viernes, 30 de septiembre de 2011

El vidrio que se desvaneció

Al oír el título Harry  bajo la cabeza apenado, este capítulo no iba a ser agradable para él, todos se enterarían de cómo le trataban. Entonces apareció en una pared cerca de la mesa de Hufflepuff un cuadro dónde salían los Dursley de ella calló una carta que Hannnah cogió rápidamente y leyó en voz alta por indicación del director:

Cada vez que deseen lanzar un hechizo contra
los Dursley utilicen el cuadro como diana,
aparecerá un cuadro sobre cada personaje
que les pueda inducir a mandar hechizos
atentamente:
                                   A.S.P. S.H.M. A.L. R.W. & Cia

Todos se giraron hacia Harry pero este no quiso hacer ningún comentario por lo que la lectura prosiguió:

Habían pasado aproximadamente diez años

-        Va a llegarte la carta entonces- dijo amablemente Frank.

desde el día en que los Dursley se despertaron y encontraron a su sobrino en la puerta de entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto. El sol se elevaba en los mismos jardincitos, iluminaba el número 4 de latón sobre la puerta de los Dursley y avanzaba en su salón, que era casi exactamente el mismo que aquél donde el señor Dursley había oído las ominosas noticias sobre las lechuzas, una noche de hacía diez años. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores, pero Dudley

Varios soltaron algunas risitas por la descripción del primo de Harry.

Dursley ya no era un niño pequeño, y en aquel momento las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta, en un tiovivo en la feria, jugando con su padre en el ordenador, besado y abrazado por su madre... La habitación no ofrecía señales de que allí viviera otro niño.

-        ¿Te dejaron quedarte verdad?- le preguntó Lily asustada. Su hijo solo asintió con la cabeza, no podía despegar la vista de la mesa.

Sin embargo, Harry Potter estaba todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.
¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!

-        ¡Así no se levanta un niño!- saltaron la señora Weasley, Lily, Alice, Lia y Tonks.

Harry se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta.
— ¡Arriba! —chilló de nuevo. Harry oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente.

   Recuerda mi moto, recuerda mi moto- empezó a canturrear Sirius mientras Sus intentaba disimular la risa.

Su tía volvió a la puerta.
¿Ya estás levantado? —quiso saber.
Casi —respondió Harry
Bueno, date prisa, quiero que vigiles el beicon. Y no te atrevas a dejar que se queme.

   Pero Harry podría haberse quemado- murmuró Lia mientras la mayoría miraban incrédulos a Harry y este intentaba hacerse más pequeño.

Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Duddy.
Harry gimió.
— ¿Qué has dicho? —gritó con ira desde el otro lado de la puerta.
Nada, nada...
El cumpleaños de Dudley... ¿cómo había podido olvidarlo? Harry se levantó lentamente y comenzó a buscar sus calcetines. Encontró un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de uno, se los puso.

Ron se estremeció y Lily se contuvo pero por su mirada Harry sabía que le esperaba una reprimenda sobre el orden.

Harry estaba acostumbrado a las arañas,

Mcgonagall dejó ir un jadeo y se dirigió a Harry:

   Esto es mentira ¿Cierto?- le preguntó casi con súplica- Usted no podía dormir allí.- Harry bajó la mirada confirmándole así que el libro no mentía y McDonagall lanzó un malefició de color violeta que impactó en plena cara de Vernon Dursley. Todos miraban interrogantes a Harry cuando la profesora respiró profundamente y continúo.

porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ellas, y allí era donde dormía.

Todos se giraron para ver a Harry que no podía levantar la cabeza entonces Lily explotó se levantó hecha una furia y mandó contra el cuadro tal ráfaga de maleficios que quedó completamente negro. Entonces se dirigió hasta su hijo y lo abrazó con fuerza. Todos los demás reaccionaron. Muchos fueron a maldecir el cuadro, que había sido substituido, pero los más cercanos a Harry le fueron a abrazar y Ron y Hermione lo tomaron de la mano. Cuando James hubo abrazado a su hijo se dirigió a Remus y a Sirius que estaban lanzando maleficios contra el cuadro como posesos.

   Lunático, Canuto- los llamó- tenemos que pensar una buena broma para que los Dursley sepan lo que les pasa a los que se meten con los hijos de los merodeadores. ¿Alguna idea Lunático?- Este sonrió perversamente:

   Por supuesto, que os parecería una 82 junto con la 132, detalles de la 4, la 5, la 9 y la 57 y alguna que otra cosa de las 86, 38 y 90.

   Sumamente cruel- respondió Sirius con una sonrisa sádica- buena idea, pero podríamos mezclar la 0 y la 1 también.

   ¡Bien pues a trabajar! - terminó James quién también tenía una sonrisa psicópata en los labios.

   Nosotros nos apuntamos- gritaron los dos pares de gemelos.

   Y nosotros- terminó Frank señalándose a si mismo, a Su, al señor Weasley, a Charlie, a Bill, a Tonks y a Lee.

   Ya puede ser bien despiadada- les advirtió Alice que juntó con su hijo, Luna, Lia, Lily, la señora Weasley, Ron y Hermione intentaban animar a Harry.

De pronto Percy se levantó y se unió a los bromistas, dejando a todos con la boca abierta:

   Yo puedo impedir que la broma sea ilegal- se excuso- me conozco todas las leyes y sus lagunas.- Y sin mas comenzó a retocar algunos puntos.

Mientras tanto Minerva le estaba dando a Dumblendore la reprimenda del siglo.

-        ¡Le dije que no lo dejara allí!- le gritó furiosa- Durmiendo en una alacena, ¡En una alacena!- Estaba tan furiosa que no podía ni hablar.

En la mesa de Slytherin Draco tenía la mandíbula desencajada y no podía salir de su asombro, ¿Harry-niño-mimado-Potter durmiendo en una alacena? El mismo pensamiento pasaba por la mente de Snape pero el lo disimulaba mejor con la expresión fría de siempre. Cuando todos lograron controlarse, media hora mas tarde, la lectura prosiguió.

Cuando estuvo vestido salió al recibidor y entró en la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. Parecía que éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no mencionar el segundo televisor y la bicicleta de carreras.

Muchos bufaron enfadados mientras Frank y Neville murmuraban:"mimado" y se sonreían por la coincidencia.

La razón exacta por la que Dudley podía querer una bicicleta era un misterio para Harry, ya que Dudley estaba muy gordo y aborrecía el ejercicio, excepto si conllevaba pegar a alguien, por supuesto. El saco de boxeo favorito de Dudley era Harry,

-        Que no se atreva a  tocar a mi Hijo/Ahijado- murmuraron Sirius y James a la vez.

-        Tranquilos chicos, tengo una buena broma en marcha- dijo Remus.

-        Pero señor Lupin, usted era el bueno- dijo asombrada la prfesora MacDonagalls. Los merodeadores rompieron a reir.- ¿Por qué rien?

-        Lunático era el cerebro del 80% de nuestras bromas- dijo Sirius.

-        Más bien del 90%- dijo James.

-        Me ofendéis- dijo Remus- Yo idee todas las bromas en las que no tenían pruebas para pillarnos y la mitad de las otras.- Los gemelos le miraron con respeto mientras James y Sirius asentían y el comedor miraba atónito al ex-profesor.

-        Otra que se deja engañar por la apariencia de prefecto perfecto de Lunático- dijo Sirius.

-        Sin tener en cuenta que ante todo es un merodeador- Prosiguió James.- Por cierto ¿Dónde esta Colagusano?

A los que conocían la existencia de la rata se les ensombreció el rostro y para salir del paso Minerva prosiguió:

pero no podía atraparlo muy a menudo. Aunque no lo parecía, Harry era muy rápido.
La mayoríasonrió.

Tal vez tenía algo que ver con eso de vivir en una oscura alacena, pero Harry había sido siempre flaco y muy bajo para su edad.

-        No tiene nada que ver con eso- dijo Sirius entre carcajadas.

-        Todos los Potter son unos bajitos y flacuchos- prosiguió Remus que también reía.

-        No es verdad- se quejaron Harry y James.

-        Simplemente tardamos a dar el estirón- continuo James.

Además, parecía más pequeño y enjuto de lo que realmente era, porque toda la ropa que llevaba eran prendas viejas de Dudley, y su primo era cuatro veces más grande que él.

-        ¿Ni ropa te compraban?- exclamó Lily horrorizada. Harry simplemente negó. Todo el comedor le miraba con tristesa.

Harry tenía un rostro delgado, rodillas huesudas, pelo negro y ojos de color verde brillante.

Los lindos ojos de su madre- pensaron al unísono y tiernamente James y Snape.

Llevaba gafas redondas siempre pegadas con cinta adhesiva, consecuencia de todas las veces que Dudley le había pegado en la nariz.

Ron se levantó y envió un maleficio al cuadro que lo hizo estallar en mil pedazos. Hermione lo imitó pero su maleficio lo que hizo fue quemarlo. Después se sentaron uno a cada lado de Harry que los miraba agradecido. Ron cogió un baso de zumo calabaza.

La única cosa que a Harry le gustaba de su apariencia era aquella pequeña cicatriz en la frente, con la forma de un relámpago.

Ron escupió todo el  zumo de calabaza de la sorpresa y mojo entera a Tonks. Remus se apresuró a secarla lo que hizo que el y la aludida se sonrojaran y que sus dos mejores amigos se miraran picadamente.
-        Harry, ¿es cierto?- Preguntó Hermione recelosa- ¿Te gustaba tu cicatriz?

   Era la única conexión que tenía con mis padres, y además, me hacia diferente- explicó este. Todo el mundo asintió mostrando su comprensión mientras Lily abrazaba a su hijo y James le sonreía tiernamente.

La tenía desde que podía acordarse, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía Petunia era cómo se la había hecho.
En el accidente de coche donde tus padres murieron —había dicho—. Y no hagas preguntas.

El silenció invadió el gran comedor. Silencio que rompió Lily:

-        Ni siquiera sabias de la magia, ¿cierto?- le preguntó dulcemente. Su hijo negó con la cabeza.

-        Lo siento Harry- dijo Sirius- si yo…

-        Tú no tienes la culpa- exclamaron Harry y Remus. Este último prosiguió- Sólo hay dos culpables y tu no eres ninguno de ellos. En todo caso cúlpame a mí, puede ir a buscar a Harry y no lo hice.

-        Le recuerdo, señor Lupin, que fui yo quien le prohibí  que fuera- dijo Dumblendore- Además yo le deje allí- parecía muy apenado.

-        Suficiente- dijo Harry- nadie de aquí tiene la culpa. Profesora podría seguir leyendo por favor.

«No hagas preguntas»: ésa era la primera regla que se debía observar si se quería vivir una vida tranquila con los Dursley.
Tío Vernon entró a la cocina cuando Harry estaba dando la vuelta al tocino.
— ¡Péinate! —bramó como saludo matinal.

-        Ni lo intentes, el pelo indomable es la marca y orgullo de los Potter- dijo James.

-        Además de que es imposible de peinar- dijo Lily.

Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados.

James le sonrió orgulloso y Harry le devolvió una tímida sonrisa.

Harry estaba friendo los huevos cuando Dudley llegó a la cocina con su madre. Dudley se parecía mucho a tío Vernon. Tenía una cara grande y rosada, poco cuello, ojos pequeños de un tono azul acuoso, y abundante pelo rubio que cubría su cabeza gorda.

-        Si, ya sabemos, una belleza como su padre- dijo Ginny.

Tía Petunia decía a menudo que Dudley parecía un angelito.

-        Los ángeles suelen volar y no hay forma humana de levantar un peso tan pesado- dijo Sus con el semblante serio, Sirius asintió de acuerdo con ella.

Harry decía a menudo que Dudley parecía un cerdo con peluca.

Todo el mundo rompió a reír y su padre, padrino y tío exclamaron:

-        Humor merodeador.- Lily los miró severa y callaron al instante.

Harry puso sobre la mesa los platos con huevos y beicon, lo que era difícil porque había poco espacio. Entretanto, Dudley contaba sus regalos. Su cara se ensombreció.
Treinta y seis —dijo, mirando a su madre y a su padre—. Dos menos que el año pasado.

-        Y el chico se queja con 36 regalos- exclamó Hermione horrorizada.

-        Es incluso más mimado que Malfoy- exclamó Ron.

-        Al menos mi familia tiene dinero para regalos- le respondió este con desdén. Todos los Weasley y los Prewet se levantaron con la varita en lo alto

-        Tú tendrás dinero pero mi familia tiene valores como la humildad y la generosidad que son mucho más importantes- le grito Ginny. Antes de que Malfoy pudiese responder Minerva prosiguió.

Querido, no has contado el regalo de tía Marge. Mira, está debajo de este grande de mamá y papá.
Muy bien, treinta y siete entonces —dijo Dudley, poniéndose rojo.
Harry; que podía ver venir un gran berrinche de Dudley, comenzó a comerse el beicon lo más rápido posible, por si volcaba la mesa.
Tía Petunia también sintió el peligro, porque dijo rápidamente:
Y vamos a comprarte dos regalos más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece, pichoncito? Dos regalos más. ¿Está todo bien?

Varios soltaron bufidos por lo mimado que estaba el niño.

Dudley pensó durante un momento. Parecía un trabajo difícil para él. Por último, dijo lentamente.
—Entonces tendré treinta y… treinta y…

-        No sabe contar- Exclamó Hermione horrorizada.

-        Pero que sobrino más tonto tengo- dijo Lily sorprendida.

-        Este sería muy amigo de Crabbe y Goyle- dijo Ron. Los aludidos se miraron pero no dijeron nada ya que todo el mundo asentía con la cabeza.

Treinta y nueve, dulzura —dijo tía Petunia.
Oh —Dudley se dejó caer pesadamente en su silla y cogió el regalo más cercano—. Entonces está bien.
Tío Vernon rió entre dientes.
El pequeño tunante quiere que le den lo que vale, igual que su padre. ¡Bravo,
Dudley! —dijo, y revolvió el pelo de su hijo.
En aquel momento sonó el teléfono y tía Petunia fue a cogerlo, mientras Harry y tío Vernon miraban a Dudley, que estaba desembalando la bicicleta de carreras, la filmadora, el avión con control remoto, dieciséis juegos nuevos para el ordenador y un vídeo. Estaba rompiendo el envoltorio de un reloj de oro, cuando tía Petunia volvió, enfadada y preocupada a la vez.
Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.

-        Ni siquiera te sacaban a pasear- exclamó James furiosos- como vais chicos- preguntó a los bromistas que des de hacía horas que escribían en un pergamino con sonrisas psicópatas. 

La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.

Todos le miraban con tristeza.

¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty.
Podemos llamar a Marge —sugirió tío Vernon.

Harry miró sombrío al libro, odiaba a esa mujer. Ron y Hermione apenas podían aguantar la risa al recordar lo que le había hecho Harry.

No seas tonto, Vernon, ella no aguanta al chico.
Los Dursley hablaban a menudo sobre Harry de aquella manera, como si no estuviera allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos, algo así como un gusano.

Los bromistas comenzaron el pergamino número seis de bromas y los cercanos a Harry no paraban de enviar hechizos al cuadro.

¿Y qué me dices de... tu amiga... cómo se llama... Yvonne?
Está de vacaciones en Mallorca —respondió enfadada tía Petunia.
Podéis dejarme aquí —sugirió esperanzado Harry. Podría ver lo que quisiera en la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de Dudley Tía Petunia lo miró como si se hubiera tragado un limón.
¿Y volver y encontrar la casa en ruinas? —rezongó.
No voy a quemar la casa —dijo Harry, pero no le escucharon.
Supongo que podemos llevarlo al zoológico —dijo en voz baja tía Petunia—... y dejarlo en el coche...

-        No es un animal- graznó Seamus. Harry lo miró agradecido ya que hacia días que no se hablaban. Él le sonrió.

El coche es nuevo, no se quedará allí solo...
Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcía la cara y gritaba, su madre le daría cualquier cosa que quisiera.
Neville y Luna fueron los que se levantaron, Neville le envió un aturdidor al cuadro y Luna una bandada de avispas que había conjurado. Los padres de los dos muchachos les miraron con orgullo.

Mi pequeñito Dudley no llores, mamá no dejará que él te estropee tu día especialexclamó, abrazándolo.
— ¡Yo... no... quiero... que... él venga! —Exclamó Dudley entre fingidos sollozos—. ¡Siempre lo estropea todo! —Le hizo una mueca burlona a Harry, desde los brazos de su madre.

-        Idiota -murmuró Ron.

Justo entonces, sonó el timbre de la puerta.
— ¡Oh, Dios, ya están aquí! —dijo tía Petunia en tono desesperado y, un momento más tarde, el mejor amigo de Dudley, Piers Polkiss, entró con su madre. Piers era un chico flacucho con cara de rata. Era el que, habitualmente, sujetaba los brazos de los chicos detrás de la espalda mientras Dudley le pegaba.

-        Encima necesitaba ayuda- murmuró Lily- será estúpido el niño.

-        Yo no creo que sea cosa del niño- dijo Alice mientras todos le miraban como si fuera de otro planeta- Quiero que la culpa es de los padres.

-        Lo que intenta decir es que cuando Harry llegó el niño seguramente intentó jugar con él y sus padres se lo impidieron haciéndole odiar a Harry- Explicó Lia- Además si le malcrían es normal que se porte así.

-        Pasa lo mismo con los hijos de mortífagos- prosiguió Susan- son educados con la idea de ser superiores y que tienen derecho a maltratar a los demás. Son muy pocos- sonrió a Sirius- los que consiguen ignorar esas enseñanzas y rebelarse contra sus padres.

Todo el mundo escuchaba atentamente el intercambió de las cuatro amigas mientras los profesores asentían con la cabeza de acuerdo con ellas. Los sangre-puras bufaron ultrajados y Zabini levantó la varita contra Sus. Sirius lo vio y  rápidamente le desarmo iba a maldecirle cuando Sus le cogió del brazo para pararlo. Al darse cuenta de su acción Sus se sonrojó y se dejó ir rápidamente, Sirius sonrió como un tonto y le tiró la varita al Slytherin, dándole en la cabeza. Ajena a la situación del merodeador y Sus, Minerva, después de restarle veinte puntos a Zabini, prosiguió la lectura.

Dudley suspendió su fingido llanto de inmediato.

-        Claro, delante de su amigo va de tipo duro.- Dijeron los merodeadores menos Sirius que estaba demasiado ocupado mirando a Sus.

Media hora más tarde, Harry, que no podía creer en su suerte, estaba sentado en la parte de atrás del coche de los Dursley, junto con Piers y Dudley, camino del zoológico por primera vez en su vida.

Todos bajaron la cabeza con tristeza.

A sus tíos no se les había ocurrido una idea mejor, pero antes de salir tío Vernon se llevó aparte a Harry.
Te lo advierto —dijo, acercando su rostro grande y rojo al de Harry—. Te estoy avisando ahora, chico: cualquier cosa rara, lo que sea, y te quedarás en la alacena hasta la Navidad.

-        Eso es totalmente injusto, el niño no puede controlar la magia accidental- dijo Flitwicht con su aguda voz.

-        Además, es muy peligroso evitar que el niño haga magia- dijo Dumblendore pensando en su hermana.

No voy a hacer nada —dijo Harry—. De verdad...
Pero tío Vernon no le creía. Nadie lo hacía. El problema era que, a menudo, ocurrían cosas extrañas cerca de Harry y no conseguía nada con decir a los Dursley que él no las causaba.

-        Magia accidental- dijo Remus como si fuera evidente.

En una ocasión, tía Petunia, cansada de que Harry volviera de la peluquería como si no hubiera ido, cogió unas tijeras de la cocina y le cortó el pelo casi al rape,

-        Cortar el pelo Potter- dijo James ultrajado.

exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar la horrible cicatriz». Dudley se rió como un tonto, burlándose de Harry, que pasó la noche sin dormir imaginando lo que pasaría en el colegio al día siguiente, donde ya se reían de su ropa holgada y sus gafas remendadas. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubrió al levantarse que su pelo estaba exactamente igual que antes de que su tía lo cortara.

-        Me recuerda a Bill y sus salidas nocturnas para hacerse crecer el pelo sin que mamá lo vea- rió Charlie mientras Molly fulminaba con la mirada a su hijo mayor.

Como castigo, lo encerraron en la alacena durante una semana, aunque intentó decirles que no podía explicar cómo le había crecido tan deprisa el pelo.

Todo el mundo gruñó mientras Harry se asombraba de cuanta gente le protegía.

Otra vez, tía Petunia había tratado de meterlo dentro de un repugnante jersey viejo de Dudley (marrón, con manchas anaranjadas).

-        Vaya Harry, tu siempre a la última moda- rió Fred ganándose una mala mirada de su madre y del aludido.

Cuanto más intentaba pasárselo por la cabeza, más pequeña se volvía la prenda, hasta que finalmente le habría sentado como un guante a una muñeca, pero no a Harry. Tía Petunia creyó que debía de haberse encogido al lavarlo y, para su gran alivio, Harry no fue castigado.

Se oyeron varios suspiros de alivios.

Por otra parte, había tenido un problema terrible cuando lo encontraron en el techo de la cocina del colegio. El grupo de Dudley lo perseguía como de costumbre cuando, tanto para sorpresa de Harry como de los demás, se encontró sentado en la chimenea.

-        Impresionante- exclamaron los profesores y Fudge.

-        Tu hacia algo parecido ¿no Lily?- Preguntó Lia.

-        Bueno, yo caía con estilo.- Le respondió esta.

Todo el mundo miraba a Harry con la boca abierta y este intentaba pasar desapercibido su padre notó esto y sonrió, contento de que Harry no tuviese su arrogancia que tantos problemas le había causado con la chica que amaba.

Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora del colegio, diciéndoles que Harry andaba trepando por los techos del colegio. Pero lo único que trataba de hacer (como le gritó a tío Vernon a través de la puerta cerrada de la alacena) fue saltar los grandes cubos que estaban detrás de la puerta de la cocina. Harry suponía que el viento lo había levantado en medio de su salto.

-        Si que estabas flaco- río George.

Pero aquel día nada iba a salir mal. Incluso estaba bien pasar el día con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en el colegio, en su alacena, o en el salón de la señora Figg, con su olor a repollo.

Mientras conducía, tío Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. Harry, el ayuntamiento, Harry, el banco y Harry eran algunos de sus temas favoritos.

La gente volvió a gruñir.

Aquella mañana les tocó a los motoristas.
... haciendo ruido como locos esos gamberros —dijo, mientras una moto los adelantaba.
Tuve un sueño sobre una moto —dijo Harry recordando de pronto—. Estaba volando.

-        Mal movimiento- rieron los gemelos Prewet.

-        ¿Por qué ríen?- les preguntó James molesto- Mi hijo se va a poner en problemas.

-        Porque así tendremos mas motivos para hacer una broma.- Le respondieron estos.

Tío Vernon casi chocó con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento y gritó a Harry:
¡LAS MOTOS NO VUELAN!

-        ¡La mía si pedazo de paquidermo!- gritó Sirius.

-        Déjalo Sirius- le dijo Sus- es un inútil.

-        Me llamaste Sirius- dijo este completamente ilusionado.

-        Un desliz, Black- dijo Sus recalcando la última palabra. Este se desinfló.

Su rostro era como una gigantesca remolacha con bigotes.
Dudley y Piers se rieron disimuladamente.
—Ya sé que no lo hacen —dijo Harry—. Fue sólo un sueño.
Pero deseó no haber dicho nada. Si había algo que desagradaba a los Dursley aún más que las preguntas que Harry hacía, era que hablara de cualquier cosa que se comportara de forma indebida, no importa que fuera un sueño o un dibujo animado. Parecían pensar que podía llegar a tener ideas peligrosas.

Los Griffindor bufaron indignados.

Era un sábado muy soleado y el zoológico estaba repleto de familias. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y luego, como la sonriente señora del puesto preguntó a Harry qué quería antes de que pudieran alejarse, le compraron un polo de limón, que era más barato. Aquello tampoco estaba mal, pensó Harry, chupándolo mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y se parecía notablemente a Dudley, salvo que no era rubio.

-        Esto se puedearreglar- murmuró Tonks con una sonrisa malvada. Remus se sorprendió pensando que se le veía muy sexy esa sonrisa y se sonrojó cosa que, para su desgracia, no paso desapercibido por sus dos amigos que se pusieron a reír.

Fue la mejor mañana que Harry había pasado en mucho tiempo. Tuvo cuidado de andar un poco alejado de los Dursley, para que Dudley y Piers, que comenzaban a aburrirse de los animales cuando se acercaba la hora de comer, no empezaran a  practicar su deporte favorito, que era pegarle a él.

James tiró un maleficio directo al cuadro en la cara de Duddley, esta se lleno de ampollas, se puso roja y se infló.

Comieron en el restaurante del zoológico, y cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente grande, tío Vernon le compró otro y Harry tuvo permiso para terminar el primero.
Más tarde, Harry pensó que debía haber sabido que aquello era demasiado bueno para durar.

-        Ay, ay- murmuró Ron mientras Hermione palidecía. Sabían que Harry era la persona con más mala suerte que existía cuando no se jugaba la vida.

Después de comer fueron a ver los reptiles.

-        No me gustan los reptiles- se quejó Sirius- son horribles en especial las serpientes.

Estaba oscuro y hacía frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos.

Dudley y Piers querían ver las gigantescas cobras venenosas y las gruesas pitones que estrujaban a los hombres. Dudley encontró rápidamente la serpiente más grande. Podían haber envuelto el coche de tío Vernon y haberlo aplastado como si fuera una lata, pero en aquel momento no parecía tener ganas. En realidad, estaba profundamente dormida. Dudley permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando el brillo de su piel.
Haz que se mueva —le exigió a su padre.
Tío Vernon golpeó el vidrio, pero la serpiente no se movió.
Hazlo de nuevo —ordenó Dudley.
Tío Vernon golpeó con los nudillos, pero el animal siguió dormitando.
Esto es aburrido —se quejó Dudley. Se alejó arrastrando los pies.
Harry se movió frente al vidrio y miró intensamente a la serpiente. Si él hubiera estado allí dentro, sin duda se habría muerto de aburrimiento, sin ninguna compañía, salvo la de gente estúpida golpeando el vidrio y molestando todo el día. Era peor que tener por dormitorio una alacena donde la única visitante era tía Petunia, llamando a la puerta para despertarlo: al menos, él podía recorrer el resto de la casa.

Todo el mundo miró sombrío al libro.

De pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas. Lenta, muy lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los de Harry. Guiñó un ojo.

-        ¿Ligando con una serpiente Harry?- le preguntó su padrino.

-        Al menos el liga Black- le respondió Sus.

-        Vamos, Sus. Estás loca por mi reconócelo.- le dijo sonriéndole seductoramente.

-        Ni en tus mejores sueños Black- le respondió esta.

-        Allí seguro- le respondió este.

-        ¡Silencio!- gritó la profesora Mcgonagalls

Harry la miró fijamente. Luego echó rápidamente un vistazo a su alrededor, para ver si alguien lo observaba. Nadie le prestaba atención. Miró de nuevo a la  serpiente y también le guiñó un ojo. La serpiente torció la cabeza hacia tío Vernon y Dudley, y luego levantó los ojos hacia el techo. Dirigió a Harry una mirada que decía claramente:
Me pasa esto constantemente.
Lo sé —murmuró Harry a través del vidrio, aunque no estaba seguro de que la serpiente pudiera oírlo—. Debe de ser realmente molesto.

Los que no conocían esta capacidad de Harry le miraron atónitos pero no preguntaron nada, "El libro nos lo explicará" pensaron y James le sonrió a su hijo haciendo que este se relajara visiblemente.

La serpiente asintió vigorosamente.
A propósito, ¿de dónde vienes? —preguntó Harry
La serpiente levantó la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del vidrio. Harry miró con curiosidad. «Boa Constrictor, Brasil.»
— ¿Era bonito aquello?
La boa constrictor volvió a señalar con la cola y Harry leyó: «Este espécimen fue criado en el zoológico».
Oh, ya veo. ¿Entonces nunca has estado en Brasil?
Mientras la serpiente negaba con la cabeza, un grito ensordecedor detrás de Harry los hizo saltar.
— ¡DUDLEY! ¡SEÑOR DURSLEY! ¡VENGAN A VER A LA SERPIENTE! ¡NO
VAN A CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO!

-        Niño estúpido- gritaron los gemelos Prewet.

Dudley se acercó contoneándose, lo más rápido que pudo.
Quita de en medio —dijo, golpeando a Harry en las costillas. Cogido por sorpresa, Harry cayó al suelo de cemento.

Muchos gruñeron mientras los merodeadores escribían frenéticamente. Varios maleficios llegaron al cuadro y Harry observó asombrado que estos no solo provenían de la mesa de Griffindor aunque los más potentes los mandaron los miembros del ED.

Lo que sucedió a continuación fue tan rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinados cerca del vidrio, y al instante siguiente saltaron hacia atrás aullando de terror.
Harry se incorporó y se quedó boquiabierto: el vidrio que cerraba el cubículo de la boa constrictor había desaparecido.

-        Guau- exclamaron los adultos mientras los bromistas felicitaban a Harry por su hazaña.

La descomunal serpiente se había desenrollado rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia las salidas. Mientras la serpiente se deslizaba ante él, Harry habría podido jurar que una voz baja y sibilante decía:
Brasil, allá voy... Gracias, amigo.

-        Para ser una serpiente parece bastante maja- comentó Sirius.

-        Si tú lo dices- le respondió Bill- a mi más bien me pareció escalofriante.- Muchos asintieron de acuerdo con él.

El encargado de los reptiles se encontraba totalmente conmocionado.
Pero... ¿y el vidrio? —repetía—. ¿Adónde ha ido el vidrio?

-        Pero si casi parece cosa de magia- bromeo Fabian.

-        No seas ingenuo eso no existe hermano- le respondió Guideon.


El director del zoológico en persona preparó una taza de té fuerte y dulce para tía Petunia, mientras se disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no dejaban de quejarse. Por lo que Harry había visto, la serpiente no había hecho más que darles un golpe juguetón en los pies, pero cuando volvieron al asiento trasero del coche de tío Vernon, Dudley les contó que casi lo había mordido en la pierna, mientras Piers juraba que había intentado estrangularlo.

-        Ojalá- dijo Sirius y James asintió de acuerdo con él.

Pero lo peor, para Harry al menos, fue cuando Piers se calmó y pudo decir:
Harry le estaba hablando. ¿Verdad, Harry?

-        Decidido- dijo Remus- el también recibirá una broma por estúpido.- Sus amigos asintieron mientras el comedor intentaba relacionar ese Remus con su serio ex-profesor.

Tío Vernon esperó hasta que Piers se hubo marchado, antes de enfrentarse con Harry. Estaba tan enfadado que casi no podía hablar.

Ve... alacena... quédate... no hay comida —pudo decir, antes de desplomarse en una silla. Tía Petunia tuvo que servirle una copa de brandy.

-        ¡Que no hay comida!- dijo Lily indignada- Harry estaba en etapa de crecimiento necesitaba comer mucho.

-        Cierto- afirmó la señora Weasley- es inhumano tratar así a un niño.

Había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de coche. No podía recordar haber estado en el coche cuando sus padres murieron.

-        Claro que no lo puedes recordar Harry- le dijo su padre- te mintieron.

-        Lo sé papá- le respondió este.

Algunas veces, cuando forzaba su memoria durante las largas horas en su alacena, tenía una extraña visión, un relámpago cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente.

Algunos soltaron un jadeo.

-        ¿Sobreviviste a una maldición asesina?- le preguntó Frank, Harry asintió- Increíble- murmuró.

-        ¿Qué esperabas, Frank?- le dijo James lleno de orgullo- Es un Potter e hijo de Lily debe de ser increíblemente poderoso.

-        Sigues siendo un arrogante ¿eh Potter?- le dijo Snape.

-        Y tú sigues sin lavarte el pelo ¿eh Quejicus?- le contestó este. El comedor los miraba como si fuera un partido de tenis y para evitar una pelea Dumblendore pidió que se reanudara la lectura.

Aquello debía de ser el choque, suponía, aunque no podía imaginar de dónde procedía la luz verde. Y no podía recordar nada de sus padres. Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco había fotos de ellos en la casa.

Lily se entristeció y, al notarlo James la abrazó con fuerza.

Cuando era más pequeño, Harry soñaba una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió:

Remus y Sirius empezaron a auto-odiarse y a culparse, al notarlo Harry les sonrió para tranquilizarlos y Tonks le cogió la mano a Remus. Los dos se ruborizaron un poco pero ninguno hizo gesto de soltarse.

los Dursley eran su única familia. Pero a veces pensaba (tal vez era más bien que lo deseaba) que había personas desconocidas que se comportaban como si lo conocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un hombrecito con un sombrero violeta lo había saludado, cuando estaba de compras con tía Petunia y Dudley Después de preguntarle con ira si conocía al hombre, tía Petunia se los había llevado de la tienda, sin comprar nada. Una mujer anciana con aspecto estrafalario, toda vestida de verde, también lo había saludado alegremente en un autobús. Un hombre calvo, con un abrigo largo, color púrpura, le había estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decir una palabra. Lo más raro de toda aquella gente era la forma en que parecían desaparecer en el momento en que Harry trataba de acercarse.

-        Debían ser magos que luego se aparecían- comentó Hermione.

En el colegio, Harry no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Dudley odiaba a aquel extraño Harry Potter, con su ropa vieja y holgada y sus gafas rotas, y a nadie le gustaba estar en contra de la banda de Dudley.

-        Ron y Hermione fueron mis primeros amigos- les comentó este a sus padres.

-        Y se nota que son muy buenos- le contestó su padre- los Potter tenemos facilidad para hacer amigos por los que moriríamos y que morirían por nosotros. Fíjate en Sirius y Remus o Ron y Hermione.- Harry asintió y los aludidos se ruborizaron.

-        Bien, ahora cenaremos y el resto de la noche servirá para conocer a los recién llegados.- dijo Dumblendore.

En el fondo de la sala aparecieron cuatro grandes salas, cada una con los colores de una casa. Harry se dirigió junto con sus amigos y familiares a la roja y dorada Luna se fue con ellos a pesar de ser de Ravenclaw. La sala era acogedora llena de sofás y con diversas puertas por las que se llegaba a salas más pequeñas. Harry, sus padres se acomodaron en un lugar apartado para hablar y los otros decidieron darles un poco de intimidad. Lo mismo hicieron Luna y su madre, los Lombotton y los Weasley junto con los gemelos Prewet y Fleur. Remus y Tonks se sentaron juntos para comentar los capítulos leídos pronto se les ajuntaron Kingsley, Hermione y Ojoloco (C.A. Entrometidos XD). Sirius cogió la mano de Sus y la hizo entrar en un salón, gesto que no paso desapercibido por nadie.

Los Potter…

-        Vamos, Harry, háblanos de ti- le animó su padre.

-        Bueno… soy buscador en el equipo de Quiddich- James se infló de orgullo-, mis notas son una medianía excepto defensa y pociones, la primera se me da bastante bien, la segunda no la soporto.- Lily frunció el ceño y preguntó:

-        ¿Cómo te trata Snape?- Harry cogió aire:

-        Sinceramente mal pero me ha salvado la vida en alguna ocasión.- respondió.

-        Lo siento.- Le dijo James- Se comporta así porque yo lo maltrate en la escuela, aún así no tiene derecho a molestarte por mi causa, cuando lo haga se las verá conmigo.- James parecía furioso y arrepentido a la vez, también se sentía muy culpable.

-        Tú no tienes la culpa de que no sepa perdonar.- le dijo Lily- Es un rencoroso y te ayudare a darle su merecido si se mete con Harry.

Los Lomgbotton…

-        ¿Quiénes son tus mejores amigos Nevs?- le preguntó Alice.

-        Ginny y Luna aunque Harry, Ron, Hermione, Dean y Seamus también me caen bien- respondió este sonriendo. De pronto Augusta estalló a sollozos:

-        He sido una abuela pésima.- dijo- tú no te merecías esto, hacia tanto que no sonreías así y todo por mi culpa.- Neville se apresuró a abrazarla y tranquilizarla. Una vez esta se calmó Frank comentó:

-        Ahora entiendo que querían decir con lo de "tiene un corazón de oro"- Neville se ruborizó completamente.

Los Lovegood…

-        No sabes cuánto te he extrañado mamá- dijo Luna radiante de felicidad, esta sonrió.

-        Dime una cosa Luna, ¿los chicos se ríen de ti?- le preguntó.

-        Algunos sí- contesto con indiferencia- y me llaman Lunática pero Ginny y Neville siempre me defienden y ahora Harry, Ron y Hermione también.

-        Me alegro que tengas buenos amigos Lu- le dijo- no cambies por mucho que te molesten, tu eres especial y no todos te sabrán apreciar, mi consejo es que no te alejes de los que lo hagan.

-        Lo tendré en cuenta mami- le respondió Luna.

Los Weasley and Cia…

-        Así que tú eres la novia de mi hijo- dijo la señora Weasley recelosa.

-        Sí, Fleug Delacour paga segvigte- le respondió esta.

-        Vaya bombón que te has conseguido Bill- dijo uno de los gemelos.

-        No molestes George.- le reprendió su madre.

-        Soy Fred- protestó este.- Mamá siempre nos confundes.

-        Lo siento Fred- los dos pares de gemelos empezaron a reír.

-        Lo siento hermanita- dijo Fabian.

-        Pero te han hecho caer en nuestra broma favorita- completó Guideon. Todos los Weasley menos Molly empezaron a reír incluido Percy que se veía muy contento de haber vuelto.

Sirius y Sus…

-        ¿Qué quieres?- gaznó la chica

-        Decirte que fui un idiota por dejarte escapar,-le contestó él- pero entiéndeme Bellatrix…

-        Sé que tu prima está loca- le cortó ella- y que hubiera hecho cualquier cosa por herirte. Pero entiende tú que a mí no me importa sufrir riesgos, te amo.

-        ¿Qué dijiste?- le preguntó Sirius- ¿Acabas de utilizar el presente?

-        Tal vez…- le respondió Sus- Pero si quieres volver a tenerme tendrás que hacer méritos y no creas que va a ser fácil…- sonrió le dio un beso en la mejilla muy cerca de la comisura de los labios y se fue contoneándose dejando a un Sirius en estado de shock y muy feliz.