientras Ginny fruncía el ceño.



Gilderoy Lockhart lo oyó y levantó la vista. Vio a Ron y luego a Harry, y se fijó en él.



James gimió.



— ¿Que ocurre cariño?- preguntó Lily.



— Que me juego la mano que ahora le utilizará para darse publicidad- rugió James.



Entonces se levantó de un salto y gritó con rotundidad:

— ¿No será ése Harry Potter?



— Nop- ironizaron los Prewett- Es Henry Patton.



La multitud se hizo a un lado, cuchicheando emocionada. Lockhart se dirigió hacia  Harry y cogiéndolo del brazo lo llevó hacia delante. La multitud aplaudió.



— Lo sabía- rugió James enojadísimo.



— ¿Dónde podemos encontrarle?- preguntó Sirius al Ministro.



— San Mungo, cuarto piso: daños causados por un hechizo- contestó por sorpresa de muchos Neville.



— ¿Cómo terminó allí?- preguntó Remus curioso.



— Le salió bien un hechizo- le contestó Ron casi con incredulidad.



Harry se notaba la cara encendida cuando Lockhart le estrechó la mano ante el fotógrafo, que no paraba un segundo de sacar fotos, ahumando a los Weasley.



— Imbécil- murmuraron todos a la vez.



—Y ahora sonríe, Harry —le pidió Lockhart con su sonrisa deslumbrante—. Tú y yo juntos nos merecemos la primera página.



— No se puede utilizar a un crío para darse publicidad- se quejó Minerva.



— ¿Pero tu recuerdas como es Lockhart?- preguntó enojada Sprouth- Se hubiese hecho una foto con el mismo Innombrable para obtener publicidad.



— Y luego hubiese escrito un libro relatando como lo venció- apoyó Snape con asco.



— No parece caerles muy bien- dejó caer Terry mientras muchas chicas fulminaban a sus profesores con la mirada.



Cuando le soltó la mano, Harry tenía los dedos entumecidos. Quiso volver con los Weasley, pero Lockhart le pasó el brazo por los hombros y lo retuvo a su lado.



— Suelta a mi niño- rugió Lily asustando a los de su alrededor.



—Señoras y caballeros —dijo en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano—. ¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto!



— Porqué Albus intentaba que no llegara a suceder nunca- murmuró Flitwick.



Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle. 



— Guárdate tus regalos publicitarios idiota- murmuraron James, Lily y Harry enojados.



—La multitud aplaudió de nuevo—. Él no sabía —continuó Lockhart, zarandeando a Harry de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz—



— Pero que poco tacto- se enojó Alice- Esa no es forma de tratar a un niño.



que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador.



— Sálvalo Merlín- murmuró Sirius- Llévate mi vida pero no permitar que esa… cosa se acerque a mi ahijado.



Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia.



Todos los adultos y muchos de los alumnos gimieron mientras muchas chicas suspiraban



¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia!



— Que mal está el mundo Merlín- dijo Frank enojado.



La multitud aplaudió y vitoreó al mago, y Harry fue obsequiado con las obras completas de Gilderoy Lockhart. Tambaleándose un poco bajo el peso de los libros, logró abrirse camino desde la mesa de Gilderoy, en que se centraba la atención del público, hasta el fondo de la tienda, donde Ginny aguardaba junto a su caldero nuevo.



— Que coincidencia- comentó con sarcasmo Al.



—Tenlos tú —le farfulló Harry, metiendo los libros en el caldero—. Yo compraré los míos...

— ¿A que te gusta, eh, Potter? —dijo una voz que Harry no tuvo ninguna dificultad en reconocer.



Scorp profirió un quejido ahogado mientras sus amigos le sonreían comprensivamente.



Se puso derecho y se encontró cara a cara con Draco Malfoy, que exhibía su habitual aire despectivo—. El famoso Harry Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.



— Cosa que a ti te gustaría mucho, por cierto- añadió Ron en tono burlón.



— Es suficiente- gruñó Rose cortando la posible discusión a raíz.



— ¡Déjale en paz, él no lo ha buscado! —replicó Ginny.



— Un concejo- dijo Scorp- Nunca la hagas enfadar.



— Buen consejo- apoyaron los del futuro y los hermanos de la chica.



Era la primera vez que hablaba delante de Harry. Estaba fulminando a Malfoy con la mirada.



— Huye rápido- le aconsejó Al con una disimulada sonrisa orgullosa.



— ¡Vaya, Potter, tienes novia! —dijo Malfoy arrastrando las palabras.



Harry se sonrojó completamente cosa que una satisfecha Lily notó.



Ginny se puso roja mientras Ron y Hermione se acercaban, con sendos montones de los libros de Lockhart.

— ¡Ah, eres tú! —dijo Ron, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le ha pegado a uno en la suela del zapato—.



Los Weasley sonrieron burlones en dirección a Malfoy.



¿A que te sorprende ver aquí a Harry, eh?

—No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda, Weasley —replicó Malfoy—.



— Ay Merlín- musitaron a la vez Al y Scorp mientras Molly obligaba a sus hijos a sentarse ya que se habían levantado de golpe.



Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.



— Pues, si fuera necesario, lo haríamos- dijo Arthur orgulloso.



— ¿Pueden decir lo mismo los tuyos?- preguntó Ginny con una sonrisa maliciosa. Draco no contestó.



Ron se puso tan rojo como Ginny. Dejó los libros en el caldero y se fue hacia Malfoy, pero Harry y Hermione lo agarraron de la chaqueta.



— Dejadle ir- pidieron los gemelos Weasley.



— ¡Ron! —dijo el señor Weasley, abriéndose camino a duras penas con Fred y George—. ¿Qué haces? Vamos afuera, que aquí no se puede estar.



— Sobretodo desde que se ha detectado una plaga de hurones- completó Ron.



—Vaya, vaya..., ¡si es el mismísimo Arthur Weasley!

Era el padre de Draco.



— Problemas- musitaron los gemelos Wood.



— Que va, posibilidades- les corrigieron los gemelos Prewett.



El señor Malfoy había cogido a su hijo por el hombro y miraba con la misma expresión de desprecio que él.



— Se debía haber visto al espejo- murmuró Scorp con odio.



—Lucius —dijo el señor Weasley, saludándolo fríamente.



— ¿Papá hablándole a alguien fríamente?- Percy estaba incrédulo.



—Mucho trabajo en el Ministerio, me han dicho —comentó el señor Malfoy—.



— El mismo ministro- añadió Alastor mirando mal a este.



Todas esas redadas... Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿no? —Se acercó al caldero de Ginny y sacó de entre los libros nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes—. Es evidente que no



— Que le vamos ha hacer- dijo Arthur- Supongo que ser un asesino es bastante más remoderado.- terminó con sorna.



—rectificó—. Querido amigo,



Arthur levantó una ceja con la misma cara de incredulidad que pondría un muggle al ver un unicornio o un esteticista al ver a Voldemort.



¿de qué sirve deshonrar el nombre de mago si ni  siquiera te pagan bien por ello?

El señor Weasley se puso aún más rojo que Ron y Ginny.

—Tenemos una idea diferente de qué es lo que deshonra el nombre de mago, Malfoy —contestó.



— Gracias a Merlín- musitó Molly acercándose a Arthur.



—Es evidente —dijo Malfoy, mirando de reojo a los padres de Hermione, que lo miraban con aprensión—, por las compañías que frecuentas, Weasley... Creía que ya no podías caer más bajo.



— Será idiota- saltaron los Prewett.



— Mira que hablar así de él solo por ser amable con mis papás- Hermione estaba furiosa.



— Es solo un engreído con demasiados humos- les tranquilizó Arthur- No vale la pena ponerse así.



Entonces el caldero de Ginny saltó por los aires con un estruendo metálico; el señor Weasley se había lanzado sobre el señor Malfoy,



— Vamos papá- animaban todos los Weasley.



Bill había hecho aparecer una pancarta donde ponía “Patéale el culo al oxigenado”. Charlie se había puesto una camiseta con una imagen donde se veía a Lucius tendido en el suelo lleno de sangre y a su padre saltando encima de él. Percy lanzaba, discretamente, fuegos artificiales con la varita y los otros cuatros alzaban sus puños para animarle. La señora Weasley negaba con la cabeza entre horrorizada y divertida.



y éste fue a dar de espaldas contra un estante. Docenas de pesados libros de conjuros les cayeron sobre la cabeza. Fred y George gritaban: «¡Dale, papá!»,



— Eso señor Weasley- coreó el gran comedor para el desagrado de Draco.



y la señora Weasley exclamaba: «¡No, Arthur, no!» La multitud retrocedió en desbandada, derribando a su vez otros estantes.

— ¡Caballeros, por favor, por favor! —gritó un empleado.

Y luego, más alto que las otras voces, se oyó:

— ¡Basta ya, caballeros, basta ya!

Hagrid vadeaba el río de libros para acercarse a ellos.



— Jo- se quejaron todos enojados.



En un instante, separó a  Weasley y Malfoy. El primero tenía un labio partido, y al segundo, una Enciclopedia desetas no comestibles le había dado en un ojo.



— Otro ojo negro para su colección- dijeron encantados los Prewett.



Malfoy todavía sujetaba en la mano el viejo libro sobre transformación. Se lo entregó a Ginny, con la maldad brillándole en los ojos.



En ese momento Harry se odio a si mismo con una intensidad que no creía poseer. Debí haberme dado cuenta se regañó.



—Toma, niña, ten tu libro, que tu padre no tiene nada mejor que darte.

Librándose de Hagrid, que lo agarraba del brazo, hizo una seña a Draco y salieron de la librería.



Varios aplaudieron mirando descaradamente al Slytherin.



—No debería hacerle caso, Arthur —dijo Hagrid, ayudándolo a levantarse del suelo y a ponerse bien la túnica—. En esa familia están podridos hasta las entrañas, lo sabe todo el mundo.  Son una mala raza.



El rostro de Scorp reflejó tristeza y traición cosa que Hagrid notó de inmediato.



— Lo siento Scorp- se disculpó haciendo que todos miraran al triste muchacho- No quise decir eso, es solo que…



— Viendo como se comportaba mí abuelo se entiende el comentario- dijo Scorp aún algo desanimado. Al, Allie y Rose se miraron preocupados pero por una vez no supieron que decirle para animarle.



Vamos, salgamos de aquí.

Dio la impresión de que el empleado quería impedirles la salida, pero a Hagrid apenas le llegaba a la cintura, y se lo pensó mejor.



— Cobarde- musitaron los merodeadores indignados.



Se apresuraron a salir a la calle. Los padres de Hermione todavía temblaban del susto y la señora Weasley, que iba a su lado, estaba furiosa.



— Su estado habitual- comentaron los gemelos ganándose una colleja.



— ¡Qué buen ejemplo para tus hijos..., peleando en público!



— Que papá es guai- afirmaron todos a la vez.



¿Que habrá pensado Gilderoy Lockhart?



— ¿A quién le importa?- rugieron Arthur y Ron a la vez sacando humo por las orejas.



—Estaba encantado —repuso Fred—. ¿No le oísteis cuando salíamos de la librería? Le preguntaba al tío ese de El Profeta si podría incluir la pelea en el reportaje.



— Con algún comentario de cómo les separó heroicamente seguramente- añadió Ernie ganándose una mal de Susan.



Decía que todo era publicidad.  



— Para él sí- gruñó Sirius.



Los ánimos ya se habían calmado cuando el grupo llegó a la chimenea del Caldero Chorreante, donde Harry, los Weasley y todo lo que habían comprado volvieron a La Madriguera utilizando los polvos flu. Antes se despidieron de los Granger,



Esto sí es un capítulo y va dedicado al/la anonimo que me advirtió sobre que me estaban plagiando.



Ron suspiró con tristeza e imperceptiblemente.



que abandonaron el bar por la otra puerta, hacia la calle muggle que había al otro lado. El señor Weasley iba a preguntarles cómo funcionaban las paradas de autobús, pero se detuvo en cuanto vio la cara que ponía su mujer.



— Buen movimiento- le felicitó su esposa con una peligrosa sonrisa.



Harry se quitó las gafas y se las guardó en el bolsillo antes de utilizar los polvos flu. Decididamente, aquél no era su medio de transporte favorito.



— Ni el mío- le dijo James encantado.



— Vamos a leer otro- dijo el director- ¿Lupin?



— Claro- respondió este cogiendo el libro-El sauce boxeador- La extrañeza recorrió su cara.